21 mar 2013

DOMINGO DE RAMOS


Lucas 22,1-2.14-27

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu para que Él nos ayude a leer la Biblia del mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El centro del relato es cuando Jesús nos habla de su cuerpo y de su sangre ofrecido en lugar de las ofrendas pascuales tradicionales. Lucas quiere mostrar que la Eucaristía cristiana sustituyó a la Pascua judía, asumiendo el sentido que ésta poseía y llevándolo al máximo. De esta manera la Pascua asume un significado universal y la liberación que ella registra es una liberación total y para toda la humanidad. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 22,1-2.14-27: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿En qué contexto o situación de las autoridades se va a celebrar la Pascua?
3) ¿Qué dice Jesús sobre el pan partido y la copa de vino entregada? ¿Qué encomendó Jesús a sus discípulos?
4) ¿Sobre qué discutían los discípulos después de la celebración y qué enseñanza dio Jesús?
5) Después de la discusión sobre quién era el más importante: ¿Qué dice Jesús sobre sí mismo?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a) ¿Qué es lo que conmemoramos en la Eucaristía?
b) "Hagan esto en memoria mía" ¿Qué significa en la práctica para mi vida?
c) ¿Qué consecuencias trae para mi vida diaria la participación en la Eucaristía?
d) "La verdadera devoción no consiste solamente en buscar a Dios en el cielo o a Cristo en la Eucaristía, sino verlo y servirlo en la persona de cada uno de nuestros hermanos". Comentar esta frase de San Alberto Hurtado.
e) ".. .yo estoy entre ustedes como el que sirve". ¿Cómo vivimos en nuestras comunidades esta actitud de Jesús?
f) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Hagan esto en memoria mía».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Participar en la Eucaristía este domingo. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios, Padre nuestro, Tu que nos amas hasta el extremo, enséñanos a arriar a los demás con todas nuestras fuerzas, y que nuestro amor no se quede en buenas palabras sino que se traduzca en obras de justicia, de amor y de servicio a favor de todas las personas. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

    1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

  2. Contexto: La actividad de Jesús en Jerusalén. Su progresivo enfrentamiento con la religión, la sociedad y finalmente, su enfrentamiento con las autoridades de Jerusalén, provocan serias consecuencias. Contemplamos la vida de Jesús en el Evangelio de Lucas para entender la cruz y su muerte. Descubrimos que la cruz y la muerte estuvieron en íntima conexión con su vida: su anuncio, su denuncia profética, y su acción liberadora. Jesús no buscó la cruz ni la muerte. Todo lo contrario, buscó el espíritu que hacía evitar la cruz para sí y para los otros. Anunció la buena noticia del Reino de Dios a los pobres, la liberación a los oprimidos y encarcelados, la devolución de la vida y salud a los enfermos (4,18ss). Anunció el Reino de justicia, fraternidad, amor, paz, libertad y vida en plenitud. Reveló el Dios del Reino: un Dios de la vida que desee la vida plena para el ser humano. Y Jesús no sólo no buscó la cruz, sino que denunció con claridad y valentía las cruces creadas y causadas por algunos hombres e impuestas sobre los hombros del pueblo. Jesús denunció la injusticia, la opresión y el poder dominante como una cruz creada por los seres humanos opuesta a la buena noticia de su Reino. Jesús denunció todo lo que obstaculizaba o impedía la buena noticia: la mentira, el egoísmo, el rencor, y el odio. Jesús suscitó la vida, se empeñó en abolir la cruz del mundo con su acción que libera al ser humano. Jesús se empeñó por esta causa, y el mundo - el reinado del mundo - se cerró a él, le creó cruces en su camino y finalmente, lo levantó en el madero de la cruz. Jesús combatió la cruz y al compartirla es hecho víctima. La cruz y la muerte de Jesús fueron consecuencia de su anuncio, su denuncia profética y su acción liberadora. Jesús va a sufrir la cruz y morir cumpliendo el proyecto de Dios a El confiado (22,22), pero eso no quiere decir que el sufrimiento y la muerte hagan parte de ese proyecto. Dios quiere la libertad y la vida y no el sufrimiento y la muerte. Sufrimiento y muerte del justo y del inocente son las consecuencias de la resistencia de una sociedad que rechaza la libertad y la vida del pueblo, es decir, que rechaza el proyecto de Dios. Y es justamente en medio de esta situación conflictiva cuando acontece la última cena,

      3. La cena pascual: Quizás la tradición más antigua de este relato, donde se nota menos la reflexión teológica de la comunidad cristiana después de pascua, la tengamos en Lc 22,16. La frase es enigmática pero debe remontarse hasta el Jesús terreno. Esta pascua que celebra con sus discípulos está a la espera de su cumplimiento en el banquete escatológico. En él estará presente Jesús, lo que nos indica que su muerte no es el fin, sino el paso a un banquete definitivo en el reino. Es la misma perspectiva de Lc 22,18. El fruto de la vid estará también, como lo decían las imágenes proféticas del Antiguo Testamento, en el centro de este banquete futuro, como ahora también lo está en la comida que Jesús celebra con sus discípulos. Pero la reflexión cristiana sobre estos textos ha llevado a cabo una profundización teológica importante. El relato transforma la comida tradicional judía en anuncio de la muerte de Jesús como inicio de la nueva alianza. Lucas insiste en el alcance de la celebración. Estos gestos remiten a su muerte en cruz que da origen a la nueva alianza, la cual sólo alcanzará su plenitud en el reino que viene. Esta nueva alianza que nace de la sangre de la cruz, nos lleva al relato de la antigua en la que también la sangre selló la alianza de Dios con su pueblo (Ex 24,4-8). Pero además evoca el texto de Jr 31,31-34, en el que el profeta habla esperanzadamente de una nueva alianza futura. Lo prometido se transforma en realidad por la muerte de Jesús. Este relato, repetido por las comunidades cristianas, adquiere también el sello de sus celebraciones.

4. El texto de Lucas combina dos tradiciones: un discurso de despedida que inserta también una catequesis sobre el servicio fraterno, y la celebración de la última cena muy marcada por las eucaristías de las primeras comunidades. El discurso tiene su desarrollo pleno en Jn 13-17, pero en Lucas, mucho más que en los otros sinópticos, aparecen algunos detalles del mismo (Lc 22,14-15.24-30.35-38). Esta despedida por parte de Jesús es, probablemente, un recuerdo histórico que han conservado tanto Lucas como Juan, aunque su desarrollo en el cuarto evangelio tenga muchos rasgos de la teología joánica. Parece probable que en este momento, en que su suerte estaba echada, Jesús se dirigiera a sus discípulos para explicarles el sentido de su vida y de la muerte que se avecina. El centro del relato está en 22,19-20 donde Jesús nos habla de su cuerpo y de su sangre, ofrecidos en lugar de las ofrendas pascuales tradicionales. Con sus palabras y su acción transforma la pascua judía en la nueva pascua fundada en la entrega de su vida y prefigura la comida mesiánica en el tiempo de la salvación definitiva. Su muerte es, además, descrita como la del Siervo de Yahvé de Isaías (Is 52,13-53,12). El relato termina con la revelación de la traición de Judas. En Marcos y Mateo estas palabras de Jesús se pronuncian antes de la cena pascual. Lucas las pospone, acentuando así su carácter exhortativo para los cristianos de todos los tiempos. Frente a la donación total que Jesús hace de su vida, se contrapone la infidelidad de uno de los Doce. Es un recuerdo que resuena en nuestros oídos como advertencia: todo participante en la eucaristía puede transformarse en un nuevo Judas si no comprende la vida como donación y entrega al servicio del evangelio y del mundo (22,24-30).

15 mar 2013

5° DOMINGO DE CUARESMA


Juan 8,1-11

1. Oración Inicial: Señor Jesús, abre nuestras vidas a tu Palabra. Envía tu Espíritu Santo y despierta nuestra inteligencia, para que tu Palabra penetre en nuestros corazones y podamos saborearla y comprenderla. Danos fe en ti, para que tus palabras sean para nosotros la luz que nos guíen por los caminos de la justicia y de la verdad. Habla, Señor. Te escuchamos y deseamos poner en práctica tu Palabra, porque son vida, gozo, justicia, y paz. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: La escena en el evangelio de hoy hace resaltar la novedad de la actitud de Jesús frente a quien ha pecado, pero también frente a la mujer. La ley prescribía la pena de muerte para el pecado de adulterio en el caso de la mujer. Aquellos que presentan el asunto al Señor lo saben, pero quieren que cometa un error para acusarlo. Veamos cómo actúa Jesús frente a esta situación. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Juan  8,1-11: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Dónde se encuentra Jesús? ¿Quién acudía a Él y qué hacía Jesús con ellos?
3) ¿Qué situación le presentan los fariseos y escribas? ¿Qué es lo que importa para ellos? Según ellos, ¿qué es lo que se debe hacer con ella?
4) ¿Qué hace y qué dice Jesús? ¿Qué hacen ellos?
5) Finalmente, ¿Con qué palabras se dirige Jesús hacia la mujer? ¿Qué es lo que importa para Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) Pensar en nuestra propia vivencia de fe: ¿A quién nos parecemos? ¿A los fariseos o a Jesús? ¿Tendemos a condenar a personas que tienen conductas inadecuadas?
b) En el tiempo de Jesús, existía en la Ley y en la sociedad discriminación en contra de la mujer. ¿Existe hoy en la Iglesia y en nuestra sociedad discriminación de la mujer? Comentar.
c) ¿No ha de tener el sufrimiento de la mujer un eco más vivo y concreto en nuestras comunidades, y un lugar más importante en nuestra labor social?
d) ¿No hemos de estar más cerca de toda mujer oprimida para denunciar abusos, proporcionar defensa inteligente y protección eficaz?
e) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Padre, ayúdanos a seguir tu ejemplo».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Dios nos da una nueva oportunidad: empezar una nueva vida. ¿Qué debo cambiar para acoger la propuesta de Jesús y llevarla a la práctica? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor, Tu perdón nos da una nueva oportunidad. Gracias por ofrecernos una nueva vida. Ayúdanos a aceptar tus caminos y vivir este tiempo desde la oración, la solidaridad y el perdón. Queremos cambiar de vida y dejar atrás lo que nos separa de ti y de los demás. Queremos vivir una conversión de corazón que nos haga personas nuevas, mensajeras de paz y esperanza. Señor, danos tu Espíritu para lograrlo. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
a)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido?
b)    ¿Qué ha hecho Cristo en mi       vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Adulterio: Hay que tener en cuenta que se consideraba adulterio la relación sexual de un casado con una mujer casada, no la relación de un casado con una soltera. ¿Por qué? Muy sencillo: la mujer se consideraba propiedad del marido, con el adulterio se perjudicaba al marido, por apropiarse de algo que era de él (la mujer). Cuando el marido engañaba a su mujer con una soltera, su mujer no tenía ningún derecho a sentirse ofendida. ¡Cómo iba a estar de acuerdo Jesús con esta aberración! ¡Cómo iba a considerar venida de Dios, una Ley que estaba de acuerdo con esta desigualdad humillante! ¡Qué poco han cambiado las cosas en dos mil años! Hoy seguimos midiendo con distinto saco la infidelidad del hombre y de la mujer.

3. La acusación del incoherente: La escena hace resaltar la novedad de la actitud de Jesús frente a quien ha pecado, pero también frente a la mujer. La ley prescribía la pena de muerte para el pecado de adulterio en el caso de la mujer. Aquellos que presentan el asunto al Señor lo saben, pero quieren que cometa un error para declararlo culpable (8,4-6). De acusadores, Jesús los convierte en acusados poniéndose a escribir misteriosamen­te en la tierra y lanzándoles a la cara: "aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra" (vs.7). Un desafío que mantiene toda su vigencia ante nuestro perma­nente empeño de criticar a otros, pasando por encima de nuestro propio comportamiento. El Señor rechaza la incohe­rencia de quienes hablan de un modo y actúan de otro. La acusación, e incluso el perdón, deben estar acompañados de un examen de conciencia personal.

4. Mujer ¿dónde están?: Si el adúltero es un hombre el castigo no será la muerte. La autoridad de Jesús hace que los acusadores, hombres, se retiren uno a uno. El gesto de Jesús es de perdón a la pecadora, pero también de rechazo al ensañamiento contra la mujer y al doble trato dado a la mujer y al hombre. Otra forma de incoherencia. La mujer, por serlo, peca mortalmente allí donde el hombre lo hace con menos gravedad. ¿Por qué razón? Jesús no acepta esta pretendida justicia de dos medidas. El perdón supone confianza en quien ha pecado. Sin amor no hay perdón. El comportamiento de Jesús con la adúltera revela su delicadeza y ternura, su capacidad de creer en el otro, su rechazo a todo tipo de fariseísmo.

5. El perdón por parte de Dios es lo primero: En contra de lo que nos repetirán hasta la saciedad durante estos días, Jesús perdona a la mujer, antes de que se lo pida; no exige ninguna condición. No es el arrepentimiento ni la penitencia lo que consigue el perdón, sino que es el descubrimiento del amor incondicional lo que debe llevar a la adúltera al cambio de vida. Tenemos aquí otro gran margen para la reflexión. Cambiar de perspectiva será la consecuencia de haber tomado conciencia de que Dios es Amor y está en mí.

6. Así es Jesús: Por fin ha existido sobre la tierra alguien que no se ha dejado condicionar por ninguna ley ni poder opresivo. Alguien libre y magnánimo que nunca odió ni condenó, nunca devolvió mal por mal. En su defensa y su perdón a esta adúltera hay más verdad y justicia que en nuestras reivindicaciones y condenas resentidas. Los cristianos(as) no hemos sido capaces todavía de extraer todas las consecuencias que encierra la actuación liberadora de Jesús frente a la opresión de la mujer. Desde una Iglesia dirigida e inspirada mayoritariamente por varones, no acertamos a tomar conciencia de todas las injusticias que sigue padeciendo la mujer en todos los ámbitos de la vida.
Lo cierto es que, veinte siglos después, en los países de raíces supuestamente cristianas, seguimos viviendo en una sociedad donde con frecuencia la mujer no puede moverse libremente sin temer al varón. La violación, el maltrato y la humillación no son algo imaginario. Al contrario, constituyen una de las violencias más arraigadas y que más sufrimiento genera. ¿Qué desafíos para nuestra comunidad presenta esta realidad? 

6 mar 2013

4° Domingo de Cuaresma


Lucas 15,1-3.11-32

1. Oración Inicial: Ven Espíritu Santo. Ilumínanos con tu luz para acoger hoy la Palabra de Dios. Abre nuestras inteligencias y nuestros corazones para comprenderla y danos la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Como siempre fariseos y escribas están al acecho. Censuran la acogida que Jesús da a los considerados pecadores públicos y en consecuencia, marginados y despreciados por ellos (15,1). Esto da lugar a que Lucas nos transmita tres bellas parábolas que expresan la razón de la actitud del Señor. La que se lee hoy es la tercera. Conocida tradicionalmente como la parábola del hijo pródigo, podría ser llamada mejor la del padre bondadoso. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 15,1-3.11-32: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) Al principio del relato, ¿Qué grupos se acercaban a Jesús para escucharlo?
3) ¿Cómo reaccionaron los fariseos y escribas? ¿Qué decían sobre Jesús?
4) ¿Qué actitud descubres en el hijo menor y qué idea tiene del padre? ¿Qué actitud descubres en el hijo mayor y qué idea tiene del padre?
5) ¿Cómo reacciona el padre con cada uno de ellos? ¿Qué nos impacta más en la actitud del Padre?
6) ¿Cuál es el mensaje central de esta parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) ¿Con quién te identificas más: con el "hermano mayor" o con el "hermano más joven"? Cuenta al grupo tu experiencia de encuentro con Dios.
b) Los escribas y fariseos presumen ser justos a los ojos de Dios y no se mezclan con “los pecadores”. La conducta de Jesús es diversa, y escandalosa a sus ojos. Jesús critica esta conducta con su enseñanza y también con su modo de obrar. Jesús «recibe a los pecadores y come con ellos» (15,2). Nosotros(as): ¿Juzgamos a los demás, o más bien, tratamos de transmitir sentimientos de misericordia y perdón, que reflejen la ternura de Dios?
c) ¿Cuál es la actitud de nuestra comunidad frente a los que son considerados pecadores, dentro y fuera de la comunidad?
d) ¿Qué rostro de Dios nos revela la parábola? ¿Qué aprendemos del Padre en la parábola?
e) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Padre, ayúdanos a seguir tu ejemplo».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Pensar y ofrecer un gesto de misericordia para vivir en estos días. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios nuestro, lleno de entrañas de misericordia, dispuesto siempre a la acogida y al perdón, a pesar de nuestra ingratitud o infidelidad; danos imitarte en ese tu amor, enséñanos a tener un corazón sensible a las miserias, a la injusticia, al sufrimiento… un corazón compasivo como Tú tienes con nosotros. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
    a. Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
    b. ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
    c. ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Sabemos el lugar central que da el Evangelio de Lucas a la “misericordia”. Se ha de ser misericordioso como lo es el Padre (6,36). En el capítulo 15, después de una presentación de la situación que causa escándalo: “recibe a los pecadores y come con ellos” Jesús pone 3 parábolas. La idea principal es la de una cosa querida que es perdida, buscada y encontrada. El acento recae en la alegría que causa el encuentro de la cosa perdida, sea esta una oveja, una moneda, o, en el caso del texto de hoy, un hijo.

3. El texto de hoy no es, propiamente hablando, la parábola del hijo pródigo, del hijo que vuelve, del hijo que se arrepiente, aunque esto es muy importante en la narración. Es la parábola del Padre, de Dios, que nunca abandona a sus hijos(as), que nunca los(as) olvida. De ahí que algunos, con razón, han señalado que deberíamos comenzar a entender la parábola fijándonos en el hijo mayor. En su queja contra el padre, pone el acento en lo material, en la ecuación gasto beneficio, en la teoría de la justa retribución según la cual cada uno debe recibir lo que merece. De esta manera le resulta insostenible que aquel hijo que había malgastado irresponsablemente los bienes que eran el producto del esfuerzo de toda la casa, ahora reciba un agasajo magnífico (casi como un premio), con un gran banquete y fiesta para todos. Para el hijo mayor, esto constituye una mala señal, para los demás y en especial para el hermano menor que debería ser disciplinado y castigado de manera ejemplar. En todo caso quien merecería un premio o una fiesta para los amigos es aquel que es obediente y responsable. Las diferencias están a la vista: a tantos años de servicio fiel se contrapone devorar tus bienes; a no dejar jamás de cumplir una orden se opone despilfarrar con prostitutas; nunca me diste un cabrito para festejar con mis amigos y matas para él el novillo gordo. Es llamativo también que el hijo mayor, que parece más responsable y eficiente en la administración de los bienes de la familia, tampoco tenga conciencia del valor de lo que tiene (el afecto de su padre y la disposición de todos sus bienes, (vs.29 y 31). Da la impresión de que el hijo mayor hubiera preferido que aquel sinvergüenza no volviera y, en contra del reconocimiento de los criados y su padre ('tu hermano', vs.27 y 32), él se niega a legitimarlo como hermano ('ese hijo tuyo', vs.30), resistiéndose a compartir nuevamente los derechos sobre la hacienda de su casa. Jesús está hablando de Dios y es la forma de contestarle a los escribas y fariseos que se escandalizan de dar oportunidades a los perdidos. El Dios que Jesús trae es el de la parábola; el que viendo de lejos que su hijo vuelve, sale a su encuentro para hacerle menos penosa y más humana su conversión, su vuelta, su cambio de mentalidad y de rumbo. Esta es su significación última y definitiva.

4. El personaje central es el padre. El hijo menor se arrepiente de su comportamiento, habiendo dilapidado su herencia se encuentra reducido a la miseria; conociendo a su padre sabe que puede ir a pedirle perdón. Por experiencia conoce el amor de su padre, es importante subrayarlo. Pero la reacción de éste lo abrumará. Había preparado mentalmente su fórmula de arrepentimiento. El padre no lo deja hablar, es él quien corre al encuentro del hijo, él toma la iniciativa de abrazarlo. El hijo recita la frase largamente meditada, pero ante el amor del padre ella se convierte en una formalidad. Más que del pecador arrepentido el perdón es cosa de quien acoge. Perdonar es dar vida.

5. El Jesús que ama y prefiere a los pecadores, y come con ellos, no hace otra cosa que conocer la voluntad del Padre y realizarla concretamente, sus mesas compartidas y sus comidas nos hablan de Dios, ¡claramente! En el comportamiento de Jesús se manifiesta el comportamiento de Dios, Jesús mismo es parábola viviente de Dios: su acción es entonces una revelación. El texto nos da una imagen profundamente conmovedora sobre el amor sin límites, el perdón, la misericordia y la acogida de Dios Padre para con sus hijos descarriados. Ella será por siempre la mayor fuente de confianza para el pecador que se arrepiente y decide volver al hogar paterno.

6. En nuestra vida cristiana solemos movernos con caricaturas de Dios; sea por lo que creemos, por lo que mostramos, o por lo que nos enseñaron. ¿Cómo es nuestro Dios? Es importante saber cómo es el Dios en el que creemos, pero más importante es saber cómo es el Dios en el que creyó Jesús, cómo es el Dios que Él nos reveló. Como siempre, Jesús nos hablaba de Dios no sólo con palabras, sino también con lo que hacía. ¿Qué Dios, qué Iglesia, qué ser humano revelamos con nuestra vida?

7. En la parábola queda claro que lo más importante en la voluntad de Dios es salvar a los(as) pecadores a través del amor incondicional, en especial a los marginados y despreciados; y esto es el núcleo y el espíritu de toda su ley (“a quien mucho se le perdona, mucho ama”, 7:47).