26 sept 2011

27° Tiempo Ordinario (A)


27° Tiempo Ordinario (A)
Mateo 21,33-46

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, nos prometió la ayuda del Espíritu para que pudiésemos recordar todo lo que había dicho y comprender más profundamente el significado y la verdad de su Palabra. Envíanos hoy este Espíritu Santo para poder leer y comprender la Palabra de Dios. AMËN. Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy es la segunda de tres parábolas consecutivas con las cuales Jesús, al día siguiente de la entrada mesiánica en Jerusalén, le responde a los líderes del pueblo judío sobre su autoridad. En esta parábola (21,33-44) se entabla un juicio de responsabilidad no sólo por no escuchar a los profetas y al Hijo sino por el asesinato. Frente a Jesús están los representantes del pueblo judío, quienes comprenden que la parábola es para ellos. Sin embargo, los lectores de Mateo son los cristianos (as) de su comunidad. También la Iglesia hoy escucha esta parábola como un llamado de atención a ella. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 21,33-46: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)     ¿Qué hizo el propietario con su tierra para esperar una buena cosecha?
3)     Nombrar los personajes quienes aparecen en el texto. ¿A quiénes se refieren cada uno?
4)     ¿Para qué el dueño de la viña envía a sus siervos y a su hijo? ¿Cuál es la respuesta deseada?
5)     ¿Cómo se comportaron los trabajadores con los enviados? ¿Por qué actuaron de esa manera?
6)     ¿Cómo responden los interlocutores a la pregunta de Jesús?
7)     Después de citar la Escritura, ¿qué les dice Jesús como conclusión y cómo reaccionaron los jefes de los sacerdotes y fariseos?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿De que manera el símbolo de la viña es como un espejo en el cuál se puede ver y reflexionar la historia personal y comunitaria de nuestra relación con Dios?
  2. ¿Cuáles son los frutos del Reino que Dios espera de nosotros(as) hoy? ¿Qué frutos del Reino de Dios estamos dando en nuestra comunidad?
  3. Jesús no claudicó en su misión cuando encontró rechazo y oposición: ¿Somos capaces de soportar las dificultades en nuestro empeño de ser discípulos misioneros? ¿Pueden las dificultades ser un instrumento para medir nuestra autenticidad y la madurez de nuestra fe?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “..se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.”

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Qué fruto me comprometo a producir en esta semana? (Por ejemplo, voy a visitar a un enfermo y compartir la Palabra de Dios que hoy hemos meditado)” Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Dios, Padre Bueno, que desde el comienzo nos has manifestado tu amor y nos cuidas como un viñador amoroso; guía nuestros pasos para que sepamos serte agradecidos y haz que nuestra gratitud se demuestra con obras de justicia, de amor y de paz.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: La parábola de los labradores homicidas está colocada por Mateo en la cornisa de otras dos parábolas: la de los dos hijos (21,28-32) y la del banquete de bodas (22,1-14). Juntas las tres parábolas contienen una respuesta negativa: la del hijo al padre, la de algunos campesinos al dueño de la viña, la de ciertos invitados al rey que celebra las bodas de su hijo. Las tres parábolas intentan mostrar un único punto: se trata de aquéllos que como no han acogido la predicación y el bautismo de Juan, ahora están de acuerdo unánimemente en rechazar el último enviado de Dios, la persona de Jesús. La introducción a la primera parábola de 21,28-33 sirve también para la parábola de los labradores homicidas: Llegó al templo y mientras enseñaba los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron y le preguntaron: ¿Con qué autoridad obras así? ¿Quién te ha dado esta autoridad? Es la aristocracia sacerdotal y aquella otra secular la que se acerca a Jesús cuando Él entra en el templo. Están preocupados por la popularidad de Jesús y hacen sus preguntas a Jesús para saber dos cosas: qué tipo de autoridad se atribuye para hacer aquello que hace, y el origen de esa autoridad. En realidad la segunda resuelve lo que se pide en la primera. Lo sumos sacerdotes y los jefes del pueblo exigen una prueba jurídica: no se recuerda jamás que los profetas tengan autoridad directamente de Dios.

2. Realidad de la Palestina del siglo 1º: ¿Cuál sería la explicación de esta invitación amenazante para escuchar? El presupuesto se ha de buscar en las condiciones económicas de la Palestina del siglo 1º después de Cristo: grandes extensiones de terrenos pertenecían a latifundistas extranjeros, los cuáles arrendaban los terrenos a grupos de arrendatarios. El contrato de arrendamiento preveía que parte de lo que se cosechaba era para el patrón el cual ejercía su derecho enviando a gente de confianza a recaudar lo debido. En esta situación se puede comprender cómo estaría probado el estado de ánimo de los campesinos: existía un fuerte descontento que alguna vez acababa en revuelta. Jesús en su parábola toca esta situación concreta, pero la transporta a un estado de comprensión más alto: aquella situación se convierte en un compendio de la historia de Dios con su pueblo. Para Mateo, al lector se le invita a hacer una lectura simbólica de la parábola.

3. Las equivalencias de las metáforas: La parábola en realidad es una alegoría en la cual cada elemento tiene un correspondiente en la realidad:

  • La viña = Israel (21,33b), Jerusalén (21,39), el Reino de Dios (21,43).
  • El propietario = Dios (llamado el “Señor” en el vs.40).
  • Los viñadores = los líderes de Jerusalén e Israel.
  • Los frutos = las buenas obras de justicia que Dios espera que se hagan.
  • El rechazo de los siervos = el rechazo de los profetas.
  • El envío y el rechazo del hijo = el envío y el rechazo de Jesús.
  • El castigo de los viñadores homicidas = la destrucción de Jerusalén.
  • Los nuevos viñadores = la Iglesia.

4. Esta parábola tiene una gran importan­cia en el conjunto del evangelio, pues en ella está la clave para entender el envío de los dis­cípulos(as) a todos los pueblos. Al principio la buena noticia fue dirigida sólo a Israel (10,5-6), pero el pueblo elegido ha rechazado insistentemente la invitación a acoger el rei­no. Por eso Jesús fue congregando en torno al grupo de los discípulos un -"nuevo Israel"-, cuya misión será anunciar a todos los pue­blos la salvación (28,16-20). El reino ha si­do quitado a Israel y entregado a este nuevo pueblo mesiánico congregado por Jesús, la Iglesia.

5. Esta parábola, con sus transformaciones en la comunidad cristiana después de la pasión de Jesús, es una puerta abierta siempre a la conversión, a la esperanza. Los seres humanos que en tiempos de Jesús aguardaban, entonces, que se diera en su generación la irrupción de un mundo nuevo e inaudito, se percataron de que aquella parábola iba por ellos y no quisieron aceptar que el tiempo nuevo había llegado con aquél profeta que hablaba de aquella manera. Quien entiende que esta parábola nos introduce en un mundo donde sólo hay vida cuando no se vive a costa de otras vidas, habrá dado con esa puerta abierta a la esperanza, a la fraternidad, a la paz y a la justicia. Sabemos que la realidad última, para la fe cristiana, es Dios mismo, pero como Dios Padre de toda la humanidad. Era el Padre de Jesús, el profeta de Nazaret, y ese Dios, cuando se asesina a cualquier persona, siente en sus entrañas lo que sintió con la muerte de Jesús. También esta parábola es un canto de amor por la vida.

6. ¿Cuáles son nuestros frutos? El propio evangelio de Mateo nos dirá unos capítulos más lejos que no dar de comer al pobre es negarlo a Cristo mismo, lo que significa condenar al pobre, y a Cristo, a la muerte. Ser cristiano(a) es precisamente lo contrario, es dar vida. Eso es lo que pide el Evangelio.

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