29 jul 2012

18° Tiempo Ordinario (B)

18° Tiempo Ordinario (B)
Juan 6,24-35

 1. Oración Inicial: Padre Nuestro, que enviaste a tu Hijo Jesús para conducirnos a la verdad, abre nuestra mente para comprender las Escrituras. Purifica nuestros corazones de todo lo que pone resistencia a tu Palabra. Haz que el pan cotidiano suscite en nosotros(as) hambre y sed de Ti, para que aprendamos a escuchar con corazón bueno la Palabra y mensaje que nos envías en este texto bíblico. AMÉN.   Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?

 a. Introducción: Después de la multiplicación de los panes, el pueblo se va detrás de Jesús. Cuando la gente lo encontró, tuvo con él una larga conversación, llamada el Discurso del Pan de Vida (6,22-71). Jesús les reprocha porque lo buscan porque comieron pan hasta saciarse y no por el significado de la acción. Les aconseja que no se preocupen tanto por la comida que se acaba sino por la que es duradera y da vida eterna. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

 b. Leer el texto: Juan 6,24-35: Leemos este texto de Juan con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Releerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

 d. ¿Qué dice el texto?

1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.

2)    ¿Cómo comienza el relato? ¿Qué le pregunta la gente a Jesús cuando lo encuentra?

3)    ¿Qué le reprocha Jesús a la gente que lo andaba buscando?

4)    ¿Qué les propone Jesús y qué le pregunta la gente?

5)    ¿Cómo se revela Jesús? ¿Cómo se define y qué promete?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a)    Jesús ha realizado signos para revelar el sentido de su persona, pero la gente sólo lo han entendido en la línea de sus necesidades materiales: ¿Qué es lo que más buscamos en nuestras vidas: ¿el milagro o la señal? ¿Qué es lo que quiere hoy la gente en su seguimiento del Señor?

b)   ¿Es nuestra fe capaz de descubrir la presencia de Dios (signos) en los acontecimientos pequeños y grandes de nuestra existencia? Señalar ejemplos.

c)    Durante una visita del Papa Juan Pablo II al Perú, escuchó el testimonio de un matrimonio sobre la realidad de la pobreza existente y de la fe y el compromiso de las comunidades cristianas. Conmovido el Papa lanzó su famosa frase, «hambre de Dios sí, hambre de pan no». ¿Qué significa sus palabras para nosotros(as)?

d)    «Yo soy el pan de vida». La persona que viene a Jesús no tendrá hambre ni sed, no necesita de otras fuentes de gozo para saciar sus anhelos y aspiraciones. Compartir sus experiencias al respecto.


4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, danos siempre de ese pan».

5. Contemplar a Dios, volver la mirada al mundo y comprometerse con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Si aceptamos el camino de vida de Jesús es porque creemos en El. Que nuestra conducta esta semana sea un signo de la presencia de Cristo en nuestra vida. Llevamos una "palabra". Esa palabra o versículo nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente.

6. Oración final: Dios Padre bueno que en Jesús de Nazaret nos has presentado verdaderamente el pan del cielo, enséñanos y ayúdanos a no fatigarnos por el pan que perece, sino a procurar el pan que no perece. Aumenta nuestra fe para que, recibiéndolo, sacie el hambre de Verdad que hay dentro de cada ser humano. El pan que dura para siempre y nos mantiene unidos a Ti, y confiando en tu infinita misericordia. Padre Nuestro que estás en el cielo...  AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


  1. Es bueno tener presente la división del capítulo para poder percibir mejor su sentido:

·         6,1-15: el pasaje sobre la multiplicación de los panes

·         6,16-21: la travesía del lago, y Jesús que camina sobre las aguas

·         1º diálogo: 6,22-27  con la gente: la gente busca a Jesús y lo encuentra en Cafarnaúm

·         2º diálogo: 6,28-34  con la gente: la fe como obra de Dios y el maná en el desierto

·         3º diálogo: 6,35-40  con la gente: el pan verdadero es hacer la voluntad de Dios

·         4º diálogo: 6,41-51  con los judíos: murmuraciones de los judíos

·         5º diálogo: 6,52-58  con los judíos: Jesús y los judíos

·         6º diálogo: 6,59-66  con los discípulos: reacción de los discípulos

·         7º diálogo: 6,67-71  con los discípulos: confesión de Pedro

2. La gente busca a Jesús porque quiere más pan (6,24-27): La gente va detrás de Jesús. Ve que no ha entrado en la barca con los discípulos y, por ello, no entiende cómo ha hecho para llegar a Cafarnaúm. Tampoco entiende el milagro de la multiplicación de los panes. La gente ve lo que acontece, pero no llega a entender todo esto como una señal de algo más profundo. Se detiene en la superficie: en la hartura de la comida. Busca pan y vida, pero sólo para el cuerpo. Según la gente, Jesús hizo lo que Moisés había hecho en el pasado: alimentar a todos en el desierto, hasta la saciedad. Yendo detrás de Jesús, ellos querían que el pasado se repitiera. Pero Jesús pide a la gente que dé un paso más. Además del trabajo por el pan que perece, debe trabajar por el alimento que no perece. Este nuevo alimento lo dará el Hijo del Hombre, indicado por Dios mismo. El nos da la vida que dura por siempre. El abre para nosotros un horizonte sobre el sentido de la vida y sobre Dios.


3. “¿Cuál es la obra de Dios?” (6,28-29): La gente pregunta: ¿Qué debemos hacer para realizar este trabajo (obra) de Dios? Jesús responde que la gran obra que Dios nos pide «es creer en aquel que Dios envió».  O sea, ¡creer en Jesús!

4. «¿Qué señal realizas para que podamos creer?» (6,30-33): La gente había preguntado: “¿Qué debemos hacer para realizar la obra de Dios?” Jesús responde “La obra de Dios es creer en aquel que le ha enviado”, esto es, creer en Jesús. Por esto la gente formula una nueva pregunta: “¿Qué señal realizas para que podamos ver y creer en ti? ¿Cuál es tu obra?” Esto significa que no entendieron la multiplicación de los panes como una señal de parte de Dios para legitimar la multiplicación de los panes como una señal de parte de Dios para legitimar a Jesús ante el pueblo como un enviado de Dios. Y siguen argumentando: En el pasado, nuestros padres comieron el maná que les fue dado por Moisés. Ellos lo llamaron “pan del cielo” (Sab 16,20), o sea, “pan de Dios”. Moisés sigue siendo un gran líder, en quien ellos creen. Si Jesús quiere que la gente crea en el, tiene que hacer una señal mayor que la de Moisés. “¿Cuál es tu obra?” Jesús responde que el pan dado por Moisés no era el verdadero pan del cielo. Venía de arriba, sí, pero no era el pan de Dios, pues no garantizó la vida para nadie. Todos murieron en el desierto (Jn 6,49). El verdadero pan del cielo, el pan de Dios, es el pan que vence la muerte y trae vida. Es aquel que desciende del cielo y da la vida al mundo. ¡Es Jesús! Jesús trata de ayudar a la gente a liberarse de los esquemas del pasado. Para él, fidelidad al pasado no significa encerrarse en las cosas antiguas y no aceptar la renovación. Fidelidad al pasado es aceptar lo nuevo que llega como fruto de la semilla plantada en el pasado.

5. «Señor, ¡danos siempre de este pan!» (6,34-35): Jesús responde claramente: "¡Yo soy el pan de vida!" Comer el pan del cielo es lo mismo que creer en Jesús y aceptar el camino que él nos ha enseñado, a saber: "¡Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que está en el cielo!" (Jn 4,34). Este es el alimento verdadero que sustenta a la persona, que da un rumbo a la vida, y que trae vida nueva.

6. La conversación de Jesús con la gente, con los judíos y con los discípulos es un diálogo bonito, pero exigente. Jesús trata de abrir los ojos de la gente para que aprenda a leer los acontecimientos y descubra en ellos el rumbo que debe tomar en la vida. Pues no basta ir detrás de las señales milagrosas que multiplican el pan para el cuerpo. No sólo de pan vive el ser humano. La lucha por la vida, sin una mística, no alcanza la raíz. En la medida en que va conversando con Jesús, la gente queda cada vez más contrariada por las palabras de Jesús, pero él no cede, ni cambia las exigencias. El discurso parece moverse en espiral. En la medida en que la conversación avanza, hay cada vez menos gente que se queda con Jesús. Al final quedan solamente los doce, y Jesús ¡no puede confiar ni siquiera en ellos! Hoy sucede lo mismo. Cuando el evangelio empieza a exigir un compromiso, mucha gente se aleja.

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