1 sept 2012

Domingo 22

Marcos 7, 1-23
1. Oración Inicial: Señor, envía tu Espíritu Santo.  Concédenos escuchar con apertura de corazón el mensaje de tu Palabra, para que vivamos siempre conforme a tu voluntad y actuemos como luz y fermento del mundo.  AMËN.

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El tema en el texto de hoy es la oposición entre mandamientos de Dios y tradiciones humanas. La cuestión es muy importante para definir la verdadera religión. El pasaje se refiere a la pregunta que los fariseos (cumplidores estrictos de la tradiciones de los padres) plantean a Jesús porque algunos seguidores suyos no se lavan las manos antes de comer. La verdad es que esta es una buena tradición sanitaria, pero convertida en precepto religioso, como otras, puede llegar a ser alarmante. Es el conflicto entre lo esencial y lo que no lo es, entre lo que es voluntad de Dios y lo que es voluntad de los seres humanos en situaciones religiosas y sociales distintas. Escuchemos con atención.

b. Leer el texto:  Marcos 7, 1-23: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva para escuchar a Dios. Leerlo una segunda vez. 

c.  Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para dejar que la Palabra de Dios impregne el corazón y la mente.     Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.   ¿Qué dice el texto?

1)   Cada persona lee el versículo o palabra que más le tocó el corazón.

2)   Según el texto, ¿Cuáles son las costumbres que los fariseos enseñaban a la gente? ¿Con qué pregunta cuestionan a Jesús?

3)   ¿Qué crítica hace Jesús en relación con los fariseos? El mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre,  ¿De qué manera la tradición de los ancianos anuló este mandamiento de Dios?

4)   En el texto, ¿Cuál es el nuevo camino que Jesús señala a la gente para llegar a Dios?

5)   Según Jesús: ¿Qué es lo que hace impura a una persona y de dónde sale?


3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Todos tenemos tradiciones. ¿Condenó Jesús todas las tradiciones? Según el texto, ¿Cuándo una tradición nos perjudica?
  2. Jesús hace una lista de cosas que salen del corazón y que realmente contaminan, ¿Cuántas y qué cosas son realmente contaminantes?
  3. Los fariseos eran judíos practicantes, pero su fe estaba separada de la vida de la gente. Por esto Jesús los critica. ¿Nos criticaría hoy Jesús? ¿En qué? ¿Qué actitudes farisaicas detecto en mi vida?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy?
4.  Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra?  Hacemos nuestra oración comunitaria; oraciones dirigidas directamente al Señor. Hablar con él, contarle, decirle lo que uno quiere o siente.   (Peticiones, Alabanzas, Acción de  gracias a Dios, Súplicas de perdón…) En el silencio del corazón le repito infinitas veces: "Señor, ¿A quién iré?  ¡Tú tienes palabras de vida eterna!

 5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Ofrecernos a trabajar esta semana para reducir o eliminar lo que sale de nuestro corazón y nos hace “impuros”. Llevamos una “palabra”.  Seguramente esta “palabra” o versículo se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

 6. Oración final: Dios, Padre nuestro, de quien procede todo bien y cuyo Espíritu nos llama a la libertad. Te rogamos que las normas, leyes, ritos y temores… que muchas veces interponemos en nuestra relación contigo, no logren ocultarnos tu rostro de amor, de forma que lejos de aferrarnos a tradiciones simplemente humanas, estemos libres para encontrar creativamente vías siempre nuevas de llegar hasta Ti y de contemplar tu rostro, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


 1.  Las leyes de la pureza y de la impureza en tiempos de Jesús

La gente de aquella época tenía una gran preocupación por el problema de la pureza. Las normas sobre la pureza indicaban las condiciones necesarias para poder ponerse en presencia de Dios y sentirse a gusto ante Él. No se podía estar delante de Dios de cualquier modo. Porque Dios es Santo. La Ley decía: “¡Sed santos, porque Dios es Santo!" (Lev 19,2). Quien no se hallaba puro, no podía ponerse delante de Dios para recibir la bendición prometida a Abrahán. Para entender la seriedad y la gravedad de estas leyes sobre la pureza conviene recordar lo que sucedía en nuestras iglesias hace ahora unos cincuenta años. Antes del Concilio Vaticano II, para poder comulgar por la mañana era necesario estar en ayunas desde la media noche precedente. Quien comulgaba sin haber ayunado cometía pecado mortal, llamado sacrilegio. Se pensaba que un poco de alimento o algo de beber nos volvía impuros para recibir la hostia consagrada. También en el tiempo de Jesús había muchas cosas y actividades que volvían impuras a las personas, imposibilitadas de ponerse delante de Dios: tocar un leproso, comer con publicanos, comer sin lavarse las manos, tocar la sangre o el cadáver y otras muchas. Todo esto volvía impura a las personas y el contacto con ellas contaminaba a otros. Por esto, estas personas “impuras” debían ser evitadas. La gente vivía apartada, siempre amenazada de tantas cosas impuras que amenazaban su vida. Todos vivían bajo el miedo, temerosos de todo y de todos.
Ahora, con la venida de Jesús, de improviso** todo cambia. Por la fe en Jesús era posible obtener la pureza y sentirse cómodo delante de Dios, sin que fuese necesario observar todas aquellas leyes y normas de la “tradición de los antiguos”. ¡Fue una verdadera y propia liberación! La Buena Noticia anunciada por Jesús hace salir al pueblo de la defensiva y le restituye las ganas de vivir, la alegría de ser hijos(as) de Dios, sin miedo a ser felices.

2. 7,17-23 Instrucción privada a los discípulos. La sentencia de Jesús no podía menos que sorprender y desconcertar a los oyentes, dada la mentalidad y el ambiente en que vivían. También los discípulos sienten el desconcierto y piden una explicación. Jesús se las brinda y, a través de ellos, invita a reflexionar a la comunidad cristiana de todos los tiempos sobre la verdadera fuente de la pureza o de la impureza: el corazón humano. Las prohibiciones alimenticias pierden así toda su razón de ser y no pueden seguir siendo motivo de disgregación alguna. Cada cual, judío o pagano, debe examinar su propio corazón y dejarse purificar de la suciedad que le recubra. Las curaciones en territorio pagano confirmarán a continuación que, mediante la fe, incluso los corazones más "impuros" pueden quedar purificados.

 3.  El proyecto de Jesús desarticula la dominación religiosa  de los fariseos.

a Jesús, al comienzo de su actividad, había mostrado que su proyecto era contrario al sistema político y religioso de los fariseos y los maestros de Israel. Cuando él sanaba a los enfermos el día sábado, cuando perdonaba los pecados, cuando comía con los pecadores, etc. demostró que él traía un vino nuevo que no podía echarse en las vasijas viejas del sistema; su proyecto no era parchar el viejo vestido de la religión de los fariseos, ( sino) su proyecto era una tela nueva para fabricar un vestido nuevo. Jesús demostró así  su  oposición  a  la  religión  de  los  fariseos. 

Para Jesús, la religión dominante de su época es una religión de los labios: pura palabrería exterior. No es una religión del corazón, profunda e interior. Cuando los sacerdotes y fariseos predican, son sólo mandatos humanos, no predican la palabra de Dios. Es una religión creada por los seres humanos para dominar y  por  eso  no  sirve  para  nada.   Esto  que  decía  Jesús  era  terriblemente  subversivo  para  el  sistema  y profundamente liberador para el pueblo. Pero Jesús no se queda ahí. Sigue su discurso atacando cada vez más duro. Dice que los fariseos y maestros de la ley, por respetar una tradición humana creada por ellos, descuidan la palabra de Dios. Su tradición provoca la muerte del pobre, mientras que la Palabra de Dios busca salvar al pobre de la muerte. Los fariseos han creado así una religión de la muerte, cuando Dios quiere una religión de la vida. La religión dominante es puramente exterior, no logra transformar el corazón de los hombres y liberar de esa forma al pueblo. Es un sistema religioso exterior y opresor. Jesús ( así ) desenmascara así, con profundidad y lucidez, el sistema legal, ideológico religioso de los fariseos y maestros de la ley que oprimían al pueblo.  

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