Lucas
12,13-21
1. Oración
Inicial: Espíritu de
la Verdad, que procedes del Padre y del Hijo y que hablaste por los profetas:
acude en nuestra ayuda y revélanos el sentido de las Escrituras. Tú, que eres
Espíritu de Vida, haz que el texto bíblico se convierta para nosotros(as) en
Palabra viva y liberadora, que produzca la adhesión y el seguimiento de Jesús
para la extensión del Reino de Dios. AMÉN. Cantar
«Espíritu Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Este texto, propio de Lucas, comienza abruptamente.
Ante una multitud (12,1), Jesús acaba de dar precisiones importantes de su
mensaje. De pronto una persona le hace una pregunta que se formulaba con
frecuencia a una autoridad religiosa (vs.13). Jesús rechaza la consulta, no es
su terreno (vs.14), pero va al fondo del asunto: hay que evitar la avaricia. El
término avaricia (codicia) se refiere a la aspiración a querer tener más. Un
deseo incontenible de dinero o bienes que no encuentra dónde satisfacerse. En
efecto, es una idolatría, que consiste en poner toda su confianza, en entregar
su vida a algo o alguien que no es Dios.
Abramos
nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas
12,13-21: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir
el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una
segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio,
para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona
lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2) ¿Qué quería
de Jesús una persona de entre la gente? ¿Qué es lo que le advierte Jesús?
3) En la
parábola: ¿Cuál es la conducta y la preocupación del hombre rico?
4) ¿Por qué
Dios lo llama “necio”?
5) ¿Cuál es la
conclusión de la parábola?
3.
Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es
necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el
grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y
descubrir su sentido para nuestra vida.
a) ¿Creen que
la acumulación de riqueza en manos de pocas personas y la avaricia tienen algo
que ver con la condición social en la que se encuentra hoy tanta gente?
b) ¿Qué podemos sugerir como alternativa de vida a la
codicia y acumulación de riqueza?
c) “La
globalización económica sin la globalización de solidaridad es el suicidio para
los pobres y así para la mayoría de humanidad,” ha dicho el
Cardenal Oscar Rodríguez. Comentar.
d) Si la acumulación de riquezas y la codicia es una
injusticia contraria al Reino de Dios: ¿De qué manera este evangelio es una
llamada a la solidaridad con los pobres, una llamada a compartir?
e) ¿Existe
también avaricia en nuestras vidas? ¿Nos sentimos a veces apegados a nuestros
bienes, pocos o muchos, los que tenemos...?
¿Cómo podemos hacernos ricos en Dios?
f) ¿Cuál es el
mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para
que se haga realidad?
4. Oración:
¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en
forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre
nuestra vida. «Eviten toda
clase de codicia porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que
le dan vida».
5.
Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo
y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
¿Cómo
podemos hacernos ricos(as) en Dios esta semana? Llevamos una
"palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla
en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de
oración donde volver a conversarla con el Señor.
6. Oración
final: Líbranos
Señor de toda codicia. Concédenos un corazón sencillo que no ambicione más de
lo que necesitamos y que sepa agradecer lo que ya tenemos. Confesamos que sólo
Tú eres nuestro verdadero tesoro y en tus manos amorosas queremos vivir
confiados. Ayúdanos a buscar primero y ante todo el Reino de Dios y su
justicia. Padre
Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.
Para Las
Personas Que Quieran Profundizar Más
1.
Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
a) Compartir
sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b) ¿Cómo he
experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c) ¿Qué he
hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. Problemas
que llevaron a Lucas a escribir su evangelio: Había muchos, pero fueron principalmente dos los que
motivaron a Lucas a recoger y a organizar, de manera didáctica y sistemática el
material que las comunidades conservaban y transmitían sobre Jesús. Eran
problemas ligados, directa o indirectamente, con la apertura hacia el
cristianismo a los no judíos (paganos). El primer problema fue la tensión entre
los cristianos procedentes del paganismo y los cristianos procedentes del
judaísmo. El segundo fue la tensión entre ricos y pobres dentro de las
comunidades procedentes del paganismo. El sistema del imperio romano se apoyaba
en la esclavitud de los pueblos. Transferían la riqueza de los pueblos a Roma a
través de tasas, tributos, impuestos, y diezmos. Esta acumulación de poder y
riqueza en la capital contrastaba con la pobreza creciente de la gente en las
periferias. El endeudamiento progresivo obligaba a personas y familias a
esclavizarse para poder pagar sus deudas. Este esquema de esclavitud se
reproducía en las provincias. Al comienzo de la evangelización y después de la
apertura a los paganos, la mayoría de los que se convertían a la Buena Noticia
de Jesús pertenecía a los pobres y humildes (1 Cor 1,26). Sin embargo, poco a
poco, a medida que la apertura se iba afirmando, personas más ricas entraban a
formar parte de las comunidades. De repente, los cristianos(as) se daban cuenta
de que entre ellos mismos había discriminación entre ricos y pobres. El mismo
conflicto social que caracterizaba al imperio romano había entrado en las
comunidades y causaba tensiones y conflictos (Sant 2,1-7; 1 Cor 11,20-21; Ap
3,17). Y en este sentido, el recado de Lucas es bien claro y radical. Con vigor
profético recuerda las frases más duras de Jesús en este punto. Quería ayudar a
las comunidades que venían del paganismo a percibir la imposibilidad de
mantener la ideología esclavista del imperio romano y sus grandes diferencias
existentes entre ricos y pobres, y a la vez ser cristiano.
3. Lo único
que nos debe preocupar es el Reino de Dios. El Reino pide un tipo de convivencia donde no se dé
la acumulación de riqueza en manos de pocos y sí la solidaridad, para que todas
las personas tengan lo necesario. El Reino es la nueva convivencia fraterna en
la que cada persona se siente responsable por la otra. Para Jesús, la
Providencia divina pasa por la organización fraterna. Preocuparse por el Reino
de Dios y su justicia es lo mismo que preocuparse de aceptar a Dios como Padre
y ser hermanos y hermanas. Todo esto trae consigo un nuevo orden económico y
social, en donde ya no es necesario acumular. Si existe la preocupación por el
Reino, toda la gente tendrá lo necesario, pues la comunidad está organizada a
partir de la solidaridad y el compartir. La solidaridad es uno de los temas
preferidos de Lucas (Lc 3,11; 6,30; 11,41; 12,33-34; 14,14; 16,9; 18,22; 19,8;
Hch 9,36; 10,2.4.31). Era un tema importante para las comunidades que tenían a
su interior diferencias entre la minoría rica y las mayorías empobrecidas. Es
un tema importante también para nuestros días. Ante el creciente
empobrecimiento causado por el neoliberalismo económico en América Latina y en
el mundo, la justicia social y la solidaridad ofrecen la salida concreta que
nos presenta el Evangelio.
4. El rico
de la parábola aprovecha la situación que le brindan la cosecha abundante y el
sistema. Actúa en
beneficio propio. Éticamente se hace culpable porque se enriquece a costa de
los que tienen menos o nada. Es lamentable que este aspecto central del pecado
del rico haya quedado oscurecido por lecturas espiritualistas. Recién la
lectura sociológica de los textos bíblicos volvió a sacar a luz esta
explicación del pecado del rico. Aquí debe mencionarse Proverbios 11,26, que
hace referencia a la práctica criminal del acaparamiento cuyo fin era el
enriquecimiento del rico: “El pueblo maldice al que acapara el trigo; bendice
al que vende su grano”. Aquí se refleja la experiencia de la población pobre y
su dependencia de cada nueva cosecha, y a la vez su dependencia de las
manipulaciones económicas de los latifundistas y monopolistas de granos. La
necedad tiene otra faceta más: la actitud del rico. Él quiere descansar y
disfrutar durante muchos años. La referencia a los muchos años se opone a la
necesidad constante de sembrar, arar, cosechar, como lo vivía y sufría todo
pequeño agricultor con su familia. El rico abandona el trabajo. Con esta
parábola, Jesús ataca todo acaparamiento egoísta de bienes en beneficio de unos
pocos. El texto nos ayuda a desenmascarar la mistificación del mercado, según
el cual imperan “sólo” las leyes de la oferta y la demanda; y que sostiene que
si se permite el libre actuar de estas leyes, en algún momento llegará a haber
suficiente para todos.
5. La parábola
del rico que acumula la gran cosecha y engrandece sus graneros, en vez de
distribuirlo entre los que no tienen para comer, es toda una lección de cómo
Jesús ve las cosas de esta vida. La persona que acumula riquezas no entiende
nada de lo que Jesús propone al mundo. Los(as) que siguen a Jesús, pues, tienen
que sacar, según Lucas, las conclusiones de este seguimiento. Si no se
desprenden de las riquezas, si se preocupan de amasarlas constantemente, además
de cometer injusticia con los que no tienen, se encontrarán, al final, con las
manos vacías ante Dios. Por lo tanto, este evangelio es un llamado claro a la
solidaridad con los pobres y despreciados del mundo; un llamado a compartir con
los que no tienen.
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