Juan 1,29-34
1. Oración
Inicial: Tu Palabra,
Señor, es fuente de vida. Ella nos anima a la esperanza, nos impulsa a vivir el
amor, nos hace fuertes en la fe. Tu Palabra es la fuente viva, envía tu
Espíritu para acercarnos a ella y comprenderla. Enséñanos a beber en el pozo de
la vida, muéstranos la novedad permanente del Evangelio. Tu Palabra, Señor, nos
enseña a vivir de verdad. AMÉN. Cantar
«Espíritu Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El evangelio de
Juan acaba de presentar a Juan Bautista en su tarea, y dando fe de que él no es
sino aquel que allana el camino. Le toca ahora reconocer, progresivamente,
quién es en realidad ese Jesús al que precede. Esto es lo que revela el texto
de hoy. Abramos
nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Juan 1,29-34: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar
de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su
comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un
tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros
corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona
lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2) ¿Qué dijo Juan
Bautista al ver acercarse (a) Jesús?
3) ¿Qué testimonio
dio Juan? ¿Qué palabras utiliza para hablar de Jesús?
4) ¿Qué desciende
y permanece sobre Jesús?
5) Según Juan:
¿Quién es Jesús?
3. Meditación:
¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es
necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el
grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y
descubrir su sentido para nuestra vida.
a) ¿Qué podemos
aprender de la actitud de Juan el Bautista?
b) Juan habla
desde su experiencia, desde lo que vio y oyó: ¿Cómo es nuestra experiencia de
encuentro con Jesús?
c) El testimonio
del Bautista insiste en que a Jesús se le reconoce por la acción del Espíritu:
¿Dónde reconocemos hoy a Jesús por la acción del Espíritu?
d) Juan era, sobre
todo, un profeta de la justicia: ¿Qué podemos hacer hoy para ser profetas de la
justicia?
e) Jesús se
ofreció completamente a si mismo para toda la humanidad. Y nosotros(as) ¿Qué
podemos ofrecer para ayudar al prójimo y extender el Reino de Dios en la
tierra?
f) También
nosotros(as) hemos recibido el Espíritu Santo: ¿(Estamos conscientes) de que
somos templo del Espíritu?
g) ¿Cuál es el
mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para
que se haga realidad?
4. Oración:
¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en
forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre
nuestra vida. «…doy testimonio de que él es el Hijo de Dios».
5. Contemplar
el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y
comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
Estar
disponible para colaborar con la misión de Cristo ayudando a la gente a ser
liberada del mal. Llevamos una "palabra". Puede
ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un
momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a
conversarla con el Señor.
6. Oración
final: Dios de la
Vida, “luz de las naciones”, te
pedimos que nos ayudes a (transparentar) esa luz y a remover la oscuridad que
se aloja en “el pecado del mundo”. Que
también nosotros(as), como seguidores de Jesús,
estemos dispuestos a cargar con el pecado del mundo y a posibilitar su superación
según su Proyecto de vida, justicia, libertad y paz. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.
Para Las
Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Querido(a)
Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
a)
Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario
vivir durante la semana.
b) ¿Cómo he
experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)
¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. El contraste
entre Juan y Jesús es tan patente como si se describiera el amanecer y el
mediodía, entre las sombras y la luz, entre el agua y el Espíritu. En el
texto queda claro que Juan actuaba por medio del bautismo de agua para la
conversión; de Jesús se quiere afirmar que trae el bautismo nuevo, radical, en
el Espíritu, para la misma conversión y para la vida. Uno es algo ritual y
externo; otro es interior y profundo: sin el Espíritu todo puede seguir igual,
incluso la religión más acendrada. Esto es lo que el texto de Juan quiere subrayar.
Y el hecho de que lo presente, al principio, como un “cordero” indica que su fuerza estará en la debilidad e incluso en
la mansedumbre de un cordero (signo bíblico de la dulzura) dispuesto a ser “degollado”. En definitiva, el pecado
absoluto del mundo, será vencido por el poder del Espíritu que trae Jesús.
3. Juan Bautista y Jesús: Probablemente se
quiera combatir a algunos discípulos de Juan el Bautista que pertenecían a la
comunidad de Juan y necesitaban un testimonio de esta envergadura, porque
todavía no habían comprendido el papel del Bautista como anunciador del
verdadero Mesías. Juan, frente a Jesús, no tiene sino agua para purificar, pero
eso es muy poca cosa para purificar corazones; así lo reconoce. Solamente el
Espíritu que ha recibido y trae Jesús es capaz de lograr ese cambio de lo más
íntimo de nuestro ser y de nuestra voluntad. Se quiere poner de manifiesto,
pues, que Juan el Bautista pide a sus discípulos que, desde ahora, lo dejen a
él y sigan al que se atreve a llamar Hijo de Dios. Su papel está cumplido.
4. En el
Evangelio de Juan, historia y símbolo se mezclan. En el texto de
hoy, el simbolismo consiste sobre todo en evocaciones de textos conocidos del
Antiguo Testamento que revelan algo respecto de la identidad de Jesús. En estos
pocos versos (1,29-34) hay las siguientes expresiones con densidad simbólica:
a) Cordero de Dios; b) Quitar el pecado del mundo; c) Existía antes que yo; d)
El descenso del Espíritu como paloma; e) Hijo de Dios.
·
Cordero de Dios. Este título evocaba la memoria del éxodo. En la noche
de la primera Pascua, la sangre del Cordero Pascual con el que se señalaban las
puertas de las casas, constituía para la gente señal de liberación (Es
12,13-14). Para los primeros cristianos Jesús es el nuevo Cordero Pascual que
libera a su pueblo (1Cor 5,7; 1P 1,19; Ap 5,6.9).
·
Quitar el pecado del mundo. Evoca la
frase tan bonita de la profecía de Jeremías: “Ya no tendrán que enseñarse mutuamente diciéndose el uno al otro:
Conozcan a Yahvé. Pues me conocerán todos, del más grande al más humilde.
Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer
31,34).
·
Existía antes que yo: Evoca varios
textos de los libros sapienciales, en los que se habla de la Sabiduría de Dios
que existía antes de todas las demás criaturas y que estaba junto a Dios como
maestro de obras en la creación del universo y que, por fin, fue a morar en
medio del pueblo de Dios (Prov 8,22-31; Ec 24,1-11).
·
El descenso del Espíritu como paloma: Evoca la
acción creadora en la que se dice que “el
espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gén 1,2). El texto de Génesis
1,2 sugiere la imagen de un pájaro que vuela sobre un nido. Imagen de la nueva
creación en movimiento bajo la acción de Dios.
·
Hijo de Dios: Es el título que resume todos los demás. El mejor
comentario de este título es la explicación del mismo Jesús: “Las autoridades de los judíos respondieron:
No te apedreamos por algún bien que hayas hecho, sino porque siendo hombre,
insultas a Dios haciéndote pasar por Dios." Jesús dijo:"¿No está escrito en la Ley de ustedes:
Yo les digo: ustedes son dioses? Se llama, pues, dioses a los que reciben la
palabra de Dios; y no se puede dudar de la Escritura. Entonces, si el Padre me
ha consagrado y enviado al mundo, ¿no puedo decir que soy Hijo de Dios sin
insultar a Dios? Si yo no cumplo las obras del Padre, no me crean. “Pero si las
cumplo, aunque no me crean (a) mí, crean por las obras que hago y sepan de una
vez que el Padre está en mí y yo estoy en el Padre." (10,33-39)
5. El testimonio
del Bautista insiste en que a Jesús se le reconoce por la acción del Espíritu.
Juan Bautista manifiesta que “no conoce” a
Jesús sino por la manifestación de Dios en Él. Y esto es lo que hace
posteriormente la comunidad cristiana, reconoce a Jesús como Hijo de Dios por
la acción del Espíritu dentro del grupo de sus seguidores. Así, la elección y
el llamado de Jesús aparecen en el evangelio de Juan como una experiencia de
Dios que Jesús vivió en compañía de sus discípulos(as).
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