25 feb 2013

3° Domingo de Cuaresma


Lucas 13,1-9

1. Oración Inicial: ¡Padre Bueno! Tú eres nuestro creador, nos acoges a través de Jesús tu Hijo y nos guías con tu Espíritu Santo. Abre nuestras mentes para que podamos comprender tu Palabra. Refuerza nuestras voluntades para cumplir tu voluntad y así hacer del mundo un lugar más justo y fraterno. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El texto de Lucas de hoy es un llamado a la conversión que sigue la línea de los pasajes precedentes sobre la interpretación, la urgencia y el cumplimiento de los tiempos: exhortación a la vigilancia (12:35-48); la hora de la decisión (12:49-53); los signos de los tiempos (12:54-59). El verso 13:1a hace la conexión con los pasajes anteriores indicando que en aquel mismo momento que Jesús estaba enseñando se presentaron algunos y le contaron lo sucedido a varias personas de Galilea. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 13,1-9: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Qué advertencia y llamada de atención hace Jesús al mencionar los dos episodios históricos?
3) En la parábola (vs. 6-9), ¿Qué dice el dueño al cuidador? ¿Cómo le responde el cuidador?
4) ¿Cuál es la conclusión de la parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) ¿Las desgracias, son para Jesús un castigo de Dios como creía la gente? Según los versículos 1-5, ¿Qué es lo importante para Jesús y que no debemos olvidar?
b) ¿Nuestra comunidad da los frutos que Dios espera? ¿Cuáles son esos frutos y cuáles más nos gustaría dar?
c) ¿Cuántas veces en qué concretamente, de qué forma ha venido Dios a buscar fruto a mi higuera sin encontrarlo? ¿Será necesaria una poda en mi vida para que se renueve y revitalice?
d) ¿Qué significará para nuestras vidas «remover la tierra» y «abonarla»?
e) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Ayúdanos a vivir una verdadera conversión, Señor».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: ¿Qué actitudes de tu vida necesitan cambiar para seguir el camino del Señor? Elige una para intentar cambiar esta semana. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Ayúdanos a vivir una verdadera conversión, Señor. Danos un tiempo más para mostrar nuestros frutos. Se hace difícil, a veces, tener la voluntad y perseverancia necesaria para el cambio. Danos una mano, Señor, camina con nosotros, guíanos por el sendero bueno para que revisemos nuestra vida a la luz de tu Palabra y empecemos a cambiar. Con tu ayuda podremos lograrlo. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a.            Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b.            ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c.            ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. El texto de Lucas se refiere a episodios históricos que desconocemos. El Señor se sirve de estos dos asuntos para subrayar un punto importante de su mensaje: no hay relación entre el pecado y las desgracias que puedan ocurrir ya sea por mano humana (Pilato, vs.1) ya sea por accidente (vs.4). Con esta afirmación Jesús va contra una idea muy presente en su tiempo, según la cual enfermedad, infortunio, pobreza son consecuencia de las faltas cometidas por quien sufre esas situaciones. Aun en nuestro tiempo hay rezagos de esa mentalidad, de este modo el pobre y el enfermo añaden a sus duras condiciones de vida un penoso sentido de culpa.
El Señor nos libera de esa concepción que por un lado impide enfrentar las verdaderas causas de los males que nos ocurren, remitiéndolos a una especie de fatalidad que nos hunde en la pasividad. Y que de otro lado, presenta una imagen equivocada del Dios de amor y vida. Pecar es no dar fruto, nos precisa la parábola que Jesús refiere enseguida (vs. 6-9). Además, se nos advierte que con paciencia y dedicación Dios espera nuestras obras. Es un Dios de amor, no de castigo. Los dos tipos de desgracia (un acto deliberado del gobierno o una catástrofe accidental) sirven a un mismo objetivo: advertir y llamar la atención a toda la población sobre el destino que les espera si no se convierten, ya que los que murieron no eran más culpables que todo el resto. Esto implica responsabilidad colectiva sobre pecados e injusticias: hipocresía e injusticia de los religiosos (11, 37-44); la acumulación de riquezas (12, 19-21); opresión y lujuria (12, 45-48).

3. La vid y la higuera, representan en la Biblia, frecuentemente, al pueblo de Israel, para que quede claro que se refiere a esto, el pasaje de la parábola nos habla de una higuera plantada en un a viña. Pero en estos casos el problema, con muchísima frecuencia, son los frutos, o para ser precisos, los frutos malos o la falta de ellos... ¿De qué sirve una higuera que no da frutos? Si no da frutos reiteradamente, el problema se agrava: no sólo no da fruto sino que ocupa un lugar que se podría aprovechar para otra planta. Dios preparó el terreno, hizo todo lo necesario, se tomó un tiempo prudencial, pero: ¿Y los frutos? El pueblo que Dios se ha preparado con tanto cariño: ¿Cómo responde al cariño de Dios? El tiempo se acaba y la higuera puede ser cortada. Sólo la intercesión de los trabajadores puede postergar esto un breve tiempo más.
No bastan las palabras. De nada sirve una higuera estéril. Una higuera debe dar higos ya que para eso ha sido plantada. Un pueblo redimido por Cristo debe edificar con su vida un Reino que dé frutos de verdad, de justicia, de paz, de libertad, de vida y de esperanza. Estamos lejos, ¡muy lejos! de lograrlo. Es verdad que en decenas de comunidades hay también frutos muy vivos de solidaridad, de paz, de oración, de justicia y de vida, de celebración y de esperanza... y podríamos multiplicar los frutos que vemos en las comunidades; pero todo lo anterior también es cierto. Faltan muchos frutos que dar, falta mucha vida que cosechar y alegría que festejar. El continente de la violencia, de la injusticia y el hambre reclama frutos de los(as) cristianos. Y esos frutos deben darse en la historia. Los acontecimientos cotidianos, de dolor y de muerte, que tan frecuentes vivimos en América Latina nos dan una palabra de Dios, una palabra que debemos aprender a escuchar, que debemos comprender para no creer que Dios dice lo que no está diciendo. Jesús nos enseña la “dinámica del fruto” para aprender a reconocer allí un Dios que sigue hablando y que nos sigue llamando a la conversión, no para una conversión individual y personal, sino que dé frutos para los demás, para la historia y para la vida. Y este tiempo es el tiempo oportuno para empezar a darlos...

4. Lo grave es no vivir como Dios quiere. La parábola de la higuera hace pensar tanto en el pueblo de Israel, que no reconoció la suprema visita de Dios a través de Jesús, como en la comunidad "cristiana", que muchas veces hace de todo, menos lo que Jesús le mandó decir y hacer. Es la higuera que no da fruto, ocupando inútilmente el terreno. ¿Está todo perdido? No. Hay una última oportunidad. Así como el agricultor pide un plazo para dar cuidados especiales, así también Jesús intercede como abogado ante el Padre para dar un plazo más. ¿Quién sabe si, con cuidados especiales, la comunidad producirá fruto? ¿Quién sabe si la comunidad, oyendo la palabra de Jesús y viendo su ejemplo, no podrá convertirse para continuar su palabra y acción en favor de todos los que anhelan la venida del Reino?
Hoy nos preocupamos mucho por las iglesias vacías y de las sectas. ¿Por qué va el pueblo a otros lugares? ¿No es señal de que no está encontrando en la Iglesia los frutos que necesita para liberarse y vivir? En vez de condenar al pueblo y sus intentos, deberíamos ver si no es la Iglesia la que se está secando y volviéndose estéril. 

20 feb 2013

2° Domingo de Cuaresma



1. Oración Inicial: Espíritu de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas, acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Te lo pedimos a ti con confianza, porque tú las inspiraste y tú las conservas para bien de tu pueblo. Tú, que eres Espíritu de Vida, haz que el texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva y liberadora, que produzca en nosotros la adhesión y el seguimiento de Jesús para la extensión del Reino de Dios. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: En medio de una vida llena de contradicciones, y ante un horizonte cercano de sufrimiento, se revela en este relato la verdadera gloria de Jesús, una gloria que le viene de Dios mismo. Moisés y Elías, representantes de la ley y los profetas, hablan entre sí del “éxodo” de Jesús, es decir, de su muerte liberadora, que tendrá lugar en la ciudad santa, y de su resurrección, anunciada en este episodio de la transfiguración. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 9,28-36: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)  Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Quiénes van a la montaña con Jesús?
3) ¿Quiénes aparecen en la montaña para conversar con Jesús? ¿Cuál es el tema de la conversación?    ¿Cómo reaccionan los discípulos?
4) ¿Cuáles son las palabras del Padre respecto a Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)    En la vida hay tiempos o momentos privilegiados, llenos de sentido, embriagados de amor, de felicidad. ¿Has tenido alguna transfiguración en tu vida? ¿Cómo te ha ayudado la experiencia de la transfiguración para asumir mejor tu misión?
b)    «Este es mi hijo predilecto, escúchenlo»: ¿Puedo decir que el proyecto fundamental de mi vida es una acogida de la propuesta de Jesús, en la que vemos la palabra de Dios que nos habla?
c)    Estamos en un tiempo sin utopías, donde todo se compra y se vende y se calcula fríamente... ¿Qué mensaje nos trae el símbolo de la transfiguración a este tiempo de mirada tan corta?
d)    ¿Qué aspectos de nuestra personalidad, queremos que sean transformados en este tiempo?
e)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, ayúdanos a escuchar siempre a tu Hijo Jesús».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: “Escúchenlo” es la clave del relato: toma la decisión esta semana de escucharlo y vivir de su palabra. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios nuestro, como el evangelista Lucas, también creemos que de hecho, en la vida de Jesús Tú mismo nos has estado dirigiendo tu Palabra. Haz que iluminados por ella, podamos transfigurar y mirar de un modo nuevo las realidades que también hemos de transformar, unidos(as) a todas las personas que, iluminadas también de mil modos por tu misma Palabra, caminan hacia el mismo «otro mundo posible» que Tú quieres ayudarnos a que construyamos. AMÉN. Padre Nuestro, que estás en el cielo…
   
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a.    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b.    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c.    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto: En los dos capítulos precedentes del Evangelio de Lucas, se impone la novedad traída por Jesús y crecen las tensiones entre el Nuevo y el Antiguo Testamento. Al final, Jesús se da cuenta que ninguno había entendido su propuesta y mucho menos su persona. La gente pensaba que fuese como Juan el Bautista, Elías o cualquiera de los Profetas (9,18-19). Los discípulos lo aceptaban como el Mesías, pero como un Mesías glorioso, según la propaganda del gobierno y de la religión oficial del Templo (9,20-21). Jesús trató de explicar a los discípulos que el camino previsto por los profetas era un camino de sufrimiento, por el papel asumido hacia los marginados, y el discípulo podía ser tal, sólo si tomaba su cruz (9,22-26). Pero no tuvo mucho éxito. Y en este contexto de crisis, es cuando sucede la Transfiguración. En los años treinta la experiencia de la Transfiguración tuvo un significado muy importante en la vida de Jesús y de los discípulos. Les ayudó a superar la crisis de fe y a cambiar los propios ideales respecto al Mesías. En los años ochenta, época en la que escribe Lucas para sus comunidades cristianas de Grecia, el significado de la Transfiguración se intensificó y se propagó. A la luz de la resurrección de Jesús y de la expansión de la Buena Nueva entre los paganos en casi todos los países, desde la Palestina hasta Italia, la experiencia de la Transfiguración comenzaba a ser vista como una confirmación de la fe de las Comunidades Cristianas en Jesús, Hijo de Dios. Los dos significados están presentes en la descripción e interpretación de la Transfiguración, en el evangelio de Lucas.

3. La Transfiguración se narra en los tres evangelios: Mateo (Mt 17,1-9), Marcos (Mc 9,2-8) y Lucas (Lc 9,28-36). Señal de que este episodio recogía un mensaje muy importante. Como hemos dicho, se trató de una ayuda muy grande para Jesús, para sus discípulos y para las primeras comunidades. Confirmó a Jesús en su misión en calidad de Mesías-Siervo. Ayudó a los discípulos a superar la crisis que la cruz y el sufrimiento les causaban. Llevaba a las comunidades a profundizar en su fe en Jesús, Hijo de Dios, Aquél que reveló el Padre y que se convirtió en la nueva clave para interpretar la Ley y los Profetas. La Transfiguración continúa siendo una ayuda para superar las crisis que el sufrimiento y la cruz nos producen hoy. Los discípulos soñolientos son el espejo de todos nosotros. La voz del Padre se dirige a ellos, como a nosotros: “¡Este es mi Hijo, mi Elegido, escúchenlo!”

4. Lucas describe la Transfiguración. Hay momentos en la vida en los que el sufrimiento es tan grande que una persona llega a pensar: ¡Dios me ha abandonado! Y de improviso la persona descubre que Él jamás se ha alejado, sino que la persona tenía los ojos vendados y no se daba cuenta de la presencia de Dios. Entonces todo cambia y se transfigura. ¡Es la Transfiguración! Sucede cada día en nuestra vida.

5. ¡Jesús es tan extraño...! Después de tirar abajo todas las expectativas propias de su tiempo, y remarcar que como Mesías lo van a matar, y así salvará a todos, -después de eso-, dice que sus seguidores deben caminar su mismo camino, deben pasar las mismas cruces, y hasta el mismo martirio, y esto ¡cada día!... ¿Quién lo entiende? Pero se nos manifiesta transfigurado... "¡Esto es lo que les espera!", nos señala, como en un relámpago en medio de la noche. Cruz y resurrección, van tan de la mano, que se hace imposible separarlas. La resurrección da un sentido nuevo y fructífero a una vida que quiere gastarse y entregarse, como el fruto da sentido al entierro del grano. Pero también, la muerte da un sentido nuevo a la resurrección, ¡el amor nunca se hace tan generoso como cuando da la vida!, y Jesús no será un Mesías “allá en las nubes”, sino uno que camina nuestros pasos, uno que pasó por la cruz y que se dirige a Jerusalén, tierra de Pascua, y tierra que es punto de partida de la misión.

6. Nueva Alianza: Como todas las alianzas de la Biblia, la alianza con Abraham se sella con sangre; Jesús, selló en su sangre una alianza "nueva y eterna”... Ya no es sangre de animales la que da vida y es signo de la alianza, ahora es la sangre de Cristo, su amor, su vida unida a la sangre de tantos mártires que, con su muerte transfigurada, dan vida a tantos muertos por la violencia y la injusticia. No es que Dios quiera sangre sino que el amor nunca es más verdadero como cuando llega hasta el final, y en el caso de Jesús, hasta dar la vida, que es el signo de amor por excelencia. Desde Cristo, desde su muerte y su resurrección (hoy vislumbrada en la Transfiguración), jugarse la vida, gastarla en la lucha por la justicia y la solidaridad, por la verdad y la vida, es el acontecimiento fructífero por excelencia. No es que Dios quiera que alguien muera; Él es Dios de vida no de muerte, pero nada hay más dador de vida que el amor, por eso es Dios de amor. Dios nos quiere siempre, cada día, dando vida, aunque frente a la injusticia, la violencia y el pecado, esa búsqueda de dar vida pueda implicar tener que dar la vida. Pero como siempre, es la vida y el amor lo que cuenta, es la vida por el reino, es un dar la vida para que otros(as) vivan. Una muerte que da vida, da sentido a tantas vidas muertas... 

16 feb 2013

1° Domingo de Cuaresma


Lucas 4,1-13

1. Oración Inicial: Ven Espíritu Santo. Ilumínanos con tu luz para acoger hoy la Palabra de Dios. Abre nuestras inteligencias y nuestros corazones para comprenderla y danos la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas”. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El texto de hoy se refiere a las tentaciones de Jesús en el desierto. Inmediatamente después, a partir de Lc. 4,14, comienza la narración del ministerio de Jesús en Galilea y su camino sembrado de dificultades, hasta llegar a su destino final (Jerusalén) donde lo espera la mayor prueba y humillación. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Lucas 4,1-13: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Dónde se sitúa la escena? ¿Por quién fue conducido Jesús al desierto?
3) ¿Cuáles son las tres propuestas del demonio a Jesús? ¿Cómo responde Jesús a cada una?
4) ¿Qué hizo el diablo finalmente?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a.            Jesús fue plenamente humano, una persona completa y real, como nosotros(as), y sintió en su propia persona las mismas dificultades que nosotros(as) sentimos. Comentar.
b.            ¿Con qué tipo de tentaciones o pruebas nos enfrentamos hoy como personas o como comunidad? ¿Cuál sería el equivalente de esas tentaciones en la situación actual de nuestra sociedad y nuestro mundo?
c.            La palabra diablo simboliza impedimento, obstáculo. ¿Cuáles son los impedimentos diabólicos para la realización del proyecto de Dios, que imposibilitan que todos(as) tengan libertad y vida, y experimenten la paz, que es la plenitud de la vida?
d.            ¿Las tentaciones que enfrentó Jesús son las mismas que enfrentamos hoy? ¿Cuáles son las más comunes que tenemos? ¿Cómo hacemos para superar las tentaciones de hoy?
e.            ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «El ser humano no vive solamente de pan».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:¿Cuál es la tentación que vamos a superar durante esta semana? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios Bueno, en Jesús nos has dado un modelo de persona completa y lograda, en lucha contra el mal y plenamente humana, tentada pero victoriosa. Queremos seguir ese modelo de firmeza y fidelidad, de humanidad y fortaleza, de fidelidad a ti y a la gente. Te lo pedimos a Ti que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. AMÉN. Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a.Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b.¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c.¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Jesús va del desierto a la ciudad, y en la ciudad comienza su ministerio, como en la ciudad culminará todo para desde allí comenzar, siempre conducido por el Espíritu el tiempo nuevo de la Iglesia. En la primera tentación, el diablo no discute que Jesús sea el Hijo de Dios, lo da por supuesto, y lo tienta a convertir en pan una piedra ya que lógicamente tiene hambre. Más que un “nuevo pueblo”, Jesús es “hijo de Dios”. ¿Por qué Jesús no obra el milagro? Porque los milagros que Jesús hace son siempre para los otros, como la multiplicación de los panes: allí Jesús mismo se preocupa: “denles ustedes de comer” (9,13). La segunda es la tentación del poder político. En tiempos donde todo el mundo conocido está sometido al imperio romano, se puede ver de un golpe de vista todo: el imperio mismo es diabólico, perverso, e idólatra. La tercera tentación no sólo tiene como característica que ocurre en Jerusalén, sino también que el diablo cita la escritura. La escritura mal citada, o mal leída, también puede ser diabólica, o idolátrica. Por otra parte, Jesús deja muy claro que su ministerio es para otros, no para él. No es salvarse a sí mismo, como tampoco en la cruz: “si eres… sálvate” (23,35.37.39). Como dos rabinos, Jesús y el diablo discuten con citas bíblicas. Y nos queda claro que es falso servidor de Dios el que se sirve de su ministerio en su propio provecho, que no es propio de los fieles a Dios reclamar milagros ya que Dios puede salvar sin necesidad de estas obras “maravillosas” o “teatrales”. Jesús nos muestra -con su vida- el camino de la obediencia de hijo conducido por el espíritu.

3. Jesús es conducido al desierto "lleno del Espíritu Santo", nos dice el pasaje de Lucas insistiendo en uno de sus temas favoritos: la fuerza del Espíritu está con Jesús. El desierto en la Biblia es el lugar clásico del encuentro consigo mismo y en el que somos sometidos a prueba (Dt. 8,1-4). Durante cuarenta años el pueblo judío hizo su camino hacia la tierra prometida. Esa marcha le permitió conocer mejor a Dios y tener una conciencia más clara de él mismo (Deut. 8,4-10). Simbólicamente Jesús estará también cuarenta días en el desierto antes de comenzar su misión. Allí, hambriento, será tentado para que use su poder a fin de satisfacer sus propias necesidades. Pero según el texto del Deuteronomio, "no sólo de pan vive el ser humano sino de todo lo que sale de la boca de Dios" (8,3). Todo viene de Dios, y lo que El da es para el servicio de los demás. Se le invitará también a olvidar el sentido del Reino del Padre y a ponerse él mismo en primer plano. Pero sólo a Dios hay que adorar. Supera igualmente la tentación de la arrogancia, que le es presentada sutilmente apoyándola en la Escritura. Pero el Dios de Jesús no es el Dios que hace milagros para asombrar y apabullar, sino el Dios del amor y del servicio.
La lección es clara: en la tarea que empieza, Jesús proclamará el Dios de la Vida y su Reino. Nadie puede utilizarlos para su prestigio personal o para dominar -política o espiritualmente- a los demás. La actitud de Jesús debe ser la nuestra, la de la Iglesia. Su mensaje y su poder no están al servicio de ella misma, sino de Dios y de sus preferidos: los pobres.

4. Los textos bíblicos citados relacionan la tentación con la pasión y la muerte de Jesús, donde toda tentación será vencida y Jesús se manifestará definitivamente como el Mesías sufriente. Los cuarenta días de Jesús en el desierto, nos evocan también los cuarenta años de camino por el desierto del pueblo de Israel. El discurso de Esteban los describe como años de tentación y de caída (Hch 7,29-43). Jesús, sin embargo, permaneció fiel ante la prueba.
El relato se construye en torno a un diálogo en el que tanto el diablo como Jesús citan la Escritura en apoyo de su opinión. El diablo utiliza la palabra de Dios para justificar el milagro espectacular (primera y tercera tentación) o el dominio universal (segunda tentación). Sabiendo que Jesús es el Mesías intenta invitarle a realizar su papel en la historia de la salvación como un Mesías triunfante. La cita que el diablo hace del Sal 91, un texto básico para fundamentar un mesianismo real, nos puede hacer pensar en los adversarios judíos de la fe cristiana que se apoyaban en textos de la Escritura para rechazar al Cristo muerto en la cruz. La propuesta de Jesús es radicalmente opuesta; su fidelidad al Padre, que aparece en los textos citados del Antiguo Testamento, lo lleva por un camino diferente donde la obediencia y el servicio eliminan toda concepción del mesianismo como poder. El relato se cierra con el alejamiento del diablo que no volverá a aparecer hasta el comienzo de la pasión (Lc 22,3). Concluyen así las tentaciones como si fueran el preludio de la lucha final, que tendrá lugar en Jerusalén. Allí se enfrentará de nuevo Jesús con el poder de las tinieblas (Lc 22,53).