23 jun 2013

11° Domingo



Guión  Nº 16
Lucas 7,36 - 8,3

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para llevarla  a la práctica en nuestras vidas.   AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a)  Introducción: El texto de hoy nos presenta dos episodios ligados entre sí. El primero es un episodio lleno de emoción. Una mujer, considerada pecadora en la ciudad, tiene el valor de entrar en la casa de Simón, un fariseo, durante el almuerzo, para acercarse a Jesús, lavarle los pies y llenarlo de besos y perfumes. El segundo es una descripción de la comunidad de Jesús formada de discípulos y discípulas. Conoceremos los nombres de tres mujeres que entre muchas otras le seguían, desafiando así las costumbres y la mentalidad existente en el tiempo de Jesús.  Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Lucas 7,36-8,3: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d) ¿Qué dice el texto?

1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     ¿Dónde se encuentra Jesús? ¿Qué hace la mujer pecadora y cómo lo hace?
3)     ¿Cuál es la reacción de Simón? ¿Cuáles son sus pensamientos?
4)     ¿Cómo le respondió Jesús? ¿Cuál es la enseñanza que Jesús busca darle?
5)     Finalmente, ¿Qué comportamiento tiene Jesús con la mujer  y qué le dice?
6)     ¿En qué consiste la actividad de Jesús en las ciudades y los pueblos de Galilea?
7)     ¿Quienes son las mujeres que siguen a Jesús como discípulas?  ¿Cuántas más son?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Qué actitudes personales y comunitarias nos recuerdan la actitud de Simón frente a la pecadora?
  2. Hay personas que se alejan de Dios y de la comunidad. ¿Somos capaces de ir a buscarlas y a acoger a los hermanos y hermanas que necesitan de perdón y comprensión?
  3. ¿Qué significado tiene: «sus muchos pecados están perdonados porque tiene mucho amor»?
  4. La mujer no hubiese hecho lo que hizo si no hubiera tenido la confianza de ser acogida por Jesús. ¿La gente tiene la misma certeza con respecto a nuestra comunidad?  ¿Echamos en cara el pecado o actuamos con amor, comprensión y compasión?
  5. Nombrar mujeres discípulas que conocemos en nuestra comunidad y que son modelos de vida cristiana entregadas a la Causa de Jesús.
  6. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, abre nuestro corazón a la misericordia».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Acercarnos a alguien que necesite acercarse a Dios. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar sino también poner en práctica la Palabra. Abre nuestro corazón a la misericordia para que no juzguemos ni discriminemos a nadie. Ayúdanos a vivir, Señor, como las discípulas del Evangelio, siguiendo tus pasos, anunciando la Buena Noticia y construyendo tu Reino.   AMÉN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
  1. Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
  2. ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
  3. ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. Contexto literario e histórico del texto: En el capítulo 7 de su Evangelio, Lucas describe las cosas nuevas y sorprendentes que salen del pueblo a partir del anuncio que Jesús hace del Reino de Dios. En Cafarnaún, elogia la fe del extranjero: “¡Yo les digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande!” (7,1-10). En Naím resucita al hijo de la viuda (7,11-17). El modo de Jesús de anunciar el Reino sorprende tanto a los judíos. No estaban acostumbrados a la apertura a los no judíos. Y ahora al final del capítulo, aquí en nuestro texto (Lc 7,36 a 8,3), otra novedad de la Buena Nueva comienza a despuntar y a sorprender. El comportamiento de Jesús hacia las mujeres. En tiempos del Nuevo Testamento, en Palestina, la mujer vivía marginada. No participaba de la sinagoga, no podía hacer de testigo en la vida pública. No obstante, había muchas mujeres que se resistían contra la exclusión. Desde el tiempo de Esdras (s. IV a. d. C), la oposición iba creciendo, como vemos en la historia de Judit, Ester, Rut, Noemí, Susana, la Sulamita y otras mujeres. Esta resistencia de las mujeres encontró eco y acogida en Jesús. En el episodio de la mujer del ungüento (7,36-50) aparecen tanto el inconformismo y la resistencia de las mujeres, como la acogida de Jesús hacia ellas. En la descripción de la comunidad que crece en torno a Jesús (8,1-3), vemos a hombres y mujeres reunidos alrededor de Jesús, en igualdad de condiciones, como discípulos y discípulas.

3. El Evangelio de Lucas fue considerado siempre el Evangelio de las mujeres. De hecho, Lucas es quien reporta el mayor número de episodios en los que se demuestra el trato de Jesús con las mujeres. Pero la novedad, la Buena Noticia de Dios para las mujeres, no está en las abundantes citas de su presencia junto a Jesús, sino en la conducta de Jesús hacia ellas. Jesús las toca y se deja tocar por ellas sin miedo a ser contaminado (7,39; 8,44-45.54); la diferencia con los maestros de la época es que Jesús acepta a las mujeres como seguidoras y discípulas (8,2-3; 10-39). La fuerza liberadora de Dios, que obra en Jesús, hace que la mujer se levante y asuma su dignidad (Lc 13,13). Jesús es sensible a los sufrimientos de la viuda y solidariza con su dolor (7,13). El trabajo de la mujer que prepara el alimento es visto por Jesús como signo del Reino (13,20-21). La viuda tenaz que lucha por sus derechos se convierte en modelo de oración (18,1-8) y la viuda pobre que comparte sus pocos bienes con otros es modelo de entrega y dedicación (Lc 21,1.4). En una época en la que el testimonio de la mujer no se consideraba válido, Jesús escoge a las mujeres como testigos de su muerte (23,49), de su sepultura (23,55-56) y su resurrección (24,1-11.22-24).

4. Amor y perdón: La defensa plena de respeto, y por eso mismo liberadora, que Jesús hace de la mujer pecadora y arrepentida ante el fariseo Simón, nos dice tal vez más sobre la identidad de Jesús y el perdón de Dios que todas las hermosas parábolas sobre la misericordia que encontramos en el mismo Lucas. El fariseo Simón, descubierto en su mal pensamiento sobre Jesús y la mujer es llevado a emitir un juicio aparentemente impersonal: amará más "aquél a quién (se) le perdonó más" (vs.43). Partiendo de su respuesta Jesús ya puede decirle que Dios no juzga como los seres humanos. El tiene otros criterios para mirar la realidad. Para el fariseo Simón el mundo se divide entre buenos y malos, justos y pecadores. Según esta mentalidad, Dios ama a los buenos y no quiere a los pecadores; Dios se aparta de los pecadores. Jesús explica que ante Dios las situaciones humanas de justos y pecadores quedan profundamente alteradas. La mujer, ciertamente "una pecadora pública", y por tanto socialmente despreciada y marginada, se convierte en ejemplo de conversión y de actitud arrepentida porque ha acogido el misterioso y gratuito perdón del Señor. Simón, el fariseo justo, resulta juzgado. Varias cosas deja clara la respuesta de Jesús. El perdón viene de su amor misericordioso, que se adelanta y es motivo del arrepentimiento humano. El amor mostrado por la mujer expresa la acogida del perdón. El perdón es obra del amor gratuito de Dios, pero una vez recibido compromete a amar (vs.47). El perdón de Dios no es un simple borrón y cuenta nueva, se trata, más bien, de una invitación y capacitación a entrar en una relación nueva con Dios, basada en el amor. El perdón de Dios libera, nos hace libres y capaces de amar. En medio de una sociedad en la que hay mucha violencia y venganza, deberíamos reflexionar con mayor creatividad en la eficacia del perdón, otorgado no como signo de debilidad e impotencia, sino como expresión de un amor capaz de generar nuevas, conductas basadas en un amor que respeta la dignidad de las personas y construye auténtica justicia y paz.

5. En este texto, Lucas nos da una gran lección porque es el único evangelista que nos muestra esta sorprendente libertad manifestada por Jesús al incorporar muchas mujeres a su grupo itinerante de discípulos(as). Hoy las mujeres se han convertido en la piedra angular de muchas comunidades que realizan su tarea evangelizadora en el mundo. Ellas, ignoradas a veces por el clericalismo y el machismo, han sido fundadoras y continuadoras de grandes experiencias cristianas. Por eso, es necesario que la iglesia reexamine su teología de la mujer y sus papeles y funciones en la iglesia.

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