29 jun 2013

13° Domingo



Lucas 9,51-62

1. Oración Inicial: Tu Palabra, Señor, es fuente de vida. Ella nos anima a la esperanza, nos impulsa a vivir el amor y nos hace fuertes en la fe. Envía tu Espíritu Santo para  acercarnos a ella y comprenderla. Enséñanos a beber en el pozo de la vida y muéstranos la novedad permanente del Evangelio. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Hoy conoceremos el comienzo de la parte más original del Evangelio de Lucas. En adelante, va a presentar la vida de Jesús como un largo camino a Jerusalén.  El texto de hoy está formado por dos narraciones: el rechazo de Jesús en Samaria (ambos pueblos se odiaban) y las exigencias del discipulado. Para seguirle, Jesús exige: despego de los bienes y comodidades materiales; llamamiento de Dios; ruptura con el pasado y el presente, incluso con la propia familia, y seguimiento. Todo esto para quedar libre y disponible para comprometerse con el Reino de Dios.  Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 9,51-62: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     ¿Cómo recibieron los samaritanos a los mensajeros de Jesús?
3)     ¿Cómo reaccionaron Santiago y Juan?  ¿Qué hizo Jesús al respecto?
4)     En el camino, ¿Qué dijo a Jesús uno de los discípulos?  ¿Cómo le respondió Jesús?
5)     ¿Cómo respondió la segunda persona a la invitación de Jesús? ¿Cómo le respondió Jesús?
6)     ¿Qué dijo a Jesús la tercera persona? ¿Cómo le respondió Jesús?
7)     ¿Cuáles son las condiciones o exigencias del discipulado que aparecen en el texto? ¿Qué defectos y limitaciones tuvieron las personas que seguían a Jesús?
 
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)   ¿Hemos sido personas que a veces querríamos “hacer bajar fuego del cielo” sobre otras?
b)   ¿Cuál es el defecto de los discípulos de Jesús presente en nosotros(as), discípulos(as) de hoy?
c)   El seguimiento de Jesús  ha de ser sin reservas, ni seguridades. ¿Qué desafíos nos presenta?
d)   «Deja que vaya a enterrar primero a mi padre... «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.» ¿Qué ataduras hoy nos impiden seguir a Jesús sin reservas?
e)   ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «… tú, vete a anunciar el Reino de Dios».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Dejemos una de nuestras seguridades para asumir esta semana una tarea misionera. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios Padre nuestro: tu Hijo Jesús, “decidió subir resueltamente a Jerusalén”, sin importarle todo lo que aquel camino le iba a acarrear de sufrimiento y de cruz; ayúdanos, a los que queremos ser seguidores radicales suyos, a tomar también resueltamente la opción de dar nuestra vida día a día en el servicio a la Causa que él con su entrega nos mostró. AMÉN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
a)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido?
b)    ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto histórico de nuestro texto: El contexto histórico del Evangelio de Lucas tiene siempre estos dos aspectos: el contexto del tiempo de Jesús de los años treinta, en Palestina, y el contexto de las comunidades cristianas de los años ochenta, en Grecia, para las que Lucas escribe su Evangelio. a) En el tiempo de Jesús en Palestina. Para Jesús no fue cosa fácil formar a sus discípulos y discípulas. Porque no es por el hecho de que una persona vaya con Jesús o que viva en comunidad, por lo que esta persona es ya santa y perfecta. La mayor dificultad viene de “la levadura de los fariseos y de Herodes” (Mc 8,15), o sea, de la ideología dominante de la época, promovida por la religión oficial (fariseos) y por el gobierno (herodianos). Combatir esta levadura era parte de la formación que Jesús daba a sus discípulos. Porque el modo de pensar de los grandes tenía raíces profundas y renacía, siempre de nuevo, en la cabeza de los pequeños, de los discípulos. El texto que meditamos hoy nos da una idea de cómo Jesús afrontaba este problema. b) Al tiempo de Lucas, en las comunidades de Grecia. Para Lucas era importante ayudar a los(as) cristianos(as) a no dejarse llevar por “la levadura” del imperio romano y de la religión pagana. Lo mismo vale para hoy. El “fermento” del sistema neoliberal, divulgado por los medios de comunicación, propaga la mentalidad consumista, contraria a los valores del Evangelio.

3. El texto de hoy es el comienzo de la parte más original del tercer Evangelio con respecto a Mateo y a Marcos, pues se sirve de unas tradiciones que él es el único en referir; en adelante, va a presentar la vida de Jesús como un largo camino a Jerusalén.  Este viaje a ocupa casi diez capítulos (9,51  19,28), una tercera parte del evangelio de Lucas. Más de ocho de los 10 capítulos fueron construidos por el mismo Lucas, dejando entonces el orden de Marcos. Es un viaje anticipado ya a la edad de los 12 años (2,41ss) y que culminará con su Ascensión (Hch. 1,10ss) Estamos más bien frente a un viaje “teológico” que a un viaje geográfico en que Jesús camina hacia Jerusalén y su Ascensión.  El sentido de esta “subida” está claramente presentado en el 1ª versículo (vs. 51).  Esta marcha será una marcha hacia la Pasión que Lucas relaciona con la gloria por venir (9,51; 17, 22-24, 30; 18,33; 19, 12-17). Desde el comienzo aparece con claridad el objetivo del viaje: Jesús va a Jerusalén para mostrar que su forma de interpretar el proyecto de Dios es diferente de la interpretación de la religión oficial. Dentro del viaje ha colocado Lucas las instrucciones para los misioneros (10,1-17; 14,15-24) y da las instrucciones a sus discípulos (no solamente a los doce) sobre: la necesaria y firme decisión de seguir a Jesús, la oración, la sinceridad, el testimonio que debe darse de Jesús, la pobreza, el servicio, la conversión, la misericordia, la renuncia a sí mismos, al dinero y a los bienes, la denuncia profética, la humildad, la corrección fraterna, la vigilancia en espera de su regreso, y sobre todo, el gran mandamiento del amor (10,27). El viaje pues, es el tiempo de la formación de los(as) testigos del Evangelio para el tiempo de la Iglesia, cuando Jesús ya no esté físicamente presente. Esta enseñanza la expone con numerosos discursos y parábolas, poniéndola en práctica con algunos milagros.
El caminar de los primeros evangelizadores continuó el de Jesús. Raramente nos dice por dónde pasa Jesús. Sólo al comienzo del viaje (9,51), en la mitad (17,11) y al final (18,35; 19,1) sabemos por dónde está pasando. Esto sirve para las comunidades de Lucas y para nuestras comunidades hoy. Lo que es cierto es que debemos caminar. No podemos parar. Sin embargo, no siempre está claro y definido por dónde pasamos. Lo cierto es el objetivo: el Reino de Dios y el Dios del Reino.

4. Seguir a Jesús exige: a) Disponibilidad para vivir en la inseguridad: “No tener nada, no llevar nada”. No se pone el acento en la pobreza absoluta, sino en ser itinerante. El(la) discípulo(a) lo mismo que Jesús, no puede programar, organizar la propia vida según criterios de exigencias personales, de comodidad individual. b) Ruptura con el pasado, con las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales que atan y generan la muerte. Es necesario que los nuevos discípulos(as) miren adelante, que anuncien el Reino, para que desaparezca el pasado y vivan el proyecto de Jesús. c) Decisión irrevocable. Nada de vacilaciones, nada de componendas, ninguna concesión a las añoranzas y recuerdos del pasado, el compromiso es total, definitivo, la elección irrevocable. Hoy como ayer, Jesús sigue llamando a hombres y mujeres que dejándolo todo se comprometen con la causa del Evangelio y, tomando el arado sin mirar hacia atrás, entregan la propia vida en la construcción de un mundo nuevo donde reine la justicia y la igualdad entre los seres humanos. Por otra parte, observamos una nota de tolerancia y paciencia pedagógica en el evangelio de hoy. Un celo apasionado de los discípulos es capaz de pensar en traer fuego a la tierra para consumir a todos los que no acepten a Jesús... No admiten que otros piensen de manera diversa, ni respetan el proceso que ellos llevan. Jesús simplemente marcha a otra aldea, sin condenarlos.  El seguimiento de Jesús es una invitación y un don de Dios, pero al mismo tiempo exige nuestra respuesta esforzada. Una invitación de Dios y una meta que nos debemos proponer con tesón. Pero sólo por amor a la Causa de Jesús podremos avanzar en su seguimiento.

23 jun 2013

12° Domingo



Lucas 9,18-24

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.   AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El pasaje de hoy retoma el tema de quién es Jesús. La pregunta ya ha sido planteada por Juan el Bautista y por Herodes. Juan le pregunta a Jesús: ¿«Eres tú el que debe venir, o debemos esperar a otro»? (7,19). Herodes dice y pregunta: «A Juan, lo hice decapitar yo ¿quién es este hombre, de quien oigo tales cosas?» (9,9). En el texto de hoy es el mismo Jesús que pregunta lo que la gente piensa de él: ¿Cuál es la opinión pública y la de los apóstoles? Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 9,18-24: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)    ¿Dónde se encuentra Jesús con sus discípulos? ¿Qué estaba haciendo?
3)    ¿Cuál es la primera pregunta de Jesús a sus discípulos? ¿Cuáles son las opiniones de la gente sobre Jesús?
4)    ¿Cuál es la segunda pregunta de Jesús a sus discípulos? ¿Cómo respondió Pedro?
5)    ¿Qué dice Jesús a todos inmediatamente después?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)    Todos creemos en Jesús, pero hay quienes lo entienden de una forma y otros de otra. ¿Cuál es hoy el Jesús más común según el modo de pensar de la gente?
b)    La pregunta de Jesús también va dirigida a nosotros(as), a la Iglesia de hoy, a nuestra comunidad, a mí personalmente: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién es Jesús para nosotros(as)? ¿Qué significa en nuestra vida?
c)    La condición para seguir a Jesús es la cruz. ¿Cómo reaccionamos frente a las cruces de la vida? ¿Qué desafíos nos presentan?
d)    Somos discípulos misioneros(as): ¿Somos consecuentes en nuestro seguimiento de Jesús?
e)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?»

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Confesar que Jesús es el Mesías es vivir como él nos enseñó: ¿Qué debe cambiar en nuestra vida para lograrlo? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Padre Bueno, ayúdanos a creer en Jesús y a seguir sus pasos. Danos fe para reconocer su presencia entre nosotros, vivo en los sufrientes y excluidos.  Ayúdanos a reconocerlo para aprender de su vida y comprometer la nuestra hacia la realización de tu voluntad, el Reinado de la Vida, la justicia y de Amor.  Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  


Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
  1. Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
  2. ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
  3. ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. La pregunta de Jesús después de la oración (9,18): En el Evangelio de Lucas, en varias ocasiones importantes y decisivas, se presenta a Jesús en oración: en el bautismo, momento en que asume su misión (3,21); en los 40 días en el desierto, cuando vence las tentaciones del demonio a la luz de la Palabra de Dios (4,1-13); la noche antes de escoger a los doce apóstoles (6,12); en la transfiguración, cuando conversaba con Moisés y Elías sobre la Pasión en Jerusalén (9,29); en el jardín, cuando afronta la agonía (22,39-46); en la cruz, cuando pide perdón para el soldado (23,34) y entrega su espíritu a Dios (23,46).

3. La opinión del pueblo sobre Jesús (9,19): Al igual que Herodes, muchos pensaban que Juan el Bautista había resucitado en Jesús. Era común la creencia que el profeta Elías regresaría (Mateo 17,10-13, Mc 9,11-12, Ml 3,23-24, Sir 48,10). Y todos alimentaban la esperanza de la venida del profeta prometido por Moisés (Deut. 18,15). Respuestas insuficientes.

4. La pregunta de Jesús a sus discípulos (9,20): Después de escuchar las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro dijo: “El Cristo de Dios!” Pedro reconoce que Jesús es el único que la gente está esperando y que viene a cumplir las promesas. Lucas omite la reacción de Pedro que trata de disuadir a Jesús de seguir el camino de la cruz y también omite las duras críticas de Jesús a Pedro (Marcos 8,32-33, 16,22-23).

5. La prohibición de revelar que Jesús es el Cristo de Dios (9,21): Se les prohibió revelar a la gente que Jesús es el Cristo, el Mesías de Dios. ¿Por qué Jesús se lo prohibió? En aquel tiempo todos esperaban la venida del Cristo, del Mesías, pero cada uno a su manera: ¡algunos esperaban un rey, otros a un sacerdote, otros a un médico, un guerrero, un juez, o un profeta! Nadie parecía esperar al Mesías siervo, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 52,13-53:12). Quién insiste en mantener la idea de Pedro, es decir, del Mesías glorioso sin la cruz, no entiende nada y nunca llegará a asumir la actitud de un verdadero discípulo. Continuará a caminar en la oscuridad, como Pedro, confundiendo a la gente con árboles (cf. Mt 8,24). Porque sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. Por ello, Jesús volvió a insistir en la cruz y más tarde ofrece el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección.

6. El primer anuncio de la pasión (9,22):  Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Siervo, y dice que como el Mesías Siervo anunciado por Isaías, pronto será condenado a muerte en el desempeño de su misión de justicia (Isaías 49,4-9; 53,1-12). Lucas por lo general sigue el Evangelio de Marcos, pero en este caso omite la reacción de Pedro que aconsejaba a Jesús a no pensar en el Mesías sufriente y omite también la dura respuesta: “¡Ve detrás de mí, Satanás! Porque no piensas según Dios, sino según los hombres.” Satanás es una palabra hebrea que significa acusador, que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que Pedro se aleje de su misión. Y Jesús añade: “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.”

7. Condiciones para seguir a Jesús: Jesús saca conclusiones válidas hasta el día de hoy: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame.” En aquella época la cruz era la pena de muerte que el Imperio Romano impuso a los delincuentes marginados. Tomar la cruz cargarla detrás de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginados por el sistema injusto que legitimaba la injusticia. Era lo mismo que romper con el sistema. Como dice Pablo en Gálatas: “El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo" (Gal 6,14). La cruz no es fatalismo, y mucho menos es exigencia del Padre. La cruz es el resultado del compromiso libremente adoptado por Jesús de revelar la Buena Nueva que Dios es Padre, y que por tanto, todos y todas tenemos que ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas. Debido a este anuncio revolucionario, fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay prueba de amor más grande que dar la vida por el hermano.