Juan 20,1-9
1. Oración Inicial: Señor
Jesucristo, luz del mundo, fuente de vida y de gozo, danos tu Espíritu de amor
y de verdad para que, como María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos descubrir e
interpretar a la luz de la Palabra los signos de tu vida presente en nuestro
mundo y acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia aún
cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del mal. AMÉN. Cantar
«Espíritu Santo Ven, Ven».
2.
Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Vamos a leer
el texto en el que el evangelista, por medio de la visita de los dos discípulos
al sepulcro vacío y de la aparición a María Magdalena, trata de comunicar a los
lectores y a las lectoras el sentido de la fe en la resurrección. Durante la lectura, tratemos de prestar atención a los
detalles del relato. Abramos
nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Juan 20,1-9: Hacer
una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe
que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un
tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros
corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice
el texto?
1) Cada persona
lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2) ¿Quién
fue la primera persona en llegar a la tumba de Jesús? ¿Qué día fue? ¿Qué hace?
3) En la carrera con Pedro, ¿Quién llegó primero al
sepulcro y qué hizo?
4) ¿Qué hizo Pedro al llegar? ¿Qué pasó con el discípulo amado cuando entró al
sepulcro vacío?
5) ¿Qué es lo que no entendían
inicialmente en la Escritura?
3. Meditación: ¿Qué nos dice el
texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta.
Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el
texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) Para dar testimonio no basta saber que Jesús ha resucitado, hay que
experimentarlo presente. Cada uno(a) relata, ¿Cuál es su
experiencia de encuentro personal con el Señor Resucitado? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
b) De la muerte brota la vida. El pueblo hoy vive situaciones de
muerte cotidianas (cesantía, salarios bajos, situaciones de corrupción,
violencia e injusticia). El Dios de la Vida nos invita a ser testigos de la
Resurrección. ¿Cómo podemos ser testigos del proyecto del Reino en el lugar que
nos toca vivir y trabajar? ¿Cómo celebrar el gozo pascual en
medio del sufrimiento humano?
c) El Discípulo
Amado “vio y creyó”: ¿Qué es lo que
nos lleva a creer que Jesús está vivo, que está presente entre nosotros, hoy,
dando vida nueva a los pobres?
d) ¿Hemos
pasado ya por una experiencia de pérdida o de muerte? ¿Qué es lo que nos ha
dado nueva vida o nos ha devuelto la esperanza y alegría de vivir?
e) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué hacer en concreto
para que se haga realidad?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar
y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo
aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Hemos visto al Señor”
5.
Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo
y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
¿Con qué signos externos
concretos voy a celebrar la Resurrección de Jesús en mi casa y en mi comunidad? Llevamos una
“palabra” Puede ser un
versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un
momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a
conversarla con el Señor
6. Oración final: Señor de la
vida, que nos llenas de gozo con ocasión de las fiestas anuales de Pascua.
Ayúdanos para que, renovados por la gran alegría experimentada por la comunidad,
trabajemos siempre por vencer los signos de la muerte. Haz de nosotros testigos
convencidos del triunfo final del Amor y de la Vida. Padre
Nuestro, que estás en el cielo…
AMÉN.
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1.Querido(a)
Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
Compartir
sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
¿Cómo he
experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
¿Qué he
hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. Clave de
lectura: Para el evangelista Juan, la resurrección de Jesús es el momento decisivo
del proceso de su glorificación, con un nexo con la primera fase de tal
glorificación, a saber, con la pasión y muerte. El acontecimiento de la
resurrección no se describe con las formas espectaculares de los evangelios
sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin
ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del
Espíritu. El hecho de la fe de los
discípulos se anuncia "cuando
todavía estaba oscuro" y se inicia mediante la visión de los signos
materiales que los remiten a la Palabra de Dios. Jesús es el gran protagonista de la
narración, pero no aparece ya como persona.
3. El
crucificado es el resucitado. Los apóstoles no anunciaban una resurrección
abstracta, sino una muy concreta: la de aquel hombre llamado Jesús, a quien las
autoridades civiles y religiosas habían rechazado, excomulgado y condenado.
Cuando Jesús fue atacado por las autoridades, se encontró solo. Sus discípulos
lo abandonaron, y Dios mismo guardó silencio, como si también lo hubiera
abandonado. Con su muerte en cruz, todo pareció concluir. Sus discípulos se
dispersaron y quisieron olvidar. Pero ahí ocurrió algo. Una experiencia nueva y
poderosa se les impuso: sintieron que estaba vivo. Les invadió una certeza
extraña: que Dios sacaba la cara por Jesús, y se empeñaba en reivindicar su
nombre y su honra. “Jesús está vivo”,
no ha podido la muerte con él. Dios lo ha resucitado, lo ha sentado a su
derecha misma, confirmando la veracidad y el valor de su vida, de su palabra,
de su Causa (El Reinado de Dios). Jesús tenía razón, y no la tenían los que lo
expulsaron de este mundo. Dios está de parte de Jesús, Dios respalda la Causa
del Crucificado. El Crucificado ha resucitado, ¡vive! Y esto era lo que
verdaderamente irritó a las autoridades judías: Jesús les irritó cuando estaba
vivo, y les irritó aún más cuando resucitó entre sus discípulos. A las autoridades
judías, lo que tanto les irritaba no era el hecho físico mismo de una
resurrección, que un ser humano esté muerto o vivo; lo que no podían tolerar
era que aquel ser humano concreto, Jesús de Nazaret, cuya Causa (su proyecto,
su utopía, su buena noticia) que tan peligrosa habían considerado y que creían
ya descartada al haberlo crucificado, volviera a ponerse en pie,
resucitara. Y no podían aceptar que Dios
estuviera sacando la cara por aquel crucificado condenado y excomulgado. Era
imposible para ellos que Dios se manifestara a favor de Jesús, que lo avalara.
Ellos creían en otro Dios, no en el que los discípulos de Jesús creían
reconocer en aquella experiencia de sentir a Jesús resucitado.
4. De todas
las mujeres presentes en la tumba en los otros evangelios, sólo María Magdalena
aparece en Juan. Tuvo el valor de quedarse con Jesús hasta la hora de
su muerte en la cruz (19,25). A la noticia de la Magdalena que ve el sepulcro
vacío, Pedro y el Discípulo Amado van al sepulcro. El evangelio nos comunica
algo extraño: el "otro discípulo
(discípulo amado)" corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro,
pero no entró. Pedro miró adentro y vio los lienzos en el suelo. El discípulo
amado, tras haber entrado, vio también el sudario enrollado en un lado y el
evangelio dice: "¡Vio y creyó!"
Pero no nos dice nada de la reacción de Pedro que había entrado primero en el
sepulcro vacío. Al final, el evangelio añade esta frase: "Aún no habían comprendido la Escritura, según la cual Jesús debía
resucitar de entre los muertos" (20,9). Esto significa que el Antiguo
Testamento no comunica por sí sólo la comprensión total de lo que encierra. La
luz para entender el verdadero sentido del Antiguo Testamento se ve en el
preciso momento en que el Discípulo Amado "vio
y creyó". El sepulcro vacío fue para él, y únicamente para él, un "signo". Su experiencia de la
resurrección fue como una luz que entró en los ojos de los discípulos y de las
discípulas y les reveló el sentido total y completo del Antiguo Testamento. Y
es la luz en los ojos la que libera el sentido de las palabras del Antiguo
Testamento.
5. El Nuevo Rostro de Dios: El encuentro
con Jesús, lleno de vida después de su ejecución, transformó totalmente a sus
discípulos(as). Lo empezaron a ver todo de manera nueva. Dios era el
resucitador de Jesús. Los seres humanos podrán destruir la vida de mil maneras,
pero si Dios ha resucitado a Jesús, esto significa que sólo quiere la vida para
su pueblo. No estamos solos ni perdidos ante la muerte. Podemos contar con un
Padre que, por encima de todo, incluso por encima de la muerte, quiere vernos
llenos de vida. En adelante, sólo hay una manera cristiana de vivir. Se resume
así: poner vida donde otros ponen muerte. Si Dios ha resucitado a Jesús, quiere decir que es verdad: «felices los pobres porque le tienen a
Dios». La última palabra no la tiene Tiberio ni Pilatos, la última decisión
no es de Caifás ni de Anás. Dios es el último defensor de los que no interesan
a nadie. Sólo hay una manera de parecerse a él: defender a los pequeños e
indefensos. Dios resucita a los crucificados. Dios ha reaccionado frente a la injusticia criminal de
quienes han crucificado a Jesús. Si lo ha resucitado es porque quiere
introducir justicia por encima de tanto abuso y crueldad como se comete en el
mundo. Dios no está del lado de los que crucifican, está con los crucificados.
Sólo hay una manera de imitarlo: estar siempre junto a los que sufren, luchar
siempre contra los que hacen sufrir.