11 ago 2013

14° Domingo



Lucas 10,1-20
1. Oración Inicial: Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que nos ayude a leer la Biblia como Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Tu palabra nos oriente a fin de que podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar que Tú estás vivo en medio de nuestra historia como fuente de fraternidad, de justicia y de paz.  AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».
2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Jesús organiza sus discípulos(as) para que, caminando, anuncien la Buena Noticia y comiencen a realizar las prácticas que hacen presente el Reino de Dios. Aquellos que no quieren aceptar la Buena noticia, quedarán fuera de la nueva historia del pueblo de Dios. Abramos nuestros corazones a escuchar como Dios nos presenta la tarea de continuar la misión iniciada por Jesús.
b. Leer el texto: Lucas 10,1-20: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     ¿A quienes envía Jesús a la misión y de qué manera deben ir?
3)     ¿Cuál es la primera instrucción que les da Jesús?
4)     ¿Cuál es la advertencia que menciona Jesús? ¿Qué es lo que no deben llevar ni hacer?
5)     ¿Cuál debe ser el primer anuncio al llegar a una casa?
6)     Donde los reciben: ¿Qué deben hacer?  ¿Y donde no los reciben?
7)     Las personas que rechazan a los(as) discípulos(as): ¿A quienes rechazan en realidad?
8)     ¿En qué estado de ánimo volvieron los(as) misioneros(as)? ¿Cómo les respondió Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
               a)     Todo cristiano es misionero(a) y enviado(a) por el Señor. ¿Cómo vive esto nuestra comunidad?
b)    Si Jesús enviara a sus discípulos(as) hoy, ¿Qué instrucciones les daría? ¿Qué actitudes debemos vivir hoy como enviados y testigos de Jesús?
c)     ¿Qué significa en nuestros días curar a los enfermos y expulsar a los espíritus impuros?
d)    Quizás se trata de liberar a quienes se encuentran encerrados en la tristeza y el desánimo, devolver la esperanza a quienes creen que su existencia es inútil. Comentar.
e)      ¿A dónde y a quienes debemos llegar en la misión a que Jesús nos llama? Pensar en grupos sociales marginados o excluidos, lugares donde nadie va aún.
f)     ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Rueguen, pues al Dueño de la cosecha que envíe trabajadores a su cosecha».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Acordar en su comunidad un gesto o signo común para vivir la misión. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor, Tú nos envías como misioneros(as) tuyos para anunciar y construir el Reino de Dios. Nos envías para hacer presente los signos del Reino y señalar tu presencia liberadora en medio de nuestra historia. Fortalecidos hoy por tu Palabra, nos comprometemos a asumir la dimensión misionera de nuestra fe. Danos valor y decisión para cumplirlo. AMÉN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
  
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)    Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)    ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)    ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto literario e histórico: Un poco antes de nuestro texto de hoy, en Lucas 9,51, empieza la segunda etapa de la actividad de Jesús, un largo camino a Jerusalén (9,51 a 19,29). La primera etapa tuvo lugar en Galilea y comenzó con la presentación del programa de Jesús en la sinagoga de Nazaret (4,14-21). En la segunda etapa, entra en Samaría, envía mensajeros delante de Él (9,52), y consigue nuevos discípulos(as) (9,57-62). La segunda etapa comienza con la designación de otros 72 discípulos y con la presentación del programa que debe orientarlos en la acción misionera (10,1-16). La propuesta de Jesús para los 72 discípulos rescata los antiguos valores comunitarios que se estaban perdiendo, como por ejemplo, la hospitalidad, la acogida, el compartir, la comunión alrededor de la mesa, la acogida de los marginados. Jesús intenta renovar y reorganizar las comunidades, de modo que sean de nuevo una expresión de la Alianza, una expresión del Reino de Dios.

3. En el capítulo nueve, durante su ministerio en Galilea, Jesús asocia los doce a su tarea (9,1-6). Ahora, camino a Jerusalén, centro del poder religioso y político, comparte su misión con estos misteriosos setenta y dos discípulos(as). Poco sabemos de ellos(as), pero más allá del número (simbólico, ciertamente) su existencia prueba que el mensaje del Señor comenzaba a provocar fidelidades exigentes. Las indicaciones que Jesús les da han inspirado muchas empresas misioneras a lo largo de la historia de la Iglesia, y siguen siendo hoy una pauta para nosotros(as). Esas instrucciones tienen un núcleo de cristalización: la libertad del discípulo(a). "No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias" (vs.4). Es decir, no confíen en sus posesiones, no se apoyen en el poder. De otra manera no podrán ser testigos de la paz, no aceptarán comer lo que se les presente, no sabrán dar vida a las personas. En una palabra, no estarán en condiciones de anunciar que el Reino está cerca. En la medida en que, como cristianos(as) individualmente y como Iglesia, estamos apegados y ligados a los bienes y poderes de este mundo nos tienta la transacción y el acomodo. Pretendemos entonces predicar el Evangelio de modo que no moleste a los poderosos. El Señor sabe que en Jerusalén los grandes de su pueblo y de la potencia ocupante lo rechazarán y lo maltratarán, pero no por ello renuncia a su libertad de enviado del Padre. La propone, más bien, a sus discípulos(as).

4. No se trata de la misión de los Doce, sino de muchas personas (72). Lo que se describe en Lc 10,1 es propio de su redacción; la intencionalidad es poner de manifiesto que toda la comunidad, todos los cristianos(as) deben ser evangelizadores. No puede ser de otra manera, debemos insistir mucho en ese aspecto del texto de hoy. El evangelio nos libera, nos salva personalmente; por eso nos obligamos a anunciarlo a nuestros hermanos(as) como clave de solidaridad. Resaltemos un matiz, sobre cualquier otro, en este envío de discípulos(as) desconocidos: volvieron llenos de alegría (vs. 20), “porque se le sometían los demonios”. Esta expresión quiere decir sencillamente que el mal del mundo se vence con la bondad radical del evangelio. Es uno de los temas claves del evangelio de Lucas, y nos lo hace ver con precisión en momentos bien determinados de su obra. Los discípulos de Jesús no solamente están llamados a seguirle a Él, sino a ser anunciadores del mensaje. Cuando se anuncia el evangelio liberador del Señor siempre se percibe una alegría, porque son muchos los hombres y mujeres que quieren ser liberados de sus angustias y de sus soledades. ¡Debemos confiar en la fuerza del evangelio!

5. La misión confiada a los doce apóstoles ahora se amplía. Muestra que no es solamente un pequeño grupo el que continúa la obra de Jesús, sino toda la gente que lo siguen, en forma organizada (de dos en dos). La misión tiene peligro (lobos) y es urgente. Por eso el(la) discípulo(a) no pierde tiempo con las etiquetas de buena educación, ni con quienes no aceptan su anuncio. El saludo "Paz" es una fórmula de bendición, y significa que el anuncio del Reino trae la justicia y la misericordia que llevan a la paz, la cual, en la Biblia, significa la plenitud de todas las condiciones que hacen que las personas se sientan realizadas. El núcleo de la misión es anunciar el Reino y realizar actos concretos que comprueben su presencia (curar las enfermedades del pueblo). Tanto si nos reciben como si nos rechazan se anuncia la cercanía del reino. ¿Y el que no lo acepte? Lejos está esto de transformarnos en cargosos anunciadores de nuestro mensaje a quienes no desean escucharlo. Por el contrario, lo que significa es que allí donde es bien recibido, no es necesario insistir. Si bien la expresión “sacudirse el polvo contra ustedes” indica un grado de rechazo, también es cierto que salir de un lugar deja la puerta abierta para volver a entrar en el futuro. Ya el Señor creará otra oportunidad para ellos. ¿Acaso no ha tenido paciencia con nosotros mismos tantas veces?

6. La alegría mayor del discípulo(a) no es la de haber recibido el poder de expulsar los demonios (10,19 y 9,1). Los(as) discípulos(as) deben alegrarse porque sus nombres están escritos en el cielo, es decir, porque son queridos de Dios. Detrás de la expresión está la imagen del "libro de la vida", muy común en la Biblia (Dn 12,1; Ap 3, 5). ¿Qué significa esto? Significa que Dios ama y da la vida a todas las personas que aceptan, anuncian y se comprometen con su proyecto.

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