Marcos 10, 35-45
a. Introducción: El texto de hoy se sitúa después del tercer
anuncio de la Pasión
(10, 32-34). Y como ya había sucedido en los otros anuncios, la reacción de los
discípulos no es positiva; dos de los discípulos se preocupan de los primeros
puestos en el Reino y los otros se indignan. Nada parece haber conseguido Jesús
con sus anteriores instrucciones. Jesús reitera su enseñanza sobre el servicio
como norma de la comunidad cristiana. Esta ha de ser una comunidad sin poder y
el ejercicio de autoridad ha de ser entendida como servicio. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: 10, 35-45: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva para
escuchar a Dios. Leerlo una segunda vez.
d. ¿Qué
dice el texto?
2)
¿Quién se acerca a hablar con Jesús y qué le
pregunta?
3)
¿Qué dice
Jesús sobre la manera como los jefes del
mundo ejercen la autoridad?
4)
En fin, ¿Cuál
es el mensaje de Jesús para los discípulos? ¿Qué les enseña Jesús a
sus seguidores sobre el poder y la autoridad?
5)
¿Qué dice Jesús sobre el ejemplo de su propia
vida al respecto?
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra
vida? No es necesario responder a cada pregunta.
Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el
texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
- Jesús se
refería a los dirigentes políticos de su tiempo, pero en el fondo, ¿Esa
manera de ejercer autoridad es también un estilo común hoy? Explique.
- ¿Nos gusta ocupar puestos importantes? ¿Hay gente
que le gusta?
- ¿Qué situaciones
de poder y dominio se presentan en nuestras comunidades? ¿Qué actitudes
deberíamos tener para ser buenos cristianos(as)?
- Nosotras y
nosotros con nuestro trabajo, ¿Estamos verdaderamente sirviendo a la vida
de los demás? ¿Cuáles son nuestras dificultades?
- ¿Cuál
es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?
5.
Contemplar el
rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de
la realidad: Compromiso:
Ser discípulo(a) de Jesús implica hacerse, como El, servidor(a) de la
gente. ¿Cómo puedes esta semana servir con mayor generosidad a los que te
rodean en tu familia, población, trabajo y comunidad? Llevamos
una “palabra”. Esa palabra o versículo nos va a acompañar
hasta que nos encontremos nuevamente.
6. Oración final: Señor, ayúdanos a vivir sin buscar reconocimiento de
los demás, evitando toda tentación de poder y de dominio. Sólo así seremos
capaces de entregarnos con amor al servicio de tus preferidos, los empobrecidos
y necesitados de nuestra sociedad. Queremos seguir tu ejemplo y ser personas
servidoras, solidarias con nuestros bienes, generosas con nuestro tiempo,
despojadas y desprendidas, fuertes en la esperanza y alegres en el dar. Danos tu fuerza para vivirlo, Señor. Amén.
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos comenzar cada reunión con
uno o más de las siguientes preguntas:
- ¿Cómo he experimentado a Jesús en la última semana?
- Contar ¿Cómo el grupo / comunidad le ha ayudado esta semana en su vida cristiana?
- ¿Qué he hecho en la última semana para construir el Reino de Dios?
2. Nueva instrucción sobre el servicio. Los discípulos, titubeantes en el
seguimiento, persisten en la orientación terrena de sus esperanzas y en sus
sueños de grandeza humana. Nada parece haber conseguido Jesús con sus
precedentes instrucciones y copiosas enseñanzas. La petición de los hijos del
Zebedeo y la disputa subsiguiente remiten a la situación del grupo tras el
segundo anuncio de la pasión (véase Mc 9,33-37). Una vez más se ve obligado
Jesús a instruirles. En su instrucción señala las condiciones requeridas para
poder llegar a la gloria y formula lo que ha de ser la ley constitucional de la
comunidad cristiana. Las condiciones para sentarse junto a él en la gloria
quedan expresadas con las imágenes del cáliz y el bautismo. Son dos imágenes
que evocan la amargura del sufrimiento, la participación e inmersión en la
pasión y muerte de Jesús (véase Mc 14,36; Lc 12,50; Rom 6,3). Este es el camino
de la gloria. Los hijos del Zebedeo se sienten con fuerzas para recorrerlo. No
reciben, sin embargo, la garantía de ocupar los puestos de honor ambicionados.
La razón está en que el seguimiento de Jesús no puede ser interpretado como
medio para obtener una recompensa prefijada. Aunque será recompensado,
cualquier carácter de mérito le es ajeno. El discípulo(a) está llamado(a) a
seguir al Maestro en el presente, dejando que Dios programe libremente su
futuro.
Reiterando su enseñanza sobre el servicio, Jesús proclama después la
ley fundamental que ha de estar siempre vigente en su comunidad: cada persona
ha de hacerse servidora de los demás. Caracterizada por el servicio, ha de ser
una comunidad sin deseos** de poder ni ambición de dominio, instintos
profundamente arraigados en el corazón humano, pero que corrompen tanto como
las riquezas. Esto no significa que tal comunidad deba carecer de autoridad.
Significa que su autoridad ha de reflejarse en la realidad del servicio** y no
en la posibilidad de mandar. Sólo una comunidad de servidores(as) podrá ayudar
eficazmente a la humanidad en su lucha contra las fuerzas que la oprimen. Como
modelo del comportamiento que pide a los suyos, Jesús no duda en ofrecerse a sí
mismo, interpretando toda su obra en clave de servicio, un servicio sin
límites, que llega hasta la entrega de la propia vida en favor de los demás. El
fruto de esta entrega es el rescate y redención de toda la humanidad sometida a
una esclavitud de la que, por sí misma, no podía escapar. Su insistente
instrucción sobre el servicio se convierte así en otra enérgica llamada al
seguimiento.
3. Jesús no sólo ve en la riqueza el gran obstáculo para
ser discípulo suyo, discípulo del Reino de Dios. También
ve como un
obstáculo el manejo
abusivo del Poder
y la prepotencia . «Los que son considerados como jefes de las naciones
las gobiernan como si fueran sus dueños; y los poderosos las oprimen con su
poder, pero entre ustedes no ha de ser así. Al contrario, el que quiera ser el
más importante, que se haga servidor(a) de todos, y el que quiera ser el primero,
que se haga el siervo de todos. Así como Jesús no vino para que lo sirvieran,
sino para servir, es decir, para dar su vida por la liberación del pueblo».