26 sept 2011

27° Tiempo Ordinario (A)


27° Tiempo Ordinario (A)
Mateo 21,33-46

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, nos prometió la ayuda del Espíritu para que pudiésemos recordar todo lo que había dicho y comprender más profundamente el significado y la verdad de su Palabra. Envíanos hoy este Espíritu Santo para poder leer y comprender la Palabra de Dios. AMËN. Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy es la segunda de tres parábolas consecutivas con las cuales Jesús, al día siguiente de la entrada mesiánica en Jerusalén, le responde a los líderes del pueblo judío sobre su autoridad. En esta parábola (21,33-44) se entabla un juicio de responsabilidad no sólo por no escuchar a los profetas y al Hijo sino por el asesinato. Frente a Jesús están los representantes del pueblo judío, quienes comprenden que la parábola es para ellos. Sin embargo, los lectores de Mateo son los cristianos (as) de su comunidad. También la Iglesia hoy escucha esta parábola como un llamado de atención a ella. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 21,33-46: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Qué hizo el propietario con su tierra para esperar una buena cosecha?
3)     Nombrar los personajes quienes aparecen en el texto. ¿A quiénes se refieren cada uno?
4)     ¿Para qué el dueño de la viña envía a sus siervos y a su hijo? ¿Cuál es la respuesta deseada?
5)     ¿Cómo se comportaron los trabajadores con los enviados? ¿Por qué actuaron de esa manera?
6)     ¿Cómo responden los interlocutores a la pregunta de Jesús?
7)     Después de citar la Escritura, ¿qué les dice Jesús como conclusión y cómo reaccionaron los jefes de los sacerdotes y fariseos?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿De que manera el símbolo de la viña es como un espejo en el cuál se puede ver y reflexionar la historia personal y comunitaria de nuestra relación con Dios?
  2. ¿Cuáles son los frutos del Reino que Dios espera de nosotros(as) hoy? ¿Qué frutos del Reino de Dios estamos dando en nuestra comunidad?
  3. Jesús no claudicó en su misión cuando encontró rechazo y oposición: ¿Somos capaces de soportar las dificultades en nuestro empeño de ser discípulos misioneros? ¿Pueden las dificultades ser un instrumento para medir nuestra autenticidad y la madurez de nuestra fe?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “..se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.”

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Qué fruto me comprometo a producir en esta semana? (Por ejemplo, voy a visitar a un enfermo y compartir la Palabra de Dios que hoy hemos meditado)” Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Dios, Padre Bueno, que desde el comienzo nos has manifestado tu amor y nos cuidas como un viñador amoroso; guía nuestros pasos para que sepamos serte agradecidos y haz que nuestra gratitud se demuestra con obras de justicia, de amor y de paz.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: La parábola de los labradores homicidas está colocada por Mateo en la cornisa de otras dos parábolas: la de los dos hijos (21,28-32) y la del banquete de bodas (22,1-14). Juntas las tres parábolas contienen una respuesta negativa: la del hijo al padre, la de algunos campesinos al dueño de la viña, la de ciertos invitados al rey que celebra las bodas de su hijo. Las tres parábolas intentan mostrar un único punto: se trata de aquéllos que como no han acogido la predicación y el bautismo de Juan, ahora están de acuerdo unánimemente en rechazar el último enviado de Dios, la persona de Jesús. La introducción a la primera parábola de 21,28-33 sirve también para la parábola de los labradores homicidas: Llegó al templo y mientras enseñaba los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron y le preguntaron: ¿Con qué autoridad obras así? ¿Quién te ha dado esta autoridad? Es la aristocracia sacerdotal y aquella otra secular la que se acerca a Jesús cuando Él entra en el templo. Están preocupados por la popularidad de Jesús y hacen sus preguntas a Jesús para saber dos cosas: qué tipo de autoridad se atribuye para hacer aquello que hace, y el origen de esa autoridad. En realidad la segunda resuelve lo que se pide en la primera. Lo sumos sacerdotes y los jefes del pueblo exigen una prueba jurídica: no se recuerda jamás que los profetas tengan autoridad directamente de Dios.

2. Realidad de la Palestina del siglo 1º: ¿Cuál sería la explicación de esta invitación amenazante para escuchar? El presupuesto se ha de buscar en las condiciones económicas de la Palestina del siglo 1º después de Cristo: grandes extensiones de terrenos pertenecían a latifundistas extranjeros, los cuáles arrendaban los terrenos a grupos de arrendatarios. El contrato de arrendamiento preveía que parte de lo que se cosechaba era para el patrón el cual ejercía su derecho enviando a gente de confianza a recaudar lo debido. En esta situación se puede comprender cómo estaría probado el estado de ánimo de los campesinos: existía un fuerte descontento que alguna vez acababa en revuelta. Jesús en su parábola toca esta situación concreta, pero la transporta a un estado de comprensión más alto: aquella situación se convierte en un compendio de la historia de Dios con su pueblo. Para Mateo, al lector se le invita a hacer una lectura simbólica de la parábola.

3. Las equivalencias de las metáforas: La parábola en realidad es una alegoría en la cual cada elemento tiene un correspondiente en la realidad:

  • La viña = Israel (21,33b), Jerusalén (21,39), el Reino de Dios (21,43).
  • El propietario = Dios (llamado el “Señor” en el vs.40).
  • Los viñadores = los líderes de Jerusalén e Israel.
  • Los frutos = las buenas obras de justicia que Dios espera que se hagan.
  • El rechazo de los siervos = el rechazo de los profetas.
  • El envío y el rechazo del hijo = el envío y el rechazo de Jesús.
  • El castigo de los viñadores homicidas = la destrucción de Jerusalén.
  • Los nuevos viñadores = la Iglesia.

4. Esta parábola tiene una gran importan­cia en el conjunto del evangelio, pues en ella está la clave para entender el envío de los dis­cípulos(as) a todos los pueblos. Al principio la buena noticia fue dirigida sólo a Israel (10,5-6), pero el pueblo elegido ha rechazado insistentemente la invitación a acoger el rei­no. Por eso Jesús fue congregando en torno al grupo de los discípulos un -"nuevo Israel"-, cuya misión será anunciar a todos los pue­blos la salvación (28,16-20). El reino ha si­do quitado a Israel y entregado a este nuevo pueblo mesiánico congregado por Jesús, la Iglesia.

5. Esta parábola, con sus transformaciones en la comunidad cristiana después de la pasión de Jesús, es una puerta abierta siempre a la conversión, a la esperanza. Los seres humanos que en tiempos de Jesús aguardaban, entonces, que se diera en su generación la irrupción de un mundo nuevo e inaudito, se percataron de que aquella parábola iba por ellos y no quisieron aceptar que el tiempo nuevo había llegado con aquél profeta que hablaba de aquella manera. Quien entiende que esta parábola nos introduce en un mundo donde sólo hay vida cuando no se vive a costa de otras vidas, habrá dado con esa puerta abierta a la esperanza, a la fraternidad, a la paz y a la justicia. Sabemos que la realidad última, para la fe cristiana, es Dios mismo, pero como Dios Padre de toda la humanidad. Era el Padre de Jesús, el profeta de Nazaret, y ese Dios, cuando se asesina a cualquier persona, siente en sus entrañas lo que sintió con la muerte de Jesús. También esta parábola es un canto de amor por la vida.

6. ¿Cuáles son nuestros frutos? El propio evangelio de Mateo nos dirá unos capítulos más lejos que no dar de comer al pobre es negarlo a Cristo mismo, lo que significa condenar al pobre, y a Cristo, a la muerte. Ser cristiano(a) es precisamente lo contrario, es dar vida. Eso es lo que pide el Evangelio.

21 sept 2011

Mateo 21, 28-32

26° Tiempo Ordinario (A)
Mateo 21, 28-32

1. Oración Inicial: Señor, abre el corazón, es él quien llama con veces apremiantes de ternura; venga: habla, Señor, que tu Palabra es vida y salvación de quienes la escuchamos, meditamos, oramos y contemplamos. AMËN.      Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Jesús narra un hecho muy frecuente en la vida de familia. Un hijo dice a su padre: "¡Voy!", pero luego no va. Otro hijo le dice: "¡No voy!", pero luego va. Jesús pide a sus oyentes que presten atención y que den su parecer. Por esto, durante la lectura, prestamos atención para descubrir el punto exacto sobre el cuál quiere Jesús reclamar nuestra atención. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 21, 28-32: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿A quiénes se dirigía Jesús al pronunciar esta parábola? (Buscar en los versículos anteriores)
3)     ¿Cómo respondió el primer hijo a la petición de su padre? ¿Qué hizo después?
4)     ¿Cómo respondió el segundo hijo a la petición de su padre? ¿Qué hizo después?
5)     ¿Cuál es el punto central que Jesús subraya en la conducta de los dos hijos?
6)     ¿Quiénes entrarán al Reino de Dios antes que los sacerdotes y los ancianos judíos? ¿Por qué?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. La conducta de dos hermanos se repitan hoy. ¿Cómo va esta contradicción en nuestra vida? ¿Existe coherencia entre lo que decimos y hacemos? ¿Qué partes de nuestra vida traicionan nuestras palabras, nuestra generosidad y buena intención? 
  2. A lo largo de nuestra vida, en la catequesis, en las misas dominicales, retiros, e inclusive en las comunidades de lectura orante; fuimos renovando nuestra fe en Dios. Aparte de decirle “SÍ” al Señor: ¿Hacemos lo que Él nos pide? ¿Qué obstáculos nos impide hacerlo más plenamente?
  3. Las palabras valen si van acompañadas de la práctica de vida. Nuestra calidad evangélica se mide en la acción, no en las palabras. Comentar.
  4. Jesús, con una mirada contemplativa, fue capaz de reconocer la presencia activa de Dios en las personas despreciadas como pecadores e impuros. ¿Cuál es nuestra actitud frente a ellas?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “… los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Andar por los caminos del Señor diciéndole SÍ día a día. Que nuestro “Sí” sea generoso, sincero, comprometido y verdadero en la realidad de todos los días.  Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Padre Bueno, tu pides coherencia entre nuestras palabras y la acción; purifique nuestros corazones y fortalezca nuestra voluntad, de manera que entre uno y otra haya en nuestras vidas más afinidad, tal como lo experimentamos en Jesús, nuestro hermano y Señor, que vive y ama contigo por los siglos de los siglos. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás… 

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: El Rechazo de Israel. Las tres parábolas de Mt 21,28 - 22,14 muestran que el primer evangelio acentúa mucho más que los otros sinópticos el rechazo de Israel. La parábola de los dos hijos sólo aparece en Mateo. Describe una escena familiar: al pedido del padre, un hijo responde no quiero, pero luego reflexiona, se arrepiente y cumple; al otro le falta valor para decir "no" y acepta una orden que en su interior no piensa cumplir. En el contexto de las controversias que empezaron con la pregunta de los sumos sacerdotes y los escribas sobre la autoridad de Jesús (21,23-27), los dos hijos representan sin duda a dos grupos bien definidos: por un lado, los judíos piadosos, que dicen y no hacen, como lo aclara el reproche que Jesús dirige más tarde a los escribas y fariseos (23,3); por el otro, los publicanos y prostitutas, que por su fe en Jesús estaban más cerca del Reino de Dios. Los judíos, que honran a Dios con los labios pero su corazón están lejos de él (15, 8), son suplantados por un pueblo que produce fruto a su debido tiempo (21,41). El vs. 32 no pertenecía originariamente a la parábola, pero se une naturalmente a ella en razón de su contenido. El texto establece un paralelismo tácito entre Jesús y Juan el Bautista, y hace notar que la situación descrita en la parábola de los dos hijos ya estaba presente en tiempos de Juan. Juan vino por el camino de la justicia, pero los jefes del pueblo, que son ahora los adversarios de Jesús, no escucharon su llamado a la conversión. En cambio, los recaudadores de impuestos y -las prostitutas creyeron en él y por eso llegan antes que ellos al reino de Dios (vs. 31).

2. El camino de justicia: Jesús se halla en Jerusalén, su tiempo se acorta. La hostilidad de quienes rechazan su mensaje se exacerba. La parábola de hoy es simple y nos cuestiona. Antes de hacer su comparación el Señor pide la opinión de sus auditores, ellos mismos decidirán (21,28). Notemos que sólo el orden en que es presentado el comportamiento de los dos hijos descarta la interpretación que consistiría en identificar al primero con el pueblo de Israel y al segundo con la Iglesia (vs.28-30). El asunto no es cronológico, está en juego algo más hondo y permanente en la vida del creyente: hacer la voluntad de Dios. El relato es sobrio, no se dan las razones de los dos comportamientos, simplemente se les describe. Pese a su reserva inicial, el primer personaje cumple con la voluntad del Padre (vs.29). Sus palabras dijeron no, pero su gesto termina diciendo sí. El segundo, en cambio, es un mentiroso: acepta en teoría lo que niega en la práctica (vs.30). Es un incoherente. El seguimiento de Jesús se juega en nuestra práctica, ella decide el destino ante Dios. El hacer prima sobre el decir. La pregunta de Jesús no deja lugar a escapa­toria y exige discernimiento: "¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre?" (vs.31). No basta responder: "el primero". Los que escuchan a Jesús se saben interpelados: ¿Con cuál de los dos se identifican nosotros(as)? ¿Cuál creen que es el camino de justicia?

3. “…las prostitutas y los publicanos les preceden en el Reino de Dios”: Usando como clave la respuesta dada por los mismos sacerdotes y ancianos, Jesús aplica la parábola al silencio pecaminoso de sus oyentes de frente al mensaje de Juan Bautista. La respuesta que habían dado se convierte en la sentencia de su misma condena. En línea con esta sentencia los publicanos y las prostitutas son aquéllos, que inicialmente, habían dicho no al padre y que luego habían terminado por hacer la voluntad del padre, porque habían recibido y aceptado el mensaje de Juan Bautista, como proveniente de Dios. Mientras ellos, los sacerdotes y ancianos, son aquéllos, que inicialmente habían dicho al padre, pero no habían hecho lo que el padre quería, porque no quisieron aceptar el mensaje de Juan Bautista, ni siquiera delante de tanta gente que lo aceptaba como mensajero de Dios. Así, por medio de la parábola, Jesús lo cambia todo: aquéllos que eran considerados transgresores de la ley y condenados por esto, eran en verdad los que habían obedecido a Dios e intentaban recorrer el camino de la justicia, mientras los que se consideraban obedientes a la ley de Dios, eran en verdad los que desobedecían a Dios.
El motivo de este juicio tan severo por parte de Jesús está en el hecho de que las autoridades religiosas, sacerdotes y ancianos, no querían creer que Juan Bautista hubiese venido de parte de Dios. Los publicanos y las prostitutas, por el contrario, lo habían creído. Esto significa que para Jesús la capacidad de reconocer la presencia activa de Dios no estaba en los sacerdotes y en los jefes, sino en las personas despreciadas como pecadores e impuros.
Prostitutas y publicanos no sólo eran profesiones terriblemente despreciadas, sino que quienes las ejercían eran considerados personas asquerosas e inadmisibles entre la gente de bien. Jesús ridiculiza todas esas valoraciones lanzadas desde los pedestales del sistema religioso dominante. En la comunidad de Mateo esta comparación explicaba el rechazo de los líderes religiosos de Israel y la acogida del evangelio por par­te de los paganos.

4. El “arrepentimiento” de los publicanos y prostitutas se convierte en modelo: el actuar “justo” de aquellos que antes se han portado de manera equivocada, debería atraer a la conversión a aquellos que se consideran buenos, pero no van a la práctica. En fin, una primera respuesta equivocada no es una decisión definitiva. Es posible el cambio. La vida se puede enderezar por medio de la conversión y un proyecto de vida conducido según la escucha y la puesta en práctica del querer del corazón del Padre.

12 sept 2011

25° Tiempo Ordinario (A) Mateo 19,30 - 20,16

25° Tiempo Ordinario (A)
Mateo 19,30 - 20,16

1. Oración Inicial: Señor, envíe tu Espíritu Santo.  Concédenos escuchar con apertura de corazón tu Palabra y comprender su mensaje para que vivamos siempre conforme a tu voluntad y actuemos como luz y fermento del mundo. AMËN.      Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: La gracia y la misericordia de Dios se contrapone a la mentalidad religiosa judía de los tiempos de Jesús. Frente a la mentalidad del mérito del sistema religioso se opone la de la gracia predicada por Jesús. Desde esta perspectiva, la salvación no se alcanza solamente por méritos propios sino por la misericordia de Dios que nos la concede a pesar de que no la merezcamos. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt19,30 - 20,16: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     Escenificar la parábola con todos los pormenores y después reflexionar. Cada persona cuenta al grupo qué sintió cuando representaba su papel.
2)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué
3)     ¿Qué personajes aparecen en la parábola del reino que relata Jesús? ¿Cuál es la situación que narra la parábola?
4)     ¿Cuál es la actitud de los trabajadores que comenzaron a trabajar a primera hora? ¿Qué explicación les da el dueño de la viña?
5)     ¿Qué imagen de Dios nos muestra la parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Qué nos parece la actitud del patrón? ¿Y las protestas de los trabajadores?
  2. La murmuración nace de la envidia porque Dios trata a todas las personas por igual. ¿Acaso existe en nosotros(as) un espíritu de competencia, codicia  o envidia?
  3. El amor del Padre es gratuito. Cuando nosotros(as) hacemos algo por los demás: ¿Es para cumplir y recibir nuestra recompensa, o lo hacemos por amor gratuito?  ¿Por qué lo hacemos?
  4. ¿De qué manera el mensaje evangélico de hoy de que «los primeros serán los últimos», nos exige un cambio de actitud y de conducta?
  5. ¿Qué debemos cambiar en nuestra vida y en nuestra pastoral para ver y vivir la vida con la mirada de Dios reflejada en la parábola?
  6. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Qué acto de generosidad libre y gratuito, que sin ningún interés de devolución, voy a realizar durante la semana?  Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Padre Bueno, anima nuestras fuerzas para trabajar por tu Reino.  Que no seamos mezquinos y aprendamos a darlo todo gratuitamente con alegría. Danos buen ánimo y mucha esperanza para escuchar tu Palabra y comprometernos con la vida. Enséñanos a mirar la vida con tu mirada, para trabajar sin interés y con alegría en la construcción de tu Reino.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás…  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: Mateo ha colocado aquí esta parábola para completar la enseñanza anterior sobre la re­compensa que espera a los que dejan todo para seguir a Jesús. La parábola debió a la controversia de Jesús con las autoridades judías por su continua relación con personas de dudosa reputación como publicanos, pecadores, enfermos, niños, paganos y mujeres. Precisamente aquellos que estaba considerados impuros y, por tanto, excluidos del círculo de santidad. Pero en el contexto de la comunidad de Mateo se percibe el conflicto producido entre los judeocristianos y paganos cristianos que confluyen en la misma comunidad. Esta nueva situación provocó una encendida po­lémica, que es fácilmente reconocible en otros escritos del Nuevo Testamento (Gal 1 -2 y Hch 15). Algunos cristianos de origen ju­dío no podían entender que los paganos, ve­nidos más tarde, tuvieran en la Iglesia la mis­ma situación que ellos. Su actitud está reflejada en la queja de los obreros de la pri­mera hora, que se sienten discriminados al recibir lo mismo que los contratados a media tarde. La parábola muestra que se trata de un don, un regalo inmerecido, y es igual pa­ra todos. La frase final: los últimos serán los primeros, y los primeros últimos, es la expre­sión de este cambio de situación que trae consigo la llegada del reino bajo el patronazgo de Dios.

2. “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros”: Este pasaje se abre con una partícula conectiva, “en efecto” que es muy importante, porque me remite al versículo 19,30, donde Jesús afirma que “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros” con las mismas palabras que repetirá al final de esta parábola. Palabras, por tanto fundamentales, que quieren indicarnos la dirección que hay que tomar. Jesús es el Reino de Dios, el reino de los cielos; Él es el mundo nuevo, al cuál estamos invitados a entrar. Pero el suyo es un mundo al revés, donde nuestra lógica de poder, ganancia, recompensa, habilidad, esfuerzo, no vale y se substituye por otra lógica, la de la gratuidad absoluta, del amor misericordioso y sobreabundante.  Creer ser el primero, ser fuerte y capaz; si ya me he colocado en el primer puesto en la mesa del Señor, es mejor que me levante ya y me vaya a ocupar el último puesto. Allí el Señor vendrá a buscarme, y llamándome, me levantará, me colocará en alto hacia Él.

3. La gracia y la misericordia de Dios. El sistema religioso del tiempo de Jesús y de las primeras comunidades centraba la práctica religiosa en el mérito y la paga. La salvación se había convertido en un mercado de compra y venta. Jesús cuestiona a fondo esta mentalidad que tanto mal le ha hecho al pueblo. La salvación es don gratuito de Dios, no se alcanza por méritos propios sino por la misericordia de Dios que nos la concede a pesar de que no la merezcamos. Y la gracia tiene que ver con el amor misericordioso. Dios no maneja nuestros esquemas contables interesados y lucrativos. Para Dios, tanto los primeros como los últimos son objeto de su inmenso amor y misericordia.
4. El amor libre y gratuito del Padre: El texto va al corazón del mensaje de Jesús: el amor libre y gratuito del Padre. El salario entero que el propietario decide dar a aquel que vino a trabajar al morir el día provoca la reacción de los que esta­ban allí desde temprano. La igualdad en el tratamiento les parece a injusticia. El propietario rechaza la acusación: "¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete" (vs.13-14). La justicia de Dios está por encima de la formalidad de la justicia humana. Ella tiene en cuenta las necesidades más profundas de las personas, de aquellos que contra su volun­tad "estaban en la plaza parados" (vs.3), porque nadie los había contratado. Los obreros de la hora undécima tienen, sin embargo, el mismo derecho a trabajar que los primeros, y a vivir ellos y sus familias de ese trabajo. En un mundo como el nuestro, en que la gran mayoría de la población está subempleada o desocupada, el derecho al trabajo -recordado con energía por Juan Pablo II en su encíclica "Sobre el trabajo humano"- es una manifestación del derecho a la vida. No se respeta esa reivindicación fundamental del ser humano cuando una sociedad y su orden legal no procuran el pleno empleo de todos en nombre de leyes económicas que responden únicamente al lucro y al privilegio de unos pocos.
5. ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? En respuesta a esta provocación, el dueño de la viña apela al derecho que tiene de disponer de sus bienes como mejor le parece: ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? No es ningún agravio dejarse llevar por la compasión hacia los desocupados y pagar la misma cantidad a los que trabajaron una hora y a los que se habían fatigado todo el día. Al contrario, él ha sido justo con los primeros (según el modo humano de concebir la justicia) porque les dio el sueldo convenido; y también ha sido justo con los últimos, ya que con ellos no había hecho ningún acuerdo condicionante del trabajo y el salario. Es obvio, sin embargo, que este argumento humano no resulta del todo convincente, porque el reproche no apuntaba al trato dispensado a los distintos grupos de jornaleros tomados aisladamente, sino a la desproporción entre la recompensa dada a unos y a otros en el momento del pago. Pero así resalta mucho más la enseñanza de la parábola: la misericordia de Dios no se opone a la justicia humana, sino que la trasciende totalmente en el amor.

4 sept 2011

24° Tiempo Ordinario (A)

24° Tiempo Ordinario (A)Mateo 18,21-35

1. Oración Inicial: Una persona de la comunidad puede hacer una invocación al Espíritu Santo orando por cada persona que está ahí, pidiendo su luz y su inspiración para tener apertura y docilidad a su Palabra.   Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Meditamos hoy la tercera parte del “Sermón de la Comunidad”. Pedro toma la pa­labra como portavoz de los discípulos y se constituye en destinatario de una ense­ñanza particular de Jesús. Su pregunta se refiere es­pecíficamente a los límites del perdón. Jesús le responde que el perdón ha de ser ilimita­do y para ilustrar su enseñanza, le propone una parábola. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 18,21-35: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Qué pregunta Pedro a Jesús? ¿Qué pretende la pregunta?
3)     ¿Qué le responde Jesús?
4)     En la parábola: ¿Cuál fue la actitud inicial del rey ante la deuda impagable de su funcionario? ¿Qué actitud tuvo después de la súplica del funcionario?
5)     ¿Cuál fue la actitud del funcionario perdonado ante la pequeña deuda de su compañero? ¿Qué actitud tuvo después de la súplica del funcionario? A saber después, ¿Cómo lo encaró el rey?
6)     ¿Cuál es el mensaje final que Jesús transmite en esta parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Hay personas que dicen: "Yo perdono, pero no ol­vido". Rencor, resentimientos, enfrentamientos, ofensas…, hace difícil el perdón y la reconciliación. ¿Por qué resulta tan difícil perdonar?
  2. Mirando la realidad de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra iglesia, de nuestra sociedad y de nuestro mundo, ¿existe un espacio para el perdón y para la reconciliación? ¿Dónde y cómo podemos comenzar, de modo que la reconciliación se hace una realidad?
  3. ¿Nos sentimos perdonado por Dios? Cuenta alguna experiencia al grupo. ¿Cómo puede ayudamos esta experiencia de perdón a superar las rencillas y a tener las mismas actitudes que Jesús pide en este pasaje?
  4. Nunca el Evangelio llama a tolerar la impunidad. La verdadera reconciliación está basada en la Justicia, la Verdad, la misericordia y el perdón. Comentar.
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Señor, ayúdanos a perdonar”.

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Quién tengo que perdonar? “… setenta veces siete"  Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Padre Bueno haz que descubramos la importancia que tiene para nuestras vidas el sabernos y sentirnos perdonados y perdonadas por Ti, de manera que también perdonemos de corazón a quienes que nos han ofendido. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. ¿Cuántas veces perdonar? (18,21): Ante las palabras de Jesús sobre la reconciliación, Pedro pregunta: ¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces?” Siete es un número que indica perfección y en el caso de la propuesta de Pedro, siete es sinónimo de siempre. Jesús mira más lejos (18,22):. Elimina todo posible límite al perdón: “¡No hasta siete, sino setenta veces siete!” ¡Setenta veces siempre! Para aclarar la respuesta dada a Pedro, Jesús cuenta una parábola ¡Es la parábola del perdón sin límite!

2. 10.000 talentos – 100 denarios: En la corte oriental, todos los miembros, por más importantes que fuesen sus cargos, eran empleados, es decir, siervos/esclavos (1 Sm 8,11-17; 2 Re 5,1-27; Mt 25,14-30). En esta parábola, el siervo debía una gran fortuna, pues un ta­lento equivalía más o menos a 34 kilos de oro; 10.000 talentos serían entonces 340.000 kilos de oro. Debía ser un personaje muy importante en la corte, pero estaba en la bancarrota. El empleado no pidió el perdón de la deuda, quería un plazo ma­yor. Prometía que iba a devolver todo, lo cual era imposible aun­que vendiera toda la familia. ¡La deuda era impagable!  Ante la petición angustiada del siervo, el rey, por compasión, le concedió no sólo el plazo que había solicitado, sino el perdón de toda la deuda (18,27). Al comportamiento tan extraordinario del rey se opone la mezquindad y dureza del empleado perdonado con su compa­ñero de trabajo. Este alto funcionario se encuentra con un cortesano que le debe una cantidad insigni­ficante (cien denarios es la cantidad que un jornalero ganaba en tres meses, y por tanto poca cosa para un alto funcionario). El olvida la experiencia que ha vivido y oprime a su compañero, que también le pide un plazo para poder pagar la deuda irrisoria. El contraste es muy grande.

3. El perdón es siempre gratuito: El perdón mutuo construye la comunidad, implica confiar en las personas. La afirmación de Jesús es ilustrada con una de las más bellas parábolas de los evangelios y que es propia a Mateo. El "ajuste de cuentas" (vs.23) se evaporará ante la justicia de Dios basada en la gratuidad del amor. Ante el pedido del servidor, el rey le perdona la deuda. "Diez mil talentos" (vs.24) consti­tuye una cantidad fabulosa y casi impagable, (algo así como la deuda externa de los países pobres...); por eso la promesa del servidor no pasa de ser un intento para conmover al Señor. El perdón del rey es enteramente gratuito, lo hace simplemente por "compasión", por amor, no porque piense que un día recibirá lo que se le adeuda.

4. No tengas rencor a tu prójimo: El comportamiento del servidor contrasta con el que tuvo el Señor. Su compañero de trabajo le debe apenas cien denarios. Suma perfectamente pagable, pese a eso la súplica del deudor no es escuchada. El "siervo malvado" no ha aprendido la lección. En estricta justicia él puede enviar a la cárcel a quien le debe, pero el rey le acaba de mostrar otra justicia, la que se basa en el amor gratuito que no pide nada a cambio. El Dios de Jesús ama porque es bueno. Ante la inmensidad de su amor los méritos de las personas son secundarios. Así también deben amar aquellos que creen en El. El amor de Dios es modelo de nuestra conducta. Ante la gratuidad del amor, la pregunta "¿cuántas veces tengo que perdonar?" pierde sentido. Ante los sufrimientos de los pobres del mundo, golpeados por un despiadado liberalismo económico, ante inauditos y cruentos conflictos bélicos, surgen hondos reclamos de justi­cia. De una justicia que va más allá de lo legal para ir hacia los derechos más fundamentales del ser humano. Amar gratuitamente, como Dios nos ama, lleva la justicia a la raíz y a la plenitud de sus exigencias.

5. ¿Olvidar? La palabra "perdón" significa perfección en el don, ple­nitud en la entrega. No es olvidar, en el sentido de borrar del recuerdo los hechos, puesto que a veces es imposible; es continuar dando, entregándose a pesar de todo, recha­zando el desamor y, por supuesto, la venganza, que es lo primero que sale de dentro. La ley del talión, "ojo por ojo, diente por diente" (Ex 21,23-25), había supuesto un avance dentro de Israel, porque permitía frenar la escalada de violencia en la vida social. Pero el evangelista les recuerda que Jesús había ido más allá: "A quien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra" (5,39), "No te digo que per­dones siete veces, sino setenta veces siete" (Mt 18,21). Quiere mostrarles que el mayor ejemplo del perdón es la misericordia del Padre, que nos hace capaces de perdonar a nuestros hermanos(as) (18,33).

6. El Rey: El rey representa al Padre, que en su amor gratuito, ha cancelado la deuda que los dis­cípulos(as) tienen contraída con él, ofreciéndo­les el perdón. El único lí­mite para la gratuidad de la misericordia de Dios es nuestra in­capacidad de perdonar al hermano (18,34; 6,15). Mateo conoce la impor­tancia del perdón para la vida comunitaria, pero sólo aquí revela el profundo significado de este gesto. El perdón dentro de la comunidad ha de ser ilimitado, pues Dios ha perdonado la deuda incalculable que tenemos con él. Quien ha­ya experimentado la misericordia del Padre, no puede andar calculando las fronteras del perdón y de la acogida al hermano(a).