24 ago 2013

21° Domingo



Lucas 13,22-30

1. Oración Inicial: Padre Bueno, envíanos tu Espíritu Santo. Concédenos escuchar con atención la Palabra, comprenderla, gustarla y sentirla arder como un fuego dentro de nosotros(as).  AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Jesús continúa su camino a Jerusalén,  hacia la cruz y alguien le pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» La respuesta de Jesús traslada la atención del "cuántos" al "cómo" nos salvamos. «Esfuércense por entrar» indica la conducta a seguir: «entrar por la puerta estrecha». La imagen reclama al discípulo(a) y a la comunidad de Lucas a dirigir la propia preocupación sobre el deber exigente que el camino de la fe pide. Luego de esto, Jesús introduce una enseñanza verdadera y propia con una parábola. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 13,22-30: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)     ¿Qué iba haciendo Jesús en el camino a Jerusalén?
3)     «¿Señor, ¿son pocos los que se salvan?» ¿Qué contestó Jesús a esta pregunta?
4)     En la parábola: ¿Qué anuncia Jesús con respecto al día del juicio, al día de la salvación? ¿Qué tendrá en cuenta el Señor? ¿Por qué?
5)     ¿Cuál es la enseñanza final de Jesús en la parábola?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)     Muchos tratarán de entrar y no lo lograrán. Por eso nos dice Jesús: "Esfuércense por entrar por la puerta angosta". ¿Qué significa esto para nosotros(as) ante la realidad que vivimos? ¿Cómo nos esforzamos para entrar por la puerta angosta?
b)    Vivir el Evangelio: ¿Por qué se parece a una puerta angosta?
c)     Y nosotros(as) que leemos la Biblia y asistimos a la liturgia: ¿Nos salvaremos? ¿Será suficiente?
d)    «… algunos de los que ahora son los últimos serán los primeros y algunos que ahora son los primeros serán los últimos»: ¿A qué nos compromete esta enseñanza hoy en nuestra vida?
e)     Muchas veces la tentación es proponerse otras puertas aparentemente más fáciles. Comentar.
f)     ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Señor, queremos entrar por la puerta angosta del Evangelio».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: La puerta angosta es compasión y solidaridad con los que nos rodean como nos enseñó Jesús. ¿Cómo podemos vivirlo esta semana? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor, creemos que la puerta angosta del Evangelio se abre cada vez que escuchamos la Palabra de Dios y nos comprometemos a llevarla a la práctica. Ayúdanos a entrar por la puerta estrecha siendo solidarios(as) con los que sufren y comprometidos en la lucha por la justicia. Que nuestra comunidad sea forjadora del mundo nuevo del Reino. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  
  
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto: (13,22 -17,10) La enseñanza a sus discípulos domina toda esta sección. Se inicia con el recuerdo del objetivo de su viaje, “… mientras se dirigía a Jerusalén” (13,22). No faltan textos que nos recuerden la incomprensión y el rechazo de los dirigentes de Israel (13,25.31-35; 14,1.23.34; 15,2. 25-29; 16,4). Sin embargo, el interés central de esta parte está en describir los rasgos del auténtico creyente y de la comunidad cristiana. El capítulo 14, en el marco de un banquete y a través de una parábola, nos muestra la fuerza del amor de Dios que llama a todas las personas a la salvación. El capítulo 15, mediante sus tres parábolas, nos muestra la fuerza de ese amor de Dios teniendo como trasfondo el símbolo del banquete (15,23). El capítulo 16 advierte a los discípulos(as) de todos los tiempos sobre el peligro de las riquezas. Aquí el contraste está entre el símbolo del banquete salvífico y los espléndidos banquetes (16,19) que celebraba el rico de la parábola, sin tener en cuenta la realidad de la pobreza de Lázaro. La sección termina con algunas instrucciones a los discípulos(as) (17,1-10). La preocupación general del evangelista, a lo largo de estos capítulos, se dirige a la comunidad de los creyentes que prosiguen ahora entre tensiones y riesgos el camino iniciado por Jesús.

3. ¿Qué dice Jesús respecto del modo de salvarnos? Dos cosas: una negativa, una positiva. Primero, lo que no sirve y no basta, y segundo, lo que sí sirve para salvarse. No sirve, o en todo caso no basta para salvarse, el hecho de pertenecer a determinado pueblo, a determinada raza o tradición, institución, aunque fuera el pueblo elegido del que proviene el Salvador: "…hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas...”(vs.26). “No sé de donde son ustedes" (vs.27). Es evidente que los que hablan y reivindican privilegios son los judíos. En nuestro caso, para salvarse no basta ni siquiera el simple hecho de haber conocido a Jesús y pertenecer a la Iglesia, hace falta otra cosa. Justamente esta "otra cosa" es la que Jesús pretende revelar con las palabras sobre la "puerta estrecha". Estamos en la respuesta positiva, en lo que verdaderamente asegura la salvación. Lo que pone en el camino de la salvación no es un título de propiedad (no hay títulos de propiedad para un don como es la salvación), sino una decisión personal. Lo importante es atravesar la puerta estrecha, es decir, el empeño serio y personal por construir el reino de Dios. Esta es la única garantía que da la certeza que se está en el camino que nos conduce a la luz de la salvación.
Comer y beber el cuerpo y la sangre del Señor, escuchar su Palabra y multiplicar las oraciones es importante, pero no es suficiente para alcanzar la Salvación. Porque al rito religioso, se debe unir la vida. La religión debe impregnar toda la vida. La oración debe orientarse a la práctica de la solidaridad, la liturgia debe abrirse a la justicia y al bien. Como han dicho los profetas, el culto es hipócrita y es incapaz de llevarnos a la salvación. La imagen que Jesús usa inicialmente es aquella de la "puerta estrecha". Ella representa muy bien el empeño que es necesario para alcanzar la meta de la salvación. El verbo griego usado por Lucas, traducido por "esforzarse", indica una lucha, una especie de "agonía", incluye fatiga y sufrimiento, envuelve a toda la persona en el camino de fidelidad a Dios. La vida cristiana es una vida de lucha diaria; es erróneo cruzarse de brazos y relajarse después de haber hecho un compromiso personal con Cristo. No podemos quedarnos estancados en nuestra fidelidad al reino de Dios. Creer es una actitud seria y profunda, no se reduce sólo a ciertos actos de devoción, estos deben ser signos de una adhesión radical. Finalmente, al Reino de Dios son admitidas todas las personas justas de la tierra que han luchado y se han esforzado por su fe con sinceridad de corazón; esto significa que el cristianismo se abre a todas las razas, a todas las culturas, a todas las expresiones sociales y personales, sin ninguna restricción.

4. La puerta estrecha: La respuesta de Jesús es tan directa, como aparentemente desconcertante: “luchen por entrar por la puerta estrecha" (vs.24). La salvación pasa por la puerta angosta. Una clave para entender la respuesta de Jesús se encuentra al inicio del texto cuando nos recuerda que Jesús iba “camino a Jerusalén” (vs.22). En los evangelios, el camino a Jerusalén expresa la decisión de Jesús de cumplir fielmente la misión de su Padre, de anunciar y practicar la Buena Nueva hasta las últimas consecuencias. En ese contexto, en la ruta a Jerusalén, tiene lugar la pregunta del oyente y la respuesta de Jesús. La puerta estrecha es efectivamente excluyente, no en cuanto a las personas, sino en cuanto al "derecho" de ser salvado. La salvación no viene de una simple cercanía física a Jesús (vs.26-27), no basta haber comido o bebido con él o haberlo escuchado en las plazas. Tampoco es la consecuencia de pertenecer a un determinado pueblo, en este caso, el pueblo judío (vs.28). El texto no lo dice, pero se podría añadir, en fidelidad al espíritu de la respuesta de Jesús, que la salvación no se circunscribe a una raza o una cultura. La salvación viene cuando aceptamos a Jesús y nos ponemos tras sus pasos. Esa es la puerta estrecha, la puerta única a la vida, es una entrada exigente.

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