2.
Lectura: ¿Qué dice el texto?
b. Leer el texto: Marcos 10,1-16: Leemos este texto de Marcos con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la
palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué
dice el texto?
1)
Cada
persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.
2)
¿Qué situación le plantean los fariseos a Jesús para ponerlo a prueba? ¿En vez de responder, qué pregunta Jesús?
3)
¿Cómo respondieron ellos sobre la enseñanza de Moisés? ¿Y qué les dijo
Jesús?
4)
¿Cuándo Jesús habla en la casa con los discípulos, qué agrega?
5)
¿Cuál es la preocupación
de las personas que traen a los niños ante Jesús?
6)
¿Qué reacción tiene Jesús al observar el trato
de los discípulos hacia los niños y qué dijo después? ¿Finalmente qué hizo Jesús con los niños?
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra
vida? No es necesario responder a cada pregunta.
Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el
texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
- ¿Qué sentido tiene para nosotros(as) el matrimonio cristiano? ¿Y en nuestra sociedad hoy?
- ¿Qué
pensamos de parejas separadas y vueltas a casar? ¿Hay recelos contra
ellas?
- Pese a una
mayor sensibilidad respecto a la igualdad de derechos de la mujer, ¿logramos
superar los rasgos de machismo?
- ¿Qué significa para nosotros(as) «los que son como niños es el reino de Dios»? ¿Nuestra comunidad sabe
acoger, servir, abrazar y
bendecir a los más débiles y necesitados?
5. Contemplar a Dios, volver la mirada al mundo y
comprometerse con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Si la opción de Jesús es por los
débiles, los marginados, los sin derechos, los niños, ¿qué puedo hacer yo esta
semana para vivir esta misma opción en mi vida? Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto.
Tratar de tenerla
en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de
oración donde volver a
conversarla con el Señor.
6. Oración final: Dios de amor y de bondad, que has sembrado en cada
corazón las semillas del bien y de la justicia; haz que despojándonos de
nuestras tendencias de dominio, volvamos a tu proyecto original de armonía y de
equilibrio en nuestra relación con los demás, en la relación entre hombres y
mujeres, en la relación de pareja y en la relación con los pequeños y los excluidos.
AMÉN.
Padre Nuestro que estás en el cielo...
Para Las Personas Que Quieran
Profundizar Más
1. Clave de lectura: En
el texto de hoy Jesús da consejos sobre la relación entre el hombre y la mujer
y sobre las madres y los niños. En aquel tiempo mucha gente era excluida y
marginada. Por ejemplo, en la relación entre hombre y mujer existía el
machismo. La mujer no podía participar, no había igualdad de derecho entre los
dos. En la relación con los niños, los «pequeños», existía un «escándalo» que era la causa de la pérdida de la fe de
muchos de ellos (9,42). En la relación entre hombre y mujer, Jesús pide el
máximo de igualdad. En la relación entre las madres y los niños, él pide la
máxima acogida y ternura.
3. La respuesta de Jesús: el hombre no
puede repudiar a la mujer (10,3-9): En vez de responder, Jesús pregunta: « ¿Qué dice la Ley de Moisés?» La Ley permitía al hombre escribir una carta de
divorcio y repudiar a su mujer (Dt 24,1). Esta permisión revela un machismo. El
hombre podía repudiar a su mujer, pero la mujer no tenía este mismo derecho.
Jesús explica que Moisés actuó así a causa de la dureza de corazón del pueblo,
pero la intención de Dios era otra cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al
proyecto del Creador (Gen 21,27 y Gen 2,24) y niega al hombre el derecho de
repudiar a su mujer. Echa por tierra el derecho del hombre frente a la mujer y
pide el máximo de igualdad.
4. Igualdad hombre y mujer (10,10-12): En casa, los discípulos le hacen preguntas sobre este mismo tema del divorcio. Jesús extrae conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre el hombre y la mujer. El evangelio de Mateo (cf. Mt 19,10-12) aclara una pregunta de los discípulos sobre este tema. Ellos dicen: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse». Prefieren no casarse, antes que casarse sin el privilegio de continuar mandando sobre la mujer. Jesús va hasta el fondo de la cuestión. Pone tres casos en los cuales una persona no se puede casar: (1) impotencia, (2) castración y (3) a causa del Reino. Sin embargo, no casarse porque alguien no quiere perder el dominio sobre la mujer, esto ¡es inadmisible en la Nueva Ley del Amor! Tanto el matrimonio como el celibato, deben estar al servicio del Reino y no al servicio de intereses egoístas. Ninguno de los dos puede ser un motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer. Jesús propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite el matrimonio en el que el hombre pueda mandar sobre la mujer, o viceversa.
5. Acoger a los pequeños: El episodio parece insignificante. Sin embargo, encierra un trasfondo de gran importancia para los seguidores de Jesús. Según el relato de Marcos, algunos tratan de acercar a Jesús a unos niños y niñas que corretean por allí. Lo único que buscan es que aquel hombre de Dios los pueda tocar para comunicarles algo de su fuerza y de su vida. Al parecer, era una creencia popular. Los discípulos se molestan y tratan de impedirlo. Pretenden levantar un cerco en torno a Jesús. Se atribuyen el poder de decidir quiénes pueden llegar hasta Jesús y quiénes no. Se interponen entre él y los más pequeños, frágiles y necesitados de aquella sociedad. En vez de facilitar su acceso a Jesús, lo obstaculizan. Se han olvidado ya del gesto de Jesús que, unos días antes, ha puesto en el centro del grupo a un niño para que aprendan bien que son los pequeños los que han de ser el centro de atención y cuidado de sus discípulos. Se han olvidado de cómo lo ha abrazado delante de todos, invitándoles a acogerlos en su nombre y con su mismo cariño. Jesús se indigna. Aquel comportamiento de sus discípulos es intolerable. Enfadado, les da dos órdenes: «Dejen que los niños se acerquen a mí, no se lo impidan». ¿Quién les ha enseñado a actuar de una manera tan contraria a su Espíritu? Son, precisamente, los pequeños, débiles e indefensos, los primeros que han de tener abierto el acceso a Jesús. La razón es muy profunda pues obedece a los designios del Padre: «De los que son como ellos es el reino de Dios». En el reino de Dios y en el grupo de Jesús, los que molestan no son los pequeños, sino los grandes y poderosos, los que quieren dominar y ser los primeros. El centro de su comunidad no ha de estar ocupado por personas fuertes y poderosas que se imponen a los demás desde arriba. En su comunidad se necesitan personas que buscan el último lugar para acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados. El reino de Dios no se difunde desde la imposición de los grandes sino desde la acogida y defensa a los pequeños. Donde éstos se convierten en el centro de atención y cuidado, ahí está llegando el reino de Dios, la sociedad humana que quiere el Padre.
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