21 mar 2013

DOMINGO DE RAMOS


Lucas 22,1-2.14-27

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu para que Él nos ayude a leer la Biblia del mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El centro del relato es cuando Jesús nos habla de su cuerpo y de su sangre ofrecido en lugar de las ofrendas pascuales tradicionales. Lucas quiere mostrar que la Eucaristía cristiana sustituyó a la Pascua judía, asumiendo el sentido que ésta poseía y llevándolo al máximo. De esta manera la Pascua asume un significado universal y la liberación que ella registra es una liberación total y para toda la humanidad. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 22,1-2.14-27: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿En qué contexto o situación de las autoridades se va a celebrar la Pascua?
3) ¿Qué dice Jesús sobre el pan partido y la copa de vino entregada? ¿Qué encomendó Jesús a sus discípulos?
4) ¿Sobre qué discutían los discípulos después de la celebración y qué enseñanza dio Jesús?
5) Después de la discusión sobre quién era el más importante: ¿Qué dice Jesús sobre sí mismo?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a) ¿Qué es lo que conmemoramos en la Eucaristía?
b) "Hagan esto en memoria mía" ¿Qué significa en la práctica para mi vida?
c) ¿Qué consecuencias trae para mi vida diaria la participación en la Eucaristía?
d) "La verdadera devoción no consiste solamente en buscar a Dios en el cielo o a Cristo en la Eucaristía, sino verlo y servirlo en la persona de cada uno de nuestros hermanos". Comentar esta frase de San Alberto Hurtado.
e) ".. .yo estoy entre ustedes como el que sirve". ¿Cómo vivimos en nuestras comunidades esta actitud de Jesús?
f) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Hagan esto en memoria mía».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Participar en la Eucaristía este domingo. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios, Padre nuestro, Tu que nos amas hasta el extremo, enséñanos a arriar a los demás con todas nuestras fuerzas, y que nuestro amor no se quede en buenas palabras sino que se traduzca en obras de justicia, de amor y de servicio a favor de todas las personas. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

    1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

  2. Contexto: La actividad de Jesús en Jerusalén. Su progresivo enfrentamiento con la religión, la sociedad y finalmente, su enfrentamiento con las autoridades de Jerusalén, provocan serias consecuencias. Contemplamos la vida de Jesús en el Evangelio de Lucas para entender la cruz y su muerte. Descubrimos que la cruz y la muerte estuvieron en íntima conexión con su vida: su anuncio, su denuncia profética, y su acción liberadora. Jesús no buscó la cruz ni la muerte. Todo lo contrario, buscó el espíritu que hacía evitar la cruz para sí y para los otros. Anunció la buena noticia del Reino de Dios a los pobres, la liberación a los oprimidos y encarcelados, la devolución de la vida y salud a los enfermos (4,18ss). Anunció el Reino de justicia, fraternidad, amor, paz, libertad y vida en plenitud. Reveló el Dios del Reino: un Dios de la vida que desee la vida plena para el ser humano. Y Jesús no sólo no buscó la cruz, sino que denunció con claridad y valentía las cruces creadas y causadas por algunos hombres e impuestas sobre los hombros del pueblo. Jesús denunció la injusticia, la opresión y el poder dominante como una cruz creada por los seres humanos opuesta a la buena noticia de su Reino. Jesús denunció todo lo que obstaculizaba o impedía la buena noticia: la mentira, el egoísmo, el rencor, y el odio. Jesús suscitó la vida, se empeñó en abolir la cruz del mundo con su acción que libera al ser humano. Jesús se empeñó por esta causa, y el mundo - el reinado del mundo - se cerró a él, le creó cruces en su camino y finalmente, lo levantó en el madero de la cruz. Jesús combatió la cruz y al compartirla es hecho víctima. La cruz y la muerte de Jesús fueron consecuencia de su anuncio, su denuncia profética y su acción liberadora. Jesús va a sufrir la cruz y morir cumpliendo el proyecto de Dios a El confiado (22,22), pero eso no quiere decir que el sufrimiento y la muerte hagan parte de ese proyecto. Dios quiere la libertad y la vida y no el sufrimiento y la muerte. Sufrimiento y muerte del justo y del inocente son las consecuencias de la resistencia de una sociedad que rechaza la libertad y la vida del pueblo, es decir, que rechaza el proyecto de Dios. Y es justamente en medio de esta situación conflictiva cuando acontece la última cena,

      3. La cena pascual: Quizás la tradición más antigua de este relato, donde se nota menos la reflexión teológica de la comunidad cristiana después de pascua, la tengamos en Lc 22,16. La frase es enigmática pero debe remontarse hasta el Jesús terreno. Esta pascua que celebra con sus discípulos está a la espera de su cumplimiento en el banquete escatológico. En él estará presente Jesús, lo que nos indica que su muerte no es el fin, sino el paso a un banquete definitivo en el reino. Es la misma perspectiva de Lc 22,18. El fruto de la vid estará también, como lo decían las imágenes proféticas del Antiguo Testamento, en el centro de este banquete futuro, como ahora también lo está en la comida que Jesús celebra con sus discípulos. Pero la reflexión cristiana sobre estos textos ha llevado a cabo una profundización teológica importante. El relato transforma la comida tradicional judía en anuncio de la muerte de Jesús como inicio de la nueva alianza. Lucas insiste en el alcance de la celebración. Estos gestos remiten a su muerte en cruz que da origen a la nueva alianza, la cual sólo alcanzará su plenitud en el reino que viene. Esta nueva alianza que nace de la sangre de la cruz, nos lleva al relato de la antigua en la que también la sangre selló la alianza de Dios con su pueblo (Ex 24,4-8). Pero además evoca el texto de Jr 31,31-34, en el que el profeta habla esperanzadamente de una nueva alianza futura. Lo prometido se transforma en realidad por la muerte de Jesús. Este relato, repetido por las comunidades cristianas, adquiere también el sello de sus celebraciones.

4. El texto de Lucas combina dos tradiciones: un discurso de despedida que inserta también una catequesis sobre el servicio fraterno, y la celebración de la última cena muy marcada por las eucaristías de las primeras comunidades. El discurso tiene su desarrollo pleno en Jn 13-17, pero en Lucas, mucho más que en los otros sinópticos, aparecen algunos detalles del mismo (Lc 22,14-15.24-30.35-38). Esta despedida por parte de Jesús es, probablemente, un recuerdo histórico que han conservado tanto Lucas como Juan, aunque su desarrollo en el cuarto evangelio tenga muchos rasgos de la teología joánica. Parece probable que en este momento, en que su suerte estaba echada, Jesús se dirigiera a sus discípulos para explicarles el sentido de su vida y de la muerte que se avecina. El centro del relato está en 22,19-20 donde Jesús nos habla de su cuerpo y de su sangre, ofrecidos en lugar de las ofrendas pascuales tradicionales. Con sus palabras y su acción transforma la pascua judía en la nueva pascua fundada en la entrega de su vida y prefigura la comida mesiánica en el tiempo de la salvación definitiva. Su muerte es, además, descrita como la del Siervo de Yahvé de Isaías (Is 52,13-53,12). El relato termina con la revelación de la traición de Judas. En Marcos y Mateo estas palabras de Jesús se pronuncian antes de la cena pascual. Lucas las pospone, acentuando así su carácter exhortativo para los cristianos de todos los tiempos. Frente a la donación total que Jesús hace de su vida, se contrapone la infidelidad de uno de los Doce. Es un recuerdo que resuena en nuestros oídos como advertencia: todo participante en la eucaristía puede transformarse en un nuevo Judas si no comprende la vida como donación y entrega al servicio del evangelio y del mundo (22,24-30).

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