29 jul 2012

17º Domingo del tiempo ordinario (B)

Juan 6,1-15

1. Oración Inicial: Padre Bueno, que nos has entregado a tu Hijo Jesús, envíanos ahora tu Espíritu Santo. Danos siempre el pan cotidiano del cuerpo y del espíritu y haz que susciten en nosotros(as) hambre y la sed de Ti, especialmente de tu Palabra.  Abre nuestros oídos y corazón para acogerla hoy.  AMÉN.    Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

 a. Introducción: Mucha gente acudía a escuchar a Jesús. Venían atraídos por la fama de los milagros y señales que realizaba. Jesús aprovecha el momento para dar una lección a sus oyentes. Jesús enseña que la dinámica del Reino es el arte de compartir. Quizá todo el dinero del mundo no fuese suficiente para comprar el alimento necesario para los que pasan hambre. El problema no se soluciona comprando, el problema se soluciona compartiendo y en ser solidarios. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 6,1-15: Leemos este texto de Juan con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

 c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?
 
1)    Cada persona lee el versículo que más le llamó la atención.

2)    ¿Por qué seguía a Jesús tanta gente? ¿Cuál es la preocupación de Jesús a ver la multitud?

3)    ¿Qué dice Andrés después de encontrar un niño que tenía algo para comer? 

4)    ¿Qué gestos realiza Jesús con los panes y pescados? ¿Qué sucedió a partir del gesto-signo de Jesús?

5)    ¿Qué decía la gente al ver lo que hizo Jesús?  ¿Y cómo reaccionó Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. El pan material que nos es dado por Dios nos recuerda lo que debemos compartir con tantas personas que sobre la tierra están faltos de recursos y que luchan por un trozo de pan. Cuando rezamos «danos hoy nuestro pan de cada día», ¿dirigimos acaso un pensamiento a aquellos a quienes les falta este pan y tratamos de ir a su encuentro? ¿Qué significa compartir y ser solidario en nuestros días?
  2. «cinco panes de cebada y un par de peces»: Es una cantidad insignificante, pero pasando por las manos de Jesús, se convierte en abundante. Hay una desproporción entre lo que somos y lo que Dios nos hace llegar a ser, si nos ponemos en sus manos. Dios colma toda desproporción entre él y nosotros(as). ¿Creemos que otro mundo es posible, incluso, cuando todo parece que está en contra?
  3. ¿Qué mensaje nos enseña el texto de hoy? 
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, muéstranos el camino de la solidaridad».

5. Contemplar a Dios, volver la mirada al mundo y comprometerse con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Todos podemos dar nuestros cinco panes y dos pescados. Piensa y ofrece al Señor un gesto concreto de solidaridad para esta semana. Llevamos una “palabra”. No significa una palabra sola; puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta en todo momento y buscando un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración cotidiano donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Enséñanos Jesús a dar nuestros «cinco panes y dos pescados». Enséñanos a ofrecer lo que tenemos, a compartirlo, a darlo con generosidad, a vivir con lo necesario, a ser generosos y desprendidos. Enséñanos a ser solidarios, enséñanos la alegría del dar, para construir el Reino, para vivir el amor, para demostrar que otro mundo es posible.  AMÉN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1.  Querido(a) Animador(a):
Después de la oración inicial, se sugiere hacer uno o más de las siguientes preguntas al comenzar el encuentro de lectura orante:

  1. ¿Cómo he experimentado a Jesús en mi vida esta semana?
  2. Explicar cómo esta comunidad le ha ayudado esta semana en  su vida cristiana.
  3. ¿Qué he hecho esta semana para ayudar a extender el Reino de Dios?
2. Cuarto signo: multiplicación de los panes. Sobre el presente relato el evangelista intenta destacar el conocimiento sobrehumano de Jesús. Jesús aparece como el Señor. Toda la situación se halla bajo su control; él sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Jesús tiene la iniciativa en todo momento. El se adelanta a la necesidad que, en la presentación que hacen los sinópticos de la misma escena (Mc 6,35-36 y par.), le es manifestada a Jesús por sus discípulos. El relato de Juan es como una parábola en acción que pretende destacar la finalidad por la que Jesús vino a este mundo. Esta acentuación hace que la escena se "deshumanice" en gran medida. Desaparecen los rasgos humanos, como la compasión por una gente que lleva mucho tiempo sin comer y se halla desfallecida. Son los sinópticos los que han recogido la dimensión más "humanitaria" de la escena. Se acentúa su preocupación por el ser humano para responder a sus necesidades más profundas. La gente seguía a Jesús porque veía los signos que hacía con los enfermos. Este hecho extraordinario evoca en la gente la figura de Moisés dando de comer al pueblo en el desierto. Deducen que Jesús es el profeta semejante a Moisés, y quieren hacerle rey (Jn 6,14s). Jesús aparece como el personaje central del relato.
 3. Mucha gente acudía a escuchar a Jesús. Venían atraídos por la fama de los milagros y señales que realizaba. Jesús aprovecha el momento para dar una lección a sus oyentes. Comienza preguntándole a Felipe que con qué comprarían panes para dar de comer a la multitud. Felipe le dice que no bastarían doscientos denarios. Andrés le dice que hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero que eso no es nada para tanta gente. Jesús enseña que la dinámica del Reino es el arte de compartir. Quizá todo el dinero del mundo no fuese suficiente para comprar el alimento necesario para los que pasan hambre. El problema no se soluciona comprando, el problema se soluciona compartiendo, en ser solidarios. La dinámica del mundo capitalista es precisamente el dinero. Creemos que sin dinero nada se puede hacer y tratamos de convertirlo todo en papel moneda, no sólo los recursos naturales sino también los recursos humanos y los valores: el amor, la amistad, el servicio, la justicia, la fraternidad, la fe, etc. En el mundo capitalista nada se nos da gratuitamente, todo tiene su precio. Se nos ha olvidado que la vida acontece por pura gratuidad, por puro don de Dios.
Jesús en esta multiplicación de los panes y de los peces parte de lo que la gente tiene en el momento. El milagro no es tanto la multiplicación del alimento, sino lo que ocurre en el interior de sus oyentes: se sintieron interpelados por la palabra de Jesús y, dejando a un lado el egoísmo, cada cual colocó lo poco que aún le quedaba, y se maravillaron después de que vieron que al alimento se multiplicó y sobró. Comprendieron entonces que si el pueblo pasaba hambre y necesidad, no era tanto por la situación de pobreza, sino por el egoísmo de los hombres y mujeres que conformados con lo que tenían, no les importaba que los demás pasaran necesidad. El gesto de compartir marca profundamente la vida de las primeras comunidades que siguieron a Jesús. Compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un gesto de pascua y de resurrección. Al partir el pan se descubre la presencia nueva del resucitado. Si somos hijas e hijos de un mismo Padre, no se entiende por qué tantas personas viven en extrema pobreza mientras unos cuantos viven en abundancia y no saben qué hacer con lo que tienen. En el mundo actual es mucho el dinero que se invierte en guerra, en viajes extraterrestres, en tratamientos para adelgazar. Ningún ser humano debiera morir de hambre, pues la tierra tiene suficiente para albergarnos a todos. Siendo cristianos(as), no debemos olvidar el compartir: ésta es la clave para hacer realidad la fraternidad, para reconocernos hijos(as) de un mismo Padre. Cuando se comparte con gusto y con alegría el alimento se multiplica y sobra.
4. Uno de los discípulos reacciona: Un muchacho tiene «cinco panes de cebada y un par de peces». No es mucho, pero allí están a disposición de todos. Jesús pronuncia la «acción de gracias» a Dios y los pone en una nueva dimensión. Ya no pertenecen en exclusiva ni al muchacho ni a los discípulos. Son un regalo de Dios. Nadie tiene derecho a acapararlos mientras hay alguien pasando hambre. ¿Hay algo en el mundo más escandaloso y absurdo que el hambre y la miseria de tantos seres humanos? ¿Hay algo más injusto e inhumano que nuestra indiferencia? ¿Hay algo más contrario al evangelio que desentendernos de los que mueren de hambre? Pocos panes, poquísimos peces...no tengamos miedo de perderlos mientras tratamos de dividirlos. ¡Se multiplican a medida que los distribuimos!

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