10 dic 2011

3º Domingo de Adviento

3º Domingo de Adviento (B)
Juan 1, 6-8.19-28

1. Oración Inicial: Padre bueno, envíanos el Espíritu Santo, para que podamos acoger a Jesús que pasa por nuestra historia y ofrece la vida por la humanidad. Danos una visión límpida y un corazón abierto para escuchar e interpretar tú Palabra. Danos el estar siempre preparados para colaborar en la construcción tu Reino. AMÉN. Cantar el estribillo "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Juan el Bautista fue un profeta con muchos discípulos y un protagonismo popular. Jesús lo definió como el más grande entre los nacidos de mujer. Y no obstante, según Jesús, el más pequeño en el Reino es más grande que Juan. (Mt 11,11). Juan sabía esto. Alabado por los otros, no se alababa por cuenta propia. Después que Jesús comenzó a anunciar el Reino de Dios, él supo cederle el puesto. Sus discípulos, al contrario, no tuvieron su grandeza de alma. Se sintieron envidiosos. Juan les ayudó a superar el problema. De hecho no es fácil ceder el puesto y la guía a otros y colaborar con ellos para que puedan realizar su propia misión. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 1, 6-8.19-28: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más?
2)     ¿Con qué palabras comienza el texto de hoy?  ¿Qué quieren decir esas palabras?
3)     ¿Con quienes dialoga Juan el Bautista? ¿Qué le preguntan? ¿Qué responde?
4)     ¿Cuales son las tres definiciones negativas con que Juan se defina? ¿Qué dice finalmente Juan de sí mismo?
5)     Usando una frase del Antiguo Testamento para decir lo que él es, Juan desvía la atención de sí mismo sobre Jesús. ¿Qué nos dice esto acerca de Juan y de Jesús?
6)     ¿Qué punto te ha llamado más la atención y te ha gustado más en la conducta de Juan Bautista?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. La misión de Juan Bautista puede tomarse como símbolo de la misión de toda persona cristiana: no suplantar a Jesús, sino gastar la vida en abrirle camino, abriendo camino a su causa, ¡el Reino!  ¿Estamos siendo buenos precursores del Reino que Jesús anunció? ¿Allanamos montes, rellenamos quebradas, abrimos caminos? Explicar.
  2. ¿Qué mensaje nos brinda hoy el testimonio de Juan?
  3. ¿Cómo puede todo esto ayudarnos a celebrar la Navidad?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. "Soy la voz del que clama en el desierto. Allanen el camino del Señor"

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometemos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿A qué nos compromete el dar testimonio de Jesús?  Ofrece a Jesús un gesto concreto de compartir tu tiempo y recursos con los que más necesitan. Llevamos una "palabra". Seguramente esta "palabra" o versículo se hará presente durante el día (semana) mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Dios nuestro, tú que quieres que trabajemos de tal modo que, cooperando unos con otros, realicemos en esta tierra tu Reino.  Ayúdanos a asumir, en medio de nuestros trabajos diarios, nuestra condición de pueblo tuyo y hermanos(as) de todas las personas. Padre Nuestro, que estás en el cielo…Amén.
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1.  Juan Bautista en el evangelio de Juan: El Evangelio de Juan fue escrito al final del primer siglo. En aquel tiempo, tanto en Palestina como en toda el Asia Menor, dondequiera que hubiese una comunidad de judíos, había también personas que habían tenido contacto con Juan el Bautista o que habían sido bautizados por él (He 19,3). Juan Bautista provocó un movimiento popular muy grande. El mismo Jesús se adhirió a su movimiento y se hizo bautizar por él en el río Jordán. También después de la muerte, Juan Bautista seguía ejercitando una gran atracción e influencia, tanto entre los judíos como entre los cristianos que provenían del judaísmo (He 19,1-7). Las informaciones sobre Juan Bautista conservadas en el cuarto evangelio son las siguientes: a) Juan viene para dar testimonio de la luz (1,6-8); b) Jesús viene después de Juan y también es discípulo de Juan. No obstante esto, Él es más importante que Juan, porque existía antes que Juan: "El que viene detrás de mí, ha pasado delante de mí, porque era primero que yo" (1,15-30). Jesús es la Palabra creadora que estaba junto al Padre desde la creación (1,3); c) Juan confesó abiertamente: "Yo no soy el Cristo. No soy Elías. No soy el profeta que espera el pueblo. Soy sólo uno que clama en el desierto, enderezad el camino del Señor (1,19-23); d) De frente a Jesús, Juan se considera indigno de desatar la correa de su zapato y dice: "Él debe crecer y yo disminuir" (1,27; 3,30); e) Con respecto a Jesús él declaró al pueblo: "He visto descender el Espíritu Santo del cielo como una paloma y posarse sobre Él: Ese es el que bautiza en el Espíritu Santo" (1,32-33); f) Juan señala a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (1,29-36), el amado de Dios (1,34).

2.  El puesto de Juan en el plan de Dios; dar testimonio de la luz. (1,6-8): El Prólogo del cuarto Evangelio afirma que la Palabra viva de Dios está presente en todas las cosas y brilla en las tinieblas como una luz para cada persona. Las tinieblas intentan apagarla, pero no lo consiguen (1,15). Ninguno consigue esconderla, porque no podemos vivir sin Dios por mucho tiempo. La búsqueda de Dios, siempre de nuevo, renace en el corazón humano. Juan Bautista viene para ayudar al pueblo a descubrir esta presencia luminosa de la Palabra de Dios en la vida. Su testimonio fue tan importante, que muchas gentes pensaban que él era el Cristo (He 19,3; Jn 1,20). Por esto el Prólogo aclara: "Juan no era la luz. Vino para dar testimonio de la Luz"

3. El testimonio negativo de Juan sobre sí mismo: él no es lo que los otros piensan de él. (1,19-21): Los judíos envían sacerdotes y fariseos para saber quién es este Juan que bautizaba al pueblo en el desierto y que atraía a tantas gentes de todas partes. En vez de decir quién es, responde lo que no es: "¡No soy el Mesías!" Añade otras dos respuestas negativas: él no es ni Elías, ni el Profeta. Se trata de aspectos diferentes de la misma esperanza mesiánica. En los tiempos mesiánicos, Elías debería volver para llevar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres. O sea, habría regresado para restaurar la convivencia humana (Ml 3,23-24; Si 48,10). El profeta anunciado para llevar en el futuro a buen término la obra iniciada por Moisés, era visto por el pueblo como el Mesías esperado (Dt 18,15). Juan rechaza estos títulos mesiánicos, porque no era él el Mesías. Existían muchas versiones sobre la misión de Elías. Algunos decían que el Mesías sería como un nuevo Elías. En este sentido Juan no era Elías. Otros decían que la misión de Elías era sólo la de preparar la venida del Mesías. En este sentido Juan era Elías. Las preguntas de los fariseos y sacerdotes sobre el significado de Juan Bautista dentro del plan de Dios eran también las preguntas de las comunidades. Así, las respuestas de Jesús, recogidas por el evangelista, servían también para las comunidades.

4. Los testimonios positivos de Juan: él es sólo uno que prepara el camino  (1,22-24): Los enviados de los sacerdotes y fariseos querían una respuesta clara, porque debían dar cuenta a los que les habían encargado interrogar a Juan. Para ellos no bastaba saber lo que Juan no era. Querían saber quién es él y que cosa significa dentro del plan de Dios. La respuesta de Juan es una frase tomada del profeta Isaías: "Soy la voz del que clama en el desierto. Enderezad los caminos del Señor" (1,23). En este uso del Antiguo Testamento aparece la mística que animaba la lectura que los primeros cristianos hacían de la Sagrada Escritura.

5. Significado del bautismo y de la persona de Juan (1,25-28): En las comunidades cristianas del final del siglo primero había personas que conocían sólo el bautismo de Juan (He 18,25; 19,3). Entrando en contacto con otros cristianos que habían sido bautizados en el bautismo de Jesús, ellos querían saber cuál era el significado del bautismo de Juan. En aquel tiempo el bautismo era una forma con la cual la persona se comprometía con un determinado mensaje. Quien aceptaba el mensaje estaba invitado a confirmar su decisión a través de un bautismo. Por ejemplo, con el bautismo de Juan la persona se vinculaba al mensaje anunciado por Juan. Con el bautismo de Jesús, la persona se vinculaba con el mensaje de Jesús que les comunicaba el don del Espíritu (He 10,44-48; 19,5-6).  En medio de ustedes está uno a quien no conocen. Esta afirmación de Juan Bautista se refiere a Jesús, presente en la muchedumbre. Hoy Él está en medio de nosotros(as) y también hoy, muchas veces, no lo conocemos.

2º Domingo de Adviento

2º Domingo de Adviento (B)
Marcos 1,1-8

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia.  Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.  Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: La primera frase del Evangelio según San Marcos dice así: «Comienzo de la Buena Noticia de Jesús Mesías Hijo de Dios».  Para Marcos, la vida de Jesús es un hecho importante y él quiere presentar esta Noticia como una buena noticia (evangelio). Toda noticia, anuncio o relato de una persona, sobre todo cuando es comunicada como Buena Noticia, suscita mucho interés en el lector. Por eso, el Evangelio según San Marcos ha fascinado a tantos lectores a lo largo de veinte siglos. El contenido central lo constituye la persona de Jesús, Mesías e Hijo de Dios.  En estos dos títulos queda indicada la misión y la verdadera identidad de Jesús. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 1,1-8: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Con qué palabras comienza el evangelio de Marcos? ¿Qué quiere decir esas palabras?
2)      ¿Qué dice la cita del profeta Isaías sobre la misión de Juan Bautista?
3)     ¿Qué es el contenido y repercusión de la predicación de Juan Bautista?
4)     ¿Qué predicaba Juan sobre el Mesías?
5)     ¿Qué dice el texto sobre la persona de Jesús y sobre su misión?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Juan Bautista pidió una conversión (cambio) de vida. ¿Cuál es el cambio que Dios está         pidiendo hoy de nosotros?  ¿Qué caminos deben ser enderezados hoy en nuestra sociedad?
  2. «Comienzo de la Buena Noticia de Jesús Mesías Hijo de Dios». La historia de Jesús es el comienzo y nosotros somos la continuación. ¿Cómo está presente en nuestras vidas y en la historia, la semilla de la Buena Noticia de Dios?
  3. Juan Bautista preparó la venida de Jesús. También para nosotros, la Buena Noticia nos llega a través de las personas y los acontecimientos bien concretos que nos indican el camino que lleva a Jesús.  En mi vida personal: ¿Quién me ha indicado el camino hacia Jesús?
  4. Y nosotros, ¿Hemos ayudado a personas descubrir la Buena Noticia de Dios en sus vidas?  Explique.
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino”.

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Vivir la conversión implica un cambio profundo de vida, para seguir los pasos de Jesús. ¿Qué gesto concreto  de conversión puedes vivir esta semana? Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Señor, aviva nuestra fe, nuestro amor, nuestra esperanza, y danos creatividad para seguirte y construir tu Reino. Enséñanos a darlo todo, compartir nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestros dones. Padre Nuestro que estás en el cielo…  AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1. Clave de lectura: En los años 70, época en la que Marcos escribe su evangelio, las comunidades vivían una situación difícil. Desde fuera eran perseguidas, por el Imperio Romano. Desde dentro, se vivían entre dudas y tensiones. Algunos grupos afirmaban que Juan Bautista era igual que Jesús. Otros querían saber cómo debían comenzar el anuncio de la Buena Noticia de Jesús. En estos pocos versículos, Marcos comienza a responder, narrando cómo se inició la Buena Noticia de Dios que Jesús nos anuncia y cuál es el puesto que Juan Bautista ocupa en el proyecto de Dios.

2. Marcos 1,1: Comienzo del Evangelio de Jesús, Hijo de Dios
En la primera frase de su Evangelio, Marcos dice: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, ¡Hijo de Dios! (Mc 1,1). Al final del Evangelio, en el momento de la muerte de Jesús, un soldado romano exclama: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! (Mc 15,39). Al principio y al final está este título de Hijo de Dios. Entre el principio y el final, a lo largo de las páginas del evangelio, Marcos aclara cómo debe ser entendida y anunciada esta verdad central de nuestra fe: Jesús es el Hijo de Dios.

3. Marcos 1,2-3: La semilla de la Buena Noticia está escondida en la esperanza de la gente
Para indicar el comienzo de la Buena Noticia, Marcos cita al profeta Isaías. En el texto de este profeta aparece la esperanza que habitaba en los corazones de la gente en los tiempos de Jesús. La gente esperaba que el mensajero viniese a preparar el camino del Señor, según cuanto había sido proclamado por el profeta Isaías que dice: Voz de aquél que grita: Preparad el camino al Señor, enderezad sus sendas (Is 40,3). Para Marcos la semilla de la Buena Noticia es la esperanza suscitada en la gente por las grandes promesas que Jesús había hecho en el pasado por medio de dos profetas. Hasta ahora, la esperanza de la gente es el gancho al que se aferra la Buena Noticia de Dios, para saber cómo iniciar el anuncio de la Buena Noticia, es importante descubrir la esperanza que la gente tiene en su corazón. ¡La esperanza es lo último que muere!

4. Marcos 1,4-5: El movimiento popular suscitado por Juan el Bautista hace crecer la esperanza
Marcos hace como hacemos también hoy nosotros. Se sirve de la Biblia para iluminar los hechos de la vida. Juan Bautista había provocado un gran movimiento popular. ¡Toda la región de la Judea y todos los habitantes de Jerusalén iban al encuentro de Juan!  Marcos se sirve del texto de Isaías para iluminar este movimiento popular, suscitado por Juan Bautista. Indica que con la venida de Juan Bautista la esperanza del pueblo ha comenzado a encontrar una respuesta, a realizarse. La semilla de la Buena Nueva comienza a despuntar, a crecer.

5. Marcos 1,6-8: Juan Bautista es el Profeta Elías que la gente esperaba
Del profeta Elías se decía que venía a preparar el camino del Mesías “¡convirtiendo el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres!” (Mal 3,24; cf Lc 1,17), o sea, esperaban que Elías viniese a reconstruir la vida comunitaria. Elías era conocido como “un hombre vestido de pieles y con un cinturón de cuero a la cintura” (2Re 1,8). Marcos dice que Juan se vestía con pieles de camello. Indicaba con claridad que Juan Bautista había venido a cumplir la misión del Profeta Elías (Mc 9,11-13). En los años 70, época en la escribe Marcos, mucha gente pensaba que Juan Bautista fuese el mesías (He 19,1-3). Para ayudarles a discernir, Marcos cita las palabras del mismo Juan: “Después de mí viene aquél que es más fuerte que yo y de quien no soy digno de desatar sus sandalias. Yo he bautizado con agua. Él bautizará con Espíritu Santo”. Marcos nos dice que Juan señala el camino hacia Jesús. Hace saber a las Comunidades que Juan no era el Mesías, sino más bien su precursor.

6 «Comienzo de la Buena Noticia de Jesús Mesías Hijo de Dios». Así dice la primera frase de la fuente histórica sobre la vida de Jesús que llamamos Evangelio según San Marcos. La historia de Jesús es el comienzo y nosotros somos la continuación. El problema es que esta continuación de la historia de Jesús es una mezcla de traición a Jesús y también de fidelidad a Jesús; hay fracasos y éxitos. La historia de la Iglesia a veces reproduce la historia de Jesús y a veces la traiciona. Por eso es necesario un discernimiento. Es necesario volver a este «comienzo» de la historia de Jesús, para juzgar desde allí la historia de todos los cristianos. Marcos comienza su evangelio describiendo cómo fue el principio del anuncio de la Buena Noticia de Dios.  El comienzo, la semilla de la Buena Noticia de Dios, está escondido en nuestra vida, en nuestro pasado, en la historia en que vivimos. El pueblo de la Biblia tenía esta convicción: Dios está presente en nuestra vida y en nuestra historia.

26 nov 2011

1º Domingo de Adviento (B)


 1º Domingo de Adviento (B)
Marcos 13, 33-37

1. Oración Inicial: Espíritu de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Haz que el texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva y liberadora, que produzca en nosotros(as) la adhesión y el seguimiento radical de Jesús. AMÉN.   
    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: “¡Manténganse despiertos!” Esta es clave en el corto pasaje que la Iglesia reserva para la liturgia del primer domingo de Adviento. Vigilar, estar atentos, esperar al dueño de la casa que debe regresar, no adormilarse, es esto lo que Jesús pide a todo cristiano(a). Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Marcos 13,33-37: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿A quienes dirige Jesús sus palabras?
2)     ¿Qué se encarga el hombre a sus servidores antes de ir de viaje?
3)     ¿Cómo responde Jesús a la inquietud de sus discípulos sobre la pregunta ¿cuándo vendrá?
4)     Entonces, ¿cuál es la actitud que deben tener sus seguidores? ¿Por qué?


3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a.     ¿Qué significa para ti “estar preparado”  (la vigilancia)?
b.    ¿Vivimos siempre hoy a la espera del Señor que viene? ¿Estamos algo adormecidos? ¿En qué?
c.     Hagamos en el grupo un «análisis de la realidad de la esperanza»: ¿Cómo está la esperanza en nuestra sociedad? ¿Es una sociedad de esperanza? ¿Qué esperanzas mueven a las personas hoy?
d.    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Estén prevenidos”.


5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Estar preparados excluye tanto la impaciencia como el sueño, tanto el temor como el relajamiento.  Implica lucha, esfuerzo y valor para evitar, por una parte, la fuga hacia un futuro ideal y, por otra, el estancamiento en la situación del presente.  ¿Cómo me comprometo esta semana a trabajar por el Reino? Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.


6. Oración final: OH Dios, Padre Bueno: ayúdanos a nunca olvidar que eres el Señor de la Historia, el Señor de la Creación, el Señor de la Vida. Tú nos animas para construir el Reino.  Danos fuerza para entregarnos a ti de todo corazón y a servirte con fidelidad en el prójimo, de modo que vivamos como verdadero pueblo tuyo y como hermanos y hermanas de todas las personas.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1. El capítulo 13 del Evangelio de Marco nos habla de la ruina del Templo y de la ciudad de Jerusalén. Jesús aprovecha la ocasión por una observación que le hace un discípulo: “¡Maestro, mira qué piedras y qué construcción! (Mc 13,1). Jesús, por eso, aclara las ideas: “¿Ven estas grandes construcciones? No quedará piedra sobre piedra, que no sea demolida” (Mc 13,2). El Templo, signo tangible de la presencia de Dios en medio de su pueblo elegido, Jerusalén, la ciudad “bien unida y compacta” adonde “suben junta las tribus del Señor, para alabar el nombre del Señor” (Salmo 122,4), todo esto, signo seguro de la promesa hecha a David, signo de la alianza, todo esto irá a la ruina... es sólo un signo de algo que sucederá en el futuro. Los discípulos llenos de curiosidad piden al Señor sentado en el monte de los Olivos, de frente al Templo: “Dinos, ¿cuándo acaecerá eso y cuál será el signo de que todas estas cosas están por cumplirse? (Mc 13,4). A esta pregunta, usando el estilo apocalíptico judaico inspirado en el profeta Daniel, Jesús se limita sólo a anunciar las señales premonitoras (falsos cristos y falsos profetas que con engaño anunciarán la venida inminente del tiempo, persecuciones, señales en las potencias del cielo. cf: Mc 13,5-32), “en cuanto al día y a la hora, ninguno los conoce, ni siquiera los ángeles del cielo, y ni siquiera el Hijo, sino sólo el Padre” (Mc 13,32).

De aquí se comprende la importancia de la espera vigilante y atenta a los signos de los tiempos que nos ayudan a acoger la venida del “dueño de la casa” (Mc. 13,35). Cuando venga él, todo desaparecerá, “el poder de los siervos” (Mc 13,34), incluso los signos que nos ayudan a recordar su benevolencia (templo, Jerusalén, casa). Los “siervos” y el “portero” (Mc 13,34) a la llegada del dueño no mirarán ya a los signos, sino que se complacerán en el mismo dueño: “He aquí que llega el Esposo, salgan al encuentro” (Mt 25,6 + Mc 2,19-20).

A menudo Jesús pedía a los suyos que vigilasen. En el huerto de los Olivos, en la tarde del jueves, antes de la pasión, el Señor dice a Pedro, Santiago y Juan: “Quédense aquí y permanezcan despiertos.” (Mc 14,34; Mt 26,38). La vigilancia nos ayuda a no caer en la tentación (Mt 26,41) y a permanecer despiertos. En el huerto de los Olivos los discípulos duermen porque la carne es débil aunque el espíritu está pronto (Mc 14, 38). Quien se duerme va a la ruina, como Sansón que se deja adormecer, perdiendo así la fuerza, don del Señor (Jue 16, 19). Se necesita estar siempre despiertos y no adormilarse, sino vigilar y orar para no ser engañados, acercándose así a la propia perdición (Mc 13,22 + Jn 1,6). Por eso “despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará” (Ef 5,14)

2. Estar despiertos: Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprenden: mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos! Pero él tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las preocupaciones más superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora apropiada para realizar la misión que Jesús nos encomienda. El evangelio debe ser proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde se vea, debe ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio una lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud vigilante.

Estar vigilantes y preparados consiste principalmente en vivir según el mandamiento del amor. El evangelista se dirige a unos cristianos que han descuidado su compromiso práctico, para despertarles de su letargo y recordarles que el destino de cada persona se decide en la actitud que tengan ante los necesitados en este tiempo que precede a la venida de Jesús.

3. La Esperanza: Esperar, lo que se dice esperar, todo el mundo espera. Una persona solía distinguir: La buena gente, la gran mayoría, que vive con esperanzas: un viaje, una fiesta, una boda, un trabajo, curarse de una enfermedad o el gordo de la primitiva. La gente buena, una gran minoría, que vive de la esperanza, trabajando y luchando por una causa noble, de solidaridad, ecología, justicia y paz, cultura, libertad, democracia, etc. En el fondo todos buscan lo mismo, pero los matices marcan toda la diferencia. La búsqueda del bien y de la felicidad nos une a todos, pero los caminos, acertados o desorientados para conseguirlo, nos distinguen. Hoy la liturgia de adviento proclama entre nosotros su mensaje de esperanza; la esperanza de un Dios que vino, a quien recordamos y celebramos, y que viene, para el que nos preparamos. Y, junto a esta gran esperanza, el adviento es también un canto a nuestras pequeñas y legítimas esperanzas, que arropan la grande y la colocan en el pedestal que le corresponde. Buen momento para reflexionar sobre la incidencia o no de lo que esperamos en nuestra vida práctica, para ver si nos mueve a "conducirnos como en pleno día, con dignidad..., sin comilonas ni borracheras, lujuria, desenfreno, riñas o pendencias".

Jesucristo, Rey del Universo

Jesucristo, Rey del Universo

Mateo 25, 31-46


1. Oración Inicial: Padre bueno, envíanos el Espíritu Santo, para que podamos acoger a Jesús que pasa por nuestra historia y ofrece la vida por la humanidad. Danos una visión límpida y un corazón abierto para escuchar e interpretar tú Palabra. Danos el estar siempre preparados para colaborar en la construcción tu Reino. AMÉN.    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Vamos a escuchar las palabras de Jesús. Dice que al final de nuestra vida seremos juzgados según el amor que practica­mos con los hermanos y hermanas necesitados. Podemos fijar­nos en los criterios que usa Jesús para decir que alguien es bendito o maldito. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt 25,31-46: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Cuál es el tema del relato?
3)     ¿Cuáles son los dos grupos que aparecen en el pasaje? ¿De qué se sorprenden?
4)     ¿Cuál es el criterio que usa Jesús para separar quienes son ben­ditos o malditos?
5)     ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
6)     ¿Cuál es la actitud que decide el desti­no de cada persona? ¿Por qué?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
  2. Hambrientos, sedientos, extranjeros, des­nudos, enfermos, prisioneros... Hoy: ¿Cómo tendríamos que completar la lista señalada por Jesús? ¿Quiénes son los hermanos más pequeños? ¿Que sufren en nuestra sociedad? ¿Vemos a Jesús en estas personas necesitadas?
  3. Señalamos personas, problemas, nece­sidades actuales que se pueden incluir hoy entre las bendicio­nes y maldiciones del juicio final. Por ejemplo: "Vengan, porque fui emigrante y me arrendaron una casa donde vivir, y me dieron un trabajo para mantenerme".
  4. Dios no está pidiendo que hagamos nada explícitamente “religioso” sino que nos preocupemos del prójimo y en especial los más necesitados. Comentar.
  5. ¿Qué podemos hacer para que nuestra comunidad aco­ja a Jesús que viene hasta nosotros(as) en el pobre, en el ham­briento, en el desempleado, en el enfermo, en el que vive en la calle, en el pequeño?
  6. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. "Señor, ayúdanos a vivir el amor, la solidaridad y la fraterni­dad".

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Para alcanzar la vida con Dios hay que vivir la solidaridad concreta  ¿A qué nos compromete reconocer a Jesús  presente en los  más pobres y olvidados? Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Jesús, ayúdanos a vivir la misericordia y la solidaridad. En nuestros días hay muchos desnudos, sedientos, hambrientos, forasteros, enfermos y presos.... Ayúdanos para ver tu rostro en cada persona que sufre. Conviértenos para que nos preocupemos de la gente y no vivamos indiferentes, porque somos hermanas y hermanos y nuestro Padre quiere justicia y libertad para toda la humanidad. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Contexto: Los capítulos 24 y 25 del evangelio de Mateo contienen un largo discurso pronunciado por Jesús y dirigido a sus discípulos (24,3). Se anuncia la manifestación definitiva del Hijo del hombre y se advierte que, mientras se espera, hay que perma­necer vigilantes. El discurso que recorre estos dos capítulos está escrito de un modo algo extraño para nosotros(as), aunque era frecuente entre algunos grupos judíos y cristianos de la época. Se llama lenguaje apocalíptico y pretendía desvelar una revelación que estaba oculta. Sus destinatarios eran, generalmente, grupos en crisis, y estos escritos pretendían llevarles un mensaje de aliento y esperanza. ¿Qué le ocurría a la comunidad de Mateo para necesitar este mensaje? Su comunidad constataba que la segunda venida del Señor se retrasaba. A pesar de la muerte y resurrección de Jesús, la his­toria parecía continuar como antes. Se mantenía la injusticia, el olvido de Dios, el atropello de los pobres... Entre los mismos cris­tianos(as) había signos de dejarse estar, rutina y abandono de la radicalidad del mensaje de Jesús. El evangelista recuerda que en el mensaje del Señor hay palabras de exhortación y aliento para esta situa­ción: Cristo volverá con gloria y la historia tendrá un final feliz, aunque ahora este final permanezca oculto. Ahora bien, esta segunda venida no sucederá enseguida. Mientras llega el momento, es necesario vigilar y comprometerse, porque el futuro se construye desde el presente. Esta exhortación al compromiso está especial­mente subrayada en la parábola del juicio final. Con ella se cierra el ministerio público de Jesús y comienza el relato de la pasión.

2. La venida de Jesús al final de los tiempos: En la visión de Mateo, la venida de Jesús al final de los tiempos será ante todo un ac­to de discernimiento, en el que aparecerán las consecuencias del comportamiento que se haya tenido mientras se aguarda la veni­da del Señor. Es entonces cuando aparece­rá con claridad la distinción entre el trigo y la cizaña (13,24-30), entre los peces bue­nos y malos (13,47-50), entre el criado fiel y el malo (24,45-51), entre las jóvenes previsoras y las descuidadas (25,1-13) y entre los criados leales a su señor y los que no lo fueron (25,14-30). Lo que resulta más sorprendente y llamativo es la medida que se utiliza en este juicio. En él lo decisi­vo es la actitud de amor o indiferencia hacia los pobres y excluidos. Según Mateo, seremos juzgados por nuestra capacidad de amar, sobre todo a esas personas. Ese amor se tiene que mani­festar en gestos concretos: dando de comer, de beber, etc. Es de­cir, creando condiciones justas y fraternas de vida. La ra­zón última está en la íntima solidaridad que existe entre éstos y Jesús: lo que se hace con ellos, se hace con Jesús.

3. El Hijo del hombre: Hijo del hombre es una expresión judía que significa simplemente un ser humano. Así la usa el libro de Ezequiel donde Dios se dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16) para resaltar la distancia entre Dios que es trascendente y el profeta que es un simple hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado particular. El profeta ve "aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en sentido personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura el Reino de Dios, eterno y universal. La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Daniel 7,13-14 es difundida en los evangelios. Se encuentra también en las Actas 7,56 y en el Apocalipsis 1,13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su pasión (17,12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico (17,19; 26,64) y de su venida gloriosa (24,30; y 25,31, inicio de nuestro texto).

4. El Vicario de Cristo es el pobre (25,37-40): A los que acogieron a los excluidos se les llama "justos". Significa que la justicia del Reino no se alcanza observando nor­mas y prescripciones, sino acogiendo a los necesitados. Pero los propios justos no saben cuándo acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde: "Cuando lo hicieron con uno de estos mis her­manos, más pequeños, conmigo lo hicieron". ¿Quiénes son es­tos "mis hermanos, más pequeños"? En otros pasajes del evan­gelio de Mateo, las expresiones "mis hermanos" y "pequeños" se refieren a los discípulos (10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Son los miembros más abandonados de la comunidad, los despreciados que no tienen lugar y no son bien recibidos (10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero esto no es todo. En el contexto amplio de esta parábola final, la expresión "mis her­manos más pequeños" se amplía e incluye a todas aquellas personas que no tienen lugar en la sociedad. Son todos(as) los pobres y excluidos. Y los "jus­tos" y los "benditos de mi Padre" son todos(as) los que acogen al otro(a) en la total gratuidad, independientemente de ser cristiano o no.

5. "maldi­tos": Son las personas que no entran en el Reino. Aquí el motivo es uno solo: no acogieron a Jesús hambriento, se­diento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús el que nos impide entrar en el Reino. Es nuestra práctica y la for­ma de acoger, ignorar o ser indiferente al otro, la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.

33° Tiempo Ordinario (A)


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Mateo 25,14-30

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.  AMÉN.    Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy habla de un propietario que iba a viajar al ex­tranjero. Llama a sus criados y les confía la administración de sus bienes. A cada uno entrega talentos según su capacidad. Cuando el propietario volvió, pidió cuentas a sus criados. Todos ganaron el doble, me­nos el último, que, por miedo de arriesgar, enterró el talento, y cuando el señor volvió se lo entregó tal cual, algo que le trae consecuencias inesperadas. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt 25,14-30: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     En la parábola, los tres empleados reciben según su capacidad: ¿Cuál es la forma de comportarse de cada uno de ellos con respecto a lo recibido?
3)     ¿Cómo rinden cuentas del primero y segundo empleado? Y el tercer empleado: ¿Por qué esconde el talento? ¿Cómo le responde el amo?
4)     ¿Qué actitudes destaca el patrón? ¿Qué actitudes reprocha?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Para nosotros(as) hoy: ¿Qué representan los talentos en esta parábola?
  2. Hay quienes transmiten lo que han recibido de Dios y quienes guardan para sí lo que el Señor quiso darles. Comentar.
  3. Cada persona comparte qué don(es) ha recibido de Dios. ¿Cómo lo usamos?
  4. ¿Es tan grave no hacer fructificar los talentos? ¿Por qué?
  5. Toda persona tiene cualidades, talentos, con los cuáles puede y debe servir a los demás. Comentemos los talentos que reconocemos en hermanos y hermanas de nuestra comunidad.
  6. Cada persona recibe del Señor “según su capacidad”  y sin embargo a veces sentimos envida y hacemos comparaciones entre personas. Comentar.
  7. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. "Señor, ayúdanos a ser generosos para entregar nuestros dones al servicio de la gente".   

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Redescubramos las capacidades y talentos propios y de nuestros hermanos(as); para que, multiplicándolos, crezcamos como personas y como comunidad.  Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Señor, haznos artesanos(as) del Reino que Tú quieres que construyamos entre toda la gente, con nuestro trabajo y con los talentos que tu nos has dado, y que así estemos siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a Ti y a los hermanos y hermanas consiste el gozo pleno y verdadero. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Contexto: La “Parábola de los Talentos” (25,14-30) forma parte del 5º Sermón de la Nueva Ley (24,1 a 25,46) y se coloca entre la parábola de las Diez Vírgenes (25,1-13) y la parábola del Juicio Final (25,31-46). Estas tres parábolas aclaran el concepto relativo al tiempo de adviento del Reino. La parábola de las Diez Vírgenes insiste sobre la vigilancia: el Reino de Dios puede llegar de un momento a otro. La parábola de los talentos orienta sobre el crecimiento del reino: el Reino crece cuando usamos los bienes recibidos para servir. La parábola del Juicio Final enseña cómo tomar posesión del Reino: el Reino es acogido cuando se acoge a los pequeños. Una de las cosas que más influyen en nuestra vida es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como un Juez severo que trataba a las personas según el mérito conquistado siguiendo las observancias. Esto causaba miedo e impedía a las personas crecer. Impedía que se abriese un espacio dentro de ellos para acoger la nueva esperanza de Dios que Jesús comunicaba. Para ayudar a estas personas Mateo relata la parábola de los talentos.

2. ¿Cómo prepararse para la venida del Señor? Mateo acentúa algunos elementos de la parábola. Por ejem­plo, en respuesta a pasividad de sus comunidades, resalta la ac­tividad de los dos empleados y la actitud inoperante del tercero. Quiere exhortar a la Iglesia a vivir el presente en una fidelidad ac­tiva y creativa, como preparación para el juicio final. Sólo el evan­gelio de Mateo relata que el propietario volvió después de "mucho tiempo". Nos indica que las comunidades hablaban de la demora en la vuelta del Señor, lo que probablemente desanima­ba a la gente. Por eso, la recompensa que el dueño da a los em­pleados diligentes es la salvación, simbolizada en la alegría de la convivencia con el Señor. El castigo para el empleado que no tra­bajó será la exclusión del Reino. El evangelista, a través de esta parábola, ex­horta a su comunidad (y la nuestra hoy) para que esté alerta y vigilante, y para que no se deje vencer por la comodidad y la rutina.

3. La moneda diversa del Reino: No hay diferencia entre aquéllos que reciben más y aquellos que reciben menos. Todos reciben según su capacidad. Lo que importa es que el don se ponga al servicio del Reino y que haga crecer los bienes del Reino que son el amor, la justicia, la fraternidad, el compartir. La clave principal de la parábola no consiste en producir talentos, sino que indica el modo en el que se necesita vivir nuestra relación con Dios. Los primeros dos empleados no piden nada, no buscan su propio bienestar, no guardan los talentos para ellos, no calculan, no miden. Con la más grande naturalidad, casi sin darse cuenta y sin buscar ninguna clase de mérito para ellos, comienzan a trabajar, para que el don recibido fructifique para Dios y para el Reino. El tercer empleado tiene miedo y, por esto, no hace nada. Según las normas de la ley antigua, él obra de modo correcto. Se mantiene en las exigencias establecidas. No pierde nada, pero tampoco gana nada. Por esto pierde hasta lo que tenía. El Reino es riesgo. ¡Quien no quiere correr riesgo, pierde el Reino!

4. Dos posturas: La parábola nos habla de dos actitudes; de quienes transmiten lo que han recibido de Dios y de aquellos que guardan para sí lo que el Señor quiso darles. Además, el acento de la parábola está en el reproche a la segunda postura. Desde el inicio, en la imagen de la ausencia del "hombre que sale de viaje", se recuerda la responsabi­lidad del cristiano(a) en la historia, responsable del anuncio del Evangelio. En la vida de todos los días, con sus buenos y malos momentos, con sus tensiones y conflictos, el discípulo(a) de Jesús tiene que dar testimonio de la vida. Eso es lo que significa recibir los talentos. Así lo hicieron los dos primeros servidores, su vigilancia se tradujo además en servicio, y gracias a sus obras los dones del Señor dieron frutos.

5. El modo de obrar de cada empleado (25,16-18): Los dos primeros empleados trabajan y duplican los talentos. Pero el que ha recibido un talento lo entierra, para conservarlo bien y no perderlo. Se trata de los bienes del Reino que se dan a las personas y a las comunidades según su capacidad. Todos y todas reciben algún bien del Reino, ¡pero no todos responden del mismo modo!

6. La palabra final del amo que aclara la parábola (25, 28-30): El amo manda quitarle el talento y darlo al que ya tiene: “Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Aquí está la clave que lo aclara todo. En realidad los talentos “el dinero del amo” los bienes del Reino, son el amor, el servicio, el compartir, el don gratuito. Talento es todo lo que hace crecer la comunidad y que revela la presencia de Dios. Cuando alguien se encierra en sí mismo por miedo de perder lo poco que tiene, se pierde hasta lo poco que se tiene, porque el amor muere, se debilita la justicia, desaparece el compartir. De lo contrario la persona que no piensa en sí y se da a los demás, crece y recibe sorprendentemente todo lo que ha dado y mucho más. “Porque quien quiera salvar la propia vida la perderá, pero quien pierda la propia vida por mi causa, la encontrará” (10,39).