30 may 2013

SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI



Lucas 9,10-17

1. Oración Inicial: Señor, envíanos tu Espíritu Santo para escuchar y comprender tu Palabra.  Guía nuestros pasos, orienta nuestro caminar, para que sigamos tu ejemplo, abriendo los brazos a los demás y anunciando un Dios que se hace cercano para traernos el amor, la justicia y la paz. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a)  Introducción: El texto de hoy relata el episodio de la multiplicación de los panes, que aparece con diversos matices también en los otros evangelios (¡dos veces en Marcos!), lo que demuestra no sólo que el evento posee un alto grado de historicidad, sino que también es fundamental para comprender la misión de Jesús.  Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b) Leer el textoLucas 9,10-17: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d) ¿Qué dice el texto?

1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     Según se desprende del texto, ¿Cuál es la situación del pueblo que sigue a Jesús?
3)     ¿Qué actitud toma Jesús frente al pueblo que lo sigue? ¿Qué hacía con la gente?
4)     Al caer la tarde, ¿Qué preocupación tienen los discípulos y qué piden a Jesús?
5)      ¿Cómo les responde Jesús? ¿A qué los invita?
6)     ¿Cuáles son los gestos que realiza el Señor?  ¿Qué consecuencias tiene su acción?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

1.    “Tomó entonces los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente”. ¿En qué nos hacen pensar estos gestos y acción de Jesús?
2.    En nuestra comunidad, ¿La celebración de la eucaristía (culto) genera mayor amor y solidaridad con los más pobres o tiende más bien a ser un simple acto religioso?
3.    Frente a las personas que viven en la pobreza y sufren hambre de pan y de justicia: ¿En qué momento nosotros(as) hacemos lo que dijo Jesús a sus discípulos(as)? ¿Qué signos de solidaridad vemos en nuestra comunidad?
4.    Como comunidad: ¿Cómo podríamos comprometernos más para llevar a los demás el pan del bienestar material, el pan del amor y de la esperanza y el pan del evangelio del Reino?
5.    “Cuando se comparte, hay  siempre... ¡y sobra!” ¿Han vivido esta experiencia?
6.    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Enséñanos a compartir el pan de cada día».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Piensa en un gesto concreto de solidaridad que puedas promover en tu comunidad. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor de la Vida, nuestros panes y pescados podrán parecer pocos pero compartidos con los demás serán semilla de solidaridad fraterna. Abre nuestras manos, Señor, para que compartamos nuestros bienes, nuestro tiempo y nuestros dones para mostrar que otro mundo es posible.  AMÉN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
1.    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
2.    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
3.    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. El contexto literario: Nuestro texto se encuentra a mitad del evangelio de Lucas: Jesús extiende e intensifica su misión por las aldeas de la Galilea y manda a sus doce discípulos para que le ayuden (9,1-6). La noticia de todo esto llega a Herodes, aquel que mandó matar a Juan Bautista (9,7-9) Cuando sus discípulos regresan de la misión, Jesús los invita a ir a un lugar solitario (9,10) Aquí sigue nuestro texto que habla de la multiplicación de los panes (9,11-17). En seguida Jesús hace una pregunta:“¿Quién dice la gente que soy yo?” (9,18-21). Dicho esto, por primera vez, habla de su pasión y de su muerte y de las consecuencias de todo esto para la vida de los discípulos (9,22-28). Luego viene la Transfiguración, en la que Jesús habla con Moisés y con Elías de su pasión, con el aturdimiento y la incomprensión de parte de los discípulos (9,44-50). Finalmente, Jesús decide ir a Jerusalén, donde encontrará la muerte (9,52).

3. El contexto histórico de nuestro texto: El contexto histórico del Evangelio de Lucas tiene siempre dos aspectos: el contexto del tiempo de Jesús en los años 30, en Palestina, y el contexto de las comunidades cristianas de los años 80, para las que Lucas escribe su Evangelio. Al tiempo de Jesús en la Palestina, el pueblo vivía en la expectativa de que el Mesías, cuando viniese, sería como un nuevo Moisés, y repetiría los grandes prodigios operados por Moisés en el Éxodo: conducir al pueblo por el desierto y alimentarlo con el maná. La multiplicación de los panes en el desierto era para la gente la gran señal de que estaba llegando el tiempo mesiánico (6,14-15).  Al tiempo de Lucas, en las comunidades de Grecia, era importante confirmar a los cristianos en sus convicciones de fe y orientarlos en medio de las dificultades. En el modo de describir la multiplicación de los panes, Lucas recuerda la celebración de la Eucaristía que se realiza en las comunidades de los años 80, y ayuda a las personas a profundizar el significado de la Eucaristía en sus propias vidas. Además, en la misma descripción de la multiplicación de los panes, como veremos, Lucas evoca figuras importantes de la historia del pueblo de Dios: Moisés, Elías y Eliseo, mostrando así que Jesús es verdaderamente el Mesías que viene a cumplir las promesas del pasado.

4. La propuesta de Jesús y la respuesta de los discípulos: Jesús dice: “Denles ustedes de comer”. Los(as) discípulos(as) se asustan, porque sólo tienen cinco panes y dos peces. Pero son ellos(as) los que deben solucionar el problema y la única cosa que les viene a la mente es que la gente vaya a comprar pan. Sólo tienen la solución tradicional, según la cual alguno debe procurar pan para la gente. Alguien debe procurar el dinero para comprar pan y distribuirlo a la gente, pero en aquel desierto, esta solución es imposible. Ellos(as) no encuentran otra posibilidad de resolver el problema. O sea: Si Jesús insiste en no mandar a la gente a sus casas, no hay solución para el hambre de la gente. No pasa por sus mentes que la solución podría venir de Jesús y del pueblo allí reunido.

5. La iniciativa de Jesús para resolver el problema del hambre: Había allí cinco mil personas. ¡Mucha gente! Jesús pide que la gente se siente en grupos de cincuenta. Y es aquí, cuando Lucas comienza a usar la Biblia para iluminar los hechos de la vida de Jesús. Recuerda a Moisés. Él es, de hecho, el primero que dio de comer a la gente hambrienta en el desierto, después de la salida de Egipto (Num. Cáp. 1 al 4). Lucas evoca también a Eliseo. En efecto, es Eliseo quien en el Antiguo Testamento, hace desaparecer el hambre de la muchedumbre con unos pocos panes e incluso sobra (2 Re 4,42-44). El texto sugiere pues, que Jesús es el nuevo Moisés, el nuevo profeta que debe venir al mundo (Jn 6,14-15). Todas las comunidades conocían el Antiguo Testamento y a buen entendedor bastan pocas palabras. Así van descubriendo poco a poco el misterio que envuelve la persona de Jesús.

6. Evocación y significado de la Eucaristía: Después que el pueblo se sienta en tierra, Jesús multiplica los panes y pide a los(as) discípulos(as) que lo distribuyan. Cómo Lucas describe el hecho. Dice: “Tomó entonces los cinco panes… y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente”. Este modo de hablar a las comunidades de los años 80 (y de todos los tiempos) hace pensar en la Eucaristía. Porque esta mismas palabras serán usadas (y lo son todavía) en la celebración de la Cena del Señor (22,19). Lucas sugiere que la Eucaristía debe llevar a la multiplicación de los panes, que quiere decir compartir. Debe ayudar a los cristianos a preocuparse de las necesidades concretas del prójimo. Es pan de vida que da valor y lleva al cristiano a afrontar los problemas de la gente no desde afuera, sino desde dentro de la gente.

7. El gran signo: Todos(as) comieron, se saciaron y ¡sobraron cestas enteras! Solución inesperada, realizada por Jesús y nacida desde adentro de la gente, compartiendo lo poco que habían llevado: Cinco panes y dos peces. Y sobraron doce cestos, después que cinco mil personas han comido de ¡cinco panes y dos peces!

21 may 2013

SANTÍSIMA TRINIDAD


Juan 16,12-15

1. Oración Inicial: Ven Espíritu Santo.  Danos la gracia de acoger la Palabra viva de Dios.  Ilumínanos con tu luz, abre nuestra inteligencia y nuestros corazones para comprenderla.  Danos la voluntad, el valor y la gracia necesaria para ponerla en práctica en nuestras vidas.   AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a)  Introducción: El texto de Juan viene de los discursos de despedida de Jesús. Uno de sus temas es la promesa de la venida del Espíritu, soplo de Dios que orienta la existencia cristiana y continúa la misión del Señor. Jesús nos anunció el Reino y el amor del Padre, su mensaje es vida y desborda toda formu­lación. Sus exigencias son siempre nuevas y sorprendentes, el Espíritu nos las hará conocer. El nos llevará "hasta la verdad completa", porque es "el Espíritu de la verdad" que viene del Padre. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b) Leer el texto: Juan 16,12-15: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c)  Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d)  ¿Qué dice el texto?

1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.

2)     ¿Con quiénes habla Jesús?  ¿Dónde se encuentran?

3)     ¿Por qué Jesús no les decía en ese momento todo lo que quería comunicarles?

4)     ¿Cuáles son las funciones que cumplirá el Espíritu de la Verdad cuando venga?

5)     ¿Cómo es la relación del Espíritu con el Padre y el Hijo?

 
3.   Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el pasaje, reflexionarlo y aplicarlo a nuestra vida.

a)   ¿Cuáles elementos de nuestra vida comunitaria nos unen, nos hacen crecer como hermanas(os) y fortalecen nuestra misión evangelizadora? ¿Cuáles diferencias están creando en nuestra comunidad divisiones y egoísmos?

b)   Dios es comunidad perfecta (Padre, Hijo y Espíritu Santo). ¿Cuáles iniciativas concretas podríamos hacer para que nuestra comunidad sea más imagen de la comunidad de amor y unidad que es la Trinidad?

c)   ¿De qué manera somos como comunidad signo e instrumento de salvación de Dios, a través del amor (el Padre), la entrega y la obediencia (el Hijo) y la apertura a la novedad de los caminos de Dios en las personas y en la historia (el Espíritu)?

d)   ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

 
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. « Enséñanos a ser comunidad unida».

 
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:¿Cómo puedes trabajar por la unidad y la construcción de la comunidad donde vives? Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

 
6. Oración final: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios de la Vida y Señor de la Historia, Tú eres comunidad y familia. Haz de nosotros mensajeros(as) de esperanza y   de paz en la justicia. Que nuestra comunidad sea siempre un vivo reflejo de tu misterio comunitario de amor, signo de liberación para los pobres y los últimos de la tierra, y fermento de unidad y de paz para toda la humanidad.   Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  


Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

 
1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:

a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.

b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?

c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. La quinta promesa del Espíritu (16,12-15): El texto de hoy constituye la quinta promesa del Espíritu en el evangelio de Juan. Se habla del Espíritu como defensor (“Paráclito”) y como maestro, llamándolo “Espíritu de la verdad”. La verdad es la Palabra de Jesús, y el Espíritu aparece con la misión de “llevar a la verdad completa”, es decir, ayudar a los(as) discípulos(as) a comprender todo lo dicho y enseñado por Jesús en el pasado, haciendo que su palabra sea siempre viva y eficaz, capaz de iluminar en cada situación histórica la vida y la misión de los(as) discípulos(as).

El Espíritu tiene una función  didáctica con relación a la palabra de Jesús: nos la “enseña” y nos la “hace comprender”. El Espíritu Santo no propone una nueva revelación, sino que conduce a una total comprensión de la persona y del mensaje del Señor Resucitado. El Espíritu, por tanto, “guía” hacia la “Verdad” de Jesús, es decir, hacia su Revelación, de tal forma que la podamos conocer en plenitud. Es por esto que siempre pedimos la presencia del Espíritu Santo durante nuestra lectura orante.

 3. Iglesia – comunidad: Si partimos de que la santísima Trinidad es la mejor comunidad, de que la comunión de los divinos tres hace que ellos sean un solo Dios, entonces veremos que nace otro tipo de Iglesia. Esa Iglesia es fundamentalmente comunidad. Cada persona tiene en ella sus propias características y sus dones, pero todas viven en función del bien de la gente. Surge una comunidad con diversidades, que se respetan y se valoran como expresión de la riqueza de comunión de la misma Trinidad. Cada persona, en la medida en que crea comunión y se inserta en la comunión, es representante de la santísima Trinidad. En la Trinidad, lo que hace la unión de los divinos tres es la comunión entre ellos y la entrega total de una persona a las otras. Es lo mismo que tiene que ocurrir en la Iglesia: superando la centralización del poder y distribuyéndolo entre todos(as), surgirá la unidad dinámica, reflejo de la unión trinitaria. Cuando la Iglesia se olvida de la fuente de donde nació, la comunión de las tres divinas personas, deja que su unidad se transforme en uniformidad; que un grupo de fieles asuma él solo todas las responsabilidades, poniendo trabas a la participación de los(as) demás; dejar que los intereses confesionales predominen sobre los intereses del Reino; correr el riesgo de que el arroyo de aguas cristalinas se convierta en un charco de aguas estancadas. Es preciso convertirse a la Trinidad, para recuperar la diversidad y la comunión, que crea la unidad dinámica y siempre abierta a nuevos enriquecimientos.

 4. Las dos manos del Padre: el Hijo y el Espíritu Santo: ¿Cómo se reveló la santísima Trinidad? Hay dos caminos que debemos seguir. En primer lugar, la santísima Trinidad se reveló en la vida de las personas, en las religiones, en la historia y, luego, en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, y en la manifestación del Espíritu Santo en las comunidades de la primitiva Iglesia y en el proceso histórico hasta los días de hoy. Aun cuando los hombres y las mujeres no supieran nada de la santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo habitaban desde siempre en la vida de las personas. Siempre que las personas seguían las llamadas de sus conciencias; siempre que obedecían más a la luz que a las ilusiones de la carne; siempre que realizaban la justicia y el amor en las relaciones humanas, estaba presente la santísima Trinidad. Porque Dios trino no se encuentra fuera de esos valores a que aludíamos. San Ireneo (murió por el año 200) dijo acertadamente: "El Hijo y el Espíritu Santo constituyen las dos manos por las cuales nos toca el Padre, nos abraza y nos moldea cada vez más a su imagen y semejanza. El Hijo y el Espíritu Santo han sido enviados al mundo para morar entre nosotros(as) e insertarnos en la comunión trinitaria". La santísima Trinidad, en este sentido, no estuvo nunca ausente de la historia, de las luchas y de la vida de las personas de todos los tiempos. Hemos de distinguir siempre entre la realidad de la santísima Trinidad y la doctrina sobre ella. La realidad de las tres divinas personas ha acompañado siempre a la historia humana. La doctrina surgió luego, cuando las personas captaron la revelación de la santísima Trinidad y pudieron formular doctrinas trinitarias.

 5. La Iglesia, gran símbolo de la Trinidad: Un gran teólogo del siglo III, Tertuliano, uno de los primeros en formular la doctrina sobre la Trinidad, escribió lo siguiente: "Donde está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, allí se encuentra también la Iglesia, que es el cuerpo de los tres". En cada persona humana se refleja el misterio trinitario; se refleja también en la familia; muestra sus signos en la sociedad. Pero es en la Iglesia donde este misterio de comunión y de vida encuentra su expresión histórica más visible. La Iglesia es la comunidad de fe, esperanza y amor que intenta vivir el ideal de unión propuesto por el mismo Jesucristo (17,21). La unidad de los cristianos(as) no reside en una uniformidad burocrática, sino en una interpenetración de los fieles entre sí y con sus pastores al servicio de la gente.

DOMINGO DE PENTECOSTÉS


Juan 20,19-23

 1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu santo. Que tu palabra nos oriente a fin de que  podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar al pueblo que Tú estás vivo en medio de nosotros(as) como

fuente de fraternidad, de justicia y de paz.  AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El Señor resucitado cumple la promesa de volver con sus discípulos (Jn 14,18; 16,16) y de enviarles el Espíritu (14,26). La situación de los discípulos, encerrados por miedo a los judíos, refleja la actitud de la comunidad de Juan, que temerosa ante un mundo hostil, vive la tentación de refugiarse en la pieza, en su propio círculo. Jesús, sin embargo los envía al mundo para que sean testigos suyos y del Padre. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 20,19-23: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d. ¿Qué dice el texto?

1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.

2)     ¿En qué situación humana se encontraban los discípulos? ¿Qué les dice Jesús?

3)     ¿Cómo reaccionaron los discípulos al ver y escuchar al Jesús Resucitado?

4)   A continuación, ¿Qué les dice Jesús y qué gesto realiza? ¿Cuáles son las palabras que acompañan ese gesto?

5)   ¿Cuáles son las características de la misión que los discípulos reciben de parte de Jesús?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a)     ¡Jesús insiste en la paz y lo repite muchas veces! Hoy lo que más falta a la humanidad es la paz: rehacer los pedazos de la vida desintegrados, reconstruir las relaciones humanas, rotas a causa de las injusticias que se cometen y por tantos otros motivos: ¿Qué pasos podemos dar para ayudar a reconstruir la paz y las relaciones quebrantadas entre las personas?

b)    A veces nos resulta más seguro y cómodo quedarnos instalados dónde estamos, sin embargo Jesús nos dice, “...los envío a ustedes” y nos da la fuerza de su Espíritu Santo: ¿Qué debemos hacer entonces para ser una comunidad misionera?

c)     Una comunidad sin perdón y sin reconciliación, no es una comunidad cristiana. ¿Qué nos falta al respecto? ¿Cómo ser signos de reconciliación en nuestra familia, nuestro barrio, nuestra sociedad?

d)    ¿Qué significado tiene saber que contamos con la fuerza del Espíritu Santo para la misión?

e)     ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

 4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.»

 5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: ¿Qué pasos me comprometo a dar esta semana para ayudar a reconstruir la paz y las relaciones rotas entre las personas? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu Santo ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros(as) como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

 1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:

1)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.

2)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?

3)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

 2. Apariciones a los discípulos(as). El presente relato está pensado desde el cum­plimiento de las promesas de Jesús. He aquí la dialéctica entre promesa y cumplimiento. Jesús había dicho: volveré a estar con ustedes (14,18); el evangelista constata: se presentó en medio de ellos (20,19). Jesús había pro­metido: dentro de poco volverán a verme (16,16ss); el evangelista afirma: los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor (20.20). Jesús anunció: los enviaré el Espíritu (14,26; 15,26; 16,7ss), y tendrán paz (16,33); el evangelista recoge las palabras de Jesús: la paz con ustedes... y reciban el Espíritu Santo (20,21ss). Jesús afirmó: voy al Padre (14,12) y el evangelista se encarga de recoger otras palabras de Jesús que significan dar cumplimiento de lo que había prometido: voy a mi Padre, que es también su Padre (20,17).

3. Shalom: la construcción de la paz: En el evangelio de Juan, el primer encuentro entre Jesús resucitado y sus discípulos está marcado por el saludo: «La paz esté con ustedes». La paz que Jesús nos da es diversa de la Pax Romana, construida por el Imperio Romano (14,27). Paz en la Biblia (shalom) es una palabra rica de un profundo significado. Significa integridad de las personas delante de Dios y de los(as) demás. Significa también vida plena, feliz, abundante (10,10). La paz es señal de presencia de Dios, porque nuestro Dios es un Dios de paz. «Que la Paz de Dios está con ustedes». (Rm 15,33). Por esto, la propuesta de paz de Dios produce reacciones violentas. Como dice el salmo: «Desde mucho tiempo vivo con los que odian la paz. Estoy a favor de la paz, pero cuando yo digo “¡Paz!” ellos gritan “¡Guerra!”» (Sl 121,6-7) La paz que Jesús nos da es señal de «espada» (Mt 10,34). Supone persecuciones para las comunidades. Y el mismo Jesús nos anuncia tribulaciones. (Jn 16,33) Es necesario tener confianza, luchar, obrar, perseverar en el Espíritu de modo que un día triunfe la paz de Dios (Sl 85,11) Y entonces, el Reino de Dios será justicia, paz y alegría y estos serán los frutos del Espíritu Santo (Rom 14,17) y «Dios será todo en todos» (1Cor 15,28).

4. El envío: «Como mi Padre me envió, así yo los envío» (20,21): De este Jesús crucificado y resucitado nosotros(as) recibimos la misión, la misma que Él recibió del Padre. Y también para nosotros(as) Él repite: «La paz esté con ustedes». La repetición recalca la importancia de la paz. Construir la paz forma parte de la misión. La Paz que Jesús nos deja significa mucho más que ausencia de guerra. Significa construir un conjunto humano armonioso, en el que las personas puedan ser ellas mismas, con todo lo necesario para vivir, y donde puedan vivir felices y en justicia y paz. En una palabra, quiere decir construir una comunidad según la comunidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Jesús comunica el don del Espíritu (20,22): Jesús sopló y dijo: «Reciban el Espíritu Santo». Y es por tanto con la ayuda del Espíritu Santo con la que podemos realizar la misión que él nos confía. En el evangelio de Juan, la resurrección (Pascua) y la efusión del Espíritu Santo (Pentecostés) son una misma cosa. Todo sucede en mismo momento.

 5.  La acción del Espíritu Santo en el evangelio de Juan: La lengua hebraica usa la misma palabra para decir viento y espíritu. El viento tiene en sí una meta, una dirección: viento del Norte, viento del Sur. Así también el Espíritu de Dios (el viento de Dios) tiene en sí una meta, un proyecto que se manifiesta de muchos modos en las obras que el Espíritu de Dios cumple en la creación, en la historia y sobre todo en Jesús. La gran Promesa del Espíritu está presente en los profetas: la vista de los huesos secos que se revisten de vida, gracias a la fuerza del Espíritu de Dios (Ez 37,1-14); la efusión del Espíritu de Dios sobre todas las gentes (Jl 3,1-5); la visión del Mesías Siervo que será ungido por el Espíritu para restablecer el derecho sobre la tierra y para anunciar la buena noticia a los pobres (Is 11,1-9; 42,1; 44,1-3; 61,1-3). Los profetas entrevén un futuro en el cual el pueblo de Dios renace gracias a la efusión del Espíritu (Ez 36,26-27; Sl 51,12; cf. Is 32,15-20). En el evangelio de Juan estas profecías se cumplen en Jesús. Como sucede en la creación (Gen 1,1), así el Espíritu aparece y desciende sobre Jesús «bajo forma de una paloma venida del cielo»  (1,32). ¡Es el comienzo de la nueva creación! Jesús pronuncia las palabras de Dios y nos comunica el Espíritu, con abundancia (3,34). Sus palabras son Espíritu y vida (6,63). Cuando Jesús se despide, dice que enviará otro consolador, otro defensor que estará con nosotros(as). Es el Espíritu Santo (14,16-17). Por su pasión, muerte y resurrección, Jesús conquista para nosotros(as) el don del Espíritu. Cuando aparece a los Apóstoles sopló sobre ellos y dijo: «Reciban el Espíritu Santo» (20,22) El primer efecto de la acción del Espíritu Santo en nosotros es la reconciliación: «A quienes le perdonan los pecados les quedan perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos» (20,23). Mediante el bautismo todos(as) recibimos este mismo Espíritu de Jesús (1,33). El Espíritu es como el agua que brota de lo íntimo de las personas que creen en Jesús (7,37-39; 4,14). El Espíritu se nos da para poder recordar y entender el pleno significado de las palabras de Jesús (14,26; 16,12-13). Animados por el Espíritu de Jesús podemos adorar a Dios en cualquier lugar (4,23-24). Aquí se vive la libertad del Espíritu. «Donde está el Espíritu del Señor, hay libertad», confirma San Pablo (2 Cor 3,17).