Lucas 4,1-13
1. Oración Inicial: Ven Espíritu Santo.
Ilumínanos con tu luz para acoger hoy la Palabra de Dios. Abre nuestras
inteligencias y nuestros corazones para comprenderla y danos la gracia, la
voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas”. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El texto de hoy se
refiere a las tentaciones de Jesús en el desierto. Inmediatamente después, a
partir de Lc. 4,14, comienza la narración del ministerio de Jesús en Galilea y
su camino sembrado de dificultades, hasta llegar a su destino final (Jerusalén)
donde lo espera la mayor prueba y humillación. Abramos nuestros corazones a
escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 4,1-13: Hacer una lectura atenta,
pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista
quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante:
Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en
nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra
me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te
impresionó más.
2) ¿Dónde se sitúa la escena? ¿Por quién fue conducido
Jesús al desierto?
3) ¿Cuáles son las tres propuestas del demonio a Jesús?
¿Cómo responde Jesús a cada una?
4) ¿Qué hizo el diablo finalmente?
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra
vida? No es necesario responder a cada pregunta.
Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y
profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a.
Jesús fue plenamente
humano, una persona completa y real, como nosotros(as), y sintió en su propia
persona las mismas dificultades que nosotros(as) sentimos. Comentar.
b.
¿Con qué tipo de
tentaciones o pruebas nos enfrentamos hoy como personas o como comunidad? ¿Cuál
sería el equivalente de esas tentaciones en la situación actual de nuestra
sociedad y nuestro mundo?
c.
La palabra diablo
simboliza impedimento, obstáculo. ¿Cuáles son los impedimentos diabólicos para
la realización del proyecto de Dios, que imposibilitan que todos(as) tengan
libertad y vida, y experimenten la paz, que es la plenitud de la vida?
d.
¿Las tentaciones que
enfrentó Jesús son las mismas que enfrentamos hoy? ¿Cuáles son las más comunes
que tenemos? ¿Cómo hacemos para superar las tentaciones de hoy?
e.
¿Cuál es el mensaje del
texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga
realidad?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar
y meditar su Palabra? Ponemos en forma de
oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra
vida. «El ser humano no vive solamente de pan».
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el
texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su
justicia: Compromiso:¿Cuál es la tentación que vamos a
superar durante esta semana? Llevamos una "palabra". Puede ser
un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un
momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a
conversarla con el Señor.
6. Oración final: Dios Bueno, en Jesús
nos has dado un modelo de persona completa y lograda, en lucha contra el mal y
plenamente humana, tentada pero victoriosa. Queremos seguir ese modelo de
firmeza y fidelidad, de humanidad y fortaleza, de fidelidad a ti y a la gente.
Te lo pedimos a Ti que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. AMÉN.
Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
a.Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario
vivir durante la semana.
b.¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido?
¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c.¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de
Dios?
2. Jesús va del desierto a la ciudad, y en la ciudad comienza su ministerio, como en la
ciudad culminará todo para desde allí comenzar, siempre conducido por el
Espíritu el tiempo nuevo de la Iglesia. En la primera tentación, el diablo no
discute que Jesús sea el Hijo de Dios, lo da por supuesto, y lo tienta a
convertir en pan una piedra ya que lógicamente tiene hambre. Más que un “nuevo
pueblo”, Jesús es “hijo de Dios”. ¿Por qué Jesús no obra el milagro? Porque los
milagros que Jesús hace son siempre para los otros, como la multiplicación de los
panes: allí Jesús mismo se preocupa: “denles ustedes de comer” (9,13). La
segunda es la tentación del poder político. En tiempos donde todo el mundo
conocido está sometido al imperio romano, se puede ver de un golpe de vista
todo: el imperio mismo es diabólico, perverso, e idólatra. La tercera tentación
no sólo tiene como característica que ocurre en Jerusalén, sino también que el
diablo cita la escritura. La escritura mal citada, o mal leída, también puede
ser diabólica, o idolátrica. Por otra parte, Jesús deja muy claro que su
ministerio es para otros, no para él. No es salvarse a sí mismo, como tampoco
en la cruz: “si eres… sálvate” (23,35.37.39). Como dos rabinos, Jesús y el
diablo discuten con citas bíblicas. Y nos queda claro que es falso servidor de
Dios el que se sirve de su ministerio en su propio provecho, que no es propio
de los fieles a Dios reclamar milagros ya que Dios puede salvar sin necesidad
de estas obras “maravillosas” o “teatrales”. Jesús nos muestra -con su vida- el
camino de la obediencia de hijo conducido por el espíritu.
3. Jesús es conducido al desierto "lleno del
Espíritu Santo", nos dice el pasaje de
Lucas insistiendo en uno de sus temas favoritos: la fuerza del Espíritu está
con Jesús. El desierto en la Biblia es el lugar clásico del encuentro consigo
mismo y en el que somos sometidos a prueba (Dt. 8,1-4). Durante cuarenta años
el pueblo judío hizo su camino hacia la tierra prometida. Esa marcha le
permitió conocer mejor a Dios y tener una conciencia más clara de él mismo (Deut.
8,4-10). Simbólicamente Jesús estará también cuarenta días en el desierto antes
de comenzar su misión. Allí, hambriento, será tentado para que use su poder a
fin de satisfacer sus propias necesidades. Pero según el texto del
Deuteronomio, "no sólo de pan vive el ser humano sino de todo lo que sale
de la boca de Dios" (8,3). Todo viene de Dios, y lo que El da es para el
servicio de los demás. Se le invitará también a olvidar el sentido del Reino
del Padre y a ponerse él mismo en primer plano. Pero sólo a Dios hay que
adorar. Supera igualmente la tentación de la arrogancia, que le es presentada
sutilmente apoyándola en la Escritura. Pero el Dios de Jesús no es el Dios que
hace milagros para asombrar y apabullar, sino el Dios del amor y del servicio.
La lección es clara: en la tarea que
empieza, Jesús proclamará el Dios de la Vida y su Reino. Nadie puede
utilizarlos para su prestigio personal o para dominar -política o
espiritualmente- a los demás. La actitud de Jesús debe ser la nuestra, la de la
Iglesia. Su mensaje y su poder no están al servicio de ella misma, sino de Dios
y de sus preferidos: los pobres.
4. Los textos bíblicos
citados relacionan la tentación con la pasión y la muerte de Jesús, donde toda
tentación será vencida y Jesús se manifestará definitivamente como el Mesías
sufriente. Los cuarenta días de Jesús en el desierto, nos evocan también los
cuarenta años de camino por el desierto del pueblo de Israel. El discurso de
Esteban los describe como años de tentación y de caída (Hch 7,29-43). Jesús,
sin embargo, permaneció fiel ante la prueba.
El relato se construye en torno a un diálogo
en el que tanto el diablo como Jesús citan la Escritura en apoyo de su opinión.
El diablo utiliza la palabra de Dios para justificar el milagro espectacular
(primera y tercera tentación) o el dominio universal (segunda tentación).
Sabiendo que Jesús es el Mesías intenta invitarle a realizar su papel en la
historia de la salvación como un Mesías triunfante. La cita que el diablo hace
del Sal 91, un texto básico para fundamentar un mesianismo real, nos puede
hacer pensar en los adversarios judíos de la fe cristiana que se apoyaban en
textos de la Escritura para rechazar al Cristo muerto en la cruz. La propuesta
de Jesús es radicalmente opuesta; su fidelidad al Padre, que aparece en los
textos citados del Antiguo Testamento, lo lleva por un camino diferente donde
la obediencia y el servicio eliminan toda concepción del mesianismo como poder.
El relato se cierra con el alejamiento del diablo que no volverá a aparecer
hasta el comienzo de la pasión (Lc 22,3). Concluyen así las tentaciones como si
fueran el preludio de la lucha final, que tendrá lugar en Jerusalén. Allí se
enfrentará de nuevo Jesús con el poder de las tinieblas (Lc 22,53).
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