26 nov 2011

1º Domingo de Adviento (B)


 1º Domingo de Adviento (B)
Marcos 13, 33-37

1. Oración Inicial: Espíritu de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Haz que el texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva y liberadora, que produzca en nosotros(as) la adhesión y el seguimiento radical de Jesús. AMÉN.   
    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: “¡Manténganse despiertos!” Esta es clave en el corto pasaje que la Iglesia reserva para la liturgia del primer domingo de Adviento. Vigilar, estar atentos, esperar al dueño de la casa que debe regresar, no adormilarse, es esto lo que Jesús pide a todo cristiano(a). Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 13,33-37: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿A quienes dirige Jesús sus palabras?
2)     ¿Qué se encarga el hombre a sus servidores antes de ir de viaje?
3)     ¿Cómo responde Jesús a la inquietud de sus discípulos sobre la pregunta ¿cuándo vendrá?
4)     Entonces, ¿cuál es la actitud que deben tener sus seguidores? ¿Por qué?


3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a.     ¿Qué significa para ti “estar preparado”  (la vigilancia)?
b.    ¿Vivimos siempre hoy a la espera del Señor que viene? ¿Estamos algo adormecidos? ¿En qué?
c.     Hagamos en el grupo un «análisis de la realidad de la esperanza»: ¿Cómo está la esperanza en nuestra sociedad? ¿Es una sociedad de esperanza? ¿Qué esperanzas mueven a las personas hoy?
d.    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Estén prevenidos”.


5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Estar preparados excluye tanto la impaciencia como el sueño, tanto el temor como el relajamiento.  Implica lucha, esfuerzo y valor para evitar, por una parte, la fuga hacia un futuro ideal y, por otra, el estancamiento en la situación del presente.  ¿Cómo me comprometo esta semana a trabajar por el Reino? Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.


6. Oración final: OH Dios, Padre Bueno: ayúdanos a nunca olvidar que eres el Señor de la Historia, el Señor de la Creación, el Señor de la Vida. Tú nos animas para construir el Reino.  Danos fuerza para entregarnos a ti de todo corazón y a servirte con fidelidad en el prójimo, de modo que vivamos como verdadero pueblo tuyo y como hermanos y hermanas de todas las personas.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1. El capítulo 13 del Evangelio de Marco nos habla de la ruina del Templo y de la ciudad de Jerusalén. Jesús aprovecha la ocasión por una observación que le hace un discípulo: “¡Maestro, mira qué piedras y qué construcción! (Mc 13,1). Jesús, por eso, aclara las ideas: “¿Ven estas grandes construcciones? No quedará piedra sobre piedra, que no sea demolida” (Mc 13,2). El Templo, signo tangible de la presencia de Dios en medio de su pueblo elegido, Jerusalén, la ciudad “bien unida y compacta” adonde “suben junta las tribus del Señor, para alabar el nombre del Señor” (Salmo 122,4), todo esto, signo seguro de la promesa hecha a David, signo de la alianza, todo esto irá a la ruina... es sólo un signo de algo que sucederá en el futuro. Los discípulos llenos de curiosidad piden al Señor sentado en el monte de los Olivos, de frente al Templo: “Dinos, ¿cuándo acaecerá eso y cuál será el signo de que todas estas cosas están por cumplirse? (Mc 13,4). A esta pregunta, usando el estilo apocalíptico judaico inspirado en el profeta Daniel, Jesús se limita sólo a anunciar las señales premonitoras (falsos cristos y falsos profetas que con engaño anunciarán la venida inminente del tiempo, persecuciones, señales en las potencias del cielo. cf: Mc 13,5-32), “en cuanto al día y a la hora, ninguno los conoce, ni siquiera los ángeles del cielo, y ni siquiera el Hijo, sino sólo el Padre” (Mc 13,32).

De aquí se comprende la importancia de la espera vigilante y atenta a los signos de los tiempos que nos ayudan a acoger la venida del “dueño de la casa” (Mc. 13,35). Cuando venga él, todo desaparecerá, “el poder de los siervos” (Mc 13,34), incluso los signos que nos ayudan a recordar su benevolencia (templo, Jerusalén, casa). Los “siervos” y el “portero” (Mc 13,34) a la llegada del dueño no mirarán ya a los signos, sino que se complacerán en el mismo dueño: “He aquí que llega el Esposo, salgan al encuentro” (Mt 25,6 + Mc 2,19-20).

A menudo Jesús pedía a los suyos que vigilasen. En el huerto de los Olivos, en la tarde del jueves, antes de la pasión, el Señor dice a Pedro, Santiago y Juan: “Quédense aquí y permanezcan despiertos.” (Mc 14,34; Mt 26,38). La vigilancia nos ayuda a no caer en la tentación (Mt 26,41) y a permanecer despiertos. En el huerto de los Olivos los discípulos duermen porque la carne es débil aunque el espíritu está pronto (Mc 14, 38). Quien se duerme va a la ruina, como Sansón que se deja adormecer, perdiendo así la fuerza, don del Señor (Jue 16, 19). Se necesita estar siempre despiertos y no adormilarse, sino vigilar y orar para no ser engañados, acercándose así a la propia perdición (Mc 13,22 + Jn 1,6). Por eso “despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará” (Ef 5,14)

2. Estar despiertos: Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprenden: mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos! Pero él tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las preocupaciones más superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora apropiada para realizar la misión que Jesús nos encomienda. El evangelio debe ser proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde se vea, debe ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio una lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud vigilante.

Estar vigilantes y preparados consiste principalmente en vivir según el mandamiento del amor. El evangelista se dirige a unos cristianos que han descuidado su compromiso práctico, para despertarles de su letargo y recordarles que el destino de cada persona se decide en la actitud que tengan ante los necesitados en este tiempo que precede a la venida de Jesús.

3. La Esperanza: Esperar, lo que se dice esperar, todo el mundo espera. Una persona solía distinguir: La buena gente, la gran mayoría, que vive con esperanzas: un viaje, una fiesta, una boda, un trabajo, curarse de una enfermedad o el gordo de la primitiva. La gente buena, una gran minoría, que vive de la esperanza, trabajando y luchando por una causa noble, de solidaridad, ecología, justicia y paz, cultura, libertad, democracia, etc. En el fondo todos buscan lo mismo, pero los matices marcan toda la diferencia. La búsqueda del bien y de la felicidad nos une a todos, pero los caminos, acertados o desorientados para conseguirlo, nos distinguen. Hoy la liturgia de adviento proclama entre nosotros su mensaje de esperanza; la esperanza de un Dios que vino, a quien recordamos y celebramos, y que viene, para el que nos preparamos. Y, junto a esta gran esperanza, el adviento es también un canto a nuestras pequeñas y legítimas esperanzas, que arropan la grande y la colocan en el pedestal que le corresponde. Buen momento para reflexionar sobre la incidencia o no de lo que esperamos en nuestra vida práctica, para ver si nos mueve a "conducirnos como en pleno día, con dignidad..., sin comilonas ni borracheras, lujuria, desenfreno, riñas o pendencias".

Jesucristo, Rey del Universo

Jesucristo, Rey del Universo

Mateo 25, 31-46


1. Oración Inicial: Padre bueno, envíanos el Espíritu Santo, para que podamos acoger a Jesús que pasa por nuestra historia y ofrece la vida por la humanidad. Danos una visión límpida y un corazón abierto para escuchar e interpretar tú Palabra. Danos el estar siempre preparados para colaborar en la construcción tu Reino. AMÉN.    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Vamos a escuchar las palabras de Jesús. Dice que al final de nuestra vida seremos juzgados según el amor que practica­mos con los hermanos y hermanas necesitados. Podemos fijar­nos en los criterios que usa Jesús para decir que alguien es bendito o maldito. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt 25,31-46: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Cuál es el tema del relato?
3)     ¿Cuáles son los dos grupos que aparecen en el pasaje? ¿De qué se sorprenden?
4)     ¿Cuál es el criterio que usa Jesús para separar quienes son ben­ditos o malditos?
5)     ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
6)     ¿Cuál es la actitud que decide el desti­no de cada persona? ¿Por qué?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
  2. Hambrientos, sedientos, extranjeros, des­nudos, enfermos, prisioneros... Hoy: ¿Cómo tendríamos que completar la lista señalada por Jesús? ¿Quiénes son los hermanos más pequeños? ¿Que sufren en nuestra sociedad? ¿Vemos a Jesús en estas personas necesitadas?
  3. Señalamos personas, problemas, nece­sidades actuales que se pueden incluir hoy entre las bendicio­nes y maldiciones del juicio final. Por ejemplo: "Vengan, porque fui emigrante y me arrendaron una casa donde vivir, y me dieron un trabajo para mantenerme".
  4. Dios no está pidiendo que hagamos nada explícitamente “religioso” sino que nos preocupemos del prójimo y en especial los más necesitados. Comentar.
  5. ¿Qué podemos hacer para que nuestra comunidad aco­ja a Jesús que viene hasta nosotros(as) en el pobre, en el ham­briento, en el desempleado, en el enfermo, en el que vive en la calle, en el pequeño?
  6. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. "Señor, ayúdanos a vivir el amor, la solidaridad y la fraterni­dad".

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Para alcanzar la vida con Dios hay que vivir la solidaridad concreta  ¿A qué nos compromete reconocer a Jesús  presente en los  más pobres y olvidados? Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Jesús, ayúdanos a vivir la misericordia y la solidaridad. En nuestros días hay muchos desnudos, sedientos, hambrientos, forasteros, enfermos y presos.... Ayúdanos para ver tu rostro en cada persona que sufre. Conviértenos para que nos preocupemos de la gente y no vivamos indiferentes, porque somos hermanas y hermanos y nuestro Padre quiere justicia y libertad para toda la humanidad. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Contexto: Los capítulos 24 y 25 del evangelio de Mateo contienen un largo discurso pronunciado por Jesús y dirigido a sus discípulos (24,3). Se anuncia la manifestación definitiva del Hijo del hombre y se advierte que, mientras se espera, hay que perma­necer vigilantes. El discurso que recorre estos dos capítulos está escrito de un modo algo extraño para nosotros(as), aunque era frecuente entre algunos grupos judíos y cristianos de la época. Se llama lenguaje apocalíptico y pretendía desvelar una revelación que estaba oculta. Sus destinatarios eran, generalmente, grupos en crisis, y estos escritos pretendían llevarles un mensaje de aliento y esperanza. ¿Qué le ocurría a la comunidad de Mateo para necesitar este mensaje? Su comunidad constataba que la segunda venida del Señor se retrasaba. A pesar de la muerte y resurrección de Jesús, la his­toria parecía continuar como antes. Se mantenía la injusticia, el olvido de Dios, el atropello de los pobres... Entre los mismos cris­tianos(as) había signos de dejarse estar, rutina y abandono de la radicalidad del mensaje de Jesús. El evangelista recuerda que en el mensaje del Señor hay palabras de exhortación y aliento para esta situa­ción: Cristo volverá con gloria y la historia tendrá un final feliz, aunque ahora este final permanezca oculto. Ahora bien, esta segunda venida no sucederá enseguida. Mientras llega el momento, es necesario vigilar y comprometerse, porque el futuro se construye desde el presente. Esta exhortación al compromiso está especial­mente subrayada en la parábola del juicio final. Con ella se cierra el ministerio público de Jesús y comienza el relato de la pasión.

2. La venida de Jesús al final de los tiempos: En la visión de Mateo, la venida de Jesús al final de los tiempos será ante todo un ac­to de discernimiento, en el que aparecerán las consecuencias del comportamiento que se haya tenido mientras se aguarda la veni­da del Señor. Es entonces cuando aparece­rá con claridad la distinción entre el trigo y la cizaña (13,24-30), entre los peces bue­nos y malos (13,47-50), entre el criado fiel y el malo (24,45-51), entre las jóvenes previsoras y las descuidadas (25,1-13) y entre los criados leales a su señor y los que no lo fueron (25,14-30). Lo que resulta más sorprendente y llamativo es la medida que se utiliza en este juicio. En él lo decisi­vo es la actitud de amor o indiferencia hacia los pobres y excluidos. Según Mateo, seremos juzgados por nuestra capacidad de amar, sobre todo a esas personas. Ese amor se tiene que mani­festar en gestos concretos: dando de comer, de beber, etc. Es de­cir, creando condiciones justas y fraternas de vida. La ra­zón última está en la íntima solidaridad que existe entre éstos y Jesús: lo que se hace con ellos, se hace con Jesús.

3. El Hijo del hombre: Hijo del hombre es una expresión judía que significa simplemente un ser humano. Así la usa el libro de Ezequiel donde Dios se dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16) para resaltar la distancia entre Dios que es trascendente y el profeta que es un simple hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado particular. El profeta ve "aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en sentido personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura el Reino de Dios, eterno y universal. La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Daniel 7,13-14 es difundida en los evangelios. Se encuentra también en las Actas 7,56 y en el Apocalipsis 1,13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su pasión (17,12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico (17,19; 26,64) y de su venida gloriosa (24,30; y 25,31, inicio de nuestro texto).

4. El Vicario de Cristo es el pobre (25,37-40): A los que acogieron a los excluidos se les llama "justos". Significa que la justicia del Reino no se alcanza observando nor­mas y prescripciones, sino acogiendo a los necesitados. Pero los propios justos no saben cuándo acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde: "Cuando lo hicieron con uno de estos mis her­manos, más pequeños, conmigo lo hicieron". ¿Quiénes son es­tos "mis hermanos, más pequeños"? En otros pasajes del evan­gelio de Mateo, las expresiones "mis hermanos" y "pequeños" se refieren a los discípulos (10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Son los miembros más abandonados de la comunidad, los despreciados que no tienen lugar y no son bien recibidos (10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero esto no es todo. En el contexto amplio de esta parábola final, la expresión "mis her­manos más pequeños" se amplía e incluye a todas aquellas personas que no tienen lugar en la sociedad. Son todos(as) los pobres y excluidos. Y los "jus­tos" y los "benditos de mi Padre" son todos(as) los que acogen al otro(a) en la total gratuidad, independientemente de ser cristiano o no.

5. "maldi­tos": Son las personas que no entran en el Reino. Aquí el motivo es uno solo: no acogieron a Jesús hambriento, se­diento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús el que nos impide entrar en el Reino. Es nuestra práctica y la for­ma de acoger, ignorar o ser indiferente al otro, la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.

33° Tiempo Ordinario (A)


33° Tiempo Ordinario (A)
Mateo 25,14-30

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.  AMÉN.    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy habla de un propietario que iba a viajar al ex­tranjero. Llama a sus criados y les confía la administración de sus bienes. A cada uno entrega talentos según su capacidad. Cuando el propietario volvió, pidió cuentas a sus criados. Todos ganaron el doble, me­nos el último, que, por miedo de arriesgar, enterró el talento, y cuando el señor volvió se lo entregó tal cual, algo que le trae consecuencias inesperadas. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt 25,14-30: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     En la parábola, los tres empleados reciben según su capacidad: ¿Cuál es la forma de comportarse de cada uno de ellos con respecto a lo recibido?
3)     ¿Cómo rinden cuentas del primero y segundo empleado? Y el tercer empleado: ¿Por qué esconde el talento? ¿Cómo le responde el amo?
4)     ¿Qué actitudes destaca el patrón? ¿Qué actitudes reprocha?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Para nosotros(as) hoy: ¿Qué representan los talentos en esta parábola?
  2. Hay quienes transmiten lo que han recibido de Dios y quienes guardan para sí lo que el Señor quiso darles. Comentar.
  3. Cada persona comparte qué don(es) ha recibido de Dios. ¿Cómo lo usamos?
  4. ¿Es tan grave no hacer fructificar los talentos? ¿Por qué?
  5. Toda persona tiene cualidades, talentos, con los cuáles puede y debe servir a los demás. Comentemos los talentos que reconocemos en hermanos y hermanas de nuestra comunidad.
  6. Cada persona recibe del Señor “según su capacidad”  y sin embargo a veces sentimos envida y hacemos comparaciones entre personas. Comentar.
  7. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. "Señor, ayúdanos a ser generosos para entregar nuestros dones al servicio de la gente".   

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Redescubramos las capacidades y talentos propios y de nuestros hermanos(as); para que, multiplicándolos, crezcamos como personas y como comunidad.  Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Señor, haznos artesanos(as) del Reino que Tú quieres que construyamos entre toda la gente, con nuestro trabajo y con los talentos que tu nos has dado, y que así estemos siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a Ti y a los hermanos y hermanas consiste el gozo pleno y verdadero. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Contexto: La “Parábola de los Talentos” (25,14-30) forma parte del 5º Sermón de la Nueva Ley (24,1 a 25,46) y se coloca entre la parábola de las Diez Vírgenes (25,1-13) y la parábola del Juicio Final (25,31-46). Estas tres parábolas aclaran el concepto relativo al tiempo de adviento del Reino. La parábola de las Diez Vírgenes insiste sobre la vigilancia: el Reino de Dios puede llegar de un momento a otro. La parábola de los talentos orienta sobre el crecimiento del reino: el Reino crece cuando usamos los bienes recibidos para servir. La parábola del Juicio Final enseña cómo tomar posesión del Reino: el Reino es acogido cuando se acoge a los pequeños. Una de las cosas que más influyen en nuestra vida es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como un Juez severo que trataba a las personas según el mérito conquistado siguiendo las observancias. Esto causaba miedo e impedía a las personas crecer. Impedía que se abriese un espacio dentro de ellos para acoger la nueva esperanza de Dios que Jesús comunicaba. Para ayudar a estas personas Mateo relata la parábola de los talentos.

2. ¿Cómo prepararse para la venida del Señor? Mateo acentúa algunos elementos de la parábola. Por ejem­plo, en respuesta a pasividad de sus comunidades, resalta la ac­tividad de los dos empleados y la actitud inoperante del tercero. Quiere exhortar a la Iglesia a vivir el presente en una fidelidad ac­tiva y creativa, como preparación para el juicio final. Sólo el evan­gelio de Mateo relata que el propietario volvió después de "mucho tiempo". Nos indica que las comunidades hablaban de la demora en la vuelta del Señor, lo que probablemente desanima­ba a la gente. Por eso, la recompensa que el dueño da a los em­pleados diligentes es la salvación, simbolizada en la alegría de la convivencia con el Señor. El castigo para el empleado que no tra­bajó será la exclusión del Reino. El evangelista, a través de esta parábola, ex­horta a su comunidad (y la nuestra hoy) para que esté alerta y vigilante, y para que no se deje vencer por la comodidad y la rutina.

3. La moneda diversa del Reino: No hay diferencia entre aquéllos que reciben más y aquellos que reciben menos. Todos reciben según su capacidad. Lo que importa es que el don se ponga al servicio del Reino y que haga crecer los bienes del Reino que son el amor, la justicia, la fraternidad, el compartir. La clave principal de la parábola no consiste en producir talentos, sino que indica el modo en el que se necesita vivir nuestra relación con Dios. Los primeros dos empleados no piden nada, no buscan su propio bienestar, no guardan los talentos para ellos, no calculan, no miden. Con la más grande naturalidad, casi sin darse cuenta y sin buscar ninguna clase de mérito para ellos, comienzan a trabajar, para que el don recibido fructifique para Dios y para el Reino. El tercer empleado tiene miedo y, por esto, no hace nada. Según las normas de la ley antigua, él obra de modo correcto. Se mantiene en las exigencias establecidas. No pierde nada, pero tampoco gana nada. Por esto pierde hasta lo que tenía. El Reino es riesgo. ¡Quien no quiere correr riesgo, pierde el Reino!

4. Dos posturas: La parábola nos habla de dos actitudes; de quienes transmiten lo que han recibido de Dios y de aquellos que guardan para sí lo que el Señor quiso darles. Además, el acento de la parábola está en el reproche a la segunda postura. Desde el inicio, en la imagen de la ausencia del "hombre que sale de viaje", se recuerda la responsabi­lidad del cristiano(a) en la historia, responsable del anuncio del Evangelio. En la vida de todos los días, con sus buenos y malos momentos, con sus tensiones y conflictos, el discípulo(a) de Jesús tiene que dar testimonio de la vida. Eso es lo que significa recibir los talentos. Así lo hicieron los dos primeros servidores, su vigilancia se tradujo además en servicio, y gracias a sus obras los dones del Señor dieron frutos.

5. El modo de obrar de cada empleado (25,16-18): Los dos primeros empleados trabajan y duplican los talentos. Pero el que ha recibido un talento lo entierra, para conservarlo bien y no perderlo. Se trata de los bienes del Reino que se dan a las personas y a las comunidades según su capacidad. Todos y todas reciben algún bien del Reino, ¡pero no todos responden del mismo modo!

6. La palabra final del amo que aclara la parábola (25, 28-30): El amo manda quitarle el talento y darlo al que ya tiene: “Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Aquí está la clave que lo aclara todo. En realidad los talentos “el dinero del amo” los bienes del Reino, son el amor, el servicio, el compartir, el don gratuito. Talento es todo lo que hace crecer la comunidad y que revela la presencia de Dios. Cuando alguien se encierra en sí mismo por miedo de perder lo poco que tiene, se pierde hasta lo poco que se tiene, porque el amor muere, se debilita la justicia, desaparece el compartir. De lo contrario la persona que no piensa en sí y se da a los demás, crece y recibe sorprendentemente todo lo que ha dado y mucho más. “Porque quien quiera salvar la propia vida la perderá, pero quien pierda la propia vida por mi causa, la encontrará” (10,39).

32° Tiempo Ordinario (A)


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Mateo 25, 1-13

1. Oración Inicial: Señor, ilumínanos con tu Espíritu Santo. Haz que podamos recibir tu Palabra hoy con alegría, escucharla con amor, meditarla y dejarla crecer en nosotros(as). Que sea una fuerza liberadora contra todas las alienaciones, las esclavitudes y los temores. Haznos instrumentos de tu Palabra para que podamos anunciarla, testimoniarla con eficacia. AMÉN. Cantar "Espíritu Santo Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En la parábola de hoy se construye una historia en torno al comportamiento diferente de las doncellas que acompañan al esposo en el día de la fiesta del matrimonio. Este hecho es usado por Jesús para poner en claro la llegada de improviso del Reino de Dios en la vida de las personas.  Al final de la parábola de las diez vírgenes, Jesús dice:" Estén despiertos, pues que no saben ni el día ni la hora". Esta advertencia final sirve como clave de lectura. Ella indica la dirección del pensamiento de Jesús.  Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt 25, 1-13: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿A quiénes están dirigidas las palabras de Jesús?
3)     ¿Cuál es la conducta diferente de las doncellas que acompañan al esposo?
4)     ¿Qué sucede con el esposo?  ¿A qué hora llega de improviso?
5)     ¿Cuál es el comportamiento diferente de previsoras y de las descuidadas?
6)     ¿Cuál es la suerte final de las previsoras y de las descuidadas?
7)     ¿Cuál el mensaje final del texto?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Nuestra vida: ¿Es dormida a veces en la apatía, la indiferencia o el descuido? ¿Es una vida de futuro, de esperanza activa, de compromiso a construir el Reino de Dios? ¿Qué nos falta?
  2. ¿Está nuestra vida demasiado absorbida por los detalles pequeños y diarios, sin previsión de futuro, sin la prudencia de poner en el centro la búsqueda del Reino?
  3. El llamado a la “vigilancia” y de “estar preparados” es un mensaje recurrente en el evangelio. En el fragmento de hoy es claro. Concretamente en la sociedad de hoy, volcada sobre sí misma, atenta sólo a “disfrutar de la vida”, ¿Qué puede significar hoy el llamado de Jesús a estar vigilantes y preparados?
  4. ¿Existen en nuestra co­munidad signos de comodidad, rutina, apatía y en­friamiento?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. ¡Ayúdanos a permanecer vigilantes y prevenidos, Señor!

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Cómo podemos ser esta semana más vigilantes y prevenidos?  Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Dios Padre de toda la Humanidad, que nos invitas a vivir con intensidad nuestra corta vida, cuidando siempre de que el aceite arda en las lámparas de nuestros corazones: ayúdanos a amar a fondo a todo lo que vive y existe, y a ser dadores de vida y de esperanza. Esto nosotros te lo pedimos apoyados en Jesús, tu hijo, hermano nuestro.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: Los capítulos 24 y 25 constituyen el quin­to y último discurso del evangelio. Para compo­nerlo, Mateo ha ampliado el llamado “discurso escatológico” de Marcos (Mc13) con una serie de tres parábolas y una impresionante des­cripción del juicio final, cuya principal in­tención es orientar a los cristianos(as) sobre có­mo preparar la venida del Señor. Mateo ha cambiado sustancialmente el motivo central del discurso. Se trata ahora de la venida del Hijo del hombre, y de las actitudes con que los discípulos deben preparar dicha ve­nida. Este cambio de perspectiva responde a la situación que vivía su comunidad. Por un lado, veían que la segunda venida de Jesús se retrasaba, y ante ellos aparecía la historia co­mo espacio para el compromiso. Por otro, el evangelista contempla con preocupación los signos de abandono, comodidad, rutina, y en­friamiento que comienzan a aparecer en la co­munidad. En esta situación, Mateo descubre que aquellas palabras de Jesús encierran una profunda enseñanza, y compone con ellas una exhortación dirigida a los cristianos(as). Es­ta exhortación se fundamenta en una pro­funda convicción: la venida del Hijo del hom­bre es un hecho cierto, aunque no sucederá en seguida; mientras llega el momento, es ne­cesario preparar este gran acontecimiento vi­viendo según las enseñanzas de Jesús.

2. La conducta diferente de las doncellas: cinco previsoras y cinco descuidadas (25,1-4): Jesús comienza la parábola con las palabras: " El Reino de los cielos será semejante…" Significa que la parábola de las diez vírgenes se refiere a la venida futura del Reino, para el cuál debemos prepararnos desde ahora. Para aclarar esta dimensión del Reino, Jesús recurre a la costumbre bien conocida de invitar a algunas jóvenes para acompañar al esposo a su llegada para la fiesta de la boda. Ellas debían acompañar al esposo con las lámparas encendidas. Pero las lámparas eran pequeñas y el aceite que contenían bastaba sólo para un tiempo determinado. Por esto era prudente que cada una llevase consigo un poco de aceite de reserva. Porque el recorrido con el esposo podía durar más del tiempo limitado del aceite en la lámpara. Esto es lo que se sobreentiende en esta historia de las diez vírgenes: que quien acepta un determinado oficio debe prepararse en base a las exigencias del mismo oficio. La joven que acepta ser dama de honor en las bodas debe comportarse de modo adecuado a esta función. Debe ser previsora y llevar el aceite necesario para su lámpara. Quien debe hacer un viaje de 100 kilómetros en una carretera sin señales de tráfico, y sabiendo esto, sale con gasolina para apenas unos 50 kilómetros, no es previsora ni prudente. La gente exclama: "Qué estúpido, no tiene cabeza".

3. Actitudes diferentes de las doncellas (25,7-9): Una vez despiertas, las jóvenes empiezan a preparar las lámparas que deben servir para alumbrar el camino. Había llegado la hora de echar más aceite, porque las lámparas se estaban extinguiendo. Las jóvenes que no tenían consigo aceite de reserva, piden aceite prestado a las otras. Estas responden que no pueden darles, porque al final faltaría para unas y otras. Si fuese sido solo para alumbrar el camino, las sabias hubieran podido decir: " Caminen junto a nosotras y verán donde poner los pies". Pero no se trata de alumbrar el camino. Las lámparas servían también para festejar e iluminar la llegada del esposo. Este era el deber de las damas de honor: que cada una tuviese una lámpara encendida en la mano. En el momento de la crisis las jóvenes necias piden el compartir. Piden que las sabias compartan con ellas el aceite que han llevado. El compartir es una práctica muy importante y fundamental en la vida del pueblo de Dios. Pero aquí no se trata solo de compartir: porque si las prudentes hubieran compartido el aceite hubieran provocado daño al esposo, arruinando la fiesta de las bodas y hubieran terminado por no cumplir ni ellas ni las otras la tarea que habían asumido. Por esto las prudentes, de frente a la petición de las necias, responden que no pueden compartir y dan un consejo realista: "¡Vayan a comprarlo!".

4. Destino diferente de las doncellas (25,10-12): Mientras las necias iban a comprar, llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta. En la historia de la parábola, las necias encontraron una tienda abierta, y compraron el aceite. Aunque retardadas, llegaron y gritaron:" ¡Ábrenos la puerta! El esposo (a lo menos parece que es él) responde con dureza: "En verdad les digo: que no las conozco".

5. Estén despiertos: La parábola es una exhortación a estar pre­parados para la venida de Jesús, que puede tener lugar en el momento menos esperado. La mención del retraso del esposo (25,10) y la exhortación con que concluye (25,13) son ciertamente de Ma­teo, que quiere despertar a su comunidad de la apatía. En el contexto actual, el que llega es Jesús, y la diferente actitud de los dos grupos de muchachas ejemplifica las dife­rentes situaciones que se daban en su co­munidad. Para Mateo, es­tar preparado significa escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús, que pueden resumirse en el mandamiento del amor. El mensaje de Mateo es este: el retraso de la vuelta de Jesús no puede llevar al ador­mecimiento y al descuido, ni puede hacer que la gente se desentiendan de sus compromisos. Al contrario, la certeza de su venida debe impulsarlos a un compromiso activo, que consiste en poner en práctica las enseñanzas de Jesús construyendo su Reino.