26 sept 2012

Domingo 24


Marcos 8, 27-35

 
1. Oración Inicial: “Ven Espíritu Santo.  Ilumínanos con tu luz para acoger hoy la Palabra de Dios.  Abre nuestras inteligencias y nuestros corazones para comprenderla y danos la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas”.   AMEN.

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: El texto de hoy trae el primer anuncio de la pasión y muerte de Jesús a los discípulos, el intento de Pedro de eliminar la cruz y la enseñanza de Jesús sobre las consecuencias de la cruz para ser sus discípulos. Pedro no entiende la propuesta de Jesús sobre la cruz y el sufrimiento. Él aceptaba a Jesús Mesías, pero no como Mesías sufriente. Pedro estaba condicionado por la esperanza de la época que hablaba del Mesías sólo en términos de rey glorioso.

b. Leer el texto: Marcos 8, 27-35: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva para escuchar a Dios. Leerlo una segunda vez. 

c.  Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para dejar que la Palabra de Dios impregne el corazón y la mente.     Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.   ¿Qué dice el texto?

1)   Cada persona lee el versículo o palabra que más le tocó el corazón.

2)   ¿Qué pregunta Jesús a sus discípulos? ¿Cuál es la opinión de la gente y de Pedro?

3)   ¿Qué enseñó Jesús a sus discípulos una vez que Pedro lo reconoce como Mesías? ¿Cómo reaccionó Pedro?  Y Jesús: ¿Qué le dijo a Pedro?

4)   ¿Qué exige Jesús de todos los que creen en  Él y quieren seguirlo?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. La pregunta la podría hacer también Jesús hoy en nuestro grupo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Respondamos a esa pregunta. Y también nos haría Jesús su segunda pregunta: Y ustedes mismos, ¿Quién dicen que soy yo? Compartamos también en el grupo la respuesta de cada uno.
  2. Quien sigue a Jesús de verdad debe estar dispuesto a participar en el mismo destino: ser incomprendido, ser marginado, ser perseguido por la autoridad, a veces hasta perder la vida. ¿Estamos dispuestos a sufrir persecuciones porque servimos a la verdad y la justicia que él nos anunció?  Dar ejemplos de lo que puede pasar por ser fiel a Jesús.
  3. ¿Qué nos impide hoy reconocer y asumir el proyecto de Jesús?
  4. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy? 
4.  Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra?  Hacemos nuestra oración comunitaria; oraciones dirigidas directamente al Señor. Hablar con él, contarle, decirle lo que uno quiere o siente.   (Peticiones, Alabanzas, Acción de  gracias a Dios, Súplicas de perdón…)

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Seguir a Jesús es aceptar las consecuencias de esa opción... tomar la cruz de cada día. ¿A qué debes renunciar para seguirlo con fidelidad y compromiso? Cada persona presente se aproxima a la cruz, la besa. Al mismo tiempo promete, en su corazón, ser fiel al llamado de Jesús para seguirlo. Llevamos una “palabra”.  Esa palabra o versículo nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente esta “palabra” o versículo se hará presente durante la semana  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios. Trata de buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversar con el Señor.

6. Oración final: Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Nosotros queremos seguirte aunque cueste y sea difícil, aunque haya renuncias y sufrimientos por ser fiel a Ti y por la Buena Noticia de Tu Reino.  Amén.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más


1.  Querido(a) Animador(a): Sugerimos comenzar cada reunión, después de la oración inicial, con una o más de las siguientes preguntas:

  1. ¿Cómo he experimentado a Jesús en mi vida esta semana?
  2. Contar ¿Cómo este grupo / comunidad le ha ayudado esta semana en  su vida cristiana?
  3. ¿Qué he hecho esta semana para ayudar a extender el Reino de Dios?
2.  CONDICIONES  Y EXIGENCIAS PARA SEGUIR A JESÚS.

«Jesús comenzó a enseñar a sus discípulos .y a decirles que el mismo tenía que sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que iba a ser condenado a muerte, pero que resucitaría, Jesús les hablaba con claridad» (Marcos 8: 31).

Jesús, camino a Jerusalén, va a repetir lo mismo tres veces.  Con esto el relato adquiere un tremendo dramatismo. Jesús no deja de pensar en lo que le puede suceder; pero a pesar de todo él mantiene su decisión de ir a Jerusalén y proclamar su proyecto del Reino de Dios con claridad y firmeza. El relato agrega también que Pedro, uno de sus adeptos, trató en privado de disuadir a Jesús, de convencerlo de no ir a Jerusalén. La reacción de Jesús va a ser muy violenta con Pedro. Delante de todos le va a decir:

         «Déjame pasar, Satanás* Tú piensas como los hombres y no como Dios» (Marcos 8,33).          

Es en este contexto de crisis, en este momento de tentación para Jesús y de opciones radicales, que Jesús va a definir, camino a Jerusalén, lo que él exige de un discípulo suyo. Jesús va a hablar con toda claridad y con una tremenda radicalidad. Son frases lapidarias y cortantes que han llegado hasta nosotros por medio del relato de Marcos. Escuchemos algunas de estas exigencias que pone Jesús a los que quieren ser sus discípulos, a los que quieren seguirlo, a los que quieren caminar detrás de él, a los que quieren ser parte de su movimiento para realizar su proyecto o Evangelio del Reino de Dios:

«Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y sígame. Quien quiere asegurar su vida, la perderá; y quien sacrifique su vida por mí y el Evangelio, se salvará» .¿«De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo».?  (Marcos 8:34-36)

Todo lo que Jesús exige a sus discípulos, él mismo ya se lo ha exigido a sí mismo. Jesús camina hacia Jerusalén y quiere que sus discípulos vivan su propia práctica de liberación para la construcción del Reino de Dios. Después de este largo camino hacia Jerusalén, durante el cual Jesús ha superado el miedo y la tentación de retroceder y traicionar su proyecto, Jesús llega a la capital, al templo, a la ciudad - Estado donde se encontraba todo el poder político y religioso de  Israel. Jesús, en Jerusalén, va a tener el  enfrentamiento final y definitivo con el sistema dominante y la revelación máxima del Reino de Dios, de su proyecto liberador por el cual Jesús va a dar su vida.

3. Contexto de ayer y de hoy

En el texto de Marcos 8,27 comienza con una larga instrucción de Jesús a sus discípulos, que llega hasta el pasaje de Marcos 10,45. Tanto al principio como al final de esta instrucción, Marcos coloca la curación del ciego  (Marcos 8,22-26 y Marcos 10,46-52). Al comienzo, la curación del ciego no fue fácil y Jesús tuvo que curarlo en dos etapas. También fue difícil la curación de la ceguera de los discípulos. Jesús tuvo que dar una larga explicación sobre el significado de la Cruz para ayudarles a atisbar la realidad, porque era la cruz la que provocaba su ceguera. Al final, la curación del ciego Bartimeo es el fruto de la fe en Jesús. Sugiere el ideal del discípulo: creer en Jesús y aceptarlo como es, y no como yo quiero y me lo imagino.

 En los años 70, cuando Marcos escribe, la situación de la comunidad no era fácil. Había mucho dolor, eran muchas las cruces. Seis años antes, en el 64, el emperador Nerón había decretado la primera persecución, matando a muchos cristianos. En el 70, en Palestina, Jerusalén estaba por ser destruida por los romanos. En otros países se estaba iniciando una fuerte tensión entre judíos convertidos y judíos no convertidos. La más grande dificultad era la Cruz de Jesús. Los judíos pensaban que un crucificado no podía ser el Mesías tan esperado de la gente, porque la ley afirmaba que cualquiera que hubiese sido crucificado debía ser considerado como un maldito de Dios. (Dt 21,22-23).

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