11 ago 2013

19° Domingo





1. Oración Inicial: ¡Padre Bueno! Tú eres nuestro creador, nos acoges a través de Jesús, tu Hijo y nos guías con tu Espíritu Santo. Abre nuestras mentes para que podamos comprender tu Palabra y el sentido de la vida que nos has dado. Refuerza nuestras voluntades para cumplir tu voluntad y así mostrar que otro mundo es posible: más justo, solidario  y fraterno.  AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».

2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: La parábola del rico necio (en el guión anterior) cerró construyendo una oposición entre la acumulación de tesoros para sí mismo y el ser rico para con Dios (12,21). Ahora bien, ¿Qué significa ser rico a los ojos de Dios? El texto de hoy presenta una respuesta. Además se reúnen en este texto dos parábolas que exhortan a permanecer vigilantes en la espera de la venida del Señor. Más que poner el interés en las posesiones, los(as) discípulos(as) de Jesús deben estar esperando su venida. Finalmente en los vs. 39-48, continúa el tema de la vigilancia, pero ahora aplicado directamente a los responsables de la comunidad.  Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 12,32-48: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2)     ¿Cuáles son las palabras de confianza que da Jesús al inicio del texto?
3)     Según el texto: ¿Qué se debe hacer para ser rico a los ojos de Dios?
4)   ¿Cuál es el primer ejemplo de cómo se debe estar preparado? ¿Qué hará el patrón cuando llegue? ¿Qué sucederá con aquellos servidores?
5)     ¿Por qué es urgente estar ahora y constantemente preparados?
6)     Jesús responde a Pedro con una parábola: ¿Qué conducta muestra un siervo fiel y previsor? ¿Qué conducta muestra un siervo infiel?  Cuando llegue: ¿Qué hará el patrón con cada uno?
7)     ¿Por qué se pedirá más cuenta a los responsables de la comunidad?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a)    «No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes ha querido darles el Reino». ¿Qué sentimientos y pensamientos suscitan en nosotros(as) estas palabras de Jesús?
b)    ¿Dónde está nuestro tesoro? La gente fuera de la comunidad, ¿Cómo nos ve?
c)     ¿Qué significa para nosotros(as) ser vigilantes, fieles, trabajadores por el Reino, preparados?
d)    Nuestra comunidad: ¿Se mantiene vigilante y preparada, siempre buscando el Reino? ¿Qué nos falta?
e)   «…cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas». Los responsables de nuestras comunidades, ¿Cómo responden a la responsabilidad que se les ha confiado?
f)    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará a la hora que menos esperan».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: ¿Qué podemos hacer para esperar al Señor que llega? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Padre Bueno: danos un corazón abierto a los verdaderos valores de tu Reino y la capacidad de dar la vida por ellos tal como nos enseñó Jesús, nuestro hermano mayor. Esperamos 1siempre vigilantes la llegada imprevisible del Señor que servimos. Haznos siempre disponibles para el servicio fraterno. Así se hará concreta nuestra búsqueda del Reino. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido?   ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?  ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. La actitud de confianza con la que se inicia el texto, “no temas, rebaño mío…”, expresa la ternura y protección que Dios ofrece a su pueblo, pero expresa también la auto-comprensión de las primeras comunidades: conscientes de su pequeñez e impotencia, vivían, sin embargo, la seguridad de la victoria. La bondad de Dios, en su amor desmedido, nos ha regalado el Reino. Desde aquí tenemos que entender las exhortaciones siguientes. Si el reino es regalo, lo demás es superfluo (bienes materiales). La propuesta de Jesús: a pesar de lo poco que podamos tener, vale la pena intentar una práctica alternativa, empezando con la acción del pequeño rebaño. Estas alternativas han de apuntar a la solidaridad, el compartir, la preocupación activa por los marginados y excluidos. A esta práctica alternativa también pertenecen el animarse y consolarse mutuamente. “no temas, rebaño mío…”

3. Terminó la parábola del rico necio (el guión anterior, Lc 12,21) construyendo una oposición entre la acumulación de tesoros para sí mismo y el ser rico para con Dios. Ahora bien, ¿Qué significa ser rico a los ojos de Dios? El rico necio vive acumulando tesoros para sí mismo; pero, ¿Qué es lo opuesto a su conducta? En los vs. 33-34, el aspecto central es la participación en el Reino mediante la práctica del compartir. “Vendan sus bienes y repártanlos como limosna”. Así es tener a Dios como su tesoro. Esta explicación construye un llamativo contraste con la figura central de la parábola, el rico necio o insensato. En estos versículos, Lucas muestra cuáles son las relaciones entre Jesús y su opción por los marginados y los miembros más débiles del cuerpo social. El tesoro “adquirido” junto a Dios por la práctica de la solidaridad con los pobres se opone diametralmente a los tesoros materiales de este mundo, acumulados por el acaparamiento egoísta. Una vez más queda claro que la parábola del rico necio no es una advertencia escatológica, sino una propuesta totalmente transparente que se dirige a las personas de la comunidad, que tienen más de lo que necesitan para vivir, para convencerlos a compartir sus bienes con aquellas, que no tienen lo suficiente para sobrevivir. Si así lo hacen, serán ricos a los ojos de Dios. Esta propuesta sigue levantando un planteamiento enérgico que hace a la esencia misma de las relaciones socioeconómicas de toda comunidad humana. Despliega una aguda crítica a todo sistema que se basa en la acumulación egoísta de los bienes y el dinero; y propone un objetivo diametralmente opuesto: la preocupación activa por la vida del prójimo necesitado.

4. ¡Cuidado, responsables de la comunidad! En 12,41-48, continúa el tema de la vigilancia, pero ahora aplicado a aquellos que son “la cabeza” de la comunidad, o mejor dicho para los que deben estar al servicio de la comunidad. Es cierto que el texto original se dirigía a las autoridades religiosas del judaísmo (fariseos y doctores de la Ley), pero las primeras comunidades cristianas lo aplicaron a su propia vida. Jesús puede sorprender a la comunidad llegando como un ladrón inesperado, y por eso la comunidad debe estar siempre atenta y preparada. La intervención de Pedro (12, 41) hace que la atención se dirija a los jefes (para nosotros) de las comunidades (para todos). ¿Cuál es el deber de los líderes? Comprender que su función de autoridad es servir a la comunidad. Es decir: servir, generar relaciones de fraternidad y coparticipación. Si esto se realiza, entonces sí, los líderes podrán administrar "todos los bienes", es decir, los valores morales y espirituales, todo aquello que lleva a la plena realización de las personas. Pero los líderes pueden pervertir su función, transformando la autoridad que sirve en poder que domina. En otra palabra, autoritarismo. Y el asunto se vuelve más serio mientras más se conoce la voluntad de Jesús. La ignorancia puede tener disculpa, pero no la habrá para quienes sabían qué hacer y cómo debían hacerlo y no lo hicieron, o hicieron precisamente lo contrario.

5. La tercera parábola (12,41-48) parece dirigirse a los responsables de la Iglesia, aunque en la predicación de Jesús debía ser una crítica a los jefes del pueblo de Israel. El ministro prudente debe permanecer fiel a su tarea hasta que el Señor venga. Si descuida su servicio para con los demás, será
castigado en el momento del juicio. La comunidad cristiana tiene en realidad una sola cabeza y un solo Señor, Jesús resucitado. Todos los demás, aunque ocupen puestos de responsabilidad, son servidores y hermanos. El presidir la comunidad de los discípulos(as) de Jesús no se puede nunca transformar en poder o autoridad. El texto de la parábola ha sufrido una segunda actualización para adaptarse a la escatología lucana, que ya no presenta la venida del Señor como inminente (Lc 12,45). El retraso de esta venida le sirve a Lucas para advertir a los responsables de la comunidad que no se aprovechen de esta tardanza para actuar irresponsablemente. La conclusión nos viene dada en los dos últimos versículos en los que se diversifica el castigo según que la desobediencia haya sido intencionada o no. Los primeros serán castigados más severamente. En cualquier caso, estas líneas subrayan la mayor responsabilidad que en la Iglesia tienen aquellos que podemos llamar sus líderes. Es algo que el pueblo de Israel había experimentado previamente: la elección no es un privilegio sino una responsabilidad acrecentada (Jr 2,19; Am 3,2; Os 4,4-11). Y así debemos vivirla todos los creyentes que formamos parte del nuevo pueblo de Dios. La última afirmación (Lc 12,48b) tiene una clara aplicación a los responsables comunitarios, pero puede también aplicarse a todos los que han recibido dones materiales o espirituales.

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