29 nov 2013

Domingo 1° de Adviento




Mateo 24,37-44

1. Oración Inicial: Una persona de la comunidad puede hacer una invocación al Espíritu Santo orando por cada uno(a), pidiendo su luz y su inspiración para tener apertura y docilidad a su Palabra. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El texto de hoy está tomado del "discurso escatológico" de Mateo. Se trata de una colección de dichos y sentencias de Jesús referentes a su segunda venida. Jesús nos exhorta a estar vigilantes. Nos pide estar atentos a los sucesos para descubrir en ellos la hora de la venida del Hijo del Hombre. Es importante purificar la mirada y aprender a leer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios. Y esto, para no ser sorprendidos, porque Dios puede venir sin avisar, cuando menos lo esperamos. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Mateo 24,37-44: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)   ¿A qué episodio del Antiguo Testamento recurre Jesús para hablar de la venida del Hijo del Hombre? ¿En qué   momento llegó el diluvio?
3)   ¿Qué situación describe Jesús para indicar el destino que las personas recibirán según las obras por ellos practicadas?
4)     Si no sabemos el día que vendrá el Señor: ¿Qué actitud debemos asumir?
5)    ¿Qué ejemplo nos da para que estemos vigilantes y preparados para su venida?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)     ¿Cuál es nuestro modo de esperar la venida de Jesús? ¿Cómo vigilar y estar           preparados?
b)    ¿Qué debemos hacer para mantener una actitud de  vigilancia esperando activamente la venida gloriosa del Señor?
c)    ¿Cuál es la calidad de nuestra esperanza? ¿Cómo sembrar esperanza en el ambiente propio donde estamos insertos? ¿Cuáles son los signos prácticos de esperanza en nuestra comunidad?
d)   Hay gente que vive en desilusión y desesperanza: ¿Qué podemos hacer para que llegue a experimentar el gozo del evangelio?
e)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Ayúdanos, Señor, a vivir como hermanas y hermanos».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Sembrar esperanza en las personas que más la necesitan. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Padre de bondad y de amor, tú nos has prometido una vida llena de felicidad. Aumenta en nosotros(as) la fe y haz que animados(as) por la esperanza de recibir lo prometido, sepamos mantenernos siempre activos y dispuestos a trabajar contigo en el cumplimiento de tus promesas. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto del discurso de Jesús: El Evangelio de Mateo: En el Evangelio de Mateo hay cinco grandes discursos, como si fuesen una nueva edición de los cinco libros de la Ley de Moisés. El texto que meditamos hoy forma parte del quinto Discurso de esta Nueva Ley. Cada uno de los cuatro discursos precedentes ilumina un determinado aspecto del Reino de Dios anunciado por Jesús. El primero: La justicia del Reino es la condición para entrar en el Reino (Mt del 5 al 7). El segundo: la misión de los ciudadanos del Reino (Mt 10). El tercero: la presencia misteriosa del Reino en la vida de la gente (Mt 13). El cuarto: vivir el Reino en comunidad (Mt 18). El quinto Sermón habla de la vigilancia en vista de la venida definitiva del Reino. En este último discurso, Mateo sigue el esquema de Marcos (Mc 13,5-37), pero añade algunas parábolas que hablan de la necesidad de la vigilancia y del servicio, de la solidaridad y de la fraternidad. La espera de la venida del Hijo del Hombre: Al final del primer siglo, las comunidades vivían en la espera de la venida inmediata de Jesús. Ellos se preguntaban: Cuando venga Jesús: ¿Seremos levantado como Él al cielo? ¿Seremos tomados o dejados? (24, 40-41).

3. Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a los días del Diluvio (24, 37-39): Aquí, para aclarar su llamada a la vigilancia, Jesús recurre a dos episodios del Antiguo Testamento: Noé y el Hijo del Hombre. Los "días de Noé" se refieren a la descripción del Diluvio (Gen 6,5 a 8,14). La imagen del "Hijo del Hombre" viene de una visión del profeta Daniel (Dan 7,13). En los días de Noé, la mayoría de las personas vivían sin preocupaciones, sin darse cuenta que en los acontecimientos se acercaba la hora de Dios. La vida continuaba "y no se dieron cuenta, hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos". Y Jesús concluye: "Así será también la venida el Hijo del hombre". En la visión de Daniel, el Hijo del Hombre vendrá de improviso sobre las nubes del cielo y su venida decretará el fin de los imperios opresores, que no tendrán futuro.

4. Jesús aplica la comparación a los que escuchaban (24,40-41): "Entonces estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado". Estas frases no deben ser tomadas literalmente. Es una forma para indicar el destino que las personas recibirán según la justicia de las obras por ellos practicadas. Algunos serán tomados, o sea, recibirán la salvación y otros no la recibirán. Así sucedió en el diluvio: "solo tú has sido justo en esta generación (Gen 7,1). Y se salvaron Noé y su familia.

5. Jesús aporta la conclusión (24,42): ¡Estén preparados! Es Dios el que determina a hora de la venida del  Hijo. Pero el tiempo de Dios no se mide con nuestro reloj o calendario. Para Dios, un día puede ser igual a mil años y mil años iguales a un día (Si 90,4; 2 Pe 3,8). El tiempo de Dios es independiente de nuestro tiempo. No podemos interferir el tiempo de Dios, pero debemos estar preparados para el momento en el que la hora de Dios se hace presente en nuestro tiempo. ¡Puede ser hoy, puede ser de aquí a mil años! Dios viene cuando menos se espera. Puede suceder que Él venga y la gente no se dé cuenta  de la hora de su llegada.

6. ¿Cuándo vendrá el fin del mundo?  Cuando la Biblia habla del "fin del mundo", se refiere, no al fin del mundo, sino al fin de un mundo: Se refiere al fin de este mundo, donde reina la injusticia y el poder del mal que amargan la vida. Este mundo de injusticia tendrá fin y a su puesto vendrá "un cielo nuevo y una tierra nueva", anunciados por Isaías (Is 65,15-17) y previsto por el Apocalipsis (Ap 21,1). Ninguno sabe cuándo ni cómo será el fin de este mundo (Mt 24,36), porque ninguno sabe lo que Dios tiene preparado para los que le aman (1 Cor 2,9). El mundo nuevo de la vida sin muerte supera todo, como el árbol supera a su simiente (1 Cor 15,35-38). Los primeros cristianos estaban ansiosos por asistir a este fin (2 Tes 2,2). Seguían mirando al cielo, esperando la venida de Cristo (Hch 1,11). Algunos ya no trabajaban (2 Tes 3,11). Pero, "no nos corresponde a nosotros conocer los tiempos y momentos que el Padre tiene reservado en virtud de su poder" (Hch 1,7). El único modo de contribuir a la venida del fin "de modo que puedan llegar los tiempos de la consolación" (Hch 3,20), es dar testimonio del Evangelio en todo lugar, hasta los extremos confines de la tierra (Hch 1,8).
Revestidos de su espíritu, estaremos en vela preparados para su venida. El Hijo del Hombre viene y nos sorprende a la hora que menos pensamos (24,44), particularmente en nuestro  encuentro diario con los seres humanos de los que ha hecho sus hermanos. De ahí que la exigencia de estar en vela (vs.42) se traduce en escuchar el clamor de liberación, en secundar y dinamizar las esperanzas profundas de nuestros pueblos. La espera del Señor no nos saca de la historia, nos compromete con ella pues esperamos al Dios que ha venido y está con nosotros. La esperanza es ambiciosa, pero vale la pena. Ella nos ayudará a ver lo que hay de incoherente en nuestro comportamiento personal, de engaño y de doblez en nuestras vidas, pero también de prometedor en los esfuerzos por defender la vida y la justicia.

Domingo 33

Lucas 23,35-43
1. Oración Inicial: Una persona de la comunidad puede hacer una invocación al Espíritu Santo orando por cada uno(a), pidiendo su luz y su inspiración para tener apertura y docilidad a su Palabra. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».
2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Existían varias esperanzas mesiánicas del pueblo judío en el tiempo de Jesús: unos esperaban a un nuevo rey, al estilo de David; otros, un caudillo militar que fuera capaz de derrotar el poderío romano; otros como un nuevo Sumo Sacerdote, que purificaría el Templo. En los tres casos, se esperaba un Mesías triunfante y poderoso. Sin embargo, es en el texto de hoy que vamos a descubrir de qué manera Cristo es “Rey”. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 23,35-43: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)     ¿Qué hacía la gente que estaba presente durante la crucifixión?
3)     ¿Qué hacían  y decían las autoridades? ¿Qué hacían y decían los soldados?
4)     ¿Qué hacía y decía a Jesús uno de los criminales crucificados con Él? ¿Qué le recrimina el otro? ¿Y qué le dice  a Jesús? ¿Qué le responde el Señor?
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)    De las actitudes de Jesús en la cruz: ¿Qué aprendemos para ser mejores discípulos(as)?
b)  Jesús no es un rey como los de este mundo que usan su poder para dominar y en beneficio propio. Servir, no dominar es la gran norma del Reino que proclama el Señor. A la luz de esta norma:
1)    En nuestras familias: ¿Vivimos libres de autoritarismo, opresión o sometimiento? ¿Nos valemos de nuestra autoridad como personas adultas para imponernos de manera autoritaria? ¿Justificamos en nombre de la “autoridad” abusos de poder, maltrato físico, verbal, psicológico?
2)    En nuestra comunidad: ¿Somos fieles al nuevo modelo de relaciones entre las personas que nos presenta Jesús, o bien seguimos el modelo autoritario, represivo, impositivo y excluyente? ¿Qué nos falta para servir y no dominar?
c) ¿Cómo son las relaciones humanas en la relación de pareja? ¿Se basan en la dominación/dependencia o en la promoción de la mutua libertad responsable de ambas personas?
d)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «…hoy estarás conmigo en el paraíso».
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Elige un gesto concreto de servicio para vivir como Jesús esta semana. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.
6. Oración final: Concluyamos nuestro encuentro retomando todo lo que hemos reflexionado y orado, digamos juntos el Padre Nuestro Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
  1. Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
  2. ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
  3. ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. El letrero con la causa de la condena de Jesús: "Este es el rey de los judíos". De hecho, Jesús es el rey, pero un rey diferente. No aquel que quita la vida de los demás para mantener su poder y dominio, sino aquel que da la propia vida para que todos tengan libertad y vida. El es el Mesías-Rey de Is 11, 1-9, que traería el reinado de la justicia y de la paz. Sin embargo, parece que este reinado cuesta la sangre de Jesús y de todos los inocentes que luchan por la justicia y la paz.
3. ¿Es ese un rey? ¿De qué reino?: Jesús es condenado a muerte por decirse rey. Así lo afirman sus acusadores; y así lo reconoce el propio Jesús ante Pilato, representante del rey (el emperador romano) cuyo ejército ocupaba Palestina y oprimía a sus habitantes (23,1-3). Esa condición de rey está en una inscripción colocada en la parte superior de la cruz (23,38). Ella contrasta con la situación física del hombre clavado en ella. El pueblo, que había escuchado su predicación miraba desconcertado, consternado quizás, al crucificado. Los magistrados (literalmente: los jefes) que habían sido cuestionados por esa misma predicación se burlaban, disfrutaban su victoria. Aquel que se presentaba como Salvador no es capaz de salvarse él mismo, esto -pensaban- lo desprestigiará ante el pueblo (vs.35-38). Habían entendido mal, una vez más. Pero nosotros corremos también el riesgo de no comprender. Afirmando -por ejemplo- que Jesús reconoce ser rey de un reino puramente espiritual, sin relación con este mundo. EL Reino de Dios que proclama el Mesías es una realidad global, nada escapa a ella. La oposición radical no está aquí entre lo espiritual y lo temporal, lo religioso y lo histórico, sino entre poder de dominación y poder de servicio. Jesús no es un rey como los de este mundo, que dominan y maltratan a quienes tienen bajo ellos; no utiliza su poder en beneficio propio, por eso no se salva a sí mismo. El Señor vino a enseñarnos que todo poder (político, religioso, intelectual) está al servicio de los oprimidos y desvalidos.
4. Servir, no dominar; esa es la gran norma del Reino que proclama el Señor. Se le traiciona entonces cuando empleamos el poder recibido -cualquiera que él sea- para imponer nuestras ideas, y mantener privilegios. Cuando, por ejemplo, como personas de Iglesia aprovechamos nuestra situación en la sociedad para hacer oídos sordos a los derechos de aquellos que no participan de nuestra fe. Una actitud de servicio supone sensibilidad para escuchar al otro, sólo ese testimonio podrá abrir corazones y mentes al anuncio del Reino de Cristo. El comportamiento de Jesús, que no utilizó su poder en beneficio propio, quebró la dureza de uno de los malhechores con los que Jesús fue crucificado (23,40-41). El testimonio del Señor le hizo entender de qué Reino Jesús era rey. De un Reino que desde hoy, en este mundo y en esta sociedad, debe cambiar nuestra manera de ver las cosas, de relacionarnos con otros y debe impulsarnos a encarnar en nuestra historia grandes valores del reinado de Dios.
5. ¡Acuérdate de nosotros! Jesús y su proyecto dividen incluso a los mismos criminales. Uno de ellos se burla de Jesús y desafía su mesianismo, es decir, lo instiga para que use el poder para liberarse y liberar a los demás. Muchos ven en este criminal al pueblo judío, que esperaba el Mesías político, que restauraría la grandeza de la nación. Es preferible ver en él a todos aquellos que imaginan posible vencer el poder opresor a través de otro poder. ¿Será que la lucha  por el poder terminará algún día? El otro subversivo se convierte al proyecto de Jesús. Reconoce que no es por la fuerza ni por el poder como la justicia, la libertad y la vida se hacen. El Reino es el amor que trae la verdad y la justicia, y de allí la libertad y la vida para todos. Este es el paraíso para el cual Dios creó a toda la humanidad.
6. La Crucifixión: En la presentación que se hace de los dos malhechores crucificados con Jesús, Lucas opone dos tipos de personas que encarnan dos maneras de reaccionar ante la salvación que nos trae Jesús. Su inocencia brilla nuevamente y la ejerce en el perdón con» un signo más de su señorío. El buen ladrón ha sabido leer los signos de los tiempos y ha reconocido en el crucificado al Mesías que va a participar de la gloria en la resurrección. Estar hoy en el paraíso no expresa un dato cronológico, sino que la salvación empieza a hacerse realidad desde la cruz. Tampoco el paraíso lo debemos entender como un lugar en el que se espera el momento de la resurrección final; es más bien la manera de expresar que la salvación definitiva llega a la vida de este ladrón arrepentido. Los creyentes de la comunidad lucana ven aquí el perdón de Jesús, que está en el origen de su vida cristiana, y que han experimentado en el momento de su conversión. Nunca es tarde, recuerda Lucas, para volver a los caminos del evangelio. Cualquier día puede ser el hoy (23,43) de la salvación.
7. Desgraciadamente, ¡cuántas veces en nuestra vida eclesial reproducimos los modelos de “reinado” del mundo, y no los de Dios en Jesucristo! ¡Cuántas veces establecemos relaciones de poder autoritarias en vez de fraternas! ¡Cuántas veces entramos en colaboración con los poderes del sistema, ya sea por acción o por omisión! El modelo de “reinado” que nos presenta el “Cordero degollado” nos interpela y llama a la conversión.

Domingo 32



Lucas 20,27-38

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que podamos leer e interpretar el texto bíblico de hoy. Tu palabra nos oriente a fin de que nosotros(as), como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a la gente que Tú estás vivo en la historia como fuente de fraternidad, de justicia y de paz.  AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Los saduceos, que colaboraron frecuentemente con los romanos y procedían de la burguesía de Jerusalén próxima al templo, eran conservadores en materia religiosa. Sólo aceptaban plenamente las leyes del Pentateuco y no daban tanta importancia a los profetas, los otros escritos y la tradición oral. De ahí su oposición al tema de la resurrección. Son ellos los que proponen a Jesús un caso difícil para mostrar que es absurdo creer en la resurrección. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 20,27-38: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)     ¿Qué historia cuentan los saduceos a Jesús para mostrar que no puede haber resurrección?
3)     En la respuesta de Jesús: ¿Por qué dice que los hombres y las mujeres son hijos(as) de Dios?
4)     ¿Qué referencia hace Jesús a Moisés para mostrar que también el libro de Éxodo nos hace saber que los muertos resucitan?
5)     ¿Cómo describe Jesús a Dios?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)     ¿Qué experiencias hemos vivido que revelan que Dios no es dios de muertos sino de vivos?
b)    ¿Qué debemos hacer para ser portadores de vida y esperanza para las personas que viven horrores de violencia o para las que han perdido a sus seres queridos?
c)     ¿Qué podemos hacer para que los enfermos graves o terminales puedan descubrir la presencia de Dios como un Dios de vivos y no de muertos?
d)    Ante la muerte, mucha gente hace preguntas y muchas de ellas son para recriminar a Dios. ¿Cómo reaccionamos frente a una aparente “ausencia de Dios” en momentos difíciles que genera la muerte? ¿Estamos preparados para encontrarnos cara a cara con el Señor Jesús?
e)     ¿Cómo se manifiesta en nuestra comunidad el Dios de la Vida?
f)     ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, tu eres el Dios de vivos, no de muertos».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Realizar una acción concreta esta semana para trabajar por la vida de los demás. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios de Vida, que en Jesús has hecho renacer nuestra esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva; te pedimos que nos ayudes siempre a defender la vida. Que sepamos transmitir a nuestros hermanos y hermanas, con la palabra y con las obras, las razones de la esperanza que nos sostiene.   Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  





Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto: Después de este largo camino, Jesús finalmente entra en Jerusalén. Hasta este momento Jesús sólo se había acercado a Jerusalén. Lo primero que hace es una acción profética: la expulsión de los vendedores del Templo. El texto, tomado de Marcos, está muy reducido. Luego viene el texto 19,47-48 que hace inclusión con el final de toda la sección en 21,37-38. Esta inclusión busca enmarcar toda la sección y presentar la actividad de Jesús en el Templo como enseñanza. En el Templo Jesús se confronta con las autoridades, pero enseña al Pueblo. La llegada de Jesús a Jerusalén está marcada por dos reacciones diferentes: el pueblo pobre lo aclama como el Rey-Mesías, instaurador de la justicia y de la paz, liberador de los pobres y débiles (19,29-40). Las autoridades, en cambio, se sienten amenazadas en su prestigio y poder.

3. Manifestación de Jesús en Jerusalén (19,29-21,38): Frente a la visión tradicional, que reduce a una semana el ministerio de Jesús en Jerusalén, el relato de Lucas parece implicar que dura un período de tiempo más largo (19,47; 22,53). El largo camino de Jesús hacia la ciudad santa, una creación literaria de Lucas, ha alcanzado su meta. Jesús aparece tomando posesión de Jerusalén, especialmente del templo, y purificándolo para que se transforme en lugar adecuado para su predicación. También en esta parte del ministerio en Jerusalén, enmarcada entre dos sumarios casi paralelos (19,47-48; 21,37-38), Lucas reproduce el esquema de la segunda parte de su evangelio (el ministerio en Galilea). Se trata también aquí de manifestar la personalidad de Jesús y el origen de su autoridad. Pero ahora, la clave se encuentra sólo en la palabra de Jesús. Son unos capítulos de revelación en los que paulatinamente vamos tomando conciencia de que Jerusalén y su templo ya no son el lugar de encuentro con Dios. Este encuentro tiene lugar ahora a través de Jesús.

4. La ley del levirato: Los Saduceos niegan la resurrección de los muertos, porque según ellos, este objeto de fe no formaba parte de la revelación que Moisés se les había dado. En Israel, la fe en la resurrección de los muertos aparece en el libro de Daniel escrito en el 605-530 a.c. (Dan 12: 2-3). La encontramos asimismo en 2 Mac 7: 9, 11, 14, 23. Para ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos, los Saduceos citan la prescripción legal de Moisés sobre el levirato (Dt 25, 5), es decir el antiguo uso de los pueblos semíticos (hebreos inclusive), según el cual el hermano o un pariente cercano de un hombre casado, fallecido sin hijos, tiene que casarse con la viuda para asegurar: a) al difunto una descendencia (los hijos iban a considerarse legalmente como hijo del difunto), y b) un marido para la mujer, ya que las mujeres dependían del marido para su sustentamiento.

5. Controversias Con Las Autoridades: Es evidente que Jesús no va a Jerusalén como peregrino sino para enfrentarse proféticamente con las autoridades del Templo que, desde la ciudad, mantienen al pueblo sometido a la explotación y opresión. Ya se puede prever este gran enfrentamiento: los poderosos matarán a Jesús, pero El se convertirá en el núcleo alrededor del cual se reunirá el pueblo de Dios (20, 9-19). El pasaje que se nos propone para nuestra reflexión hoy constituye una parte central del texto de Lucas 20,20 - 22,4 y cuyo argumento son las discusiones con las autoridades. Ya en el comienzo del capítulo 20, Lucas nos presenta algunos conflictos surgidos entre Jesús, los sacerdotes y los escribas (vs.1-19). Aquí Jesús está en conflicto con los Saduceos, quienes aceptaban como revelación sólo los escritos de Moisés (vs. 28) negando así el desarrollo gradual de la revelación bíblica. En este sentido se entiende más la frase “Moisés nos dejó escrito” pronunciada por los Saduceos en este malicioso debate, pensado como una trampa para acechar a Jesús. Para probar la resurrección, Jesús cita Ex 3,6 (Lc 20,37-38). En el Pentateuco, que los saduceos admitían como normativo de su fe, Dios habla de sí mismo como del Dios de los patriarcas, que habían muerto hacía siglos. Comienza así, una nueva fase de la historia donde el pueblo se reunirá alrededor del Dios de la vida que no quiere la muerte y el sacrificio: sino la libertad y la vida. En efecto, Jesús no es sólo el hijo y heredero de David, que restableció la monarquía gloriosa de Israel (20, 41-44). Jesús es el Hijo del Dios de la vida y vino para dar vida. El pueblo debe estar atento para no ser engañado por los que poseen el poder del saber pero lo utilizan solo en provecho propio (20, 45-47). En adelante, el saber genuino es el que lleva al pueblo a la liberación y la vida.

6. Un Dios que libera: El Dios de los padres y madres del pueblo judío es Yahvé, el Dios de la vida. La fe en la resurrección es la fe en un Dios que da, y quiere, la vida para todos(as) "porque para él todos viven" (20,38). Por eso es un Dios liberador. La fe y la esperanza en la resurrección deben traducirse en un compromiso por defender la vida. Sabemos lo que eso implica en nuestros tiempos, en el que las fuerzas de la violencia y muerte parecen atemorizar a la gente, en particular a los más pobres y oprimidos. La fe en la resurrección no nos saca de la historia, por el contrario hace que nos insertemos profundamente en ella, llevando la convicción de que su sentido último está en la vida. Creer en el Dios de los vivos nos hace rechazar la muerte temprana e injusta infligida a tantas personas.