Lucas
16,1-13
1. Oración
Inicial: Jesús, envíanos tu Espíritu Santo para comprender tu
Palabra, que es fuente de vida. Ella nos anima a la esperanza, nos impulsa a
vivir el amor y la justicia y nos hace fuertes en la fe. Enséñanos a beber en
el pozo de la vida y muéstranos la novedad permanente del Evangelio. AMÉN. Cantar
«Espíritu Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Nos encontramos en la segunda
parte del camino de Jesús hacia Jerusalén. Se compone de diversas enseñanzas que
Jesús ofrece a sus interlocutores: la gente, los fariseos, los escribas, los
discípulos. En el texto de hoy, Jesús dialoga con sus discípulos y les propone
una parábola para indicar cuál debe ser la actitud correcta frente a las
riquezas de este mundo; también presenta varios dichos relativos a la opción
entre el dinero y la fidelidad a Dios. Abramos nuestros corazones a escuchar la
Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 16,1-13: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva.
Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su
comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un
tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros
corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)
Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)
¿A quienes se dirige Jesús en esta parábola? ¿Qué situación presenta?
3)
¿Cuál es la actitud del administrador? ¿Qué es lo que se aprecia y alaba de su
conducta?
4)
¿Qué enseñanza da Jesús a partir de la parábola? ¿Qué dice al final con
respecto a Dios y al dinero?
3.
Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es
necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el
grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y
descubrir su sentido para nuestra vida.
a) No se alaba la corrupción
del administrador sino su actitud inteligente y astuta. Debemos imitar esa
habilidad e inteligencia para el anuncio del Evangelio y la construcción del
Reino de Dios. ¿Qué nos falta para hacerlo con más habilidad y creatividad?
b) Según su propia experiencia: ¿Por
qué no se puede servir a Dios y al dinero? ¿De qué lado nos colocamos? ¿En qué
nos cuestiona?
c) ¿Cómo vivimos nuestra
relación con los bienes materiales? ¿Nos esclavizan? ¿Usamos lo que tenemos en
favor de la vida de los más pobres?
Comentar.
d) ¿Cuál es el mensaje del texto
para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga
realidad?
4. Oración:
¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en
forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre
nuestra vida. «Señor, queremos servir a
tu Reino».
5.
Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo
y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
Elige un gesto concreto que puedes realizar esta semana para el servicio del
Reino. Piensa en un gesto solidario. Llevamos una "palabra".
Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y
buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde
volver a conversarla con el Señor.
6. Oración
final: Oh Dios, que en Jesús has pronunciado una palabra
exigente sobre la imposibilidad de servirte a ti y servir a la vez al dinero.
Queremos servir a tu Reino de Vida. Aleja de nosotros(as) las tentaciones del
poder y del dinero que corrompen el corazón y rompen la fraternidad. Ayúdanos a
seguir las enseñanzas de Jesús y a trabajar por construir una sociedad según
los imperativos de la ética, la justicia y el amor. Padre
Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.
Para Las
Personas Que Quieran Profundizar Más
1.
Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
a) Compartir
sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b) ¿Cómo he
experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c) ¿Qué he
hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. Contexto: La tensión
entre ricos y pobres en la comunidad de Lucas: El sistema del imperio romano se
apoyaba en la esclavitud de los pueblos. Transferían la riqueza de los pueblos
a Roma, centro del imperio, a través de tasas, tributos e impuestos. Esta
acumulación de poder y riqueza en la capital contrastaba con la pobreza
creciente de la gente en las periferias. El endeudamiento progresivo obligaba a
las personas y a las familias a esclavizarse para poder pagar sus deudas. Este
esquema de esclavitud, aplicado en la capital del imperio, se reproducía en las
provincias. Al comienzo de la evangelización, alrededor del año 50 y después de
la apertura a los paganos, la mayoría de los que se convertían a la Buena Noticia
de Jesús pertenecían a la clase de los pobres y esclavos (1 Cor 1,26). Sin
embargo, poco a poco, a medida que la apertura se iba afirmando, personas de
clases más ricas entraban a formar parte de las comunidades. De repente, los
cristianos se daban cuenta de que entre ellos había discriminación entre ricos
y pobres. El mismo conflicto social que caracterizaba al imperio romano había
entrado en las comunidades y causaba tensiones y conflictos (Sant 2,1-7; 1 Cor
11,20-21; Ap 3,17). Éste fue uno de los motivos
que incentivó a Lucas a escribir su evangelio. Y en este sentido, su recado es
bien claro y radical. Con vigor profético recuerda las frases más duras de
Jesús en este punto. Quería ayudar a las comunidades que venían del paganismo a
percibir la imposibilidad de mantener la ideología esclavista del imperio
romano y las grandes diferencias existentes entre ricos y pobres y, a la vez,
ser cristiano. El capítulo 16 tiene que ver con esta preocupación de Lucas. El
capítulo está estructurado para mostrar que el tiempo se acaba, que hay una
urgencia escatológica frente a la cual hay que tomar decisiones, antes de que
sea tarde: a partir de Juan Bautista, el Reino comienza a ser anunciado y hay
que optar (vs.16). El administrador injusto tomó la decisión correcta y fue
alabado; los fariseos, acusados de ser amigos del dinero, dudan; y finalmente
el rico, en cuyo portal vivía Lázaro, es el contra-ejemplo del administrador
(16:19-31 el texto del próximo guión).
No tomó a tiempo la decisión correcta; en el “lugar de los muertos”, ya es
demasiado tarde. Estructuralmente, todo el capítulo es una unidad: no se puede
separar esta parábola de la del mendigo Lázaro ni los dichos entre ambas. Dado
que Lucas escribe en una época en que la Iglesia ya se ha separado del judaísmo,
tenemos que ver en estas discusiones las polémicas no contra los fariseos, sino
contra quienes, en la comunidad cristiana, actúan como lo habían hecho antes
los fariseos.
3. La
parábola del administrador injusto puede parecer extraña porque alaba
la sagacidad de un hombre deshonesto. Está a punto de ser despedido de su
trabajo y necesita actuar para garantizarse el futuro antes de quedar sin
empleo. Para ello plantea una hábil estrategia. Acusado de derrochar los bienes
de su amo (16,1), decide rebajar la cantidad de la deuda de cada uno de los
acreedores de su amo, probablemente renunciando a la comisión que cobraba como
administrador. Los administradores no recibían en Palestina un sueldo por su
gestión sino que vivían de la comisión que cobraban, poniendo con frecuencia
intereses desorbitados a los acreedores. En este caso, el administrador
renuncia a su comisión con tal de ganarse amigos para el futuro. Si es así, el
administrador no lesiona los intereses de su amo. El amo alaba la hábil estrategia
de aquel “administrador de lo injusto”, calificativo que se da en el evangelio
de Lucas al dinero, pues, en cuanto acumulado, procede de injusticia o lleva a
ella. "Los hijos de la luz" deben imitar la habilidad y el ingenio,
no la deshonestidad del administrador. Imaginación que los seguidores del Señor
deben tener, pero para ponerla al servicio de otros fines: el anuncio del
Evangelio. En esta interpretación el texto aparece con toda su audacia y
exigencia. Ella puede ser reforzada si apelamos, además, a una perspectiva cuya
presencia en los evangelios se nos escapa con facilidad, pero que está cargada
de mensaje. Nos referimos a la ironía. Desde ella podemos leer los vs. 9-12.
Los seguidores de Jesús no debemos ser rígidos y menos aún antipáticos predicadores
del Evangelio. Es necesario ser imaginativos y tener la capacidad de hacer
amigos. Nadie puede negar la pertinencia y la vigencia del consejo, pensemos en
la poca alegría y el ánimo siempre dispuesto a la censura y al llamado de
atención que manifiestan tantos cristianos. La ironía consiste en proponer como
modelo de conducta a alguien que ha obrado mal, ella permite sacar provecho
incluso de esa conducta.
4. “No pueden servir a Dios y al dinero”. El centro
del capítulo 16 está en el versículo 13. No hay la menor duda del rechazo de
Lucas por la riqueza injusta y sus consecuencias. No hay término medio: o
servir al Señor Dios, o servir al Señor Dinero. La piedra de toque de nuestro
amor a Dios es la renuncia a la riqueza injusta. Servir a Dios es una
dependencia que nos hace libres para servir a los más necesitados, mientras que
servir al dinero es una esclavitud que aplasta a la persona y pervierte
nuestras relaciones con Dios y con los demás. El dinero puede transformarse en
un ídolo que impida el servicio auténtico a Dios y al prójimo. Se trata pues de
optar decididamente. El campo de entrenamiento de esta opción es el mundo. El
ansia de dinero imposibilita que el mundo sea una familia unida donde todos se
sienten a la mesa de la vida. El discípulo(a) debe renunciar al dinero que
lleva a la injusticia y hace imposible la fraternidad. El capítulo dieciséis nos presenta
exigencias radicales y cortantes.
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