1 dic 2012

1° Domingo de Adviento


1° Adviento (C)
Lucas 21, 25-28.34-36

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que nos ayude a leer e interpretar la Biblia. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Escritura, en la creación, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en tos pobres y en los que sufren. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.   Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Previo al texto de hoy, Lucas habla de la destrucción de Jerusalén (21,20-23). Ahora, alude al triunfo de Jesús y a la actitud que deberá tener la comunidad cristiana. En este acontecimiento habrá fenómenos extraños y desconcierto pero cuando comienzan, se acerca nuestra liberación y el Reino de Dios. Jesús dice que no debemos preocupamos ni buscar saber cuándo eso pasará... mas bien, pide que sus discípulos(as) estén prevenidos(as) y orando en todo tiempo. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Lucas 21,25-28,34-36: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d. ¿Qué dice el texto?

1)    Cada persona lee el versículo o parte del texto te impresionó más.
2)    ¿Qué sentimientos han tenido durante la lectura? ¿De miedo o de esperanza? ¿Por qué?
3)    Nombra las señales que aparecerán antes de la venida del Hijo del Hombre.
4)    Según Jesús, ¿qué debe ser nuestra actitud cuando comienza a suceder y por qué?
5)    ¿De cuáles conductas se debe cuidar para que no caiga de improviso ese día?
6)    ¿Qué debe ser nuestra actitud y conducta mientras llega?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Hoy, cuando se habla de la manifestación gloriosa de Jesús, las posiciones son muy variadas. Algunas personas tienen miedo. Otras permanecen indiferentes. Otras comienzan a vivir con más seriedad. Y todavía otras, cuando oyen una noticia preocupante, exclaman: "¡El fin del mundo está cerca!" ¿Y nosotros(as)? ¿Qué pensamos al respecto?
  2. Hay situaciones de muerte que vive el mundo de hoy (injusticia, guerras, desastres naturales, hambre): ¿Qué interpretación hacemos de estas realidades? ¿Como signos del fin del mundo o como situaciones de injusticia que merecen ser rechazadas y corregidas?
  3. ¿Qué signos de desesperanza existen en esta sociedad actual?
  4. ¿Qué es lo que hoy empuja a la gente a tener esperanza o a resistir? ¿Somos testigos de esperanza? ¿Cuál es el ideal que nos anima a continuar luchando por un mundo nuevo?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. « tengan ánimo y levantan la cabeza, porque está por llegarles la liberación».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Ofrecer a Dios una acción concreta que puedes hacer esta semana para construir este Reino que humaniza y libera. Llevamos una “palabra”.  Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Padre bueno, nos llamas a la esperanza. Acoge nuestras limitaciones y temores, y libera toda tu fuerza, para que renazcamos a una esperanza nueva y seamos tus instrumentos en la transformación del mundo. Despierten la fe en nuestra comunidad. Ayúdanos a estar más atentos al Evangelio y cuidar mejor tu presencia en medio de nosotros(as).  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
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Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:

  1. Compartir sobre lo que le pasa a la gente en su diario vivir durante la semana.
  2. ¿Cómo hemos experimentado a Jesús en lo que hemos vivido?
  3. ¿Qué hemos hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. El contexto del discurso de Jesús: El texto de hoy es parte del así llamado «discurso escatológico» (21,5-36). Este discurso está presentado como respuesta de Jesús a una pregunta de los discípulos. Ante la belleza y grandeza del templo de la ciudad de Jerusalén, Jesús había dicho: «No quedará piedra sobre piedra» (21,5-6). Los discípulos querían que Jesús les diese más información sobre esta destrucción del templo y pedían: «¿Cuándo sucederá esto … y cuáles serán las señales de que estas cosas están a punto de suceder?» (21,7). En el tiempo de Jesús (año 33), de frente a los desastres, guerras y persecuciones, mucha gente decía: «El fin del mundo está cerca».  La comunidad del tiempo de Lucas (año 85) pensaba lo mismo. Además, a causa de la destrucción de Jerusalén (año 70) y de la persecución de los cristianos, que duraba ya unos cuarenta años, había quien decía: «Dios no controla los acontecimientos de la vida! ¡Estamos perdidos!». Por esto, la preocupación principal del discurso es el de ayudar a los discípulos(as) a discernir los signos de los tiempos para no ser engañados(as) por estas conversaciones de la gente sobre el fin del mundo: «Atención! ¡No se dejan engañar». (21,8).

3. Señales en el sol, en la luna y en las estrellas (21,25-26): Estos dos versículos describen tres fenómenos cósmicos. (1) «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas»; (2) el fragor del mar y de las olas"; (3) «las potencias del cielo se conmoverán». En tos años 80, época en la que escribe Lucas, estos tres fenómenos no se habían manifestado. Las comunidades podían afirmar, “¡Este es la última señal que falta antes del fin!" A primera vista, parece más terrible que las precedentes, ya que Lucas dice, que suscita angustia y causa temor en la gente y en las naciones. En realidad, aunque su apariencia es negativa, estas imágenes cósmicas sugieren algo positivo, a saber, el comienzo de la nueva creación que substituirá la antigua creación (Ap 21,1). El comienzo del cielo nuevo y de la tierra nueva, anunciada por Isaías (Is 65,17). Introducen la manifestación del Hijo de Dios, el comienzo de nuevos tiempos.

4. La llegada del Reino de Dios y la manifestación del Hijo del Hombre (21,27): Esta imagen viene de la profecía de Daniel (Dn 7,1-14). Daniel dice que después de las desgracias causadas por los cuatro reinos de este mundo (Dn 7,1-14), vendrá el Reino de Dios (Dn 7,9-14). Estos cuatro reinos, todos, tienen apariencia animal: león, oso, pantera y bestia feroz (Dn 7,3-7). El Reino de Dios aparece con el aspecto de Hijo de Hombre. O sea, con el aspecto humano de la gente (Dn 7,13). Es un reino humano. Construir este reino que humaniza, es tarea de las comunidades cristianas. Es la nueva historia, la nueva creación, a cuya realización debemos colaborar.

5. Una esperanza que nace en el corazón (21,28): Lucas, dice: «Cuando comiencen a acaecer estas cosas, ¡alzan los ojos y levantan la cabeza, porque su liberación está cerca!»  Esta afirmación índica que el objetivo del discurso no es el de causar miedo, sino sembrar esperanza y alegría en el pueblo que estaba sufriendo por causa de la persecución. Las palabras de Jesús ayudaban a las comunidades a leer tos hechos con lentes de esperanza. Deben tener miedo aquellos que oprimen y avasallan al pueblo. Ellos, sí, deben saber que su imperio se ha acabado.

6. Exhortación a la vigilancia (21,34-36): ¡Dios siempre llega! Viene cuando menos se espera. Jesús da consejos a la gente, de modo que siempre estén atentos: (1) evitar lo que pueda turbar y endurecer el corazón (disipaciones, borracheras y afanes de la vida); (2) orar siempre pidiendo fuerza para continuar esperando en pie la venida del Hijo del Hombre. La atención a lo que vendrá no elimina la exigencia de hoy. No se trata de una espera pasiva, lo propio es la vigilancia, la atención a tos signos de los tiempos (21,29-33), en ellos se manifiesta el Señor. La oración debe ser de «todo tiempo», ella constituye un gesto y una experiencia de gratuidad. De la gratuidad del amor de Dios que da sentido pleno a la exigencia que hace auténtica la esperanza.

7. El fin del mundo: Cuando decimos «fin del mundo», ¿de qué estamos hablando? ¿El fin del mundo del que habla la Biblia o el fin de este mundo, donde reina el poder del mal que destroza y oprime la vida? Este mundo de injusticia tendrá fin. Mientras llega ese día, transcurre el tiempo de la comunidad cristiana. La comunidad debe empeñarse en la construcción del «derecho y la justicia». Esto implica compromisos concretos con el «vía crucis cotidiano» que viven los pueblos pobres del mundo. Esa solidaridad debe concretarse en la decisión de forjar una sociedad distinta donde sea posible la justicia, la fraternidad y la paz, en las que se expresa históricamente el Reino, don de Dios. Para que los pobres, todos los seres humanos, puedan llamar a sus países «justicia» y «alegría».

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