21 may 2013

SANTÍSIMA TRINIDAD


Juan 16,12-15

1. Oración Inicial: Ven Espíritu Santo.  Danos la gracia de acoger la Palabra viva de Dios.  Ilumínanos con tu luz, abre nuestra inteligencia y nuestros corazones para comprenderla.  Danos la voluntad, el valor y la gracia necesaria para ponerla en práctica en nuestras vidas.   AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a)  Introducción: El texto de Juan viene de los discursos de despedida de Jesús. Uno de sus temas es la promesa de la venida del Espíritu, soplo de Dios que orienta la existencia cristiana y continúa la misión del Señor. Jesús nos anunció el Reino y el amor del Padre, su mensaje es vida y desborda toda formu­lación. Sus exigencias son siempre nuevas y sorprendentes, el Espíritu nos las hará conocer. El nos llevará "hasta la verdad completa", porque es "el Espíritu de la verdad" que viene del Padre. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b) Leer el texto: Juan 16,12-15: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c)  Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d)  ¿Qué dice el texto?

1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.

2)     ¿Con quiénes habla Jesús?  ¿Dónde se encuentran?

3)     ¿Por qué Jesús no les decía en ese momento todo lo que quería comunicarles?

4)     ¿Cuáles son las funciones que cumplirá el Espíritu de la Verdad cuando venga?

5)     ¿Cómo es la relación del Espíritu con el Padre y el Hijo?

 
3.   Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el pasaje, reflexionarlo y aplicarlo a nuestra vida.

a)   ¿Cuáles elementos de nuestra vida comunitaria nos unen, nos hacen crecer como hermanas(os) y fortalecen nuestra misión evangelizadora? ¿Cuáles diferencias están creando en nuestra comunidad divisiones y egoísmos?

b)   Dios es comunidad perfecta (Padre, Hijo y Espíritu Santo). ¿Cuáles iniciativas concretas podríamos hacer para que nuestra comunidad sea más imagen de la comunidad de amor y unidad que es la Trinidad?

c)   ¿De qué manera somos como comunidad signo e instrumento de salvación de Dios, a través del amor (el Padre), la entrega y la obediencia (el Hijo) y la apertura a la novedad de los caminos de Dios en las personas y en la historia (el Espíritu)?

d)   ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

 
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. « Enséñanos a ser comunidad unida».

 
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:¿Cómo puedes trabajar por la unidad y la construcción de la comunidad donde vives? Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

 
6. Oración final: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios de la Vida y Señor de la Historia, Tú eres comunidad y familia. Haz de nosotros mensajeros(as) de esperanza y   de paz en la justicia. Que nuestra comunidad sea siempre un vivo reflejo de tu misterio comunitario de amor, signo de liberación para los pobres y los últimos de la tierra, y fermento de unidad y de paz para toda la humanidad.   Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  


Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

 
1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:

a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.

b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?

c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. La quinta promesa del Espíritu (16,12-15): El texto de hoy constituye la quinta promesa del Espíritu en el evangelio de Juan. Se habla del Espíritu como defensor (“Paráclito”) y como maestro, llamándolo “Espíritu de la verdad”. La verdad es la Palabra de Jesús, y el Espíritu aparece con la misión de “llevar a la verdad completa”, es decir, ayudar a los(as) discípulos(as) a comprender todo lo dicho y enseñado por Jesús en el pasado, haciendo que su palabra sea siempre viva y eficaz, capaz de iluminar en cada situación histórica la vida y la misión de los(as) discípulos(as).

El Espíritu tiene una función  didáctica con relación a la palabra de Jesús: nos la “enseña” y nos la “hace comprender”. El Espíritu Santo no propone una nueva revelación, sino que conduce a una total comprensión de la persona y del mensaje del Señor Resucitado. El Espíritu, por tanto, “guía” hacia la “Verdad” de Jesús, es decir, hacia su Revelación, de tal forma que la podamos conocer en plenitud. Es por esto que siempre pedimos la presencia del Espíritu Santo durante nuestra lectura orante.

 3. Iglesia – comunidad: Si partimos de que la santísima Trinidad es la mejor comunidad, de que la comunión de los divinos tres hace que ellos sean un solo Dios, entonces veremos que nace otro tipo de Iglesia. Esa Iglesia es fundamentalmente comunidad. Cada persona tiene en ella sus propias características y sus dones, pero todas viven en función del bien de la gente. Surge una comunidad con diversidades, que se respetan y se valoran como expresión de la riqueza de comunión de la misma Trinidad. Cada persona, en la medida en que crea comunión y se inserta en la comunión, es representante de la santísima Trinidad. En la Trinidad, lo que hace la unión de los divinos tres es la comunión entre ellos y la entrega total de una persona a las otras. Es lo mismo que tiene que ocurrir en la Iglesia: superando la centralización del poder y distribuyéndolo entre todos(as), surgirá la unidad dinámica, reflejo de la unión trinitaria. Cuando la Iglesia se olvida de la fuente de donde nació, la comunión de las tres divinas personas, deja que su unidad se transforme en uniformidad; que un grupo de fieles asuma él solo todas las responsabilidades, poniendo trabas a la participación de los(as) demás; dejar que los intereses confesionales predominen sobre los intereses del Reino; correr el riesgo de que el arroyo de aguas cristalinas se convierta en un charco de aguas estancadas. Es preciso convertirse a la Trinidad, para recuperar la diversidad y la comunión, que crea la unidad dinámica y siempre abierta a nuevos enriquecimientos.

 4. Las dos manos del Padre: el Hijo y el Espíritu Santo: ¿Cómo se reveló la santísima Trinidad? Hay dos caminos que debemos seguir. En primer lugar, la santísima Trinidad se reveló en la vida de las personas, en las religiones, en la historia y, luego, en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, y en la manifestación del Espíritu Santo en las comunidades de la primitiva Iglesia y en el proceso histórico hasta los días de hoy. Aun cuando los hombres y las mujeres no supieran nada de la santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo habitaban desde siempre en la vida de las personas. Siempre que las personas seguían las llamadas de sus conciencias; siempre que obedecían más a la luz que a las ilusiones de la carne; siempre que realizaban la justicia y el amor en las relaciones humanas, estaba presente la santísima Trinidad. Porque Dios trino no se encuentra fuera de esos valores a que aludíamos. San Ireneo (murió por el año 200) dijo acertadamente: "El Hijo y el Espíritu Santo constituyen las dos manos por las cuales nos toca el Padre, nos abraza y nos moldea cada vez más a su imagen y semejanza. El Hijo y el Espíritu Santo han sido enviados al mundo para morar entre nosotros(as) e insertarnos en la comunión trinitaria". La santísima Trinidad, en este sentido, no estuvo nunca ausente de la historia, de las luchas y de la vida de las personas de todos los tiempos. Hemos de distinguir siempre entre la realidad de la santísima Trinidad y la doctrina sobre ella. La realidad de las tres divinas personas ha acompañado siempre a la historia humana. La doctrina surgió luego, cuando las personas captaron la revelación de la santísima Trinidad y pudieron formular doctrinas trinitarias.

 5. La Iglesia, gran símbolo de la Trinidad: Un gran teólogo del siglo III, Tertuliano, uno de los primeros en formular la doctrina sobre la Trinidad, escribió lo siguiente: "Donde está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, allí se encuentra también la Iglesia, que es el cuerpo de los tres". En cada persona humana se refleja el misterio trinitario; se refleja también en la familia; muestra sus signos en la sociedad. Pero es en la Iglesia donde este misterio de comunión y de vida encuentra su expresión histórica más visible. La Iglesia es la comunidad de fe, esperanza y amor que intenta vivir el ideal de unión propuesto por el mismo Jesucristo (17,21). La unidad de los cristianos(as) no reside en una uniformidad burocrática, sino en una interpenetración de los fieles entre sí y con sus pastores al servicio de la gente.

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