1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu Santo para que nos ayude a leer la Biblia Corno los discípulos en el camino de Ernaús. Tu palabra nos oriente para que podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia, de solidaridad y de paz. Amén. Cantarel estribillo "Espíritu Santo Ven, Ven''.
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción, La misión es la de proclamar el evangelio a toda criatura, un evangelio que obliga a tomar postura, que se convierte ineludiblemente enjuicio de salvación o de condenación y que ya, desde ahora, manifiesta su eficacia en quien lo acoge con fe. En esta misión nada tienen que temer. Los discípulos cuentan con la asistencia, eternamente presente, de Cristo resucitado. Él no puede fallar, Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios,
b. Leer el texto: Mc 16,14‑20: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva para escuchar a Dios Releerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para dejar que la Palabra de Dios impregne el corazón y la mente. Terminar cantando: "Tu Palabra me Da Vída"
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee en voz alta el versículo o palabra que más le tocó el corazón.
2) ¿Dónde se encontraban los discípulos cuando se les apareció Jesús Resucitado?
3) ¿Qué actitud mostró Jesús con ellos inicialmente?
4) ¿Qué misión les dio a sus discípulos?
5) ¿Qué sucedió después de hablarles? ¿Cómo respondieron los discípulos y qué hacía el Señor para ayudarles?
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo, Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a. ¿Qué milagros descubrimos hoy como signos que acompañan la predicación de la iglesia?
b. ¿Qué opinamos de las personas que dedican tiempo en trabajos misioneros de cualquier índole
c. ¿Qué podría reprocharme Jesús en mi apostolado, en mi seguimiento?
d. ¿Pongo mi confianza en el Señor al emprender un trabajo por el evangelio?
e. ¿A dónde me siento llamado a llevar la Buena Noticia de Jesús?
f. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Hacemos nuestra oración comunitaria; oraciones dirigidas directamente al Señor. Hablar con él, contarle, decirle lo que uno quiere o siente. (Peticiones, Alabanzas, Acción de gracias a Dios, Súplicas de perdón ... )
S. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Predicar el evangelio es vivirlo en gestos concretos, ¿Qué actitud o gesto puedes ofrecerle esta semana a Dios para anunciar su Buena Nueva"? Llevamos una "palabra". Esa palabra o versículo nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente esta "palabra" o versículo se hará presente durante el día (semana) mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.
6. Oración final: Tus palabras Jesús, Señor de la Vida, no pasarán jamás. Danos Señor, hambre y sed de tus palabras. Hazlas llegar a nuestro corazón. Hazlas vida y construcción de¡ mundo nuevo a través de nuestras manos. Queremos ser, Señor, testigos fieles de tus palabras. Mostrar con la vida, el ejemplo y el testimonio, que nuestra vida cambia y se hace más fraterna y solidaria al escuchar y vivir tus enseñanzas. Tus palabras no pasarán Señor. ¡Las mantendremos vivas en la lucha por el Reino. Amén
1. Los signos que acompañan el anuncio de la Buena Noticia (Marcos 16,15‑18)
Jesús confiere la misión de anunciar la Buena Noticia a todas las criaturas. La exigencia que Él pone para quien quiere ser salvo es ésta: creer y ser bautizado. A los que tienen el valor de creer en la Buena Noticia y se hacen bautizar, Él promete estos signos: (1) expulsarán los demonios, (2) hablarán nuevas lenguas, (3) tomarán en las manos las serpientes, (4) beberán cualquier ponzoña y no les dañará, (5) impondrán las manos a los enfermos y éstos curarán. Estos signos se dan aun hoy:
a. expulsar los demonios: es combatir el poder del mal que estrangula la vida. La vida de muchas personas ha mejorado desde el momento en que entraron en comunidad y empezaron a vivir la Buena Noticia de la experiencia de Dios, Participando en la vida de la comunidad, echan el mal de sus vidas,
b. hablar nuevas lenguas: es comenzar a comunicarnos con los otros de modo nuevo. A veces encontramos una persona que nunca la habíamos visto antes, pero sucede como si ya la conociésemos de mucho tiempo, Es porque hablamos la misma lengua, la lengua del amor.
c. tomar en las manos las serpientes y tomar el veneno: hay muchas cosas que envenenan la convivencia. Muchas habladurías que arruinan la relación entre las personas. Quien vive la presencia de Dios sabe superar esto y no es molestado por este veneno mortífero.
d. curar los enfermos: en cualquier lugar en el que aparezca una conciencia más clara de la presencia de Dios, aparece también una especial atención a las personas excluidas y marginadas, sobre todo a los enfermos. Lo que más favorece la salud es que la persona se sienta acogida y amada.
2. Jesús se despide de los discípulos definitivamente con un encargo: «Vayan por el mundo entero a
proclamar el mensaje por todas partes». De ahora en adelante no deberá limitarse al pueblo judío, pues el mensaje de Jesús es universalista y mira ala humanidad entera. Ya no hay un pueblo elegido, sino que es toda la humanidad la elegida y destinada a experimentar la salvación de Dios. Además no habrá lugar donde no se deba anunciar este mensaje de resurrección y vida de Jesús: hay que proclamarlo «por todas partes». Ningún rincón de la tierra, ningún país, ningún grupo de personas estará excluido en principio del reino, pues Jesús ha venido para que no haya excluidos del pueblo ni pueblos excluidos.
Pero la tarea iniciada por Jesús de hacer del mundo una fraternidad que confiese a un solo Dios como Padre y considere que todos somos hermanos(as) queda aún por completar. Seremos sus discípulos quienes anunciemos que hay que cambiar de mente – convertirse ‑ y sumergir en las aguas de la muerte nuestra vida de pecado – bautizarse ‑ para llegar a la orilla de una comunidad donde todos entienden a Dios como Padre y se consideran hermanos unos de otros, o lo que es igual, libres para amar, iguales sin perder la propia identidad, siempre abiertos y dispuestos a acoger al otro, aunque no sea de los nuestros, y solidarios,
Para ello contamos con la ayuda de Jesús, cuyos signos de poder nos acompañarán podremos arrojar
Los demonios de las falsas ideologías que no conducen a la felicidad, seremos capaces de comunicar el
mensaje de amor a todos, hablando lenguas nuevas, el maligno no tendrá poder sobre nosotros ‑ ni las
serpientes ni el veneno nos harán daño ‑ y pasaremos por la vida remediando tanto dolor humano. Este es el legado que nos dejó Jesús antes de irse con Dios, con un Dios que, desde que Jesús se bautizó en el Jordán, no habita ya en lo alto del cielo sino que anida en lo profundo del ser humano, convertido desde el bautismo de Jesús en el nido y templo de un Dios, antes llamado «altísimo», pero a quien Jesús nos
enseñó a llamar «Padre» con lo que evoca esta palabra de entrega, amor y comunicación de vida.
3. Anunciamos la Buena Noticia de Jesús cuando seguimos los pasos de su práctica concreta y nuestra vida da testimonio del Reino que Dios quiere para todos(as). Anunciamos la Buena Noticia de Jesús cuando nos comprometemos por la vida, cuando luchamos por la justicia, cuando construimos la paz y la concordia, cuando nos rebelamos ante la injusticia e intentamos aportar nuestro granito de arena para que el mundo cambie. Anunciamos la Buena Noticia de Jesús cuando nos animamos ajuntarnos, cuando comenzamos a compartir, cuando aprendemos juntos, cuando superamos las diferencias y nos animamos a vivir la aventura de la comunidad y caminar en los pasos de Jesús
¡Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva!
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