11 oct 2011

29° Tiempo Ordinario (A)

Mateo 22,15-21

1. Oración Inicial: Espíritu de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Haz que el texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva y liberadora, que produzca en nosotros(as) la adhesión y el seguimiento radical de Jesús. AMËN.          Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy nos sitúa en el corazón de las polémicas que Jesús mantiene con los dirigentes judíos en Jerusalén. Buscan un pretexto pa­ra acusarlo y comprometerlo a fondo con las autoridades romanas, que vigilaban ferozmente cualquier movimiento social o político para castigar cualquier rebeldía. Oponerse al César, incluso en nombre de Dios, era ir contra Roma. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mt 22,15-21: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué personajes intervienen en la parábola?  ¿Cómo son sus actitudes?
2)     ¿Con qué intención mandan los fariseos a sus discípulos con los partidarios de Herodes a ver a Jesús? ¿Qué le dicen? ¿Qué respuesta esperaban?
3)     ¿Cómo les responde Jesús?
4)     ¿Cómo quedaron al escuchar la  respuesta de Jesús? ¿Por qué los desconcierta?
5)     ¿Qué hacen a final?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Jesús dice: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”. ¿Qué es para nosotros(as) de Dios?
  2. ¿Somos de Dios? ¿Mostramos su imagen en nuestras vidas? ¿En qué situaciones tapamos su rostro?
  3. Lo político, lo económico - social: ¿Pueden estar al margen o por encima de Dios?  Explicar.
  4. ¿Qué pertenece al “César”, y qué es lo que pertenece a Dios?
  5. Dios nos habla a través de la historia y los acontecimientos: ¿Dónde escuchamos a Dios, dónde lo buscamos, en un cielo lejano o en los sucesos de la vida de cada día y en las personas que están a nuestro alrededor?
  6. En la actualidad no hay emperador llamado César: ¿Quién o qué pondríamos en lugar de “Cesar” hoy en la frase de Jesús? “A……………… lo que es del……………….. y a Dios lo que es de Dios”.
  7. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. “Somos de ti Señor y sólo a Ti pertenecemos”.

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: A Dios y a su Reino toda nuestra entrega y fidelidad esta semana. Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: OH Dios, Padre Bueno: ayúdanos a nunca olvidar que eres el Señor de la Historia, el Señor de la Creación, el Señor de la Vida. nos animas para construir el Reino.  Danos fuerza para entregarnos a ti de todo corazón y a servirte con fidelidad en el prójimo, de modo que vivamos como verdadero pueblo tuyo y como hermanos y hermanas de todas las personas.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1. Contexto: Jesús llega desde Galilea a Jerusalén para la fiesta anual de la Pascua. Cuando entra en la ciudad es aclamado por la gente (21,1-11). En seguida entra en el templo de donde expulsa a los vendedores (21,12-16). Aunque reside en Jerusalén, sin embargo las noches las pasa fuera de la ciudad y vuelve después por la mañana, (21,17). La situación es muy tensa. En Jerusalén, en las discusiones con las autoridades, los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los fariseos, Jesús expresa su pensamiento en parábolas (21,23 al 22,14). Lo quisieran apresar, pero tienen miedo (21,45-46). El texto de hoy sobre el tributo al César (22,15-21) se coloca en este conjunto de conflictos de Jesús con las autoridades. Como Jesús, también los cristianos de las comunidades de la Siria y de la Palestina, para los cuales Mateo escribía su evangelio, eran acusados e interrogados por las autoridades, por los grupos o por los vecinos que se sentían a disgusto por el testimonio de ellos. Leyendo estos episodios de conflictos con las autoridades, se sentían confortados y se armaban de valor para continuar en el camino emprendido.

2. ¿Pagar tributo al emperador? La primera pregunta se refiere a la obli­gación de pagar tributos al emperador. Era una cuestión muy discutida, pues el pago de dicho tributo era el signo más evidente de la dominación romana. Los partidarios de Herodes y el alto clero estaban a favor del im­puesto, porque se beneficiaban de él. Los grupos revolucionarios, sin embargo, consi­deraban este tributo como una ofensa a Dios, único soberano de Israel. Los fariseos no se oponían tan violentamente, pero estaban cer­ca de la postura de los grupos revoluciona­rios. La pregunta era complicada. Cualquier respuesta podía ser muy comprometida para Jesús: si estaba a favor de pagar el impues­to, los fariseos podían acusarlo de colabora­cionista e impío; pero si estaba en contra, los partidarios de Herodes podían acusarlo de re­volucionario y enemigo del emperador. La respuesta de Jesús es desconcertante, porque sitúa la cuestión a un nivel más pro­fundo. Para él lo importante es que el ser humano reconozca a Dios como único señor, pues es en la persona humana donde Dios ha dejado inscrita su imagen (Gn 1,27). Al emperador le perte­necen las monedas del impuesto, que llevan su imagen, pero sólo a Dios debe someterse el ser humano como a Señor absoluto. La res­puesta de Jesús no propugna una especie de reparto equitativo entre el poder político y el religioso. Esta es una problemática que apa­reció después, sobre todo en la Edad Media, cuando se leyó este texto desde unas cir­cunstancias muy diversas a las que se daban en tiempos de Jesús. Lo que Jesús hace es si­tuar al hombre ante Dios como su único Se­ñor. Todo lo demás debe ser relativizado, tam­bién la sumisión al poder político.

3. "Den a Dios lo que es de Dios": ¿Hay que pagar tributo al César o no? En realidad, era una tram­pa. Cualquier respuesta que diera le dejaría en evidencia. Si hu­biera dicho que se debería pagar, los fariseos y escribas nacio­nalistas habrían llegado a la conclusión de que estaba contra el pueblo. Si hubiera dicho que no se debería pagar, los herodia­nos, testaferros del Imperio, le habrían denunciado a los roma­nos. ¡Jesús sale airoso! En vez de discutir si hay que pagar o no, va directamente a la cuestión del poder: "¿De quién es esta imagen y la inscripción?". "Le respondieron: 'Del César” . Usar la moneda del Imperio es reconocer su dominio. Se demostraba que los que se autoafirmaban como los verdaderos cumplidores de la ley tenían una práctica contraria a la ley, que prohibía el uso de imágenes. Eso era idolatría. Jesús les replica: "Pues den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (vs. 2Ib). Si usan las monedas romanas, reconocen que el poder político es del César. Entonces, dadle lo que es de él. Pero el pueblo es de Dios, pertenece al Padre y merece justicia y vida. Jesús denuncia que el imperio está extrapolando su poder y lo relativiza.

4. No hay otro Dios: Los fariseos hablaban de "pagar" al César. Jesús habla de "devolver" la moneda al César. Son cosas distintas (en el original griego, los verbos usados lo dicen con claridad). En el denario está inscrita la efigie de su propietario. El dinero pertenece al opresor romano. En la pregunta de los fariseos está insinuada la posibilidad de no pagar el tributo, pero también de quedarse entonces con el dinero. Su pretendido nacionalismo no llegaba sino hasta allí. Jesús va a la raíz: es necesario erradicar toda dependencia frente al dinero. No se trata sólo de romper con el dominio político del emperador, es necesario romper con la opresión que viene del apego al dinero y sus posibilidades de explotación de los demás. Devuélvanselo al César, les dice, y queden libres del dinero (de Mamón, Mt. 6,24), así podrán adorar al Dios verdadero y darle lo que corresponde.

5. Jesús responde con una afirmación liberadora que solamente pueden captar los que no están cegados por el poder, el dinero, el odio y la injusticia. Quizás la mejor ilustración a todo ello la tengamos en San Ireneo, en esa expresión, que es paradigma de muchas realidades humanas y divinas: La gloria de Dios es la persona humana viviendo en plenitud”. Todo esto quiere decir que el evangelio de Jesucristo implica, en una simultaneidad inconfundible, que de la misma manera que nos descubre al Dios viviente, nos descubre a la vez, y no por otro camino, a la persona humana viviente. Podemos usar los bienes de este mundo con eficacia, pero lo que no podemos hacer es vender nuestra vida al mejor postor. Al "césar" de turno podemos darle el dinero, o los impuestos, pero nuestra libertad nadie nos la podrá arrebatar.

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