30º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 10,46-52
Marcos 10,46-52
2. Lectura:
¿Qué dice el texto?
a. Introducción: En el texto de hoy,
Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Jesús
se encuentra al borde del camino a un ciego. Está al borde del camino,
marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían enfermedad
física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que
afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas
extraordinarias. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.
c. Un momento de
silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda
penetrar en nuestros corazones. Terminar
cantando: «Tu
Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)
Cada persona lee el versículo o parte del texto te
impresionó más.
2)
¿Dónde estaba Jesús? ¿Quiénes lo acompañaban?
3)
¿Quién se encontraba a orilla del camino?
¿Cuál era su condición humana? ¿Qué hace y qué dice al oír que Jesús está ahí?
4)
¿Cuál es la conducta de la gente de Jericó? ¿Cómo
reaccionó Bartimeo?
5)
¿Qué hace y dice Jesús?
6)
¿Qué hace Bartimeo después que Jesús lo sana?
3. Meditación: ¿Qué nos dice
el texto hoy a nuestra vida? No es
necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el
grupo. Lo importante es conocer y
profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
- En nuestra sociedad o barrio: ¿Quiénes gritan hoy buscando
compasión y respuestas a sus sufrimientos?
- Jesús no puede seguir su camino, ignorando el sufrimiento de aquel
hombre. Los que sufren hoy están en nuestro camino. Piden ayuda y
compasión. En nuestra comunidad: ¿Escuchamos y respondemos a las llamadas
de los que sufren hoy?
- El ciego deja todo, recupera su vista y sigue
tras los pasos de Jesús. ¿En qué nos desafía hoy para nuestro seguimiento
de Jesús?
- ¿Quiénes son los ciegos de nuestro tiempo? ¿En qué tenemos que
empeñarnos más para poder «ver» mejor?
- ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos
hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos
a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración
todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, que yo pueda ver».
5. Contemplar el rostro de
Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el
Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Acerca esta semana a una
persona necesitada y preguntar: «¿Qué quieres que haga por ti?». Llevamos una
“palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en
cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de
oración donde volver a conversarla con el Señor.
6. Oración final: Dios de amor, en
Jesús te has manifestado como la
Luz que nos permite ver con claridad. Danos tú mirada Señor
para descubrir lo bueno de las personas, y no solo sus cosas negativas. Que
contemplemos al mundo con ojos de esperanza, y nos animemos a hacer todo de
nuestra parte para construir tú Reino. Danos tú mirada, Señor y una fe fuerte
para seguir tu camino. AMÉN. Padre Nuestro que
estás en el cielo...
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
Sanación
de un ciego (8,22-26)
·
1° Anuncio de la pasión: (8,27-38)
Instrucciones
a los discípulos sobre Mesías Siervo (9,1-29)
·
2º Anuncio de la pasión: (9,30-37)
Instrucciones
a los discípulos sobre la conversión (9,38 a 10,31)
·
3º Anuncio de la pasión: (10,32-45)
Sanación
del ciego Bartimeo (10,46-52)
4. Hoy
son millones los que gritan (10,48): El grito del pobre es incómodo, no gusta.
Los que van en la procesión con Jesús intentan hacerle callar. Pero «él gritaba
todavía más fuerte». También hoy el grito del pobre es incómodo. Hoy son millones los que
gritan: emigrantes, presos, hambrientos, enfermos, perseguidos, gente sin
trabajo, sin dinero, sin casa, sin techo, sin tierra, gente que no recibirán
jamás un signo de amor. Gritos silenciosos, que entran en las casas, en las
iglesias, en las ciudades, en las organizaciones mundiales. Lo escucha sólo
aquél que abre los ojos para observar lo que sucede en el mundo. Pero son
muchos los que han dejado de escuchar. Se han acostumbrado. Otros intentan
silenciar los gritos, como sucedió con el ciego de Jericó. Pero no consiguen
silenciar el grito del pobre. Dios lo escucha. (Éx 2,23-24; 3,7) Y Dios nos
advierte diciendo: «No
maltratarás a la viuda o al huérfano. Si tú lo maltratas, cuando me pida ayuda,
yo escucharé su grito» (Éx 22,21). Puede
ser que nos molestan los gritos de los que viven mal. Nos puede irritar
encontrarnos continuamente en las páginas del evangelio con la llamada
persistente de Jesús. Pero no nos está permitido «tachar» su mensaje. No hay
cristianismo de Jesús sin escuchar a los que sufren. Los que sufren están en
nuestro camino. Los podemos encontrar en cualquier momento. Muy cerca de
nosotros o más lejos. Los que sufren están en nuestro camino. Piden ayuda y
compasión. La única postura cristiana es la de Jesús ante el
ciego: «¿Qué quieres que haga por ti?».
5. La
fe es necesaria para poder decir, «Maestro, que pueda
ver»: Esta expresión,
llena de esperanza y confianza en Jesús, fue la que produjo el milagro. Por
eso, Jesús le responde: «anda,
tu fe te ha sanado».
Si
bien es cierto que la frase más famosa de Bartimeo es la que gritaba a toda voz
y la que permitió que Jesús le recibiera, la frase que fue el fundamento de
todo su actuar en busca de la salud fue la que le debió susurrar a Jesús cuando
ya le tuvo en frente: «Maestro,
que pueda ver». Esta expresión, llena de esperanza y confianza en
Jesús, fue la que produjo el milagro. Por eso, Jesús le responde: «anda, tu fe te ha
salvado».
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