Juan 13,31-35
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El texto de hoy
nos presenta unos cuantos versículos del gran discurso de despedida de Jesús en
la noche de la Cena, donde el Maestro entrega su testamento espiritual a sus
discípulos(as): el gran mandato del amor como signo visible de la adhesión de
sus discípulos(as) a él y de la vivencia real y afectiva de la fraternidad. Abramos
nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Juan 13,31-35: Hacer
una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe
que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un
tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros
corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra
me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee
en voz alta el versículo o palabra que más le tocó el corazón.
2) ¿Cuál es la
situación en que sucede este relato? En esa noche antes de su muerte, ¿En qué
piensan que estaba pensando Jesús esa
noche?
3) En los vs.
31-32, ¿Cuántas veces se encuentra la palabra "gloria o glorificar "?
4) ¿Cuál es el
mandamiento nuevo que les da Jesús?
5) Según Jesús,
¿Qué mostraría al mundo que verdaderamente lo seguían?
a) ¿Hemos puesto
el amor concreto de Jesús como la pauta de nuestro hablar y de nuestro
compromiso? Dar ejemplos.
b) ¿Tenemos
conciencia de que ése es, realmente, «el mandamiento», la verdadera tarea del
ser humano y del cristiano(a)? ¿Cómo se demuestra en nuestras vidas?
c) “Amar como Yo les he amado”: ¿Qué
consecuencias prácticas tienen estas palabras de Jesús para nuestras vidas?
d) ¿Por qué
debemos amarnos los unos a los otros?
e) ¿La gente nos
puede identificar como cristianos por la manera que vivimos el amor los unos a
los otros? ¿Qué nos falta?
f)
¿Qué es necesario para que la fe
resulte creíble para los que nos rodean?
g) ¿Cuál es el
mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para
que se haga realidad?
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos
seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)
Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario
vivir durante la semana.
b) ¿Cómo he
experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)
¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
3. Una de las
principales causas por las que algunas personas abandonan las comunidades
radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido
respecto al amor. A veces nuestras comunidades son verdaderos campos de batalla
donde nos enfrentamos unos contra otros; donde no reconocemos en el hermano(a)
la imagen de Dios. Y eso afecta la fe y la buena voluntad de muchos creyentes.
Por cierto, no se trata de que nuestras comunidades y agrupaciones sean
totalmente ajenas al conflicto, no; el conflicto es necesario en cierta medida,
porque a partir de él se puede crear un ambiente de discernimiento, de
acrisolamiento de la fe y de las convicciones más profundas respecto al
Evangelio; en el conflicto –llevado en términos de respeto y amor cristiano
mutuo- aprendemos justamente el valor de la tolerancia, del respeto a la
diversidad, y el mejoramiento de nuestra manera de entender y practicar el
amor. Del conflicto así entendido -inevitable donde hay más de una persona-, es
posible hacer el espacio para construir y crecer. Para ello hacen falta la fe,
la apertura al cambio y, sobre todo, la disposición de ser llenados por la
fuerza viva de Jesús. Sólo en esa medida nuestra vida humana y cristiana va adquiriendo cada vez mayor sentido y va convirtiéndose en
testimonio auténtico de evangelización.
4. Un mandamiento nuevo: Lo que
caracteriza este mandamiento son tres cosas:
a. La reciprocidad del amor. El acto de amar en
este caso no es una acción dirigida a otro sino que tiene que ver con una
situación de amor en medio de una comunidad de fieles. Podemos decir que en
este caso se refiere específicamente a lo que luego sería la iglesia. No es
posible eludir la sensación de que esta invitación al amor mutuo funciona como
antídoto a la desazón –y a la falta de claridad- reinante entre ellos. Cuando
no entendemos del todo lo Dios está haciendo y por qué lo está haciendo, el
amor en la iglesia debe ayudarnos a llevar adelante el tiempo de espera hasta poder
ver el plan final de Dios.
b. Este amor es reflejo del de Jesús mismo. El amor es fruto de experimentar lo que Dios ha hecho a través de Cristo en nuestra vida y nuestra iglesia. ¿Ha hecho algo? ¿Se lo hemos permitido? Solo sabiendo de la acción de Dios y reconociéndolo como fuente de toda bondad estaremos capacitados(as) para intentar ejercitar este mandamiento. Es así que esto nos remite a observar la comunidad de la que formamos parte. ¿Qué necesidades hay en ella? ¿Cómo reaccionamos ante los conflictos? ¿Cuál es nuestra actitud hacia quienes están fuera de ella? Estas y otras preguntas son cruciales para poder responder a este pedido de Jesús. De más está decir que el amor en la comunidad debe ser también el amor de la comunidad hacia fuera de ella, al mundo que la rodea.
b. Este amor es reflejo del de Jesús mismo. El amor es fruto de experimentar lo que Dios ha hecho a través de Cristo en nuestra vida y nuestra iglesia. ¿Ha hecho algo? ¿Se lo hemos permitido? Solo sabiendo de la acción de Dios y reconociéndolo como fuente de toda bondad estaremos capacitados(as) para intentar ejercitar este mandamiento. Es así que esto nos remite a observar la comunidad de la que formamos parte. ¿Qué necesidades hay en ella? ¿Cómo reaccionamos ante los conflictos? ¿Cuál es nuestra actitud hacia quienes están fuera de ella? Estas y otras preguntas son cruciales para poder responder a este pedido de Jesús. De más está decir que el amor en la comunidad debe ser también el amor de la comunidad hacia fuera de ella, al mundo que la rodea.
c. El tercer elemento en juego es que este amor cobra
valor de testimonio ante el mundo. El ser discípulo(a) se hará evidente por
el amor que viven. No los conocerán por otra cosa que no sea por el amor
compartido. Vivimos un mundo donde el amor con estas características no siempre
abunda. A pesar de que hay iglesias en casi todos los barrios y ciudades,
todavía no hemos respondido con eficacia a esta afirmación de Jesús. Por un
lado se da él en toda su plenitud, en su vida. Por otro nos pide que
testifiquemos de su entrega a través del amor mutuo y su reflejo hacia el
mundo. Quizá en este tiempo tengamos una nueva oportunidad para mostrar como
Dios puede capacitar a hombres y mujeres frágiles para la delicada tarea de
construir una comunidad de amor, sensible a las necesidades del prójimo.
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