30 jun 2012

Nacimiento de Juan Bautista (B)

Nacimiento de Juan Bautista (B)
Lucas 1,57- 66. 80

1. Oración Inicial: Espíritu Santo de la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas: acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Tú, que eres Espíritu de Vida, haz que el texto bíblico se convierta en Palabra viva y liberadora, que produzca en nosotros(as) la adhesión y el seguimiento de Jesús.  AMÉN.    Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

 a. Introducción: El nacimiento de Juan Bautista cumple el mensaje del ángel (Lc 1,20) y el término de la gravidez de Isabel marca  en el Evangelio de Lucas el final del tiempo de la espera de la salvación. La circuncisión se hacía ocho días después del na­cimiento; en esta ocasión se daba el nombre al niño y se hacía una fiesta con los parientes y vecinos. La insistencia en el nombre de Juan es para marcar el tiempo de la gracia y de la misericordia que va a comenzar, pues Juan significa «Yahvé se compadece». De hecho, Juan será el heraldo de Jesús. Inmediatamente Zacarías queda libre de la mudez y de la sordera, y comienza a alabar a Dios.      Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Lucas 1,57- 66. 80: Leemos este pasaje de Lucas con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

 d.  ¿Qué dice el texto?

1)    Cada persona lee en voz alta el versículo o palabra que más le tocó el corazón.

2)    ¿Quiénes eran Zacarías e Isabel? ¿Qué señal da Dios de su presencia en la vida de Isabel? ¿Cómo reaccionaron los vecinos y parientes al saber del nacimiento del niño?

3)    ¿Qué sucede al momento de ponerle nombre al niño?

4)    ¿Qué reacción se repite en la gente que acompaña la escena?

5)    ¿Qué se dice de Juan? ¿Cómo fue su proceso de crecimiento?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. «Para Dios no hay nada imposible» (1,37) ¿Dios sigue haciendo maravillas hoy parecidas a las que hizo en la vida de Isabel y Zacarías? Cuentan sus propias experiencias.
  2.  «Pues, ¿qué será de este niño?» Responder a esa misma pregunta pensando en nuestros propios hijos(as) y los niños y jóvenes de hoy. ¿Qué esperamos de ellos(as)?
  3. «El niño crecía y su espíritu se fortalecía…»  ¿Qué es necesario hoy para que los niños(as) crezcan en su espíritu y se fortalezcan en el camino del bien?
  4. Juan Bautista preparó el camino del Señor. ¿Qué relevancia tiene hoy para nuestra comunidad? ¿Qué personas en nuestros días mantienen vivo el espíritu profético de Juan Bautista?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Hacer oraciones dirigidas directamente al Señor. Dirigirse al Padre, a Jesús o al Espíritu Santo. Hablar con él, contarle, decirle lo que uno quiere o siente.  «Queremos ser portavoces de esperanza».

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Cómo puede nuestra comunidad trabajar por la esperanza de los necesitados a nuestro alrededor?  Llevamos una “palabra”.  Esa palabra o versículo nos va a acompañar. Tratar de tenerla en cuenta en todo momento y buscando un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración cotidiano donde volver a charlarla con el Señor.

6. Oración final: Padre misericordioso, que quisiste preparar los caminos de tu Hijo con el envío de Juan Bautista como su “precursor”; haznos portavoces de esperanza para el pueblo, mensajeros del Dios de la Vida y constructores de fraternidad para que allanemos los caminos y eliminemos los  obstáculos al crecimiento de tu Reino de Amor, de justicia y de paz.   AMEN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

 1. Contexto: Los dos capítulos 1,5 – 2,52 son propios de Lu­cas. Es su Evangelio de la in­fancia. Se trata principalmente de una presentación paralela entre Juan Bautis­ta y Jesús: dos anunciaciones, un en­cuentro de dos niños en el seno de su ma­dre, dos nacimientos, dos circuncisiones, dos misiones proclamadas proféticamente, dos breves notas sobre la infancia de cada uno. El propósito de este paralelis­mo es el de demostrar la unidad de la ac­ción divina en Juan y en Jesús y el cumpli­miento mesiánico en ambos personajes. Sin embargo, presentar el misterio de Jesús siempre queda como el objetivo principal de Lucas, señalando a la vez cómo la misión de Juan tiene ahí su lugar.

Entonces, estos dos capítulos pre­sentan en primer término, una proyec­ción teológica: esto no significa que no tengan relación alguna con los hechos realmente acaecidos, sino que son escri­tos para presentar el significado del plan de Dios. Revelan un poco el mismo género de verdad profunda sobre Jesús así como los cuentos infantiles sobre la vida y los seres humanos. Lucas decide narrar una histo­ria religiosa a la manera bíblica; se inspira de precedentes en el Antiguo Testamen­to (ver Jue 13, Dn 10; Gen 16; 17; 18; Is 7, 14). Así hace resaltar un significado de fe. Por ejemplo, la concepción virginal de Je­sús es algo más que un prodigio maravi­lloso: significa que Jesús es totalmente de Dios, verdaderamente Hijo de Dios. Al comienzo de su Evangelio, enton­ces, Lucas presenta a Jesús en su pleni­tud: el resto de la obra muestra cómo este misterio se ha revelado poco a poco a los seres humanos, durante la vida pública

2. En el nacimiento de Juan se cumple lo anunciado a Zacarías y se hace realidad la promesa. La esterilidad de unos padres, vencida por el nacimiento de un hijo, es fuente de alegría, jubilo y regocijo que envuelve y contagia a vecinos y parientes, como ya lo había predicho el mensajero de Dios. En la narración del nacimiento, Lucas matiza dos aspectos muy importantes: el de la misericordia de Dios que se manifiesta en favor del pueblo, al quitarle la afrenta de la esterilidad que pesaba sobre Isabel, precisamente sobre la esposa de un sacerdote encargado del servicio litúrgico en el templo de Jerusalén, y por otra parte, el significado del nombre de Juan (“Dios ha mostrado su favor”), con el cual se subraya la presencia de la misericordia Divina, que recae no sólo sobre una persona en particular, Isabel en este caso, sino que alcanza a la totalidad del pueblo.

Al relato de nacimiento de Juan sigue el de su circuncisión, imposición del nombre, y su manifestación pública. Por la circuncisión, Juan queda indeleblemente marcado con la “señal de la alianza”, signo visible de la incorporación al pueblo de Israel. Esa marca en la propia carne hace de Juan partícipe de la bendición prometida por el Señor a su pueblo elegido, le capacita para celebrar la Pascua como fiesta de la comunidad y confirma sus esperanzas de compartir con todos sus antepasados la restauración futura y definitiva. El rito de la circuncisión comportaba igualmente la obligación de una escrupulosa observancia de la ley de Moisés. La incorporación del precursor del Mesías al pueblo de Israel es muy importante para Lucas, no sólo porque prefigura la incorporación del propio Jesús a ese mismo pueblo, sino también porque Lucas se esfuerza por demostrar que el cristianismo es una derivación lógica del judaísmo. Por eso tiene que quedar bien claro que los pilares de ese nuevo modo de vida, son de raíces profundamente judías.

La imposición de un nombre como el de “Juan” rompe radicalmente con la tradición familiar. Como era costumbre, los vecinos y parientes dan por hecho que el niño se llamaría como el padre. El acuerdo entre la madre y el padre en un nombre que no era familiar aparece como un signo donde se refleja el favor de Dios. La Misericordia divina no sólo se manifiesta a un matrimonio anciano, de vida intachable, sino que alcanza a la totalidad de Israel. De ahí que al recuperar Zacarías el habla, todos los vecinos se interroguen sobre el futuro de ese niño.

3. Nacimiento de Juan. Las pro­mesas de Dios a Zacarías se realizan en me­dio de la alegría, signo de que los tiempos del cumplimiento han llegado. El origen del nom­bre del niño (Lc 1,13) indica el carácter ex­cepcional de Juan y su misión en los nuevos tiempos que se inician. Como era costumbre, los vecinos y parientes dan por hecho que el niño se llamaría como el padre (Tob 1,9). El acuerdo entre la madre y el padre en un nombre que no era familiar aparece como di­vinamente inspirado. De ahí que al recupe­rar Zacarías el habla, todos los vecinos se in­terroguen sobre el futuro del Bautista.

4. En todo, Juan es el precursor de Cristo. Ya desde su nacimiento e infancia él apunta a Cristo. «¿Qué será este niño» Él es «la voz que grita en el desierto» (Jn 1,23), animando a todos(as) a preparar los caminos del Señor. No es él el Mesías (Jn 1,20), pero lo indica con su predicación y sobre todo con su estilo de vida ascética en el desierto. Él entretanto “crecía y se fortificaba en el espíritu. Vivió en regiones desérticas hasta el día de su manifestación a Israel. (Lc 1,80).

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