30 ene 2012

5º Tiempo Ordinario (B)

5º Tiempo Ordinario (B)

Marcos 1,29-39


1. Oración Inicial:
Señor, no sanan las heridas y males del alma una hierba ni un bálsamo, sino tu Palabra, que todo lo sostiene y crea, siempre nuevo cada día. Señor, envía ahora sobre nosotros tu Espíritu con abundancia para que te escuchemos con todo el corazón y con toda el alma. AMÉN.    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En medio de su intensa actividad de profeta itinerante, Jesús cuidó siempre su comunicación con Dios en el silencio y la soledad. Los evangelios han conservado el recuerdo de una costumbre suya que causó honda impresión: Jesús solía retirarse de noche a orar. El episodio que narra Marcos nos ayuda a conocer lo que significaba la oración para Jesús. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 1,29-39: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.


c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

a.    ¿Qué sucede en el relato? ¿Qué personajes están? ¿Qué escenas y momentos podemos distinguir?
b.    ¿Qué hace Jesús? ¿Cómo reacciona la gente? ¿Cómo reaccionan los discípulos?
c.    ¿Qué gesto personal hace Jesús en la madrugada? ¿Qué relación puede tener con su predicación, con lo que estaba haciendo?
d.    ¿Cómo reacciona Jesús a saber que la gente lo buscaba?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Fijemos en los gestos de Jesús: «se acercó y, tomándola de la mano, la levantó». Son términos típicos de la resurrección. ¿Sentimos que el Señor nos dice también, «Levántense, resuciten, nazcan de nuevo»? Compartir.
  2. Ser cristiano(a) es, entre otras muchas cosas, luchar contra el mal, no quedarse de brazos cruzados cuando vivimos en un mundo con las cifras escalofriantes de pobreza y miseria que hoy padecemos. ¿Con qué gestos concretos nos hacemos cercanos a hermanos(as) que sufren o están marginados de la sociedad?
  3. Frecuentemente ya no sabemos estar a solas con el Padre. Hablamos mucho de Dios, pero hablamos poco con él. Parece que se ha olvidado la costumbre de Jesús. En las parroquias se hacen muchas reuniones de trabajo, pero no sabemos retirarnos para descansar en la presencia de Dios y llenarnos de su paz. Comentar.
  4. Cada vez somos menos para hacer más cosas. El riesgo es caer en el activismo, el desgaste y el vacío interior. ¿Caemos en esto a veces?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida.  «Jesús… se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: «Vamos a otro lugar, para predicar también en las poblaciones vecinas…». ¿Cómo ser nosotros esta semana, discípulos misioneros(as)? Llevamos una “palabra”. Esa «palabra» que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Queremos estar atentos, Señor.  Cerca de nosotros hay situaciones de dolor, enfermedad, soledad, miseria, violencia e injusticia.  Anunciar tu Reino es hacer el bien, practicar el amor, vivir la solidaridad.  Enséñanos a orar, para buscar fuerzas en Dios, y vivir el Evangelio haciendo el Bien.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: En continuidad con los versículos anteriores (21-28), el pasaje describe la conclusión de una jornada típica de Jesús. Aquí está en Cafarnaún, un día de Sábado, y, después de haber participado en la liturgia en la sinagoga, Jesús continúa la celebración de la fiesta en la casa de Pedro, en un clima familiar. Con el ocaso del sol, terminado el descanso, Jesús continúa su ministerio, extendiéndolo a toda Galilea. El Evangelio nos presenta tres secuencias, que no es una crónica, para que el lector(a) sepa lo que ha hecho Jesús en Cafarnaún, sino que revelan el misterio grande de la salvación de Cristo, que trastorna nuestras vidas. Puede ayudar el estar atentos al recorrido que Jesús hace: de la sinagoga a la casa, al desierto, hasta todas las aldeas de Galilea. Y también en el correr de los tiempos que subraya el evangelista: al llegar la tarde, o sea al ocaso del sol y la mañana inmersa todavía en la obscuridad.

2. Dentro y fuera de la casa. El misterio latente en la persona de Jesús pretende desvelarse en torno a la casa de Pedro (¿símbolo de la Iglesia?) mediante numerosas sanaciones. La primera de ellas, que prepara todas las demás, parece dictada por un testigo ocular. La descripción es de una simplicidad extrema. Se excluye toda espectacularidad. El milagro no es teatro. El gesto de Jesús es natural. Pero, como todo gesto, lleva en sí una carga simbólica perenne. Las dos palabras centrales de la narración («la levantó... y se puso a servirles».) revelan que el poder de Jesús levanta al ser humano de su estado de postración para encaminarle sobre el sendero del servicio, que es el sendero de todo discípulo(a) (véase Mc 9,33-37; 10,35-45). Las demás sanaciones invitan a ver en Jesús a aquel que tiene poder para salvar al ser humano de sus miserias más profundas, cargando con todas nuestras enfermedades (véase Is 53,4; Mt 8,17). Todas son acciones elocuentes. Pero es todavía demasiado pronto para emitir un juicio acertado sobre la persona misteriosa de Jesús. El entusiasmo puede traicionar. Como los demonios, el ser humano debe callar y esperar.

3.  Misión evangelizadora: Jesús en el evangelio entra en la vida de las personas, es uno de ellos en su cotidianidad.  Lo acompañamos con Simón y Andrés a la casa de Pedro. La casa, el lugar íntimo done se comparte el techo, la mesa. Allí se encuentra con una anciana enferma, la suegra de Pedro, Jesús se acerca, la toma de la mano y la levanta. Un gesto tan simple como es el acercarse, y tomar de la mano hace el milagro de recuperar a esta mujer, que no sólo recupera su salud, sino su capacidad de servicio. Al atardecer muchos vinieron a buscarlos, y relata el evangelista que Jesús continuó sanando. Era común en la época de Jesús que los enfermos fueran tenidos por malditos o poseídos por espíritus malos, de manera que eran alejados, excluidos y nadie se atrevía a acercarse a ellos. Jesús, al contrario, se entrega con amor y dedicación a su cuidado, siendo su servidor.  La acción de sanación, la lucha contra el mal, la liberación del ser humano es la práctica habitual de Jesús. Tan importante como hacer el bien, es evitar el mal y luchar contra él, dar la vida para ir devolviendo la paz, la salud, el bienestar, la felicidad... a todos aquellos que la han perdido. Anunciar hoy el Reino exige construirlo simultáneamente. La evangelización, la nuestra, con la de Jesús, no puede ser sólo cuestión de hablar, sino de hacer, de construir: luchar contra el mal, sanar, curar, rehabilitar a los hermanos, ponernos a su servicio, acompañar y dignificar la vida que, en todas sus manifestaciones, es manifestación de la mano liberadora de Dios.

4. «Allí se puso a orar»: Esa misma noche, «de madrugada», entre las tres y las seis de la mañana, Jesús se levanta y, sin avisar a sus discípulos, se retira al descampado. «Allí se puso a orar». Necesita estar a solas con su Padre. No quiere dejarse aturdir por el éxito. Sólo busca la voluntad del Padre: conocer bien el camino que ha de recorrer. Sorprendidos por su ausencia, Simón y sus compañeros corren a buscarlo. No dudan en interrumpir su diálogo con Dios. Sólo quieren retenerlo: «Todo el mundo te busca». Pero Jesús no se deja programar desde fuera. Sólo piensa en el proyecto de su Padre. Nada ni nadie lo apartará de su camino. No tiene ningún interés en quedarse a disfrutar de su éxito en Cafarnaúm. No cederá ante el entusiasmo popular. Hay aldeas que todavía no han escuchado la Buena Noticia de Dios: «Vamos… para predicar también allí».

5. Las tinieblas transfiguradas por la luz de Cristo: El tema de la noche, de la obscuridad, de las tinieblas, atraviesa un poco toda la Escritura, desde los primeros versículos, cuando la luz aparece como la primera manifestación de la fuerza del amor de Dios, que crea y salva. A las tinieblas sigue la luz, a la noche el día y paralelamente la Biblia nos hace ver que también a la obscuridad interior que puede invadir al ser humano, sigue la luz nueva de la salvación y del encuentro con Dios, del abrazo en aquella mirada suya luminosa que embelesa. «Por ti las tinieblas son como la luz», dice el salmo (138,12) y es verdad, porque el Señor es la misma luz: «El Señor es mi luz y mi salvación» (Sal 26,1). En el Evangelio de Juan, Jesús afirma de si mismo que es la luz del mundo (9,5), para indicarnos que quien Le sigue no camina entre tinieblas; de hecho, es Él quien, como Palabra de Dios, se convierte en lámpara para nuestros pasos en este mundo (Sal 118,105).

24 ene 2012

4º Tiempo Ordinario (B)

4º Tiempo Ordinario (B)

Marcos 1,21-28


1. Oración Inicial:
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. AMÉN.    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy habla de la admiración de la gente viendo cómo Jesús transmite su enseñanza, después presenta el primer milagro que se refiere a la expulsión de un demonio (Mc 1,23-26) y finalmente habla de nuevo de la admiración de la gente, ante la enseñanza de Jesús y de su poder de arrojar espíritus inmundos (Mc 1,27-28). Cuando en Mc 1,14-15 se anunciaba el tiempo nuevo del Reino de Dios, es ahora cuando se va a describir por qué es verdaderamente nuevo y cuál es su alcance. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 1,21-28: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Qué sucede en el relato? ¿Qué personajes están? ¿Qué escenas y momentos podemos distinguir? ¿Qué día y en dónde transcurre el relato?
3)     El espíritu del mal no tiene ningún poder delante de Jesús. ¿Qué impacto produce esto sobre la gente? ¿Qué autoridad reconocían en Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿La actuación de nuestra comunidad produce admiración entre la gente? ¿Cuál?
  2. Jesús actuaba de tal manera que nadie quedaba indiferente ante él; unos lo admiraban, otros no podían soportar su libertad y su cercanía a Dios Padre. Mi actuación, la de nuestra comunidad: ¿Interpela a la gente que nos ve y nos rodea, impresiona, cuestiona, hace reflexionar, alegra, libera, trae paz, justicia y esperanza, o deja indiferentes a los demás?
  3. La palabra de Jesús fue siempre una palabra autorizada, llena de verdad y de vida; por eso expulsaba demonios y liberaba a los oprimidos por el mal: ¿Creemos que nuestra tarea, como anunciadores de la buena nueva, es ayudar a todos los seres humanos a liberarse de las trabas que nos les permiten crecer con libertad y espontaneidad?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «¿¡Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad !».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Predicar el R. de D. es comprometerse activamente en acciones liberadoras y de vida para los demás: ¿Qué podemos hacer por la vida de los que te rodean en esta semana? Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Señor, queremos aprender de tu ejemplo. Enséñanos con  autoridad. Cambia nuestros corazones,  Ayúdanos a seguir tu ejemplo.  Queremos predicar el evangelio con solidaridad y amor efectivo, haciendo el bien a los que nos rodean y trabajando por la vida de todos.  Para que el Reino de haga presente en nuestra historia y en nuestra sociedad.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto histórico: En los años 70, época en la que escribe Marcos, las Comunidades tenían necesidad de orientación para saber cómo anunciar la Buena Noticia de Dios al pueblo que vivía oprimido por el miedo de los demonios, por la imposición religiosa de normas religiosas de parte del Imperio romano. Al describir las actividades de Jesús, Marco indicaba cómo las comunidades debían anunciar la Buena Nueva. El texto que meditaremos indica el impacto que la Buena Nueva de Jesús sobre el pueblo de su tiempo.

2. El inicio de a misión de Jesús: Marcos la presenta en el ámbito de las esperanzas del pueblo de Israel. El pueblo sencillo ya está familia­rizado con la enseñanza de Juan Bautista y con la radicalidad legalista de los fariseos. Por esta razón, quedan sorprendidos con la enseñanza de Jesús. Él no se sienta a decirles qué hacer y qué no hacer de acuerdo con códigos secretos de interpretación de la Ley. La enseñanza de Jesús es abierta y comprensi­ble para todos. Su autoridad no proviene de alguna autorización dada por alguno de los principales sacerdotes de Jerusalén o por la enseñanza de un conocido rabino. Al escucharlo, la gente comprende que Jesús hace realidad sus esperanzas. Despliega el poder de quien ha sido ungido para defender la vida, al liberar al hombre poseído por ideologías inmundas, violentas y sectarias. Para la gente pobre no cuenta el humilde origen de Jesús, sino su capa­cidad de transformar el dolor de su pueblo con sus gestos y con sus palabras, como antaño lo hicieron los grandes profetas. Jesús encarna esa esperanza.

3. Admirada por la enseñanza de Jesús, la gente se crea una conciencia crítica.: La primera cosa que Jesús hizo al comienzo de su actividad misionera fue llamar a cuatro personas para formar una comunidad con Él (Mc 1,16-20). La primera cosa que la gente percibe en Jesús es su modo diverso de enseñar y hablar del Reino de Dios. No es tanto el contenido, sino que es su modo de enseñar el que despierta la atención. El efecto de esta enseñanza diversa era una conciencia crítica en la gente en relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibía, comparaba y decía: Él enseña con autoridad, diversa de los escribas. Los escribas enseñaban a la gente citando doctores, las autoridades. Jesús no citaba a ningún doctor, sino que hablaba partiendo de su experiencia de Dios y de la vida. Su autoridad nacía de dentro. Su palabra tenía las raíces en el corazón y en el testimonio de su vida.

4. Jesús combate el poder del mal: En Marcos, el primer milagro es la expulsión del demonio. El poder del mal echaba raíces en las personas y las alienaba de sí mismas. La gente vivía destrozada por el miedo de los demonios y por la acción de los espíritus impuros. Basta ver el interés causado por una película sobre el exorcismo de los demonios, Y no solo esto. Como en los tiempos del Imperio romano, muchas son las personas que viven alienadas de sí misma a causa del poder de los medios de comunicación, de la propaganda del comercio. La gente vive esclava del consumismo, oprimidas por las facturas que hay que pagar en una fecha determinada a los acreedores. Muchos piensan que no viven como personas dignas de respeto, si no compran lo que la propaganda anuncia en la televisión. En Marcos, el primer gesto de Jesús es precisamente el de arrojar y combatir el poder del mal. Jesús restituye a las personas a sí mismas. Restituye su conciencia y su libertad. ¿Se dará que nuestra fe en Jesús consigue combatir hoy contra estos demonios que nos alienan de nosotros mismos, de la realidad y de Dios?

5. Sanar: En nuestra sociedad estamos acostumbrados a fijarnos, y sobre todo a admirar, a las personas sanas, vigorosas, jóvenes, guapas y ricas. Sin embargo, pasar de largo y no prestar atención a los millones de personas que sufren porque son débiles, pobres, enfermas, perdedoras o fracasadas es desconocer por completo lo que es la vida humana. La mirada de Jesús de Nazaret se dirigió precisamente a aquellos a los que nadie quería ver: a los que podemos denominar con toda crudeza «existencias humanas deterioradas». No fue casual que quisiera inaugurar el Reino de Dios sanando a un enfermo en la sinagoga de Cafarnaúm. La razón es que el Dios Padre de Jesús no quiere el sufrimiento de los seres humanos, sino que envió a su Hijo a remediarlo y a arrancarlo de raíz. El poder de Dios que experimentó Jesús actuando en su ministerio fue un poder para sanar, no para destruir. Del mismo modo, el mensaje que había recibido para proclamar fue el mensaje del favor de Dios, no el de la venganza de Dios. Nosotros los cristianos(as), –a la vez que estamos siendo sanados– somos llamados por el Espíritu de Jesús a ser también sanadores de otros seres humanos que sufren las más diversas dolencias.

6. Jesús respondía con la verdad simple y llana: Jesús estaba interesado en la situación particular de cada ser humano: en sus sufrimientos, en las ideas que lo atormentaban, en aquellas cosas que le impedían ser libre y espontáneo. Este interés obedecía a una genuina valoración de cada persona que encontraba en el camino. Muchos movimientos y grupos muestran interés por los individuos mientras estos sirven a sus intereses. Jesús se manifestó abiertamente contra este modo de actuar.

3º Tiempo Ordinario (B)

3º Tiempo Ordinario (B)

Marcos 1,14 - 20


1. Oración Inicial:
Señor, envíanos tu Espíritu Santo.  Que tu Palabra sea motivo de esperanza y consolación. Que  podamos meditarla y dejarla cantar en el corazón, hasta el último día de nuestras vidas; que nuestra humanidad se convierta en seno en el que pueda germinar la fuerza de tu palabra.  AMÉN.     Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Después de narrarnos los comienzos del evangelio con Juan Bautista, con la unción mesiánica de Jesús en el río Jordán y con sus tentaciones en el desierto, Marcos nos relata, en unas frases muy condensadas, los comienzos de la actividad pública de Jesús: es el humilde carpintero de Nazaret que ahora recorre su región, la mal afamada Galilea, predicando en las aldeas y ciudades, en los cruces de los caminos, en las sinagogas y en las plazas. Una voz desnuda y vibrante como la de los antiguos profetas. Marcos resume el entero contenido de la predicación de Jesús en estos dos momentos: el reinado de Dios ha comenzado y ante el reinado de Dios, sólo cabe convertirse, acogerlo, aceptarlo con fe y comprometerse con él.

b. Leer el texto: Marcos 1,14-20: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Dónde se encuentra Juan cuando Jesús se inicia su misión pública?
3)     ¿Qué es la buena noticia que proclama Jesús? ¿Y en qué región de Palestina?
4)     ¿Qué palabras usa Jesús para llamar a Simón Y a Andrés?  ¿Cómo respondieron?
5)     ¿Qué te llama la atención a la manera que respondieron los primeros seguidores?
6)     ¿Qué dos respuestas exige Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Un hecho político, la prisión de Juan, llevó a Jesús a que iniciara el anuncio de la Buena Nueva de Dios. Los hechos políticos y sociales en Chile hoy: ¿Influyen en el anuncio que hacemos de la Buena Nueva? En las reuniones de comunidad: ¿Tomamos en cuenta estos hechos?
  2. El Reino de Dios es el centro de la misión de Jesús. ¿Sentimos la urgencia del Reino de Dios? ¿Tenemos una opción vital y compromiso por el Reino? Explicar.
  3. «Síganme..... y al instante lo siguieron». ¿Cómo respondemos nosotros? ¿Qué nos impide seguir más radicalmente a Jesús y comprometernos más fondo con su Causa?
  4. Convertirse significa literalmente tomar otra dirección, cambiar de rumbo, no quedarse donde está y como está. Es esforzarse por llegar a ser lo que se debe ser.  ¿Qué gesto(s) concreto(s) de conversión debemos hacer?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca."

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Qué gesto concreto  de conversión puedes hacer esta semana? Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Dios, Padre nuestro, Tú que todo lo puedes, ayúdanos a que nos convertirnos a Ti cada día, de modo que llevemos siempre una vida según tu voluntad y podamos dar abundantes frutos de amor, justicia y paz.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. «Jesús se dirigió a Galilea»: Las aldeas de Galilea está el pueblo más pobre y desheredado, despojado de su derecho a disfrutar de la tierra regalada por Dios; aquí encuentra Jesús como en ninguna otra parte el Israel más enfermo y maltratado por los poderosos; aquí es donde Israel sufre con más rigor los efectos de la opresión. En las ciudades, en cambio, viven los que detentan el poder, junto con sus diferentes colaboradores: dirigentes, grandes terratenientes, recaudadores de impuestos. No son ellos los representantes del pueblo de Dios, sino sus opresores, los causantes de la miseria y del hambre de estas familias. La implantación del reino de Dios tiene que comenzar allí donde el pueblo está más humillado. Estas gentes pobres, hambrientas y afligidas son las «ovejas perdidas» que mejor representan a todos los abatidos de Israel. Jesús lo tiene muy claro. El reino de Dios solo puede ser anunciado desde el contacto directo y estrecho con las gentes más necesitadas de respiro y liberación. La buena noticia de Dios no puede provenir del espléndido palacio de Antipas en Tiberíades; tampoco del lujoso barrio residencial de las elites sacerdotales de Jerusalén. La semilla del reino solo puede encontrar buena tierra entre los pobres de Galilea.

2. La pasión por el reino de Dios: Nadie duda: Jesús «fue caminando de pueblo en pueblo y de aldea en aldea proclamando y anunciando la buena noticia del reino de Dios». Sin temor a equivocarnos, podemos decir que la causa a la que Jesús dedica en adelante su tiempo, sus fuerzas y su vida entera es lo que él llama el «reino de Dios». Es, sin duda, el núcleo central de su predicación, su convicción más profunda, la pasión que anima toda su actividad. Todo lo que dice y hace está al servicio del reino de Dios. Todo adquiere su unidad, su verdadero significado y su fuerza apasionante desde esa realidad. El reino de Dios es la clave para captar el sentido que Jesús da a su vida y para entender el proyecto que quiere ver realizado en Galilea, en el pueblo de Israel y, en definitiva, en todos los pueblos. Lo dicen todas las fuentes. Jesús no enseña en Galilea una doctrina religiosa para que sus oyentes la aprendan bien. Anuncia un acontecimiento para que aquellas gentes lo acojan con gozo y con fe. Nadie ve en él a un maestro dedicado a explicar las tradiciones religiosas de Israel. Se encuentran con un profeta apasionado por una vida más digna para todos, que busca con todas sus fuerzas que Dios sea acogido y que su reinado de justicia y misericordia se vaya extendiendo con alegría. Su objetivo no es perfeccionar la religión judía, sino contribuir a que se implante cuanto antes el tan añorado reino de Dios y, con él, la vida, la justicia y la paz.

3. «El tiempo se ha cumplido…»: Después de la muerte de Juan, Jesús empieza a hablar un lenguaje nuevo: está llegando el «reino de Dios». No hay que seguir esperando más, hay que acogerlo. Lo que a Juan le parecía algo todavía alejado, está ya irrumpiendo; pronto desplegará su fuerza salvadora. Hay que proclamar a todos esta «Buena Noticia». El pueblo se ha de convertir, pero la conversión no va a consistir en prepararse para un juicio, como pensaba Juan, sino en «entrar» en el «reino de Dios» y acoger su perdón salvador. Jesús lo ofrece a todos. No solo a los bautizados por Juan en el Jordán, también a los no bautizados. No desaparece en Jesús la idea del juicio, pero cambia totalmente su perspectiva. Dios llega para todos como salvador, no como juez. Pero Dios no fuerza a nadie; solo invita. Su invitación puede ser acogida o rechazada. Cada uno decide su destino. Unos escuchan la invitación, acogen el reino de Dios, entran en su dinámica y se dejan transformar; otros no escuchan la buena noticia, rechazan el reino, no entran en la dinámica de Dios y se cierran a la salvación.

4. Llamada de los primeros discípulos: Conversión y fe tienen que realizarse en el seguimiento de Jesús. La vocación de los primeros discípulos es, por su parte, un ejemplo concreto de conversión y de fe y, por parte de Jesús, un acto revelador de lo que él quería y debía realizar. Llamando a su seguimiento a unos pescadores, Jesús manifiesta que no se propone actuar como un simple rabino o maestro de su tiempo. Estos, en lugar de llamar a sus discípulos, eran llamados y elegidos por ellos. Además, la perspectiva de la llamada de Jesús no tiene connotación magisterial de ninguna índole. En juego está la vinculación a una persona, no a una doctrina. La iniciativa de Jesús, que llama y crea la decisión de seguirlo, hace pensar en la iniciativa y autoridad con las que el Dios de Israel llamaba a sus profetas para que llevaran a cabo una misión especial en favor del pueblo (véase 1 Re 19,19-21; 2 Re 2,12-15), misión que aquí viene explicitada en la imagen de ser pescadores de seres humanos, es decir, de reunir a los miembros dispersos del pueblo de Dios. El contenido del relato no se agota aquí. Subrayando la autoridad divina de quien llama, la narración lleva el sello de la estilización catequética, y esa primera llamada, ejemplo de conversión y de fe, quiere ser a la vez modelo de toda vocación cristiana. Tres rasgos fundamentales caracterizan esta vocación: a) es respuesta a una llamada previa; b) esa llamada es categórica, de suerte que ante ella no cabe titubeo alguno; c) la respuesta de la persona implica desprendimiento y renuncia, pero se traduce ante todo en un “seguimiento”. Discípulo(a), por tanto, no es alguien que abandona algo; es aquel que, respondiendo decididamente a una llamada, ha encontrado a alguien. La pérdida es compensada con creces por la ganancia.

2° Tiempo Ordinario (B)

2° Tiempo Ordinario (B)
Juan 1, 35-42

1. Oración Inicial: Tu Palabra, Señor, es fuente de vida. Ella nos anima a la esperanza, nos impulsa a vivir el amor, nos hace fuertes en la fe. Tu Palabra es la fuente viva, envía tu Espíritu para  acercarnos a ella y comprenderla. Enséñanos a beber en el pozo de la vida, muéstranos la novedad permanente del Evangelio. Tu Palabra, Señor, nos enseña a vivir de verdad.  AMÉN.     Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Este pasaje se encuentra al principio de la narración evangélica de Juan, medida por el recorrido de una semana, día tras día. Aquí estamos ya en el tercer día, cuando Juan el Bautista ha comenzado a dar su testimonio sobre Jesús, que llega a su plenitud, con la invitación a los discípulos de seguir al Señor, al Cordero de Dios. En estos días se inaugura el ministerio de Jesús, Palabra del Padre, que desciende en medio de los seres humanos para encontrarlos y hablar con ellos y vivir en medio de ellos. El lugar es Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba: aquí se realiza el encuentro con el Verbo de Dios y comienza la vida nueva.  Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 1,35-42: Leemos este texto de Juan con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para dejar que la Palabra de Dios impregne el corazón y la mente.       Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más?
2)     ¿Qué dice Juan al ver pasar a Jesús? ¿Cómo reaccionaron los discípulos de Juan?
3)     ¿Cómo responden los discípulos a la pregunta de Jesús? ¿Qué dice Jesús?
4)     “Eran como las cuatro de la tarde.” ¿Qué importancia tenía esto para los discípulos?
5)     ¿Qué hace Andrés? ¿Qué significa la palabra Mesías? ¿Qué nombre le pone Jesús a Simón?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a.     ¿Qué queremos nosotros al seguir a Jesús? ¿Para qué somos sus discípulos(as)?
b.    Cuando Jesús dice “Vengan y lo verán.” está invitándonos a un encuentro con Él. Nosotros(as): ¿Nos hemos encontramos con la persona de Jesús? Cada persona comparte su experiencia.
c.     ¿Hemos tenido una experiencia de “las cuatro de la tarde.”? ¿Un encuentro con Jesús tan significativo que nunca hemos olvidado?
d.    ¿En qué medida nos hemos dispuestos, como los discípulos de Juan, a cambiar el rumbo de nuestras vidas para seguir y comprometernos con el proyecto del Jesús?
e.     Andrés sale a predicar y enseñar quien es Jesús. Nosotros(as): ¿Somos discípulos misioneros(as)? ¿Cómo y dónde lo hacemos?
  1. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Hacer oraciones dirigidas directamente al Señor. Dirigirse hoy al Padre. Hablar con él, contarle, decirle lo que uno quiere o siente.  “Vengan y lo verán.”

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Haber encontrado con Jesús debe significar el deseo de invitar a otros a conocerlo. ¿Qué podemos hacer esta semana? Llevamos una “palabra”.  Esa palabra o versículo nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente esta “palabra” o versículo se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Señor, ayúdanos a seguir tus pasos.  Queremos compartir tu vida, conocer tu proyecto, comprometemos con tu causa, vivir para el Reino.  Danos fuerzas y perseverancia para andar tras tus huellas transmitiendo la esperanza y el amor.  Padre Nuestro que estás en el cielo…  AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Los primeros discípulos. Este relato de vocación difiere profundamente del que nos ofrecen los sinópticos. Es un relato de vocación-testimonio, porque lo que el texto nos ofrece es el descubrimiento y desvelamiento que hacen los discípulos de la persona de Jesús, que es el Mesías, aquel del que escribieron Moisés y los profetas, Rabí, el Hijo de Dios, el Rey de Israel. La comprensión del misterio de Jesús no es cuestión de un golpe de vista, ni del análisis psicológico de una de sus frases. Su vida, muerte y enseñanzas deben ser consideradas globalmente. Unas explican y dan sentido a las otras, y todas ellas comienzan a iluminarse desde la pascua. Por eso debe afirmarse sin rodeos la inverosimilitud de estos títulos cristológicos en labios de los discípulos en este momento. Lo que hace el evangelista es trasladar a este primer momento lo que los discípulos descubrieron posteriormente en Jesús. No hay fraude. Únicamente cambio de perspectiva. Por otro lado, este es un fenómeno común en el evangelio, en el que es imprescindible distinguir siempre varios niveles: el histórico, el cristológico, el eclesial... Hoy se hallan tan armoniosamente superpuestos que nos dan la impresión de constituir un solo nivel.

2. El Cordero de Dios: En el vs. 36 Juan anuncia a Jesús como el cordero de Dios, repitiendo el grito ya emitido antes, el día anterior: “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. La identificación de Jesús con el cordero está rebosante de alusiones bíblicas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El cordero aparece ya en el libro del Génesis, en el cap. 22, en el momento del sacrificio de Isaac; Dios provee un cordero, para que sea ofrecido como holocausto en vez del hijo. El cordero desciende del cielo y toma sobre sí la muerte del hombre; el cordero es inmolado para que el hijo viva. En el libro del Éxodo, en el cap. 12, se ofrece el cordero pascual, sin mancha, perfecto; su sangre derramada salva a los hijos de Israel del exterminador, que pasa de casa en casa, en la noche. Desde aquel momento todo hijo quedará señalado, sellado, por aquella sangre de salvación. Así viene abierto el camino de la libertad, la vía del éxodo, para llegar a Dios, para entrar en la tierra por Él prometida. Empieza aquí la senda, que conduce hasta el Apocalipsis, hasta la realidad del cielo. El elemento del sacrificio, de la degollación, del don total acompaña constantemente la figura del cordero; los libros del Levítico y de los Números nos ponen delante continuamente esta presencia santa del cordero: éste viene ofrecido todos los días en el holocausto cotidiano; se inmola en todos los sacrificios expiatorios, de reparación, de santificación. También los profetas hablan de un cordero preparado para el sacrificio: oveja muda, esquilada sin abrir siquiera la boca, manso cordero conducido al matadero (Is 53,7; Jer 11,19). Cordero sacrificado sobre el altar, todos los días. En el evangelio, es Juan el Bautista el que anuncia y descubre a Jesús como verdadero cordero de Dios, que toma sobre sí el pecado del hombre y lo borra con la efusión de su pura y preciosa sangre. Es Él, de hecho, el cordero inmolado al puesto de Isaac; es Él el cordero asado al fuego la noche de Pascua, Cordero de la liberación; es Él el siervo sufridor, que no se rebela, no recrimina, sino que se entrega silencioso por nuestro amor. San Pedro lo dice claramente: “Ustedes fueron liberados de su conducta gracias a la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto y sin mancha” (1 Pe 1,19). El Apocalipsis revela todo sobre el Cordero. Es Él el que puede abrir los sellos de la historia, de la vida de cada hombre, del corazón escondido, de la verdad (Ap 7,1.3.5.7.9.12.;8,1), es el vencedor, aquél que se sienta sobre el trono (Ap 5,6), es él el rey, digno de honor, alabanza, gloria, adoración (Ap 5, 12) Es Él el Esposo, que invita a su banquete de bodas (Ap 19,7); es la lámpara (Ap 21,23), el templo (Ap 21,22), el lugar de nuestro descanso eterno; Él es el pastor (Ap 7,17), al que seguiremos adonde vaya (Ap 14,4).

2. Permanecer – morar: Este es otro verbo importantísimo, fortísimo, otra perla preciosa del Evangelio de Juan. En nuestro pasaje se encuentra tres veces, con dos significados diversos: habitar y permanecer. Los discípulos preguntan inmediatamente a Jesús dónde vive Él, dónde está su casa y Él los invita a caminar, a entrar, a quedarse. “Se quedaron con Él aquel día” (v.39). No es un quedarse físico, temporal; los discípulos no son sólo huéspedes de paso, que pronto se irán. No, el Señor les da espacio en su lugar interior, en su relación con el Padre y allí los acoge para siempre; pues dice: “Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, estén también ellos en nosotros.... yo en ellos y tú en mí...” (Jn 17,21.23). Nos deja entrar y entra; nos deja tocar en la puerta y toca Él mismo; nos hace morar en Él y pone en nosotros su morada junto al Padre (Jn 14,23). Nuestra llamada a ser discípulos de Cristo y para ser sus anunciadores ante nuestros hermanos(as) tiene su origen, su fundamento, su vitalidad, precisamente aquí, en esta realidad de la recíproca habitar del Señor en nosotros y de nosotros en Él; nuestra felicidad duradera y verdadera surge de la realización de este nuestro permanecer. Hemos visto donde Él vive, hemos conocido el lugar de su presencia y hemos decidido permanecer con Él, hoy y por siempre. Permanezcan en mí y yo en ustedes...Quien permanece en mí y yo en él lleva mucho fruto... Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.... Permanezcan en mi amor” (Jn 15) ¡No, no iré a ningún otro, no me refugiaré en otro lugar sino en Ti Señor, mi morada, mi lugar de salvación!

Reflexión

Santa María Madre de Dios (Lucas 2, 16-21)
José Antonio Pagola
Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que «María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón». No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.
No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.
Por eso, Lucas utiliza un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos está ofreciendo "HOY", ahora mismo, siempre que nos encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.
Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: "Les ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador". Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Con él podemos nacer a una existencia nueva.
En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: "Tus pecados quedan perdonados". La gente reacciona alabando a Dios: "Hoy hemos visto cosas admirables". También nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.
En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa". Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.
Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: "Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino". Jesús reacciona inmediatamente: "Hoy estarás conmigo en el paraíso". También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas: descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre.
Hoy comenzamos un año nuevo. Pero, ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo mejor que se despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.

Santa María Madre de Dios

Santa María Madre de Dios
Lucas 2,16-21

1. Oración Inicial: Señor Jesús, haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y abra nuestros corazones para escuchar y comprender tu Palabra. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. AMËN. Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En la Octava de Navidad, celebramos la solemnidad de «Santa María Madre de Dios». Un día muy especial para contemplar a la Madre que lo dio todo para que Dios, en su proyecto salvador, lo realizara contando, una vez más, con el ser humano. En este caso, con María, la sencilla mujer de Nazaret, que estuvo siempre atenta a la Palabra. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Lucas 2,16-21: Leemos este texto de Lucas con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Dónde y en qué condición encontraron los pastores a Jesús?
3)     ¿Qué hacen los pastores al llegar al pesebre y ver a Jesús?
4)     ¿Cuál fue la actitud de María después de escuchar lo que le contaron los pastores?
5)     ¿Qué hacen los pastores al volver a su lugar de origen?
6)     ¿Qué hacen María Y José al cumplirse los ocho días de nacer?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a.     La gente que esperaba al Salvador de todo un pueblo y deberá reconocerlo en un niño recién nacido, pobre, que yace entre dos animales. ¡Gran sorpresa! El plan de Dios acontece a veces de modo inesperado, lleno de sorpresa. ¿Esto sucede también hoy?  Explicar.
b.    ¿Cómo se ha manifestado Dios en los acontecimientos de nuestra vida e historia?
  1. Los pastores se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que habían podido ver y oír. ¿Cómo proclamamos nosotros la experiencia gozosa de nuestro encuentro con el Mesías?
  2. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. …se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído”.

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Seguir viviendo con el espíritu de la navidad en los diversos ambientes: familia, barrio, trabajo, lugar de compromiso. Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Dios de la Paz, que quieres que vivamos como hermanos y hermanas en unidad fraterna. En este tiempo que damos comienzo al nuevo año, te pedimos con todo el corazón nos concedas la Paz, don tuyo y a la vez fruto de nuestros esfuerzos por la Justicia, y que hagas de nosotros sus esforzados constructores, para que merezcamos la bienaventuranza que anunció Jesús. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
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Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. La función de los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas: Se trata de dos capítulos bastantes conocidos, pero pocos profundizados. Lucas los escribe imitando los escritos del Antiguo Testamento. Es como si estos dos capítulos fuesen los últimos del Antiguo Testamento abriendo la puerta para la llegada del Nuevo Testamento. En estos capítulos nos hace sentir el perfume de un ambiente de ternura y alabanza. Del principio al fin, se alaba y canta la misericordia de Dios que, finalmente, viene a cumplir sus promesas. Lucas nos muestra cómo Jesús, cumple el Antiguo Testamento iniciando el Nuevo Testamento. Y lo cumple a favor de los pobres, de aquéllos que sabrán esperar su venida: Isabel, Zacarías, José, Simeón, Ana, los pastores. Por esto, los dos primeros capítulos no son historia según el sentido que hoy le damos a la historia. Sirven mucho más como un espejo, en el que los destinatarios, los cristianos convertidos del paganismo, podían descubrir quién era Jesús y cómo había venido para realizar las profecías del Antiguo Testamento, respondiendo a las más profundas aspiraciones del corazón humano. Era espejo también de lo que estaba acaeciendo en las comunidades del tiempo de Lucas. Las comunidades venidas del paganismo nacerán de las comunidades de los judíos convertidos. Pero ellos eran diferentes. El Nuevo Testamento no correspondía a lo que el Antiguo Testamento imaginaba y esperaba. Era “la señal de contradicción” (Lc 2,34), causaba tensión y era fuente de muchos dolores. En la conducta de María, Lucas presenta un modelo de cómo las comunidades podían reaccionar y perseverar en el Nuevo. En estos dos capítulos Lucas presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. La clave nos viene dada en aquel episodio en la que una mujer del pueblo elogia a la madre de Jesús. Jesús modifica el elogio y dice: “Dichosos aquéllos que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,27-28) Aquí está la grandeza de María. Es en el modo en el que María sabe referirse a la Palabra de Dios en el que las comunidades contemplan el modo más correcto de relacionarse con la Palabra de Dios: acogerla, encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarse plasmar por ella, aun cuando no se entienda o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace en los dos títulos de los capítulos 1 y 2 del Evangelio de Lucas, que hablan de María, la madre de Jesús.
2. Jesús no nace entre los grandes y poderosos del mundo sino, muy en la línea de Lucas, entre los pequeños y los humildes; como los pastores de Belén, que no son meras figuras decorativas de nuestros «belenes», pesebres o nacimientos, sino que eran, en los tiempos de Jesús, personas mal vistas, con fama de ladrones, de ignorantes y de incapaces de cumplir la ley religiosa judía. A ellos en primer lugar llaman los «ángeles» a saludar y a adorar al Salvador recién nacido. Ellos se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que habían podido ver y oír por sí mismos. Algo similar pasa con María y José: no eran una pareja de nobles ni de potentados, eran apenas un humilde matrimonio de artesanos, sin poder ni prestigio alguno. Pero María, la madre, «guardaba y meditaba estos acontecimientos en su corazón», y seguramente se alegraba y daba gracias a Dios por ellos, y estaba dispuesta a testimoniarlo delante de los demás, como lo hizo delante de Isabel, entonando el Magníficat.
3. Conducta de María y de los pastores ante los hechos, ante la palabra: Lucas añade enseguida que “María conservaba estas palabras (acontecimientos) meditándolos en su corazón”. Son dos modos de percibir y acoger la Palabra de Dios:
a.     Los pastores se levantan y van para ver los hechos y verificar en ellos la señal que se les había dado por el ángel, y después, vuelven a sus rebaños glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído.
b.    María, por su parte, conservaba con cuidado todos los acontecimientos en la memoria y los meditaba en su corazón. Meditar las cosas significa rumiarlas e iluminarlas con la luz de la Palabra de Dios, para así llegar a entender mejor todo el significado para la vida.
4. La circuncisión y el Nombre de Jesús: De acuerdo con una norma de la Ley, el pequeño Jesús es circuncidado el octavo día después de su nacimiento (Génesis 17,12). La circuncisión era una señal de pertenencia al pueblo. Daba identidad a la persona. En esta ocasión cada niño recibía su nombre (Lc 1,59-63). El niño recibe el nombre de Jesús que le había sido dado por el ángel, antes de ser concebido. El ángel había dicho a José que el nombre del niño debía ser Jesús “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). El nombre de Jesús es Cristo, que significa Ungido o Mesías. Jesús es el Mesías esperado. Un tercer nombre es Emmanuel, que significa Dios con nosotros (Mt 1,23). ¡El nombre completo es Jesús Cristo Emmanuel!