21 may 2013

6° DOMINGO DE PASCUA


Juan 14,23-29

 1. Oración Inicial: Espíritu de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Te lo pedimos a ti con confianza, porque tú las inspiraste y las conservas. Tú, que eres Espíritu de Vida, haz que el texto bíblico se convierta para nosotros(as) en Palabra viva y liberadora, que produzca la adhesión y el seguimiento de Jesús para la extensión del Reino de Dios. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

 2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Estamos en el discurso de despedida de la última cena del Señor con los suyos (14:1-31. Se profundiza en que la palabra de Jesús es la palabra del Padre. Pero se quiere poner de manifiesto que cuando él no esté entre sus seguidores, esa palabra no se agotará, sino que el Espíritu Santo completará todo aquello que sea necesario para la vida de la comunidad. Según Juan, Jesús se despide en el tono de la fidelidad y con el don de la paz. Esta lectura nos va preparando a la fiesta de Pentecostés. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 14,23-29: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d. ¿Qué dice el texto?

1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.

2) ¿En qué circunstancia sucede el relato en el texto?

3) ¿Qué debe caracterizar una persona que ama a Jesús? ¿Y cómo responderá Dios?

4) ¿Cuál es el origen de las palabras de Jesús?

5) ¿Cuál es el rol que cumple el Espíritu Santo según el texto?

6) ¿Por qué no se debe angustiarse ni tener miedo?


3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a)    “La persona que me ama hace caso de mis palabras”: ¿Hacemos caso y ponemos en práctica las palabras de Jesús? ¿Sentimos que Dios habita en y entre nosotros(as)? Dar ejemplos.

b)    “…El Espíritu Santo… les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”. ¿Qué importancia tiene el Espíritu Santo en nuestra lectura e interpretación de la Biblia? ¿Por qué pedimos la presencia del Espíritu Santo antes de leer la Escritura?

c)    “Les dejo la Paz, les doy mi Paz...: ¿Vivimos en la Paz de Cristo? ¿Somos instrumentos de paz en medio de nuestra realidad? ¿Qué nos falta?

d)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

 4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “El Espíritu Santo…les enseñará todas las cosas…”

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Comprometernos esta semana a ser fiel a la Palabra de Jesús para que Dios habite en nosotros(as) y nosotros(as) en Él. Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios Bueno: envía sobre nosotros tu Espíritu de sabiduría, para que, conforme prometió Jesús, nos vaya recordando todo lo que tu Hijo nos enseñó, y nos vaya haciendo descubrir otras muchas posibilidades que aquellas mismas enseñanzas comportan para vivir la fe de un modo nuevo, con fidelidad creativa, en este mundo también nuevo en que nos ha tocado vivir. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.


Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:

Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.

a)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido?

b)    ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?

c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

 2. En el evangelio de Juan, Jesús, dentro del contexto de la Ultima Cena y del gran discurso de despedida, insiste en el vínculo fundamental que debe prevalecer siempre entre los(as) discípulos(as) y él: el amor. Judas Tadeo ha hecho una pregunta a Jesús: “¿Por qué vas a mostrarte a nosotros y no a la gente del mundo”? Obviamente, Jesús, su mensaje, su proyecto del reino, son para el mundo; pero no olvidemos que para Juan la categoría “mundo” es todo aquello que se opone al plan o querer de Dios y, por tanto, rechaza abiertamente a Jesús; luego, el sentido que da Juan a la manifestación de Jesús es una experiencia exclusiva de un reducido número de personas que deben ir adquiriendo una formación tal que lleguen a asimilar a su Maestro y su propuesta, pero con el fin de ser luz para el “mundo”; y el primer medio que garantiza la continuidad de la persona y de la obra de Jesús encarnado en una comunidad al servicio del mundo, es el amor. Amor a Jesús y a su proyecto, porque aquí se habla necesariamente de Jesús y del reino como una realidad inseparable.

Ahora bien, Jesús sabe que no podrá estar por mucho tiempo acompañando a sus discípulos(as); pero también sabe que hay otra forma no necesariamente física de estar con ellos(as). Por eso los(as) prepara para que aprendan a experimentarlo no ya como una realidad material, sino en otra dimensión en la cual podrán contar con la fuerza, la luz, el consuelo y la guía necesaria para mantenerse firmes y afrontar el diario caminar en fidelidad. Les promete el Espíritu Santo, el alma y motor de la vida y de su propio proyecto, para que acompañe al discípulo(a) y a la comunidad. Finalmente, Jesús entrega a sus discípulos(as) el don de la paz: “mi paz les dejo, les doy mi paz” (v. 27); testamento espiritual que el discípulo(a) habrá de buscar y cultivar como un proyecto que permite hacer presente en el mundo la voluntad del Padre manifestada en Jesús. Es que en la Sagrada Escritura y en el proyecto de vida cristiana la paz no se reduce a una mera ausencia de armas y de violencia; la paz involucra a todas las dimensiones de la vida humana y se convierte en un compromiso permanente para los seguidores de Jesús.

 3. Jesús es el camino: Seguir a Jesús, guardar su palabra como dice el texto de san Juan (vs.23), es la prueba del amor, del verdadero discípulo(a). Es, a la vez, el único camino al Padre. El acceso a Dios se hace posible sólo en Jesús. Ese es uno de los grandes temas del evangelio de Juan: Jesús es la Palabra, el Hijo, la revelación de Dios (vs.24), en nuestra historia humana. Por eso, no hay otro camino a Dios sino el de "guardar su palabra". Llegar al Padre es un asunto de vida, de práctica. Se trata de una adhesión y un amor a la persona de Jesús que se expresa en la atención de su palabra, en el esfuerzo por poner en práctica el modo de vivir de Jesús. Esa es la primera gran afirmación del texto de hoy.

4. El Espíritu de Jesús: La presencia de Jesús en la historia humana asume una nueva forma: el Espíritu. Enviado por el Padre, el Espíritu enseñará y hará posible el recuerdo de Jesús, de sus palabras y obras (14,26). Esa confianza en la presencia del Espí­ritu de Dios entre nosotros da sentido al "testamento" de Jesús: el don de la paz. "La paz les dejo, mi paz les doy" (vs.27). Como sabemos, se trata de la palabra hebrea shalom, que traducimos en castellano como "paz". El testamento de Jesús ha de entenderse en términos de shalom que significa bienestar, vida, armonía y, por tanto, paz. Aquí "paz" en la boca de Jesús expresa su deseo de que la vida en plenitud alcance a sus discípulos. ¡Que los seguidores de Jesús estén llenos de vida! Esa es la idea que el evangelio expresa. Y eso sólo es posible si están llenos del Espíritu de Jesús, el Espíritu de la vida plena y, por tanto, el Espíritu de la Paz. El Espíritu de Jesús nos permite no quedar presos del miedo y temor (vs.28), experiencias y sentimientos tan frecuentes en el contexto en que vivimos. No se trata de negar nuestros sentimientos, sino más bien de vivir en la “paz-shalom-vida” del Espíritu de Jesús.

5. La propuesta es sencilla: quien ama está cumpliendo la voluntad de Dios, del Padre. Por tanto, quien ama en el mundo, sin ser del “círculo” de Jesús, también estaría integrado en este proceso de transformación que se nos propone en el discurso joánico. Esta es una de las ventajas de que el Espíritu esté por encima de los círculos, de las instituciones, de las iglesias y de las teologías oficiales. El mundo, es verdad, necesita el amor que Jesús propone para que Dios “haga morada” en él. Y donde hay amor verdadero, allí está Dios, como podrá inferirse de la reflexión que el mismo círculo joánico ofrecerá en 1Jn 4.

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