4 sept 2011

24° Tiempo Ordinario (A)

24° Tiempo Ordinario (A)Mateo 18,21-35

1. Oración Inicial: Una persona de la comunidad puede hacer una invocación al Espíritu Santo orando por cada persona que está ahí, pidiendo su luz y su inspiración para tener apertura y docilidad a su Palabra.   Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Meditamos hoy la tercera parte del “Sermón de la Comunidad”. Pedro toma la pa­labra como portavoz de los discípulos y se constituye en destinatario de una ense­ñanza particular de Jesús. Su pregunta se refiere es­pecíficamente a los límites del perdón. Jesús le responde que el perdón ha de ser ilimita­do y para ilustrar su enseñanza, le propone una parábola. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 18,21-35: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Qué pregunta Pedro a Jesús? ¿Qué pretende la pregunta?
3)     ¿Qué le responde Jesús?
4)     En la parábola: ¿Cuál fue la actitud inicial del rey ante la deuda impagable de su funcionario? ¿Qué actitud tuvo después de la súplica del funcionario?
5)     ¿Cuál fue la actitud del funcionario perdonado ante la pequeña deuda de su compañero? ¿Qué actitud tuvo después de la súplica del funcionario? A saber después, ¿Cómo lo encaró el rey?
6)     ¿Cuál es el mensaje final que Jesús transmite en esta parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Hay personas que dicen: "Yo perdono, pero no ol­vido". Rencor, resentimientos, enfrentamientos, ofensas…, hace difícil el perdón y la reconciliación. ¿Por qué resulta tan difícil perdonar?
  2. Mirando la realidad de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra iglesia, de nuestra sociedad y de nuestro mundo, ¿existe un espacio para el perdón y para la reconciliación? ¿Dónde y cómo podemos comenzar, de modo que la reconciliación se hace una realidad?
  3. ¿Nos sentimos perdonado por Dios? Cuenta alguna experiencia al grupo. ¿Cómo puede ayudamos esta experiencia de perdón a superar las rencillas y a tener las mismas actitudes que Jesús pide en este pasaje?
  4. Nunca el Evangelio llama a tolerar la impunidad. La verdadera reconciliación está basada en la Justicia, la Verdad, la misericordia y el perdón. Comentar.
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Señor, ayúdanos a perdonar”.

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Quién tengo que perdonar? “… setenta veces siete"  Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Padre Bueno haz que descubramos la importancia que tiene para nuestras vidas el sabernos y sentirnos perdonados y perdonadas por Ti, de manera que también perdonemos de corazón a quienes que nos han ofendido. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. ¿Cuántas veces perdonar? (18,21): Ante las palabras de Jesús sobre la reconciliación, Pedro pregunta: ¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces?” Siete es un número que indica perfección y en el caso de la propuesta de Pedro, siete es sinónimo de siempre. Jesús mira más lejos (18,22):. Elimina todo posible límite al perdón: “¡No hasta siete, sino setenta veces siete!” ¡Setenta veces siempre! Para aclarar la respuesta dada a Pedro, Jesús cuenta una parábola ¡Es la parábola del perdón sin límite!

2. 10.000 talentos – 100 denarios: En la corte oriental, todos los miembros, por más importantes que fuesen sus cargos, eran empleados, es decir, siervos/esclavos (1 Sm 8,11-17; 2 Re 5,1-27; Mt 25,14-30). En esta parábola, el siervo debía una gran fortuna, pues un ta­lento equivalía más o menos a 34 kilos de oro; 10.000 talentos serían entonces 340.000 kilos de oro. Debía ser un personaje muy importante en la corte, pero estaba en la bancarrota. El empleado no pidió el perdón de la deuda, quería un plazo ma­yor. Prometía que iba a devolver todo, lo cual era imposible aun­que vendiera toda la familia. ¡La deuda era impagable!  Ante la petición angustiada del siervo, el rey, por compasión, le concedió no sólo el plazo que había solicitado, sino el perdón de toda la deuda (18,27). Al comportamiento tan extraordinario del rey se opone la mezquindad y dureza del empleado perdonado con su compa­ñero de trabajo. Este alto funcionario se encuentra con un cortesano que le debe una cantidad insigni­ficante (cien denarios es la cantidad que un jornalero ganaba en tres meses, y por tanto poca cosa para un alto funcionario). El olvida la experiencia que ha vivido y oprime a su compañero, que también le pide un plazo para poder pagar la deuda irrisoria. El contraste es muy grande.

3. El perdón es siempre gratuito: El perdón mutuo construye la comunidad, implica confiar en las personas. La afirmación de Jesús es ilustrada con una de las más bellas parábolas de los evangelios y que es propia a Mateo. El "ajuste de cuentas" (vs.23) se evaporará ante la justicia de Dios basada en la gratuidad del amor. Ante el pedido del servidor, el rey le perdona la deuda. "Diez mil talentos" (vs.24) consti­tuye una cantidad fabulosa y casi impagable, (algo así como la deuda externa de los países pobres...); por eso la promesa del servidor no pasa de ser un intento para conmover al Señor. El perdón del rey es enteramente gratuito, lo hace simplemente por "compasión", por amor, no porque piense que un día recibirá lo que se le adeuda.

4. No tengas rencor a tu prójimo: El comportamiento del servidor contrasta con el que tuvo el Señor. Su compañero de trabajo le debe apenas cien denarios. Suma perfectamente pagable, pese a eso la súplica del deudor no es escuchada. El "siervo malvado" no ha aprendido la lección. En estricta justicia él puede enviar a la cárcel a quien le debe, pero el rey le acaba de mostrar otra justicia, la que se basa en el amor gratuito que no pide nada a cambio. El Dios de Jesús ama porque es bueno. Ante la inmensidad de su amor los méritos de las personas son secundarios. Así también deben amar aquellos que creen en El. El amor de Dios es modelo de nuestra conducta. Ante la gratuidad del amor, la pregunta "¿cuántas veces tengo que perdonar?" pierde sentido. Ante los sufrimientos de los pobres del mundo, golpeados por un despiadado liberalismo económico, ante inauditos y cruentos conflictos bélicos, surgen hondos reclamos de justi­cia. De una justicia que va más allá de lo legal para ir hacia los derechos más fundamentales del ser humano. Amar gratuitamente, como Dios nos ama, lleva la justicia a la raíz y a la plenitud de sus exigencias.

5. ¿Olvidar? La palabra "perdón" significa perfección en el don, ple­nitud en la entrega. No es olvidar, en el sentido de borrar del recuerdo los hechos, puesto que a veces es imposible; es continuar dando, entregándose a pesar de todo, recha­zando el desamor y, por supuesto, la venganza, que es lo primero que sale de dentro. La ley del talión, "ojo por ojo, diente por diente" (Ex 21,23-25), había supuesto un avance dentro de Israel, porque permitía frenar la escalada de violencia en la vida social. Pero el evangelista les recuerda que Jesús había ido más allá: "A quien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra" (5,39), "No te digo que per­dones siete veces, sino setenta veces siete" (Mt 18,21). Quiere mostrarles que el mayor ejemplo del perdón es la misericordia del Padre, que nos hace capaces de perdonar a nuestros hermanos(as) (18,33).

6. El Rey: El rey representa al Padre, que en su amor gratuito, ha cancelado la deuda que los dis­cípulos(as) tienen contraída con él, ofreciéndo­les el perdón. El único lí­mite para la gratuidad de la misericordia de Dios es nuestra in­capacidad de perdonar al hermano (18,34; 6,15). Mateo conoce la impor­tancia del perdón para la vida comunitaria, pero sólo aquí revela el profundo significado de este gesto. El perdón dentro de la comunidad ha de ser ilimitado, pues Dios ha perdonado la deuda incalculable que tenemos con él. Quien ha­ya experimentado la misericordia del Padre, no puede andar calculando las fronteras del perdón y de la acogida al hermano(a).

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