25 feb 2013

3° Domingo de Cuaresma


Lucas 13,1-9

1. Oración Inicial: ¡Padre Bueno! Tú eres nuestro creador, nos acoges a través de Jesús tu Hijo y nos guías con tu Espíritu Santo. Abre nuestras mentes para que podamos comprender tu Palabra. Refuerza nuestras voluntades para cumplir tu voluntad y así hacer del mundo un lugar más justo y fraterno. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El texto de Lucas de hoy es un llamado a la conversión que sigue la línea de los pasajes precedentes sobre la interpretación, la urgencia y el cumplimiento de los tiempos: exhortación a la vigilancia (12:35-48); la hora de la decisión (12:49-53); los signos de los tiempos (12:54-59). El verso 13:1a hace la conexión con los pasajes anteriores indicando que en aquel mismo momento que Jesús estaba enseñando se presentaron algunos y le contaron lo sucedido a varias personas de Galilea. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 13,1-9: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Qué advertencia y llamada de atención hace Jesús al mencionar los dos episodios históricos?
3) En la parábola (vs. 6-9), ¿Qué dice el dueño al cuidador? ¿Cómo le responde el cuidador?
4) ¿Cuál es la conclusión de la parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) ¿Las desgracias, son para Jesús un castigo de Dios como creía la gente? Según los versículos 1-5, ¿Qué es lo importante para Jesús y que no debemos olvidar?
b) ¿Nuestra comunidad da los frutos que Dios espera? ¿Cuáles son esos frutos y cuáles más nos gustaría dar?
c) ¿Cuántas veces en qué concretamente, de qué forma ha venido Dios a buscar fruto a mi higuera sin encontrarlo? ¿Será necesaria una poda en mi vida para que se renueve y revitalice?
d) ¿Qué significará para nuestras vidas «remover la tierra» y «abonarla»?
e) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Ayúdanos a vivir una verdadera conversión, Señor».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: ¿Qué actitudes de tu vida necesitan cambiar para seguir el camino del Señor? Elige una para intentar cambiar esta semana. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Ayúdanos a vivir una verdadera conversión, Señor. Danos un tiempo más para mostrar nuestros frutos. Se hace difícil, a veces, tener la voluntad y perseverancia necesaria para el cambio. Danos una mano, Señor, camina con nosotros, guíanos por el sendero bueno para que revisemos nuestra vida a la luz de tu Palabra y empecemos a cambiar. Con tu ayuda podremos lograrlo. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a.            Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b.            ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c.            ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. El texto de Lucas se refiere a episodios históricos que desconocemos. El Señor se sirve de estos dos asuntos para subrayar un punto importante de su mensaje: no hay relación entre el pecado y las desgracias que puedan ocurrir ya sea por mano humana (Pilato, vs.1) ya sea por accidente (vs.4). Con esta afirmación Jesús va contra una idea muy presente en su tiempo, según la cual enfermedad, infortunio, pobreza son consecuencia de las faltas cometidas por quien sufre esas situaciones. Aun en nuestro tiempo hay rezagos de esa mentalidad, de este modo el pobre y el enfermo añaden a sus duras condiciones de vida un penoso sentido de culpa.
El Señor nos libera de esa concepción que por un lado impide enfrentar las verdaderas causas de los males que nos ocurren, remitiéndolos a una especie de fatalidad que nos hunde en la pasividad. Y que de otro lado, presenta una imagen equivocada del Dios de amor y vida. Pecar es no dar fruto, nos precisa la parábola que Jesús refiere enseguida (vs. 6-9). Además, se nos advierte que con paciencia y dedicación Dios espera nuestras obras. Es un Dios de amor, no de castigo. Los dos tipos de desgracia (un acto deliberado del gobierno o una catástrofe accidental) sirven a un mismo objetivo: advertir y llamar la atención a toda la población sobre el destino que les espera si no se convierten, ya que los que murieron no eran más culpables que todo el resto. Esto implica responsabilidad colectiva sobre pecados e injusticias: hipocresía e injusticia de los religiosos (11, 37-44); la acumulación de riquezas (12, 19-21); opresión y lujuria (12, 45-48).

3. La vid y la higuera, representan en la Biblia, frecuentemente, al pueblo de Israel, para que quede claro que se refiere a esto, el pasaje de la parábola nos habla de una higuera plantada en un a viña. Pero en estos casos el problema, con muchísima frecuencia, son los frutos, o para ser precisos, los frutos malos o la falta de ellos... ¿De qué sirve una higuera que no da frutos? Si no da frutos reiteradamente, el problema se agrava: no sólo no da fruto sino que ocupa un lugar que se podría aprovechar para otra planta. Dios preparó el terreno, hizo todo lo necesario, se tomó un tiempo prudencial, pero: ¿Y los frutos? El pueblo que Dios se ha preparado con tanto cariño: ¿Cómo responde al cariño de Dios? El tiempo se acaba y la higuera puede ser cortada. Sólo la intercesión de los trabajadores puede postergar esto un breve tiempo más.
No bastan las palabras. De nada sirve una higuera estéril. Una higuera debe dar higos ya que para eso ha sido plantada. Un pueblo redimido por Cristo debe edificar con su vida un Reino que dé frutos de verdad, de justicia, de paz, de libertad, de vida y de esperanza. Estamos lejos, ¡muy lejos! de lograrlo. Es verdad que en decenas de comunidades hay también frutos muy vivos de solidaridad, de paz, de oración, de justicia y de vida, de celebración y de esperanza... y podríamos multiplicar los frutos que vemos en las comunidades; pero todo lo anterior también es cierto. Faltan muchos frutos que dar, falta mucha vida que cosechar y alegría que festejar. El continente de la violencia, de la injusticia y el hambre reclama frutos de los(as) cristianos. Y esos frutos deben darse en la historia. Los acontecimientos cotidianos, de dolor y de muerte, que tan frecuentes vivimos en América Latina nos dan una palabra de Dios, una palabra que debemos aprender a escuchar, que debemos comprender para no creer que Dios dice lo que no está diciendo. Jesús nos enseña la “dinámica del fruto” para aprender a reconocer allí un Dios que sigue hablando y que nos sigue llamando a la conversión, no para una conversión individual y personal, sino que dé frutos para los demás, para la historia y para la vida. Y este tiempo es el tiempo oportuno para empezar a darlos...

4. Lo grave es no vivir como Dios quiere. La parábola de la higuera hace pensar tanto en el pueblo de Israel, que no reconoció la suprema visita de Dios a través de Jesús, como en la comunidad "cristiana", que muchas veces hace de todo, menos lo que Jesús le mandó decir y hacer. Es la higuera que no da fruto, ocupando inútilmente el terreno. ¿Está todo perdido? No. Hay una última oportunidad. Así como el agricultor pide un plazo para dar cuidados especiales, así también Jesús intercede como abogado ante el Padre para dar un plazo más. ¿Quién sabe si, con cuidados especiales, la comunidad producirá fruto? ¿Quién sabe si la comunidad, oyendo la palabra de Jesús y viendo su ejemplo, no podrá convertirse para continuar su palabra y acción en favor de todos los que anhelan la venida del Reino?
Hoy nos preocupamos mucho por las iglesias vacías y de las sectas. ¿Por qué va el pueblo a otros lugares? ¿No es señal de que no está encontrando en la Iglesia los frutos que necesita para liberarse y vivir? En vez de condenar al pueblo y sus intentos, deberíamos ver si no es la Iglesia la que se está secando y volviéndose estéril. 

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