20 sept 2013

22° DOMINGO




1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu Santo. Abre nuestros ojos y oídos a tu Palabra. Despierta nuestra inteligencia para que tu Palabra penetre en nuestros corazones y podamos saborearla y comprenderla.  Habla, Señor, tus siervos(as) escuchamos y deseamos poner en práctica tu Palabra porque tus palabras son  vida, gozo, justicia, y paz. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Es común el afán de ser, de situarse, de estar sobre los demás. Quien no aspira a más es tachado, a veces, de “tonto” en este mundo tan competitivo. También, en nuestra sociedad hay un complejo sistema de normas de protocolo por las que cada persona se debe situar en ella según su valía. En los actos públicos, las autoridades civiles o religiosas ocupan uno u otro lugar según escalafón, observando una rigurosa jerarquía en los puestos. ¿Será este el comportamiento que desea Jesús? Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 14,1.7-14: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     ¿Qué día de la semana y en la casa de quién se encuentra Jesús? ¿Cómo lo miraban?
3)     ¿Qué es lo que observa Jesús al llegar al banquete?  ¿Qué enseñanza les da Jesús?
4)     Después Jesús habla al que lo había invitado. ¿A quiénes dice que no debe invitar y a quiénes sí? ¿Por qué?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)     En nuestra comunidad: ¿Existe competencia, rivalidad o la lucha por “estar por encima” de los(as) demás? ¿Qué maneras tenemos para buscar "los primeros puestos"?
b)    «… la que se engrandece, será humillada; y la que se humilla, será engrandecida». En definitiva: ¿Somos humildes? ¿Qué es la humildad realmente? Diferenciarla del apocamiento, del complejo de inferioridad, de la timidez, de la falta de autoestima…
c)     ¿Quiénes son los invitados especiales para las fiestas de nuestra comunidad? ¿Quiénes deben ser los invitados(as)? Cuando invitamos: ¿Lo hacemos pensando en la recompensa que             podremos obtener?
d)    El amor es verdadero cuando es gratuito y no busca recompensa. ¿Cómo vivirlo en un tiempo donde todo se compra y se vende, sin dejar espacio a la gratuidad?
e)     ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, ayúdanos ser humildes para acogerte en los pobres, los lisiados, los cojos, los ciegos».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: En nuestra comunidad: ¿Qué gestos podemos hacer para ser servidores de los pobres? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Dios Misericordioso, que por puro amor gratuito nos has creado y nos has regalado también gratuitamente la Vida. Danos un corazón grande para amar sin buscar recompensa, fuerte para luchar y generoso para entregarnos a nosotros mismos como regalo a tu familia humana. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  
  
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
1)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
2)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
3)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto: Jesús sabe que las autoridades religiosas, los doctores de la Ley y los fariseos lo vigilan continuamente, armando trampas para sorprenderlo (11,54). Pero El no huye, sino que enfrenta a las autoridades y las desenmascara. Es la tercera vez que es invitado a una comida en casa de un fariseo (14,1; 7,36 y 11,37) y es sábado. La curación de un hombre enfermo (14,1-6) le da la ocasión para desenmascarar la competitividad, la exclusión social (14,7-11) y las relaciones interesadas (14,12-14).

3. Escoger el último lugar. El marco de la comida sirve perfectamente de pretexto para pronunciar estas dos parábolas en las que indirectamente hay un ataque contra los fariseos, a los que Jesús ya ha acusado de una actuación similar (11,43). Es verdad que ya en el Antiguo Testamento se aconsejaba no ocupar los primeros puestos (Prov. 25,6s). Pero lo que allí era una exhortación moral, en la parábola de Jesús adquiere los rasgos de conducta propios de la llegada del reino: quien quiere entrar en él ha de hacerse pequeño, no tener pretensiones de ser justo. La verdadera grandeza es la que tenemos ante Dios. El asignará a cada persona los puestos en el banquete escatológico del reino. En la segunda parábola (14,12-14), Jesús evoca una tendencia de todos los tiempos y culturas a invitar a aquellos que pueden corresponder con otros banquetes o favores. Todo se transforma en un intercambio de favores. La propuesta de Jesús, por el contrario, es claramente subversiva. Hay que invitar a los ciegos y lisiados, los cuales tenían prohibida la entrada en el templo (2 Sm 5,8) por considerar que lo profanaban (Lv 21,18-23). En una sociedad teocrática, como la de Palestina en tiempos de Jesús, los enfermos y lisiados estaban excluidos, no sólo de la vida social, sino también de la vida religiosa. Frente al orgullo e interés personal, Jesús proclama que la humildad es uno de los valores del reino, al igual que la generosidad con los pobres, que debe tener como trasfondo el desinterés del que da a sabiendas de que muchas veces no será correspondido.

4. El tema central de su predicación es: «todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado» (vs.11). Los últimos serán los primeros. Es lo que se llama la inversión mesiánica, los despreciados e insignificantes son los primeros en la perspectiva del Reino. Con la parábola, Jesús les está diciendo exactamente lo que Dios hará a los que se creen con derecho a ocupar el primer puesto porque dedicaron su vida a cumplir preceptos externos, les dirá “bajen al último puesto”. Los “primeros puestos” en el reino están reservados para quienes, como Jesús, empeñaron su vida y sus energías en favor de aquellos desechados de la sociedad, esos que son los que ocupan la atención del Padre. Así mismo en la comunidad no debe presentarse esta situación, pero parece que muy pronto esta tendencia farisea sí se filtró en la vida de las comunidades Lucanas; Lucas previene para que no se pierda, por ningún motivo, la intención del Maestro. Como seguidores de Cristo, como Iglesia, debemos tener esto presente. Ser cristiano(a) o tener responsabilidad en la Iglesia no es un honor mundano. El hecho de que en nuestra sociedad sea fácil caer en ese peligro, nos debe hacer particularmente atentos al asunto. La crítica de Jesús a los fariseos sigue vigente hoy.

5. ¿Dónde se ha visto que el tipo de personas que comparten hoy la mesa con Jesús, o sus hermanos, o sus parientes, o sus vecinos ricos (vs.12) se les pase siquiera por la mente compartir la mesa con los últimos en la escala de los impuros e ilegales: los pobres, mancos, cojos, ciegos? El consejo que Jesús da al fariseo que lo había invitado es una inversión: no invites amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos: invita a pobres, lisiados, mancos, ciegos. Cuatro x cuatro. Los cuatro primeros son los invitados que pueden retribuir la invitación; los cuatro últimos, no. En el primer caso tenemos una relación comercial tanto por tanto-, en el segundo tenemos la gratuidad. Esta es una inversión completa de valores. Este banquete de Jesús se convierte así, para la comunidad de Lucas, en prototipo del comportamiento de los que han comprometido su vida por el reino. Jesús lanza la cuestión como denuncia y como anuncio al mismo tiempo. Como denuncia, porque es en el «pueblo de Dios» donde no debería haber ningún tipo de división social, política ni económica; menos aún religiosa por tratarse del pueblo elegido para vivir el proyecto de la solidaridad y de la igualdad. Y sin embargo se vive la discriminación en razón del poder, del tener y de la religión. Esto es lo que Jesús está denunciando de frente y sin tapujos. Es también anuncio, porque la invitación de estas cuatro categorías de marginados es en el fondo la práctica que él mismo viene realizando desde que se lanzó a la vida pública aquel día sábado también en Nazaret (4,16-20); ellos son los primeros en ingresar al reino que, de todos modos no se cierra para ninguno, también el anfitrión de hoy y sus demás comensales pueden ingresar a la dinámica del reino si comienzan por realizar las acciones que ese reino exige para que sea de verdad reino de Dios. Era un tremendo compromiso para las comunidades de Lucas y lo es también para nosotros(as) hoy como institución y como seguidores de Jesús. Saquemos nuestras propias conclusiones a partir de la calidad de gente con que nos relacionamos y muy especialmente, con las personas que comparten nuestra mesa.

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