14 nov 2012

Domingo 33


33º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 13,24-33

 1. Oración Inicial: Una persona de la comunidad puede hacer una invocación al Espíritu Santo orando por cada persona que está ahí, pidiendo su luz y su inspiración para tener apertura y docilidad a su Palabra.   AMÉN.   Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Jesús conversa con sus discípulos sobre la venida del Hijo del Hombre (el mismo Jesús) y la actitud que deberá tener la comunidad cristiana. En este acontecimiento habrá fenómenos extraños, desconcierto... pero serán señales del nacimiento de una sociedad nueva: ciertamente más solidaria y fraterna. Jesús dice claramente que no debemos preocuparnos ni buscar saber cuándo eso pasará, mas bien, pide mantenerse despiertos y vigilantes. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 13,24-33: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d.  ¿Qué dice el texto?

1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.

2)    ¿Qué dice Jesús que acontecerá cuando venga el «hijo del hombre»?

3)    Jesús usa la comparación de la higuera: ¿Qué enseña esta comparación?

4)    Dice Jesús que «el cielo y la tierra pasarán», ¿qué es lo que no pasarán?

5)    ¿Qué dice Jesús «en cuanto al día y la hora»?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Hay que saber interpretar los signos de los tiempos. Es decir, hay que saber ver la mano de Dios en medio del mundo, en nuestra vida personal y en la de los demás. ¿Cuáles son algunos signos de los tiempos en nuestros días?
  2. El «día y la hora»: ¿Qué tenemos y debemos hacer para «estar despiertos y prevenidos»? ¿Qué debe ser nuestra actitud y conducta?
  3. Las palabras de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. En nuestra comunidad: ¿De qué manera la Palabra de Dios sigue alimentando la esperanza y da aliento a los pobres?
  4. Dios quiere para la humanidad un mundo nuevo, o sea, «otro mundo posible»: ¿Cuál es nuestro compromiso real y concreto para la transformación de la realidad?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Dedica un tiempo concreto de esta semana a leer la Palabra de Dios y confrontarla con tu vida. Llevamos una “palabra”.  Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Tus palabras, Jesús, Señor de la Vida, no pasarán jamás. Danos Señor, hambre y sed de tus palabras. Hazlas llegar a nuestro corazón. Hazlas vida y construcción del mundo nuevo a través de nuestras manos. Queremos mostrar con la vida, el ejemplo y el testimonio, que nuestra vida cambia y se hace más fraterna y solidaria al escuchar y vivir tus enseñanzas. Tus palabras no pasarán Señor, ¡las mantendremos vivas en la lucha por el Reino!  AMÉN. Padre Nuestro que estás en el cielo... 

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1. Clave de lectura: El profundo cambio del cosmos descrito por Marcos entre metáforas anuncia la inminencia del fin que nos introduce en una inmensa novedad. La aparición del Hijo sobre las nubes abre a la humanidad a la dimensión celeste. Él no es un juez inapelable, sino un Salvador potente, que aparece en el esplendor de su gloria divina, para reunir a los elegidos, para hacerlos partícipes de la vida eterna en el reino dichoso del cielo. No hay en Marcos escena de juicio, amenaza o condena.

2. La historia se transforma, no se aniquila: El texto de hoy forma parte del discurso apocalíptico de Marcos con que se cierra la actividad de Jesús, antes de entrar en la pasión. En los textos apocalípticos se tratan las cuestiones finales, del mundo y de la historia. Jesús no fue muy dado a hablar de esta forma, pero en la cultura de la época se planteaban estos asuntos. Por ello le preguntan sobre el día y la hora en que ha de terminar este mundo. Jesús, según Marcos, no lo sabe, no lo dice, simplemente se recurre al lenguaje simbólico de los apocalípticos para hablar de la vigilancia, de estar alertas, y de mirar «los signos de los tiempos». No podemos negar que aquí hay «palabras» de Jesús, pero hoy se reconoce que la comunidad primitiva, algunos círculos de profetas-apocalípticos, cultivaron estos dichos de Jesús y los acomodaron a su modo de vivir en una itinerancia constante y en medio de la adversidad y el rechazo de su mensaje de Dios.

 3. «Los signos de los tiempos»: El árbol de la higuera que pierde sus hojas en el avanzado otoño y le renacen ya tarde con respecto a las otras plantas, pasada la primavera, anuncia la llegada del verano. Siempre han sido un criterio profético de discernimiento de cómo vivir y de qué esperar. ¿Por qué? Porque los profetas pensaban que Dios no había abandonado la historia a una suerte dualista donde la maldad podría imponerse sobre su proyecto de creación, de salvación o liberación. Pero los signos de los tiempos hay que saberlos interpretar. Es decir, hay que saber ver la mano de Dios en medio del mundo, en nuestra vida personal y en la de los demás. La historia se «transforma»  así, no acaba ni tiene por qué acabar de buenas a primeras con una catástrofe mundial. Y Dios interviene en la historia por nosotros y nunca contra nosotros. De la misma manera que el anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús, su mensaje fundamental, es una convicción de su providencia y de su fidelidad a los seres humanos que hacen la historia.

4. «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (13,31): La certeza de que las palabras del Señor no pasarán jamás, infunde confianza a cualquiera que reflexione sobre la caducidad del mundo y de las cosas del mundo. Construirse sobre la Palabra de Dios permitirá que no subsista la abominación de la desolación y que el sol, la luna y las estrellas no pierdan su esplendor. El hoy de Dios se convierte para el ser humano en la única vía para llegar a si mismo, porque si en su palabras no existe ni el ayer ni el mañana, no deberá temer ya la muerte.

5. Jesús nos indica hoy cómo debemos comportarnos durante todo el tiempo de la historia. Es una vigilancia que excluye tanto la impaciencia como el sueño, tanto el temor como el relajamiento. Implica lucha, esfuerzo y valor para evitar, por una parte, la fuga hacia la utopía y, por otra, el estancamiento en la situación del presente. No debemos preocuparnos de saber cuándo será «el fin». Con certeza, para nosotros(as), está todavía muy lejos. No hay en Marcos escena de juicio, amenaza o condena...queriendo suscitar la esperanza y alimentar la espera, se anuncia la victoria final. Nuestra tarea es «ser testigos de Jesús», continuar su vida y acción: en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestro país. Estaremos despiertos y vigilantes si no desanimamos el esfuerzo de promover relaciones más fraternas y solidarias entre todas las personas. Eso es seguir el proyecto de Jesús, el proyecto del Reino de Dios.

6. La vida se llenará de luz: La tribulación como pan cotidiano para la vida del ser humano es señal de la venida del Hijo de Dios. Una vida preñada de un rostro nuevo tiene que conocer los dolores del parto. Dispersos hasta la extremidad de la tierra, los hijos(as) del Altísimo serán reunidos de los cuatro vientos, por el espíritu divino que recorre la tierra. El Hijo del hombre viene sobre las nubes, mientras nuestra mirada está fija en la tierra, perdido entre las lágrimas de la disolución y del engaño. Cuando seamos capaces de levantar la mirada desde nuestra miseria para verlo llegar al horizonte de nuestra historia, la vida se llenará de luz, y aprenderemos a leer su escritura sobre la arena de nuestro pensar y querer, de nuestro caminar y aprender. Cuando tengamos el valor de deshojar las páginas de la vida de cada día y recoger las semillas de la Palabra eterna arrojadas sobre los surcos de nuestro ser, encontraremos paz. Y las vanas palabras no serán sino un recuerdo perdido porque la roca sobre la cual nos hemos construidos a nosotros mismos será la Palabra del Dios viviente. Si aquel día y aquella hora nadie la sabe, no es para nosotros(as) el indagar. El Padre la sabe y nosotros(as) nos fiamos de Él.

Domingo 32


32º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 12,38-44


1. Oración Inicial: Señor Jesús, abre nuestros ojos y oídos a tu Palabra. Envía tu Espíritu Santo y despierta nuestra inteligencia, para que tu Palabra penetre en nuestros corazones y podamos saborearla y comprenderla.  Danos una gran fe en ti,  para que tus palabras sean para nosotros la luz  que nos guíen por los caminos de la justicia y de la verdad.  Habla, Señor, te escuchamos y deseamos poner en práctica tu Palabra,  porque tus palabras son  vida, gozo, justicia, y paz.  AMÉN.   Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».
 
2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En el texto de hoy, el contraste entre las dos escenas es total. En la primera, Jesús pone a la gente en guardia frente a los escribas del templo. Su religión es falsa: la utilizan para buscar su propia gloria y explotar a los más débiles. No hay que admirarlos ni seguir su ejemplo. En la segunda, Jesús observa  el gesto de una pobre viuda y llama a sus discípulos. De esta mujer pueden aprender algo que nunca les enseñarán los escribas: una fe total en Dios y una generosidad sin límites. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

 b. Leer el texto: 12,38-44: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d.  ¿Qué dice el texto?

1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.

2)    ¿Qué critica Jesús en los doctores de la Ley y cuál sería su suerte al final? ¿Qué desigualdad y religiosa de aquella época aparecen en el texto?

3)    ¿Quiénes dan ofrendas en el templo y cuánto dan cada uno? ¿Por qué Jesús elogia a la pobre viuda?

4)    ¿A partir de lo que vio, qué enseñanza da Jesús a sus discípulos?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Quiénes son los que captan más la atención hoy en nuestra sociedad?
  2. ¿Captan nuestra atención personas empobrecidas como aquella viuda a Jesús? ¿Nos dejamos interpelar realmente por ellas? ¿Quiénes reciben hoy mayor «consideración» y aprecio?
  3. ¡Esa viuda pobre  y anónima es ejemplo para cristianos(as) de todos los tiempos! Comentar.
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «…ella dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Jesús nos llama a ser solidarias y a compartir hasta lo que necesitamos. ¿Qué gesto solidario ofrezco esta semana? Llevamos una “palabra”.  Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Jesús, Señor nuestro que nos iluminas con tu Espíritu y nos llamas a no caer en desvíos de avaricia y acomodamiento, ayúdanos a ser solidarias con nuestros hermanos y hermanas y a poder compartir hasta lo que necesitamos para dar vida a la gente.  AMÉN. Padre Nuestro que estás en el cielo... 

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. El contexto en tiempos de Jesús. Marcos 12,38-44 relata la parte final de las actividades de Jesús en Jerusalén (11,1 a 12,44). Fueron días llenos de conflictos: expulsión de los mercaderes del Templo (11,12-26), y discusiones con las autoridades: (11,27 a 12,12), con los fariseos, con los herodianos y saduceos (12,13-27) y con los doctores de la ley (12,28-37). El texto de hoy  (12,38-44) nos presenta una última palabra crítica de Jesús respecto al mal comportamiento de los doctores de la ley (12,38-40) y una palabra de elogio respecto al buen comportamiento de la viuda. Casi al término de su actividad en Jerusalén, sentado delante del tesoro donde se recogía las limosnas del Templo, Jesús llama la atención de los discípulos sobre el gesto de una pobre viuda y les enseña el valor del compartir (12,41-44).

2. El contexto en tiempos de Marcos: En los primeros cuarenta años de la historia de la Iglesia, desde los años 30 al 70, las comunidades cristianas eran, en su mayoría, formadas por gente pobre (1Cor 1,26). Poco después se les agregaron también otras personas más ricas. Las tensiones sociales, que marcaba el imperio romano, comenzaron también a despuntar en la vida de las comunidades. Estas divisiones, por ejemplo, surgían, cuando las comunidades se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22) o cuando había alguna reunión (Sant. 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era para ellos actual. Era como mirarse al espejo, porque Jesús compara el comportamiento de los ricos y el comportamiento de los pobres.

3. El contexto hoy: Jesús elogia a una pobre viuda porque sabe compartir más y mejor que todos los ricos. Muchos pobres de hoy hacen la misma cosa. La gente dice: «El pobre no deja nunca morir de hambre a otro pobre». Por un lado la gente rica que tiene de todo y por otro la gente pobre que no tiene casi nada para compartir y sin embargo, comparten lo poco que tienen.

4. La crítica de Jesús a los escribas es dura. En vez de orientar al pueblo hacia Dios, atraen la atención de la gente hacia sí mismos buscando su propio honor. Les gusta «pasearse con amplios ropajes» buscando reverencias de la gente. En la liturgia de las sinagogas y en los banquetes buscan «los asientos de honor» y «los primeros puestos».  Pero hay algo que, sin duda, le duele a Jesús más que este comportamiento vanidoso de ser saludados y reverenciados. Mientras aparentan una piedad profunda en sus «largos rezos» en público, se aprovechan de su prestigio religioso para vivir a costa de las viudas, los seres más débiles e indefensos de Israel según la tradición bíblica. Jesús quiere que la muchedumbre y los discípulos saquen al menos una conclusión: no deben seguir ni imitar a sus líderes.

5. El gesto pasó desapercibido a todos, pero no a Jesús. Esta viuda va pone en evidencia la religión corrupta de estos dirigentes religiosos. La pobre mujer solo ha echado en el arca de las ofrendas dos pequeñas monedas, pero Jesús llama enseguida a sus discípulos pues difícilmente encontrarán en el ambiente del templo un corazón más religioso y más solidario con los necesitados. Esta viuda no anda buscando honores ni prestigio alguno; actúa de manera callada y humilde. No piensa en explotar a nadie; al contrario, da todo lo que tiene porque otros lo pueden necesitar. Según Jesús, ha dado más que nadie, pues no da lo que le sobra, sino «todo lo que tiene  para vivir». ¡Esa pobre viuda anónimo es ejemplo para cristianos(as) de todos los tiempos! Personas sencillas como ella, pero de corazón grande y generoso, que saben amar sin reservas, son lo mejor que tenemos en la Iglesia.  Ellas  son las que hacen el mundo más humano, las que creen de verdad en Dios, las que mantienen vivo el Espíritu de Jesús en medio de otras actitudes religiosas falsas e interesadas. De estas personas hemos de aprender a seguir a Jesús.

6. La práctica del compartir y de la solidaridad es una de las características que el Espíritu de Jesús, comunicado en Pentecostés (Hch 2,1-13), quiere realizar en las comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu es precisamente esto: «Ninguno entre ellos pasaba necesidad, porque cuantos poseían haciendas o casas las vendían, llevaban el importe de todo lo vendido y lo dejaban a los pies de los apóstoles».  (Hch 4,34-35ª; 2,44-45). Estas limosnas recibidas por los apóstoles no se acumulaban, sino que «se distribuía a cada uno según su necesidad».  (Hch 4,35b; 2,45). La entrada de los ricos en la comunidad cristiana, por un lado hacía posible la expansión del cristianismo, ofreciendo mejores condiciones al movimiento misionero, Pero de la otra, la acumulación de bienes impedía el movimiento de solidaridad y del compartir provocado por la fuerza del Espíritu en Pentecostés. Santiago quiere ayudar a algunas personas a entender el camino errado que han emprendido: «Y ahora ustedes ricos; lloren y griten por las desventuras que los sobrevendrán. Sus riquezas están podridas, sus vestidos serán devorados por la polilla». (Sant 5,1-3). Para aprender el camino del Reino, todos tienen necesidad de convertirse en alumnos de aquella pobre viuda, que compartió lo que tenía, lo necesario para vivir.

3 nov 2012

Domingo 31


31º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 12,28-34

 
1. Oración Inicial: Señor de la Vida, nos prometió la ayuda del Espíritu para que pudiésemos recordar todo lo que había dicho y comprender más profundamente el significado y la verdad de su Palabra. Envíanos hoy este Espíritu Santo para poder leer y comprender la Palabra de Dios. AMÉN.   Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?

 a. Introducción: La pregunta a Jesús en el texto de hoy nace de una exigencia particularmente sentida en el judaísmo de entonces. Un número exagerado de imposiciones y prohibiciones, no pocas veces insignificantes, impedía ver con claridad lo realmente importante. La respuesta de Jesús, que recoge dos textos del Pentateuco (Dt 6,4-5; Lv 19,18), se caracteriza por la seguridad con que une el amor a Dios y el amor al prójimo. Sólo el amor a Dios hace posible el amor al prójimo y sólo en el amor al prójimo puede manifestarse el amor a Dios.  Abrimos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 12,28-34: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

 d.  ¿Qué dice el texto?

     1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.

2)    ¿Qué pregunta el maestro de la ley?

3)    ¿De qué manera responde Jesús? ¿Qué llama la atención en la respuesta de Jesús?

4)    ¿Qué relación existe entre el primero y el segundo mandamiento? ¿Por qué?

5)    ¿Qué le dice Jesús a ver que el maestro de ley aprueba la respuesta que le dio?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Qué es lo más importante en la religión? Algunos dicen que la misa dominical, las novenas, promesas, oraciones y procesiones son lo más importante. Otros dicen: ¡Amar al prójimo!  ¿Qué es lo más importante en la religión y en la vida para nosotros(as)?
  2. El amor a Dios y al prójimo fue la base de la espiritualidad de Jesús, reflejada en su preocupación por los débiles y marginados. ¿Cuál es lo esencial de nuestra espiritualidad hoy?
  3. Amar a Dios y amar a la gente son una sola y la misma cosa. Es lo que dice Jesús. ¿Qué debemos revisar en nuestra vida cotidiana? ¿En nuestra comunidad?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Amar a Dios y al prójimo como a si mismo…».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: «Amar a Dios y al prójimo como a si mismo…»¿Qué compromiso puedes hacer esta semana para ponerlo en práctica? Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

 6. Oración final: Dios, Padre misericordioso, Tu que nos amas hasta el extremo, enséñanos a amar a los(as) demás con todas nuestras fuerzas, y que nuestro amor no se quede sólo en buenas palabras sino que se traduzca en obras de justicia, de amor y de servicio a la extensión de tu Reino en el mundo.  AMÉN. Padre Nuestro que estás en el cielo... 

 
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

 1. La pregunta del doctor de la Ley (12,28): Antes de que el doctor hiciese su pregunta, hubo un debate de Jesús con los saduceos en torno al tema de la fe en la resurrección (12,18-27). Al doctor de la ley, que había asistido a la discusión, le gusta la respuesta de Jesús y percibe en él una gran inteligencia y por tanto aprovecha la ocasión para hacer una pregunta aclaratoria: «¿Cuál es el más grande de todos los mandamientos?»  En aquel tiempo, los judíos tenían una gran cantidad de normas para reglamentar en la práctica la observancia de los Diez Mandamientos de la ley de Dios. Algunos decían: “Estas normas tienen todas el mismo valor, porque vienen de Dios. No nos compete introducir distinciones en las cosas de Dios”. Otros respondían: ¡No! Algunas leyes son más importantes que otras y por esto, obligan más”. El doctor quiere conocer la opinión de Jesús. « ¿Cuál es el más grande de todos los mandamientos?»  Tema muy discutido y muy polémico en la época.

2. La respuesta de Jesús (12,29-31): Jesús responde citando un pasaje de la Biblia para decir que el primer mandamiento es «amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda tu fuerza»  (Dt 6,4-5). Esta frase formaba parte de una plegaria llamada Shemá. En tiempos de Jesús, los devotos judíos recitaban esta oración dos veces al día: por la mañana y por la tarde. Así era conocida entre ellos como lo es entre nosotros el Padre Nuestro. Y Jesús aumenta citando de nuevo la Biblia: «El segundo es éste: Amarás al prójimo como a ti mismo» (Lev 19,18). No existe un mandamiento más grande que estos dos”. Respuesta breve y muy profunda. Es el resumen de todo lo que Jesús ha enseñado sobre Dios y la vida (Mt 7,12).

 3. La respuesta del doctor de la ley (12,32-33): El doctor está de acuerdo con Jesús y saca las conclusiones: «Sí, amar a Dios y al prójimo es mucho más importante que todos los holocaustos y todos los sacrificios». O sea el mandamiento del amor es más importante que todos los mandamientos relativos al culto o a los sacrificios en el Templo. Esta afirmación viene de los profetas del Antiguo Testamento (Os 6,6: Sl 40,6-8; Sl 51,16-17). Hoy diríamos: la práctica del amor es más importante que las novenas, promesas, misas, oraciones y procesiones. O mejor dicho, las novenas, las promesas, las misas, las oraciones y las procesiones deben ser el fruto de la práctica del amor y deben conducir al amor.

4. El mandamiento más grande: Al principio no estaba muy clara las exigencias del amor al prójimo. Sobre este punto ha habido una evolución en tres etapas a lo largo de la historia del pueblo de Dios:

Ø  1ª Etapa - «Prójimo»  es el pariente de la misma raza: El Antiguo Testamento enseñaba la obligación de «amar al prójimo como a sí mismo»  (Lv 19,18). En este lejano comienzo la palabra próximo era sinónimo de pariente. Ellos se sentía obligados a amar a todos los que formaban parte de la misma familia, del mismo clan, de la misma tribu, del mismo pueblo, Pero en lo que se refería al extranjero, o sea, aquellos que no pertenecían al pueblo judío, el libro del Deuteronomio decía: «podrás exigirle el derecho del extranjero; pero no de tu hermano al que harás la remisión»  (Dt 15,3).

 
Ø  2ª Etapa - «Prójimo»  es aquella persona que se te acerca: Poco a poco el concepto de prójimo se alargó. Y así en el tiempo de Jesús, se desencadenó toda una discusión sobre «¿Quién es mi prójimo?» Algunos doctores pensaban que se debía alargar el concepto de prójimo más allá de los límites de la raza. Otros no querían saber nada de esto. Entonces un doctor de la ley dirigió a Jesús esta pregunta polémica: «¿Quién es mi prójimo?» Jesús responde con la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,29-37), en la cuál el prójimo no es ni el pariente, ni el amigo, ni el patricio, sino aquél que se te acerca, independientemente de la religión, del color, de la raza, del sexo o de la lengua. ¡Tú debes amarlo!

 
Ø  3ª Etapa: La medida del amor al prójimo es amar como Jesús nos ha amado: Jesús había dicho al doctor de la ley: «No estás lejos del Reino de Dios»  (12,34). El doctor estaba cercano al Reino, porque, de hecho, el Reino consiste en el amor hacia Dios con el amor al prójimo, como el doctor había afirmado solemnemente ante Jesús. (12,33) Pero para poder entrar en el Reino le faltaba dar un paso más. El criterio del amor al prójimo enseñado en el Antiguo Testamento, era «como a sí mismo». Jesús amplía este criterio y dice: «Este es mi mandamiento: ámense como yo los he amado» (Jn 15,12-13). Ahora, en el Nuevo Testamento el criterio será: «Amar al prójimo como Jesús nos ha amado». Jesús ha interpretado el sentido exacto de la Palabra de Dios y ha indicado el camino seguro para llegar a una convivencia más justa y más fraterna.

Domingo 30


30º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 10,46-52

 
1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas. AMÉN.   Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En el texto de hoy, Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Jesús se encuentra al borde del camino a un ciego. Está al borde del camino, marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían enfermedad física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas extraordinarias. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

 b. Leer el texto: Marcos 10,46-52: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d.  ¿Qué dice el texto?

 
1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.

2)    ¿Dónde estaba Jesús? ¿Quiénes lo acompañaban?

3)    ¿Quién se encontraba a orilla del camino? ¿Cuál era su condición humana? ¿Qué hace y qué dice al oír que Jesús está ahí?

4)    ¿Cuál es la conducta de la gente de Jericó? ¿Cómo reaccionó Bartimeo?

5)    ¿Qué hace y dice Jesús?

6)    ¿Qué hace Bartimeo después que Jesús lo sana?

 
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

 
  1. En nuestra sociedad o barrio: ¿Quiénes gritan hoy buscando compasión y respuestas a sus sufrimientos?
  2. Jesús no puede seguir su camino, ignorando el sufrimiento de aquel hombre. Los que sufren hoy están en nuestro camino. Piden ayuda y compasión. En nuestra comunidad: ¿Escuchamos y respondemos a las llamadas de los que sufren hoy?
  3. El ciego deja todo, recupera su vista y sigue tras los pasos de Jesús. ¿En qué nos desafía hoy para nuestro seguimiento de Jesús?
  4. ¿Quiénes son los ciegos de nuestro tiempo? ¿En qué tenemos que empeñarnos más para poder «ver» mejor?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
 

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, que yo pueda ver».

 
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Acerca esta semana a una persona necesitada y preguntar: «¿Qué quieres que haga por ti?». Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.
 

6. Oración final: Dios de amor, en Jesús te has manifestado como la Luz que nos permite ver con claridad. Danos tú mirada Señor para descubrir lo bueno de las personas, y no solo sus cosas negativas. Que contemplemos al mundo con ojos de esperanza, y nos animemos a hacer todo de nuestra parte para construir tú Reino. Danos tú mirada, Señor y una fe fuerte para seguir tu camino.   AMÉN. Padre Nuestro que estás en el cielo... 

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


 1. Contexto y Clave de lectura: Nuestro texto forma parte de una larga instrucción de Jesús a sus discípulos(as) (8,27  a 10,45). Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos dice que Jesús está en camino hacia Jerusalén donde encontrará la cruz. Al comienzo de esta instrucción, Marcos sitúa la curación del ciego anónimo de Betsaida en Galilea; al final, la sanación del ciego Bartimeo de Jericó en Judea. Las dos sanaciones son símbolo de lo que ocurría entre Jesús y los discípulos. También estaban ciegos los discípulos(as) que «teniendo ojos, no veían». Necesitaban recuperar la vista; debían abandonar la ideología dominante que les impedía ver; debían aceptar a Jesús tal como Él era y no como ellos querían que fuese. Esta larga instrucción tiene como objetivo sanar la ceguera de los discípulos(as). Es como una pequeña cartilla, una especia de catecismo, con frases del mismo Jesús. El siguiente representa el esquema de la instrucción:

 
Sanación de un ciego (8,22-26)

 

·         1° Anuncio de la pasión:  (8,27-38)

      Instrucciones a los discípulos sobre Mesías Siervo (9,1-29)

·         2º Anuncio de la pasión:  (9,30-37)

     Instrucciones a los discípulos sobre la conversión (9,38  a 10,31)

·         3º Anuncio de la pasión:  (10,32-45)

 

Sanación del ciego Bartimeo (10,46-52)

 Cada uno de los tres anuncios de la pasión está acompañado de gestos y palabras de incomprensión por parte de los discípulos(as), y de palabras de orientación por parte de Jesús, que comentan su falta de comprensión y enseñan cómo deben comportarse. La comprensión plena del seguimiento de Jesús se obtiene por un compromiso práctico, caminando con Él por el camino del servicio, desde la Galilea hasta Jerusalén. La persona que desee mantener la idea de Pedro, esto es, la de un Mesías glorioso sin cruz, no entenderá nunca, jamás llegará a tener la auténtica actitud del verdadero discípulo(a). Continuará ciego. Sin cruz es imposible comprender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. El camino del seguimiento es un camino de entrega de la vida, de abandono, de servicio, de disponibilidad, da aceptación del conflicto, sabiendo que habrá una resurrección. La cruz no es un accidente casual, sino una parte de este camino. En un mundo organizado a partir del egoísmo y la dominación, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! La persona que hace de su vida un servicio a los demás, la que lucha por un mundo mejor, incomoda a los que viven atados a los privilegios, y sufre la cruz.

 
4. Hoy son millones los que gritan (10,48): El grito del pobre es incómodo, no gusta. Los que van en la procesión con Jesús intentan hacerle callar. Pero «él gritaba todavía más fuerte». También hoy el grito del pobre es incómodo. Hoy son millones los que gritan: emigrantes, presos, hambrientos, enfermos, perseguidos, gente sin trabajo, sin dinero, sin casa, sin techo, sin tierra, gente que no recibirán jamás un signo de amor. Gritos silenciosos, que entran en las casas, en las iglesias, en las ciudades, en las organizaciones mundiales. Lo escucha sólo aquél que abre los ojos para observar lo que sucede en el mundo. Pero son muchos los que han dejado de escuchar. Se han acostumbrado. Otros intentan silenciar los gritos, como sucedió con el ciego de Jericó. Pero no consiguen silenciar el grito del pobre. Dios lo escucha. (Éx 2,23-24; 3,7) Y Dios nos advierte diciendo: «No maltratarás a la viuda o al huérfano. Si tú lo maltratas, cuando me pida ayuda, yo escucharé su grito»  (Éx 22,21). Puede ser que nos molestan los gritos de los que viven mal. Nos puede irritar encontrarnos continuamente en las páginas del evangelio con la llamada persistente de Jesús. Pero no nos está permitido «tachar» su mensaje. No hay cristianismo de Jesús sin escuchar a los que sufren. Los que sufren están en nuestro camino. Los podemos encontrar en cualquier momento. Muy cerca de nosotros o más lejos. Los que sufren están en nuestro camino. Piden ayuda y compasión. La única postura cristiana es la de Jesús ante el ciego: «¿Qué quieres que haga por ti?».


5. La fe es necesaria para poder decir, «Maestro, que pueda ver»: Esta expresión, llena de esperanza y confianza en Jesús, fue la que produjo el milagro. Por eso, Jesús le responde: «anda, tu fe te ha sanado». Si bien es cierto que la frase más famosa de Bartimeo es la que gritaba a toda voz y la que permitió que Jesús le recibiera, la frase que fue el fundamento de todo su actuar en busca de la salud fue la que le debió susurrar a Jesús cuando ya le tuvo en frente: «Maestro, que pueda ver». Esta expresión, llena de esperanza y confianza en Jesús, fue la que produjo el milagro. Por eso, Jesús le responde: «anda, tu fe te ha salvado».