10 dic 2011

3º Domingo de Adviento

3º Domingo de Adviento (B)
Juan 1, 6-8.19-28

1. Oración Inicial: Padre bueno, envíanos el Espíritu Santo, para que podamos acoger a Jesús que pasa por nuestra historia y ofrece la vida por la humanidad. Danos una visión límpida y un corazón abierto para escuchar e interpretar tú Palabra. Danos el estar siempre preparados para colaborar en la construcción tu Reino. AMÉN. Cantar el estribillo "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Juan el Bautista fue un profeta con muchos discípulos y un protagonismo popular. Jesús lo definió como el más grande entre los nacidos de mujer. Y no obstante, según Jesús, el más pequeño en el Reino es más grande que Juan. (Mt 11,11). Juan sabía esto. Alabado por los otros, no se alababa por cuenta propia. Después que Jesús comenzó a anunciar el Reino de Dios, él supo cederle el puesto. Sus discípulos, al contrario, no tuvieron su grandeza de alma. Se sintieron envidiosos. Juan les ayudó a superar el problema. De hecho no es fácil ceder el puesto y la guía a otros y colaborar con ellos para que puedan realizar su propia misión. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 1, 6-8.19-28: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más?
2)     ¿Con qué palabras comienza el texto de hoy?  ¿Qué quieren decir esas palabras?
3)     ¿Con quienes dialoga Juan el Bautista? ¿Qué le preguntan? ¿Qué responde?
4)     ¿Cuales son las tres definiciones negativas con que Juan se defina? ¿Qué dice finalmente Juan de sí mismo?
5)     Usando una frase del Antiguo Testamento para decir lo que él es, Juan desvía la atención de sí mismo sobre Jesús. ¿Qué nos dice esto acerca de Juan y de Jesús?
6)     ¿Qué punto te ha llamado más la atención y te ha gustado más en la conducta de Juan Bautista?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. La misión de Juan Bautista puede tomarse como símbolo de la misión de toda persona cristiana: no suplantar a Jesús, sino gastar la vida en abrirle camino, abriendo camino a su causa, ¡el Reino!  ¿Estamos siendo buenos precursores del Reino que Jesús anunció? ¿Allanamos montes, rellenamos quebradas, abrimos caminos? Explicar.
  2. ¿Qué mensaje nos brinda hoy el testimonio de Juan?
  3. ¿Cómo puede todo esto ayudarnos a celebrar la Navidad?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. "Soy la voz del que clama en el desierto. Allanen el camino del Señor"

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometemos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿A qué nos compromete el dar testimonio de Jesús?  Ofrece a Jesús un gesto concreto de compartir tu tiempo y recursos con los que más necesitan. Llevamos una "palabra". Seguramente esta "palabra" o versículo se hará presente durante el día (semana) mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Dios nuestro, tú que quieres que trabajemos de tal modo que, cooperando unos con otros, realicemos en esta tierra tu Reino.  Ayúdanos a asumir, en medio de nuestros trabajos diarios, nuestra condición de pueblo tuyo y hermanos(as) de todas las personas. Padre Nuestro, que estás en el cielo…Amén.
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1.  Juan Bautista en el evangelio de Juan: El Evangelio de Juan fue escrito al final del primer siglo. En aquel tiempo, tanto en Palestina como en toda el Asia Menor, dondequiera que hubiese una comunidad de judíos, había también personas que habían tenido contacto con Juan el Bautista o que habían sido bautizados por él (He 19,3). Juan Bautista provocó un movimiento popular muy grande. El mismo Jesús se adhirió a su movimiento y se hizo bautizar por él en el río Jordán. También después de la muerte, Juan Bautista seguía ejercitando una gran atracción e influencia, tanto entre los judíos como entre los cristianos que provenían del judaísmo (He 19,1-7). Las informaciones sobre Juan Bautista conservadas en el cuarto evangelio son las siguientes: a) Juan viene para dar testimonio de la luz (1,6-8); b) Jesús viene después de Juan y también es discípulo de Juan. No obstante esto, Él es más importante que Juan, porque existía antes que Juan: "El que viene detrás de mí, ha pasado delante de mí, porque era primero que yo" (1,15-30). Jesús es la Palabra creadora que estaba junto al Padre desde la creación (1,3); c) Juan confesó abiertamente: "Yo no soy el Cristo. No soy Elías. No soy el profeta que espera el pueblo. Soy sólo uno que clama en el desierto, enderezad el camino del Señor (1,19-23); d) De frente a Jesús, Juan se considera indigno de desatar la correa de su zapato y dice: "Él debe crecer y yo disminuir" (1,27; 3,30); e) Con respecto a Jesús él declaró al pueblo: "He visto descender el Espíritu Santo del cielo como una paloma y posarse sobre Él: Ese es el que bautiza en el Espíritu Santo" (1,32-33); f) Juan señala a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (1,29-36), el amado de Dios (1,34).

2.  El puesto de Juan en el plan de Dios; dar testimonio de la luz. (1,6-8): El Prólogo del cuarto Evangelio afirma que la Palabra viva de Dios está presente en todas las cosas y brilla en las tinieblas como una luz para cada persona. Las tinieblas intentan apagarla, pero no lo consiguen (1,15). Ninguno consigue esconderla, porque no podemos vivir sin Dios por mucho tiempo. La búsqueda de Dios, siempre de nuevo, renace en el corazón humano. Juan Bautista viene para ayudar al pueblo a descubrir esta presencia luminosa de la Palabra de Dios en la vida. Su testimonio fue tan importante, que muchas gentes pensaban que él era el Cristo (He 19,3; Jn 1,20). Por esto el Prólogo aclara: "Juan no era la luz. Vino para dar testimonio de la Luz"

3. El testimonio negativo de Juan sobre sí mismo: él no es lo que los otros piensan de él. (1,19-21): Los judíos envían sacerdotes y fariseos para saber quién es este Juan que bautizaba al pueblo en el desierto y que atraía a tantas gentes de todas partes. En vez de decir quién es, responde lo que no es: "¡No soy el Mesías!" Añade otras dos respuestas negativas: él no es ni Elías, ni el Profeta. Se trata de aspectos diferentes de la misma esperanza mesiánica. En los tiempos mesiánicos, Elías debería volver para llevar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres. O sea, habría regresado para restaurar la convivencia humana (Ml 3,23-24; Si 48,10). El profeta anunciado para llevar en el futuro a buen término la obra iniciada por Moisés, era visto por el pueblo como el Mesías esperado (Dt 18,15). Juan rechaza estos títulos mesiánicos, porque no era él el Mesías. Existían muchas versiones sobre la misión de Elías. Algunos decían que el Mesías sería como un nuevo Elías. En este sentido Juan no era Elías. Otros decían que la misión de Elías era sólo la de preparar la venida del Mesías. En este sentido Juan era Elías. Las preguntas de los fariseos y sacerdotes sobre el significado de Juan Bautista dentro del plan de Dios eran también las preguntas de las comunidades. Así, las respuestas de Jesús, recogidas por el evangelista, servían también para las comunidades.

4. Los testimonios positivos de Juan: él es sólo uno que prepara el camino  (1,22-24): Los enviados de los sacerdotes y fariseos querían una respuesta clara, porque debían dar cuenta a los que les habían encargado interrogar a Juan. Para ellos no bastaba saber lo que Juan no era. Querían saber quién es él y que cosa significa dentro del plan de Dios. La respuesta de Juan es una frase tomada del profeta Isaías: "Soy la voz del que clama en el desierto. Enderezad los caminos del Señor" (1,23). En este uso del Antiguo Testamento aparece la mística que animaba la lectura que los primeros cristianos hacían de la Sagrada Escritura.

5. Significado del bautismo y de la persona de Juan (1,25-28): En las comunidades cristianas del final del siglo primero había personas que conocían sólo el bautismo de Juan (He 18,25; 19,3). Entrando en contacto con otros cristianos que habían sido bautizados en el bautismo de Jesús, ellos querían saber cuál era el significado del bautismo de Juan. En aquel tiempo el bautismo era una forma con la cual la persona se comprometía con un determinado mensaje. Quien aceptaba el mensaje estaba invitado a confirmar su decisión a través de un bautismo. Por ejemplo, con el bautismo de Juan la persona se vinculaba al mensaje anunciado por Juan. Con el bautismo de Jesús, la persona se vinculaba con el mensaje de Jesús que les comunicaba el don del Espíritu (He 10,44-48; 19,5-6).  En medio de ustedes está uno a quien no conocen. Esta afirmación de Juan Bautista se refiere a Jesús, presente en la muchedumbre. Hoy Él está en medio de nosotros(as) y también hoy, muchas veces, no lo conocemos.

2º Domingo de Adviento

2º Domingo de Adviento (B)
Marcos 1,1-8

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia.  Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.  Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: La primera frase del Evangelio según San Marcos dice así: «Comienzo de la Buena Noticia de Jesús Mesías Hijo de Dios».  Para Marcos, la vida de Jesús es un hecho importante y él quiere presentar esta Noticia como una buena noticia (evangelio). Toda noticia, anuncio o relato de una persona, sobre todo cuando es comunicada como Buena Noticia, suscita mucho interés en el lector. Por eso, el Evangelio según San Marcos ha fascinado a tantos lectores a lo largo de veinte siglos. El contenido central lo constituye la persona de Jesús, Mesías e Hijo de Dios.  En estos dos títulos queda indicada la misión y la verdadera identidad de Jesús. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 1,1-8: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Con qué palabras comienza el evangelio de Marcos? ¿Qué quiere decir esas palabras?
2)      ¿Qué dice la cita del profeta Isaías sobre la misión de Juan Bautista?
3)     ¿Qué es el contenido y repercusión de la predicación de Juan Bautista?
4)     ¿Qué predicaba Juan sobre el Mesías?
5)     ¿Qué dice el texto sobre la persona de Jesús y sobre su misión?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Juan Bautista pidió una conversión (cambio) de vida. ¿Cuál es el cambio que Dios está         pidiendo hoy de nosotros?  ¿Qué caminos deben ser enderezados hoy en nuestra sociedad?
  2. «Comienzo de la Buena Noticia de Jesús Mesías Hijo de Dios». La historia de Jesús es el comienzo y nosotros somos la continuación. ¿Cómo está presente en nuestras vidas y en la historia, la semilla de la Buena Noticia de Dios?
  3. Juan Bautista preparó la venida de Jesús. También para nosotros, la Buena Noticia nos llega a través de las personas y los acontecimientos bien concretos que nos indican el camino que lleva a Jesús.  En mi vida personal: ¿Quién me ha indicado el camino hacia Jesús?
  4. Y nosotros, ¿Hemos ayudado a personas descubrir la Buena Noticia de Dios en sus vidas?  Explique.
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino”.

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Vivir la conversión implica un cambio profundo de vida, para seguir los pasos de Jesús. ¿Qué gesto concreto  de conversión puedes vivir esta semana? Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Señor, aviva nuestra fe, nuestro amor, nuestra esperanza, y danos creatividad para seguirte y construir tu Reino. Enséñanos a darlo todo, compartir nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestros dones. Padre Nuestro que estás en el cielo…  AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1. Clave de lectura: En los años 70, época en la que Marcos escribe su evangelio, las comunidades vivían una situación difícil. Desde fuera eran perseguidas, por el Imperio Romano. Desde dentro, se vivían entre dudas y tensiones. Algunos grupos afirmaban que Juan Bautista era igual que Jesús. Otros querían saber cómo debían comenzar el anuncio de la Buena Noticia de Jesús. En estos pocos versículos, Marcos comienza a responder, narrando cómo se inició la Buena Noticia de Dios que Jesús nos anuncia y cuál es el puesto que Juan Bautista ocupa en el proyecto de Dios.

2. Marcos 1,1: Comienzo del Evangelio de Jesús, Hijo de Dios
En la primera frase de su Evangelio, Marcos dice: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, ¡Hijo de Dios! (Mc 1,1). Al final del Evangelio, en el momento de la muerte de Jesús, un soldado romano exclama: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! (Mc 15,39). Al principio y al final está este título de Hijo de Dios. Entre el principio y el final, a lo largo de las páginas del evangelio, Marcos aclara cómo debe ser entendida y anunciada esta verdad central de nuestra fe: Jesús es el Hijo de Dios.

3. Marcos 1,2-3: La semilla de la Buena Noticia está escondida en la esperanza de la gente
Para indicar el comienzo de la Buena Noticia, Marcos cita al profeta Isaías. En el texto de este profeta aparece la esperanza que habitaba en los corazones de la gente en los tiempos de Jesús. La gente esperaba que el mensajero viniese a preparar el camino del Señor, según cuanto había sido proclamado por el profeta Isaías que dice: Voz de aquél que grita: Preparad el camino al Señor, enderezad sus sendas (Is 40,3). Para Marcos la semilla de la Buena Noticia es la esperanza suscitada en la gente por las grandes promesas que Jesús había hecho en el pasado por medio de dos profetas. Hasta ahora, la esperanza de la gente es el gancho al que se aferra la Buena Noticia de Dios, para saber cómo iniciar el anuncio de la Buena Noticia, es importante descubrir la esperanza que la gente tiene en su corazón. ¡La esperanza es lo último que muere!

4. Marcos 1,4-5: El movimiento popular suscitado por Juan el Bautista hace crecer la esperanza
Marcos hace como hacemos también hoy nosotros. Se sirve de la Biblia para iluminar los hechos de la vida. Juan Bautista había provocado un gran movimiento popular. ¡Toda la región de la Judea y todos los habitantes de Jerusalén iban al encuentro de Juan!  Marcos se sirve del texto de Isaías para iluminar este movimiento popular, suscitado por Juan Bautista. Indica que con la venida de Juan Bautista la esperanza del pueblo ha comenzado a encontrar una respuesta, a realizarse. La semilla de la Buena Nueva comienza a despuntar, a crecer.

5. Marcos 1,6-8: Juan Bautista es el Profeta Elías que la gente esperaba
Del profeta Elías se decía que venía a preparar el camino del Mesías “¡convirtiendo el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres!” (Mal 3,24; cf Lc 1,17), o sea, esperaban que Elías viniese a reconstruir la vida comunitaria. Elías era conocido como “un hombre vestido de pieles y con un cinturón de cuero a la cintura” (2Re 1,8). Marcos dice que Juan se vestía con pieles de camello. Indicaba con claridad que Juan Bautista había venido a cumplir la misión del Profeta Elías (Mc 9,11-13). En los años 70, época en la escribe Marcos, mucha gente pensaba que Juan Bautista fuese el mesías (He 19,1-3). Para ayudarles a discernir, Marcos cita las palabras del mismo Juan: “Después de mí viene aquél que es más fuerte que yo y de quien no soy digno de desatar sus sandalias. Yo he bautizado con agua. Él bautizará con Espíritu Santo”. Marcos nos dice que Juan señala el camino hacia Jesús. Hace saber a las Comunidades que Juan no era el Mesías, sino más bien su precursor.

6 «Comienzo de la Buena Noticia de Jesús Mesías Hijo de Dios». Así dice la primera frase de la fuente histórica sobre la vida de Jesús que llamamos Evangelio según San Marcos. La historia de Jesús es el comienzo y nosotros somos la continuación. El problema es que esta continuación de la historia de Jesús es una mezcla de traición a Jesús y también de fidelidad a Jesús; hay fracasos y éxitos. La historia de la Iglesia a veces reproduce la historia de Jesús y a veces la traiciona. Por eso es necesario un discernimiento. Es necesario volver a este «comienzo» de la historia de Jesús, para juzgar desde allí la historia de todos los cristianos. Marcos comienza su evangelio describiendo cómo fue el principio del anuncio de la Buena Noticia de Dios.  El comienzo, la semilla de la Buena Noticia de Dios, está escondido en nuestra vida, en nuestro pasado, en la historia en que vivimos. El pueblo de la Biblia tenía esta convicción: Dios está presente en nuestra vida y en nuestra historia.