23 jun 2013

12° Domingo



Lucas 9,18-24

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.   AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El pasaje de hoy retoma el tema de quién es Jesús. La pregunta ya ha sido planteada por Juan el Bautista y por Herodes. Juan le pregunta a Jesús: ¿«Eres tú el que debe venir, o debemos esperar a otro»? (7,19). Herodes dice y pregunta: «A Juan, lo hice decapitar yo ¿quién es este hombre, de quien oigo tales cosas?» (9,9). En el texto de hoy es el mismo Jesús que pregunta lo que la gente piensa de él: ¿Cuál es la opinión pública y la de los apóstoles? Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 9,18-24: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)    ¿Dónde se encuentra Jesús con sus discípulos? ¿Qué estaba haciendo?
3)    ¿Cuál es la primera pregunta de Jesús a sus discípulos? ¿Cuáles son las opiniones de la gente sobre Jesús?
4)    ¿Cuál es la segunda pregunta de Jesús a sus discípulos? ¿Cómo respondió Pedro?
5)    ¿Qué dice Jesús a todos inmediatamente después?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)    Todos creemos en Jesús, pero hay quienes lo entienden de una forma y otros de otra. ¿Cuál es hoy el Jesús más común según el modo de pensar de la gente?
b)    La pregunta de Jesús también va dirigida a nosotros(as), a la Iglesia de hoy, a nuestra comunidad, a mí personalmente: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién es Jesús para nosotros(as)? ¿Qué significa en nuestra vida?
c)    La condición para seguir a Jesús es la cruz. ¿Cómo reaccionamos frente a las cruces de la vida? ¿Qué desafíos nos presentan?
d)    Somos discípulos misioneros(as): ¿Somos consecuentes en nuestro seguimiento de Jesús?
e)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?»

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Confesar que Jesús es el Mesías es vivir como él nos enseñó: ¿Qué debe cambiar en nuestra vida para lograrlo? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Padre Bueno, ayúdanos a creer en Jesús y a seguir sus pasos. Danos fe para reconocer su presencia entre nosotros, vivo en los sufrientes y excluidos.  Ayúdanos a reconocerlo para aprender de su vida y comprometer la nuestra hacia la realización de tu voluntad, el Reinado de la Vida, la justicia y de Amor.  Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  


Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
  1. Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
  2. ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
  3. ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. La pregunta de Jesús después de la oración (9,18): En el Evangelio de Lucas, en varias ocasiones importantes y decisivas, se presenta a Jesús en oración: en el bautismo, momento en que asume su misión (3,21); en los 40 días en el desierto, cuando vence las tentaciones del demonio a la luz de la Palabra de Dios (4,1-13); la noche antes de escoger a los doce apóstoles (6,12); en la transfiguración, cuando conversaba con Moisés y Elías sobre la Pasión en Jerusalén (9,29); en el jardín, cuando afronta la agonía (22,39-46); en la cruz, cuando pide perdón para el soldado (23,34) y entrega su espíritu a Dios (23,46).

3. La opinión del pueblo sobre Jesús (9,19): Al igual que Herodes, muchos pensaban que Juan el Bautista había resucitado en Jesús. Era común la creencia que el profeta Elías regresaría (Mateo 17,10-13, Mc 9,11-12, Ml 3,23-24, Sir 48,10). Y todos alimentaban la esperanza de la venida del profeta prometido por Moisés (Deut. 18,15). Respuestas insuficientes.

4. La pregunta de Jesús a sus discípulos (9,20): Después de escuchar las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro dijo: “El Cristo de Dios!” Pedro reconoce que Jesús es el único que la gente está esperando y que viene a cumplir las promesas. Lucas omite la reacción de Pedro que trata de disuadir a Jesús de seguir el camino de la cruz y también omite las duras críticas de Jesús a Pedro (Marcos 8,32-33, 16,22-23).

5. La prohibición de revelar que Jesús es el Cristo de Dios (9,21): Se les prohibió revelar a la gente que Jesús es el Cristo, el Mesías de Dios. ¿Por qué Jesús se lo prohibió? En aquel tiempo todos esperaban la venida del Cristo, del Mesías, pero cada uno a su manera: ¡algunos esperaban un rey, otros a un sacerdote, otros a un médico, un guerrero, un juez, o un profeta! Nadie parecía esperar al Mesías siervo, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 52,13-53:12). Quién insiste en mantener la idea de Pedro, es decir, del Mesías glorioso sin la cruz, no entiende nada y nunca llegará a asumir la actitud de un verdadero discípulo. Continuará a caminar en la oscuridad, como Pedro, confundiendo a la gente con árboles (cf. Mt 8,24). Porque sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. Por ello, Jesús volvió a insistir en la cruz y más tarde ofrece el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección.

6. El primer anuncio de la pasión (9,22):  Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Siervo, y dice que como el Mesías Siervo anunciado por Isaías, pronto será condenado a muerte en el desempeño de su misión de justicia (Isaías 49,4-9; 53,1-12). Lucas por lo general sigue el Evangelio de Marcos, pero en este caso omite la reacción de Pedro que aconsejaba a Jesús a no pensar en el Mesías sufriente y omite también la dura respuesta: “¡Ve detrás de mí, Satanás! Porque no piensas según Dios, sino según los hombres.” Satanás es una palabra hebrea que significa acusador, que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que Pedro se aleje de su misión. Y Jesús añade: “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.”

7. Condiciones para seguir a Jesús: Jesús saca conclusiones válidas hasta el día de hoy: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame.” En aquella época la cruz era la pena de muerte que el Imperio Romano impuso a los delincuentes marginados. Tomar la cruz cargarla detrás de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginados por el sistema injusto que legitimaba la injusticia. Era lo mismo que romper con el sistema. Como dice Pablo en Gálatas: “El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo" (Gal 6,14). La cruz no es fatalismo, y mucho menos es exigencia del Padre. La cruz es el resultado del compromiso libremente adoptado por Jesús de revelar la Buena Nueva que Dios es Padre, y que por tanto, todos y todas tenemos que ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas. Debido a este anuncio revolucionario, fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay prueba de amor más grande que dar la vida por el hermano.

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