33º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 13,24-33
Marcos 13,24-33
a. Introducción: Jesús
conversa con sus discípulos sobre la venida del Hijo del Hombre (el mismo
Jesús) y la actitud que deberá tener la comunidad cristiana. En este
acontecimiento habrá fenómenos extraños, desconcierto... pero serán señales del
nacimiento de una sociedad nueva: ciertamente más solidaria y fraterna. Jesús
dice claramente que no debemos preocuparnos ni buscar saber cuándo eso pasará,
mas bien, pide mantenerse despiertos y vigilantes. Abramos nuestros corazones a
escuchar la Palabra
de Dios.
b. Leer el texto: Marcos
13,24-33: Hacer una lectura
atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el
evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la
palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué
dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del
texto te impresionó más.
2) ¿Qué dice Jesús que acontecerá cuando venga el
«hijo del hombre»?
3) Jesús usa la comparación de la higuera: ¿Qué
enseña esta comparación?
4) Dice Jesús que «el cielo y
la tierra pasarán», ¿qué es lo que no pasarán?
5) ¿Qué dice Jesús «en cuanto al
día y la hora»?
- Hay que
saber interpretar los signos de los tiempos. Es decir, hay que saber ver
la mano de Dios en medio del mundo, en nuestra vida personal y en la de
los demás. ¿Cuáles son algunos signos de los tiempos en nuestros días?
- El «día y la hora»: ¿Qué tenemos y debemos hacer para «estar despiertos y prevenidos»? ¿Qué debe ser nuestra actitud y
conducta?
- Las palabras
de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. En
nuestra comunidad: ¿De qué manera la Palabra de Dios sigue alimentando la
esperanza y da aliento a los pobres?
- Dios quiere
para la humanidad un mundo nuevo, o sea, «otro
mundo posible»: ¿Cuál es
nuestro compromiso real y concreto para la transformación de la realidad?
- ¿Cuál es el
mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto
para que se haga realidad en nuestra vida?
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto,
volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Dedica un tiempo concreto
de esta semana a leer la
Palabra de Dios y confrontarla con tu vida. Llevamos una “palabra”. Puede
ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un
momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla
con el Señor.
6. Oración final: Tus palabras, Jesús, Señor de la Vida , no pasarán jamás. Danos
Señor, hambre y sed de tus palabras. Hazlas llegar a nuestro corazón. Hazlas
vida y construcción del mundo nuevo a través de nuestras manos. Queremos mostrar
con la vida, el ejemplo y el testimonio, que nuestra vida cambia y se hace más
fraterna y solidaria al escuchar y vivir tus enseñanzas. Tus palabras no
pasarán Señor, ¡las mantendremos vivas en la lucha por el Reino! AMÉN.
Padre Nuestro que estás en el cielo...
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Clave de lectura: El profundo cambio del cosmos descrito por
Marcos entre metáforas anuncia la inminencia del fin que nos introduce en una
inmensa novedad. La aparición del Hijo sobre las nubes abre a la humanidad a la
dimensión celeste. Él no es un juez inapelable, sino un Salvador potente, que
aparece en el esplendor de su gloria divina, para reunir a los elegidos, para
hacerlos partícipes de la vida eterna en el reino dichoso del cielo. No hay en
Marcos escena de juicio, amenaza o condena.
2. La historia se transforma, no
se aniquila: El texto de hoy
forma parte del discurso apocalíptico de Marcos con que se cierra la actividad
de Jesús, antes de entrar en la pasión. En los textos apocalípticos se tratan las
cuestiones finales, del mundo y de la historia. Jesús no fue muy dado a hablar
de esta forma, pero en la cultura de la época se planteaban estos asuntos. Por
ello le preguntan sobre el día y la hora en que ha de terminar este mundo. Jesús,
según Marcos, no lo sabe, no lo dice, simplemente se recurre al lenguaje
simbólico de los apocalípticos para hablar de la vigilancia, de estar alertas,
y de mirar «los signos de los
tiempos». No podemos negar
que aquí hay «palabras» de Jesús, pero hoy se reconoce que la
comunidad primitiva, algunos círculos de profetas-apocalípticos, cultivaron
estos dichos de Jesús y los acomodaron a su modo de vivir en una itinerancia
constante y en medio de la adversidad y el rechazo de su mensaje de Dios.
4. «El cielo y
la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (13,31): La certeza de que las palabras del Señor no pasarán jamás,
infunde confianza a cualquiera que reflexione sobre la caducidad del mundo y de
las cosas del mundo. Construirse sobre la Palabra de Dios permitirá que no
subsista la abominación de la desolación y que el sol, la luna y las estrellas
no pierdan su esplendor. El hoy de Dios se convierte para el ser humano en la
única vía para llegar a si mismo, porque si en su palabras no existe ni el ayer
ni el mañana, no deberá temer ya la muerte.
5. Jesús nos indica hoy cómo
debemos comportarnos durante todo el tiempo de la historia. Es una vigilancia que excluye tanto la
impaciencia como el sueño, tanto el temor como el relajamiento. Implica lucha,
esfuerzo y valor para evitar, por una parte, la fuga hacia la utopía y, por
otra, el estancamiento en la situación del presente. No debemos preocuparnos de
saber cuándo será «el fin». Con certeza, para nosotros(as), está todavía
muy lejos. No hay en Marcos escena de juicio, amenaza o condena...queriendo
suscitar la esperanza y alimentar la espera, se anuncia la victoria final.
Nuestra tarea es «ser testigos
de Jesús», continuar su vida
y acción: en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestro país. Estaremos
despiertos y vigilantes si no desanimamos el esfuerzo de promover relaciones
más fraternas y solidarias entre todas las personas. Eso es seguir el proyecto
de Jesús, el proyecto del Reino de Dios.
6. La vida se
llenará de luz: La tribulación como pan cotidiano para la vida del ser
humano es señal de la venida del Hijo de Dios. Una vida preñada de un rostro
nuevo tiene que conocer los dolores del parto. Dispersos hasta la extremidad de
la tierra, los hijos(as) del Altísimo serán reunidos de los cuatro vientos, por
el espíritu divino que recorre la tierra. El Hijo del hombre viene sobre las
nubes, mientras nuestra mirada está fija en la tierra, perdido entre las
lágrimas de la disolución y del engaño. Cuando seamos capaces de levantar la
mirada desde nuestra miseria para verlo llegar al horizonte de nuestra
historia, la vida se llenará de luz, y aprenderemos a leer su escritura sobre
la arena de nuestro pensar y querer, de nuestro caminar y aprender. Cuando
tengamos el valor de deshojar las páginas de la vida de cada día y recoger las
semillas de la Palabra eterna arrojadas sobre los surcos de nuestro ser,
encontraremos paz. Y las vanas palabras no serán sino un recuerdo perdido
porque la roca sobre la cual nos hemos construidos a nosotros mismos será la
Palabra del Dios viviente. Si aquel día y aquella hora nadie la sabe, no es
para nosotros(as) el indagar. El Padre la sabe y nosotros(as) nos fiamos de Él.
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