Lucas
17,11-19
1. Oración
Inicial: Ven Espíritu Santo. Abre nuestras inteligencias y
nuestros corazones para acoger y comprender la Palabra de Dios. Danos también
la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras
vidas. AMÉN. Cantar «Espíritu
Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: En este
texto, propio de Lucas, se manifiesta la acción de gracias de alguien que es
extranjero, un samaritano que vuelve para dar gracias a Jesús. Lo decisivo es
la acción de gracias del extranjero samaritano, mientras que los otros,
seguramente judíos, al ser sanados, se olvidan que han compartido con el
extranjero el mismo sufrimiento del mal de la lepra. Abramos
nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 17,11-19: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva.
Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su
comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un
tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros
corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)
Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)
¿Adónde se dirige Jesús? ¿Quiénes salen a su encuentro? ¿Qué dicen?
3)
¿Qué les dice Jesús? ¿Qué sucede con los leprosos mientras iban de
camino?
4)
¿Qué hace y qué dice el samaritano para mostrar su gratitud?
5)
¿De qué se extrañó Jesús? ¿Cómo acoge y confirma Jesús el gesto de
gratitud del samaritano?
3.
Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es
necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el
grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y
descubrir su sentido para nuestra vida.
a)
¿Quiénes son los modernos "leprosos"
que la sociedad evita, discrimina y deja al margen? ¿Cuál es nuestra proyección
concreta hacia esos desvalidos?
b)
En el texto, es uno venido de fuera de la comunidad de los judíos,
despreciado por los de adentro, el único que sabe reconocer el don recibido de
Dios: ¿Cómo miramos a las personas que no pertenecen a nuestra comunidad?
c)
¿Qué podemos hacer para romper con imposiciones sociales y dar
testimonio de una fraternidad que salta fronteras y separaciones?
d)
¿Qué aprendemos para nuestra vida de la actitud del leproso samaritano?
¿Vivimos en actitud de acción de gracias? ¿Agradecemos a Dios? ¿Cómo es nuestra oración?
e)
Tantas personas piden sanaciones y favores a Dios: ¿Cuántos llegan a
amar a Dios y a agradecerlo como este Samaritano?
f)
¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer
en concreto para que se haga realidad?
4. Oración:
¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en
forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre
nuestra vida. «Te damos gracias, Señor».
5.
Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo
y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
Esta semana hacer una oración diaria de agradecimiento. Visitar a un
enfermo. Llevamos una
"palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto.
Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y
tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.
6. Oración
final: Señor, te damos gracias por la vida que nos regalas
día a día. Hoy nos has mostrado tu voluntad de que se rompan las barreras y
fronteras que nos separan, de que los "leprosos" de todos los tiempos
sean curados y se integren a la comunidad; danos una actitud abierta y
acogedora como la suya, que destruya los efectos de la marginación y nos ayude
a construir un mundo para todos, hermanos y hermanas sin distinción. Padre
Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.
Para Las
Personas Que Quieran Profundizar Más
1.
Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
a) Compartir
sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)
¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido?
¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c) ¿Qué he
hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. Diez
leprosos: Los leprosos vivían fuera de las poblaciones; si
habitaban dentro, residían en barrios aislados del resto de la población, no
pudiendo entrar en contacto con ella, ni asistir a las ceremonias religiosas.
El libro del Levítico prescribe cómo habían de comportarse éstos: “El que ha sido declarado enfermo de
afección cutánea andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y
gritando: ¡Impuro, impuro! Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá
apartado y tendrá su morada fuera del campamento” (Lv 13, 45-46). Eran personas enlutadas que llevan un gran
dolor dentro, como lo indican sus vestiduras rotas y la cabeza al descubierto;
es uno que tiene que cubrirse la boca, porque no tiene derecho a hablar, ni
siquiera a respirar en medio de los demás, es como un muerto. Es uno que no
puede rendir culto a Dios, no puede entrar en el templo, ni tocar las cosas
santas. Es por ello que los diez leprosos van al encuentro de Jesús, se
detienen lejos de El, gritándole su dolor, su desesperación.
3. Una
persona que recibe el don de Dios debe ser agradecida. Para
ilustrar esta actitud del creyente, Lucas cuenta la curación de diez leprosos
que piden la misericordia de Jesús. Es curioso ver cómo la enfermedad de estos
hombres ha unido lo que la vida normal separaba. Jamás los judíos trataban a
los samaritanos. La ley de Israel mandaba que los leprosos vivieran separados
(Lv 13,46). Y el día en que estuvieran curados tenían que presentarse ante un
sacerdote para que éste comprobara su curación y les permitiera reintegrarse a
la vida normal (Lv 14), pudiendo a partir de entonces participar en las
celebraciones del culto. Por eso, este milagro de Jesús no significa sólo una
curación física, sino una restauración en la vida social de su pueblo. Sin
embargo, y este es el centro de interés del relato, sólo un extranjero tuvo
bastante fe para reconocer la bondad de Dios que actuaba en Jesús. Como el
samaritano compasivo es un ejemplo de la caridad efectiva para el cristiano
(10,30-37), así también éste lo es por su actitud de agradecimiento. El elogio
al samaritano se convierte en un reproche para los hijos de Israel, los judíos
(4,27).
4. Entre
samaritanos y judíos habitantes del centro y sur de Israel, respectivamente-
existía una antigua enemistad. Jamás los judíos trataban a los
samaritanos. Sin embargo, el grupo de leprosos judíos había admitido entre
ellos a un samaritano, el dolor los hermanaba. Éste, cuando vio que estaba
curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los
pies de Jesús, dándole gracias. Estar a los pies de Jesús es la postura del
discípulo que aprende del maestro. Los otros nueve, que eran judíos,
demostraron con su comportamiento el olvido de Dios que tenían y la falta de
educación, que impide ser agradecidos. Sólo un samaritano, el oficialmente
heterodoxo, el hereje, el excomulgado, el despreciado, el marginado, volvió a dar
gracias. Sólo éste pasó a formar parte de la comunidad de seguidores de Jesús;
los otros quedaron descalificados. Tal vez, los cristianos, estemos demasiado
convencidos de que sólo los de dentro, los de la comunidad, los de la parroquia
o iglesia somos los que adoptamos los mejores comportamientos. Con frecuencia
hay gente mucho mejor fuera de nuestras iglesias. En el evangelio de hoy es
precisamente uno venido de fuera, despreciado por los de dentro, el único que
sabe reconocer el don recibido de Dios, dando una lección magistral a quienes,
a pesar de haber sido curados, no supieron que la verdadera curación comienza
con la salud del cuerpo, pero culmina en el seguimiento de Jesús que da vida a
quien se acerca a él. Aprendamos la
lección del samaritano.
5.
Profundización: El significado del gesto del samaritano para las
comunidades de Lucas: la mayoría de sus miembros procedían del paganismo.
Después de acoger el Evangelio y ser bautizadas, soportaban el desprecio de los
cristianos de origen judío. La mancha de haber sido paganos permanecía. También
era ésa la experiencia del samaritano. Fue curado de la lepra y ahora podía
participar de la comunidad. Pero continuaba la mancha de ser samaritano, que
nadie podía curar. La experiencia de ser un eterno marginado le aumenta la
capacidad de reconocer el don de la acogida que le da Jesús. Por eso, vuelve
para agradecer.
La acogida que se da a los samaritanos en el evangelio
de Lucas: Jesús constata que de los diez solamente uno ha vuelto, un
samaritano, uno que no pertenecía al pueblo elegido: la salvación es para
todos, también para los lejanos, los extranjeros. Nadie es excluido del amor
del Padre, que salva gracias a la fe. Para Lucas, el lugar que Jesús da a los
samaritanos es el mismo que las comunidades deben dispensar a los paganos (no
judíos). Jesús presenta un samaritano como modelo de gratitud (17,19) y de amor
al prójimo (10,30-33). Debía de ser muy chocante, porque los samaritanos y los
paganos eran lo mismo para los judíos. No tenían acceso a los atrios interiores
del templo de Jerusalén y no podían participar del culto. Se les consideraba
portadores de impureza, impuros desde el seno materno. Sin embargo, la Buena
Noticia se dirige, en primer lugar, a las personas y grupos considerados
indignos de recibirla. La salvación de Dios que nos llega por Jesús es puro
don. No
depende de los méritos de nadie.
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