3 nov 2012

Domingo 30


30º Tiempo Ordinario (B)
Marcos 10,46-52

 
1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas. AMÉN.   Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

 

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: En el texto de hoy, Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino hacia Jerusalén. Jesús se encuentra al borde del camino a un ciego. Está al borde del camino, marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían enfermedad física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas extraordinarias. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

 b. Leer el texto: Marcos 10,46-52: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d.  ¿Qué dice el texto?

 
1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.

2)    ¿Dónde estaba Jesús? ¿Quiénes lo acompañaban?

3)    ¿Quién se encontraba a orilla del camino? ¿Cuál era su condición humana? ¿Qué hace y qué dice al oír que Jesús está ahí?

4)    ¿Cuál es la conducta de la gente de Jericó? ¿Cómo reaccionó Bartimeo?

5)    ¿Qué hace y dice Jesús?

6)    ¿Qué hace Bartimeo después que Jesús lo sana?

 
3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

 
  1. En nuestra sociedad o barrio: ¿Quiénes gritan hoy buscando compasión y respuestas a sus sufrimientos?
  2. Jesús no puede seguir su camino, ignorando el sufrimiento de aquel hombre. Los que sufren hoy están en nuestro camino. Piden ayuda y compasión. En nuestra comunidad: ¿Escuchamos y respondemos a las llamadas de los que sufren hoy?
  3. El ciego deja todo, recupera su vista y sigue tras los pasos de Jesús. ¿En qué nos desafía hoy para nuestro seguimiento de Jesús?
  4. ¿Quiénes son los ciegos de nuestro tiempo? ¿En qué tenemos que empeñarnos más para poder «ver» mejor?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
 

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, que yo pueda ver».

 
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Acerca esta semana a una persona necesitada y preguntar: «¿Qué quieres que haga por ti?». Llevamos una “palabra”. Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.
 

6. Oración final: Dios de amor, en Jesús te has manifestado como la Luz que nos permite ver con claridad. Danos tú mirada Señor para descubrir lo bueno de las personas, y no solo sus cosas negativas. Que contemplemos al mundo con ojos de esperanza, y nos animemos a hacer todo de nuestra parte para construir tú Reino. Danos tú mirada, Señor y una fe fuerte para seguir tu camino.   AMÉN. Padre Nuestro que estás en el cielo... 

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


 1. Contexto y Clave de lectura: Nuestro texto forma parte de una larga instrucción de Jesús a sus discípulos(as) (8,27  a 10,45). Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos dice que Jesús está en camino hacia Jerusalén donde encontrará la cruz. Al comienzo de esta instrucción, Marcos sitúa la curación del ciego anónimo de Betsaida en Galilea; al final, la sanación del ciego Bartimeo de Jericó en Judea. Las dos sanaciones son símbolo de lo que ocurría entre Jesús y los discípulos. También estaban ciegos los discípulos(as) que «teniendo ojos, no veían». Necesitaban recuperar la vista; debían abandonar la ideología dominante que les impedía ver; debían aceptar a Jesús tal como Él era y no como ellos querían que fuese. Esta larga instrucción tiene como objetivo sanar la ceguera de los discípulos(as). Es como una pequeña cartilla, una especia de catecismo, con frases del mismo Jesús. El siguiente representa el esquema de la instrucción:

 
Sanación de un ciego (8,22-26)

 

·         1° Anuncio de la pasión:  (8,27-38)

      Instrucciones a los discípulos sobre Mesías Siervo (9,1-29)

·         2º Anuncio de la pasión:  (9,30-37)

     Instrucciones a los discípulos sobre la conversión (9,38  a 10,31)

·         3º Anuncio de la pasión:  (10,32-45)

 

Sanación del ciego Bartimeo (10,46-52)

 Cada uno de los tres anuncios de la pasión está acompañado de gestos y palabras de incomprensión por parte de los discípulos(as), y de palabras de orientación por parte de Jesús, que comentan su falta de comprensión y enseñan cómo deben comportarse. La comprensión plena del seguimiento de Jesús se obtiene por un compromiso práctico, caminando con Él por el camino del servicio, desde la Galilea hasta Jerusalén. La persona que desee mantener la idea de Pedro, esto es, la de un Mesías glorioso sin cruz, no entenderá nunca, jamás llegará a tener la auténtica actitud del verdadero discípulo(a). Continuará ciego. Sin cruz es imposible comprender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. El camino del seguimiento es un camino de entrega de la vida, de abandono, de servicio, de disponibilidad, da aceptación del conflicto, sabiendo que habrá una resurrección. La cruz no es un accidente casual, sino una parte de este camino. En un mundo organizado a partir del egoísmo y la dominación, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! La persona que hace de su vida un servicio a los demás, la que lucha por un mundo mejor, incomoda a los que viven atados a los privilegios, y sufre la cruz.

 
4. Hoy son millones los que gritan (10,48): El grito del pobre es incómodo, no gusta. Los que van en la procesión con Jesús intentan hacerle callar. Pero «él gritaba todavía más fuerte». También hoy el grito del pobre es incómodo. Hoy son millones los que gritan: emigrantes, presos, hambrientos, enfermos, perseguidos, gente sin trabajo, sin dinero, sin casa, sin techo, sin tierra, gente que no recibirán jamás un signo de amor. Gritos silenciosos, que entran en las casas, en las iglesias, en las ciudades, en las organizaciones mundiales. Lo escucha sólo aquél que abre los ojos para observar lo que sucede en el mundo. Pero son muchos los que han dejado de escuchar. Se han acostumbrado. Otros intentan silenciar los gritos, como sucedió con el ciego de Jericó. Pero no consiguen silenciar el grito del pobre. Dios lo escucha. (Éx 2,23-24; 3,7) Y Dios nos advierte diciendo: «No maltratarás a la viuda o al huérfano. Si tú lo maltratas, cuando me pida ayuda, yo escucharé su grito»  (Éx 22,21). Puede ser que nos molestan los gritos de los que viven mal. Nos puede irritar encontrarnos continuamente en las páginas del evangelio con la llamada persistente de Jesús. Pero no nos está permitido «tachar» su mensaje. No hay cristianismo de Jesús sin escuchar a los que sufren. Los que sufren están en nuestro camino. Los podemos encontrar en cualquier momento. Muy cerca de nosotros o más lejos. Los que sufren están en nuestro camino. Piden ayuda y compasión. La única postura cristiana es la de Jesús ante el ciego: «¿Qué quieres que haga por ti?».


5. La fe es necesaria para poder decir, «Maestro, que pueda ver»: Esta expresión, llena de esperanza y confianza en Jesús, fue la que produjo el milagro. Por eso, Jesús le responde: «anda, tu fe te ha sanado». Si bien es cierto que la frase más famosa de Bartimeo es la que gritaba a toda voz y la que permitió que Jesús le recibiera, la frase que fue el fundamento de todo su actuar en busca de la salud fue la que le debió susurrar a Jesús cuando ya le tuvo en frente: «Maestro, que pueda ver». Esta expresión, llena de esperanza y confianza en Jesús, fue la que produjo el milagro. Por eso, Jesús le responde: «anda, tu fe te ha salvado».

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