21 may 2013

3° DOMINGO DE PASCUA


Juan 21,1-19

 
1. Oración Inicial: Envíanos Padre bueno tu Espíritu Santo, para que podamos acoger a tu Hijo que pasa por nuestra historia y así reconocerlo como nuestro hermano y maestro; como él que ofrece la vida por la humanidad. Danos un corazón abierto para escuchar y comprender tu Palabra y haznos siempre dispuestos para colaborar en la construcción de tu Reino. AMEN. Cantar, "Espíritu Santo Ven".
 
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En el texto de hoy, Jesús Resucitado se presenta a los apóstoles junto al lago Tiberíades. En el evangelio de Juan nos había hablado ya de dos manifes­taciones del Jesús resucitado. La primera a María Magdale­na y la segunda a los discípulos encerrados por miedo a los dirigentes de los judíos. Tras el supuesto fracaso del Maestro, los discípulos habían vuelto a su oficio de siempre. Y allí Dios les manifiesta su poder y su gloria, a través del símbolo de la pesca y de la comida. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 21,1-19: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez..

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.

2) ¿Dónde se encuentran los discípulos? ¿Qué están haciendo?

3) ¿Quién es el primero en reconocer al Señor?

4) ¿Qué pregunta Jesús tres veces a Pedro? ¿Por qué piensa que Pedro se puso triste?

5) Finalmente, ¿Qué le dice a Pedro?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a) En nuestras vidas hoy, ¿Cómo se nos hace presente Jesús y nos acompaña?

b) Jesús comió con sus discípulos una comida. ¿Cuál es la cena a que nos invita Jesús para hacer memoria de su muerte y su Resurrección? ¿Qué importancia tiene en tu vida?

c) Jesús nos dice, “Sígueme”. ¿Quiero responder a su llamada y quiero seguirlo, a donde Él me lleve; cada día, en las cosas pequeñas?

d) ¿Me amas?: ¿Qué responderíamos a esta pregunta de Jesús?

e) “Apacienta mis ovejas…”: ¿Aceptamos la misión que el Señor nos confía? ¿Qué desafíos se nos presenta? ¿Qué actitudes hay que vivir hoy para anunciar a Jesús?

f) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

 4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo”.

 5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Seguir al Resucitado implica vivir como Dios nos enseñó, ¿Qué gestos de Resurrección podemos ofrecer a Dios en esta semana? Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor

6. Oración final: Reunidos(as) en tu nombre Señor, te pedimos que por la fe, sintamos siempre en medio de la comunidad la presencia de Jesús resucitado, que parte para nosotros(as) el pan y el vino y nos explica las Escrituras para fortalecer nuestras vidas y renovar nuestra alegría. Queremos seguir tus pasos Señor, construyendo el Reino, compartiendo tu presencia, trabajando por la justicia y anunciando la paz. Seguiremos tus pasos, Señor, contra la injusticia, la violencia y la muerte, porque descubrimos en ti al Dios de la Vida verdadera, de la Esperanza y la Paz. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

 1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:

a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.

b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?

c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Vengan y coman: Esta vez Jesús se presenta a los discípulos que han retomado su trabajo diario, la pesca. Juan hace ver que el Señor no es reconocido en el primer contacto, su Resurrección no aparece como algo obvio para sus discípulos. Pero Jesús está ahí, su cuerpo lleva las huellas de la muerte a la que fue sometido, se hace presente para revelar que la vida vence la muerte. Por eso los invita a comer (vs.12), compartir una comida expresa vida y fraternidad. Para hacer memoria de su muerte y su Resurrección pidió, también, poco antes de ser apresado y crucificado, a sus seguidores que se reunieran en una cena, en la eucaristía. La ausencia del alimento al que toda persona tiene derecho va contra el mensaje de vida plena que nos trae la Resurrección del Señor. El diálogo con Pedro coloca en un contexto afectuoso el encargo de apacentar a las ovejas (vs.15-19). Las tres preguntas buscan borrar, desde la raíz, las tres negaciones de Pedro (18,1 5-1 8). Esta vez, arrepentido, el discípulo afirma su lealtad y amor. La condición para realizar debidamente la tarea pastoral es amar al Señor. Ella debe ser hecha igual­mente con amor por "las ovejas", es decir con respeto por ellas, con interés por sus propias preocupaciones y necesidades. El trabajo pastoral es un diálogo, no una imposición de quien todo lo sabe y lo puede. De otro modo no revelaremos al Dios que nos ama y quiere ser amado.

 3. El capítulo 21 del cuarto evangelio fue agregado posteriormente. Es claro que Jn 20,30-31 era la conclusión original. Y es interesante que el capítulo 21 esté centrado en la figura de Pedro. En todo el evangelio los grandes protagonistas habían sido “el discípulo amado”, los discípulos en general y especialmente las discípulas, y entre ellas la madre de Jesús y María Magdalena. La figura de Pedro tiene relieve secundario; más aun, aparece siempre contrapuesta y subordinada a la del “discípulo amado”. Para Juan lo más importante es ser discípulo/discípula. Ahora, en el capítulo 21, se afirma a Pedro como pastor a partir de la inquietante pregunta triple de Jesús resucitado: “Simón, ¿me amas?... “Apacienta mis ovejas”. Pedro es reconocido como pastor porque ahora cumple la condición de buen discípulo. Durante la Pasión negó tres veces ser discípulo de Jesús. Ahora el Señor le pide una triple confesión de su sincero amor como discípulo. Antes que jerárquica, la Iglesia es una comunidad de discípulos. En la tradición de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) es una iglesia fundada y dirigida por los 12 apóstoles, llamados también comúnmente los 12 discípulos. El capítulo 21 de Juan expresa la armonización de las dos tradiciones: Pedro es reconocido como pastor, pero bajo la condición de que acepte su definición fundamental como discípulo. Una vez reconocido como pastor, Jesús le anuncia la clase de muerte con la que glorificaría a Dios: su crucifixión en Roma. Después el Señor le reiterará su consigna favorita: “sígueme”, es decir, lo urge formalmente a ser su discípulo.

 4. Jesús y Pedro (21,15-23): El redactor de Jn 21 sabe muy bien que el discípulo amado, que es su maestro, y que las comunidades que él ha fundado, también se hallan incluidas dentro de la red, for­mando parte del rebaño que Jesús enco­mendó a los cuidados de Pedro. No obstante, también sabe que, en las comunidades joánicas, el discípulo amado tiene su luz propia y una gran autoridad, que puede llegar a cre­ar graves tensiones con Pedro y con otras iglesias. Las tensiones mencionadas obligan a Pedro a preguntarse sobre la razón de ser de tales comunidades y el modo de compor­tarse con ellas. Jesús defiende el camino se­guido por el discípulo amado y sus carismas específicos e indica a Pedro que él debe pre­ocuparse fundamentalmente de ser fiel a su misión: seguir el camino de la entrega por el rebaño de Jesús. Las tensiones subyacentes (21,20-23) eran ya una realidad. Parece que siempre habrá alguna tensión entre la Iglesia oficial, donde reside la autoridad, y las co­munidades particulares animadas por caris­mas singulares.

5. La pesca milagrosa simboliza la misión de Iglesia. Así se deduce de una serie de rasgos como la unión del signo con el discurso: Pedro es el pastor de la Iglesia universal; en a el discípulo amado tiene su propio carisma. La aparición del Resucitado es presentada sobre el andamiaje de una pesca milagrosa, que ilumina la promesa que había hecho Jesús a sus discípulos en el momento de vocación: os haré pescadores de personas (Mc 17; Lc 5,1-11). La resurrección de Jesús es la que hizo posible la existencia de la comu­nidad y la misión que le es encomendada. Se afirma, además, que el éxito de la misión cristiana no depende del esfuerzo humano, sino la presencia viva del Señor en ella.

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