12 sept 2011

25° Tiempo Ordinario (A) Mateo 19,30 - 20,16

25° Tiempo Ordinario (A)
Mateo 19,30 - 20,16

1. Oración Inicial: Señor, envíe tu Espíritu Santo.  Concédenos escuchar con apertura de corazón tu Palabra y comprender su mensaje para que vivamos siempre conforme a tu voluntad y actuemos como luz y fermento del mundo. AMËN.      Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: La gracia y la misericordia de Dios se contrapone a la mentalidad religiosa judía de los tiempos de Jesús. Frente a la mentalidad del mérito del sistema religioso se opone la de la gracia predicada por Jesús. Desde esta perspectiva, la salvación no se alcanza solamente por méritos propios sino por la misericordia de Dios que nos la concede a pesar de que no la merezcamos. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt19,30 - 20,16: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     Escenificar la parábola con todos los pormenores y después reflexionar. Cada persona cuenta al grupo qué sintió cuando representaba su papel.
2)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué
3)     ¿Qué personajes aparecen en la parábola del reino que relata Jesús? ¿Cuál es la situación que narra la parábola?
4)     ¿Cuál es la actitud de los trabajadores que comenzaron a trabajar a primera hora? ¿Qué explicación les da el dueño de la viña?
5)     ¿Qué imagen de Dios nos muestra la parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Qué nos parece la actitud del patrón? ¿Y las protestas de los trabajadores?
  2. La murmuración nace de la envidia porque Dios trata a todas las personas por igual. ¿Acaso existe en nosotros(as) un espíritu de competencia, codicia  o envidia?
  3. El amor del Padre es gratuito. Cuando nosotros(as) hacemos algo por los demás: ¿Es para cumplir y recibir nuestra recompensa, o lo hacemos por amor gratuito?  ¿Por qué lo hacemos?
  4. ¿De qué manera el mensaje evangélico de hoy de que «los primeros serán los últimos», nos exige un cambio de actitud y de conducta?
  5. ¿Qué debemos cambiar en nuestra vida y en nuestra pastoral para ver y vivir la vida con la mirada de Dios reflejada en la parábola?
  6. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Qué acto de generosidad libre y gratuito, que sin ningún interés de devolución, voy a realizar durante la semana?  Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Padre Bueno, anima nuestras fuerzas para trabajar por tu Reino.  Que no seamos mezquinos y aprendamos a darlo todo gratuitamente con alegría. Danos buen ánimo y mucha esperanza para escuchar tu Palabra y comprometernos con la vida. Enséñanos a mirar la vida con tu mirada, para trabajar sin interés y con alegría en la construcción de tu Reino.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás…  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: Mateo ha colocado aquí esta parábola para completar la enseñanza anterior sobre la re­compensa que espera a los que dejan todo para seguir a Jesús. La parábola debió a la controversia de Jesús con las autoridades judías por su continua relación con personas de dudosa reputación como publicanos, pecadores, enfermos, niños, paganos y mujeres. Precisamente aquellos que estaba considerados impuros y, por tanto, excluidos del círculo de santidad. Pero en el contexto de la comunidad de Mateo se percibe el conflicto producido entre los judeocristianos y paganos cristianos que confluyen en la misma comunidad. Esta nueva situación provocó una encendida po­lémica, que es fácilmente reconocible en otros escritos del Nuevo Testamento (Gal 1 -2 y Hch 15). Algunos cristianos de origen ju­dío no podían entender que los paganos, ve­nidos más tarde, tuvieran en la Iglesia la mis­ma situación que ellos. Su actitud está reflejada en la queja de los obreros de la pri­mera hora, que se sienten discriminados al recibir lo mismo que los contratados a media tarde. La parábola muestra que se trata de un don, un regalo inmerecido, y es igual pa­ra todos. La frase final: los últimos serán los primeros, y los primeros últimos, es la expre­sión de este cambio de situación que trae consigo la llegada del reino bajo el patronazgo de Dios.

2. “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros”: Este pasaje se abre con una partícula conectiva, “en efecto” que es muy importante, porque me remite al versículo 19,30, donde Jesús afirma que “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros” con las mismas palabras que repetirá al final de esta parábola. Palabras, por tanto fundamentales, que quieren indicarnos la dirección que hay que tomar. Jesús es el Reino de Dios, el reino de los cielos; Él es el mundo nuevo, al cuál estamos invitados a entrar. Pero el suyo es un mundo al revés, donde nuestra lógica de poder, ganancia, recompensa, habilidad, esfuerzo, no vale y se substituye por otra lógica, la de la gratuidad absoluta, del amor misericordioso y sobreabundante.  Creer ser el primero, ser fuerte y capaz; si ya me he colocado en el primer puesto en la mesa del Señor, es mejor que me levante ya y me vaya a ocupar el último puesto. Allí el Señor vendrá a buscarme, y llamándome, me levantará, me colocará en alto hacia Él.

3. La gracia y la misericordia de Dios. El sistema religioso del tiempo de Jesús y de las primeras comunidades centraba la práctica religiosa en el mérito y la paga. La salvación se había convertido en un mercado de compra y venta. Jesús cuestiona a fondo esta mentalidad que tanto mal le ha hecho al pueblo. La salvación es don gratuito de Dios, no se alcanza por méritos propios sino por la misericordia de Dios que nos la concede a pesar de que no la merezcamos. Y la gracia tiene que ver con el amor misericordioso. Dios no maneja nuestros esquemas contables interesados y lucrativos. Para Dios, tanto los primeros como los últimos son objeto de su inmenso amor y misericordia.
4. El amor libre y gratuito del Padre: El texto va al corazón del mensaje de Jesús: el amor libre y gratuito del Padre. El salario entero que el propietario decide dar a aquel que vino a trabajar al morir el día provoca la reacción de los que esta­ban allí desde temprano. La igualdad en el tratamiento les parece a injusticia. El propietario rechaza la acusación: "¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete" (vs.13-14). La justicia de Dios está por encima de la formalidad de la justicia humana. Ella tiene en cuenta las necesidades más profundas de las personas, de aquellos que contra su volun­tad "estaban en la plaza parados" (vs.3), porque nadie los había contratado. Los obreros de la hora undécima tienen, sin embargo, el mismo derecho a trabajar que los primeros, y a vivir ellos y sus familias de ese trabajo. En un mundo como el nuestro, en que la gran mayoría de la población está subempleada o desocupada, el derecho al trabajo -recordado con energía por Juan Pablo II en su encíclica "Sobre el trabajo humano"- es una manifestación del derecho a la vida. No se respeta esa reivindicación fundamental del ser humano cuando una sociedad y su orden legal no procuran el pleno empleo de todos en nombre de leyes económicas que responden únicamente al lucro y al privilegio de unos pocos.
5. ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? En respuesta a esta provocación, el dueño de la viña apela al derecho que tiene de disponer de sus bienes como mejor le parece: ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? No es ningún agravio dejarse llevar por la compasión hacia los desocupados y pagar la misma cantidad a los que trabajaron una hora y a los que se habían fatigado todo el día. Al contrario, él ha sido justo con los primeros (según el modo humano de concebir la justicia) porque les dio el sueldo convenido; y también ha sido justo con los últimos, ya que con ellos no había hecho ningún acuerdo condicionante del trabajo y el salario. Es obvio, sin embargo, que este argumento humano no resulta del todo convincente, porque el reproche no apuntaba al trato dispensado a los distintos grupos de jornaleros tomados aisladamente, sino a la desproporción entre la recompensa dada a unos y a otros en el momento del pago. Pero así resalta mucho más la enseñanza de la parábola: la misericordia de Dios no se opone a la justicia humana, sino que la trasciende totalmente en el amor.

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