11 ago 2013

15° Domingo



Lucas 10,25-37

1. Oración Inicial: Espíritu Santo, tú  que conoces nuestra vida, hoy te pedimos que abras nuestros corazones y nuestras mentes para que podamos comprender las Escrituras.  Danos la luz, la fuerza y la decisión necesaria para ponerla en práctica en nuestras vidas. AMÉN.  Cantar  «Espíritu Santo Ven, Ven».
2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El maestro de la ley, cuando hace una pregunta a Jesús, ya sabe que el amor a Dios y al prójimo es lo que lleva a la vida. Pero no es suficiente "saber". Es necesario amar concretamente. Hoy, Jesús pondrá bien claro qué actitud debemos tener con los que están caídos. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 10,25-37: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.  Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     ¿Con quién está conversando Jesús? ¿Qué pregunta y responde cada uno?
3)     ¿Qué personajes participan en el relato que cuenta Jesús?
4)     Los tres vieron al herido al borde del camino. ¿Cómo reaccionan el sacerdote y levita frente a él? ¿Cuáles son las actitudes y los gestos del samaritano?
5)     ¿Cuál es la enseñanza final de Jesús?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
 En nuestra sociedad hoy: ¿Quién o quiénes son los caídos y despojados al borde del camino?
  ¿Somos compasivos ante el dolor y sufrimiento de los demás? ¿Nos portamos como el buen samaritano ante las personas despojadas y abandonadas? ¿Qué nos falta?
    ¿Somos capaces de ir más allá y meternos en caminos ajenos para aproximarnos a los que nos necesitan aunque no estén en nuestro camino?
  El buen samaritano asume el riesgo de bajarse del caballo y quedar a merced de los bandoleros, o de que el herido fuese falso. ¿Asumimos el riesgo de comprometernos en cambiar la realidad injusta?
   El buen samaritano se hace presente y tiene contacto físico con el herido. ¿Qué nos falta para vivir la solidaridad como encuentro personal y no quedar sólo en la caridad o la ayuda fraterna?
   ¿A qué conversión nos llama el ser solidario con la gente o grupos sociales necesitados?
    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Ayúdanos Señor a  ser compasivos y solidarios».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Ofrécele a Dios un gesto concreto de solidaridad que puedas vivir esta semana con alguna persona de tu familia, comunidad, barrio. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Señor, Tú nos envías como misioneros(as) tuyos para anunciar y construir el Reino de Dios. Nos envías para hacer presente los signos del Reino y señalar tu presencia liberadora en medio de nuestra historia. Fortalecidos hoy por tu Palabra, nos comprometemos a asumir la dimensión misionera de nuestra fe. Danos valor y decisión para cumplirlo. AMÉN.  Padre Nuestro, que estás en el cielo…


Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a)   Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b)   ¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c)   ¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
d)    
2. PASOS PARA LLEGAR SER SOLIDARIOS
El primer paso es LA OBSERVACIÓN: Abrir los ojos para ver lo que ocurre, es lo que nos conducirá a una espiritualidad de la misericordia y de la solidaridad que convierta nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.  El levita, el sacerdote y el buen samaritano vieron al herido al borde del camino.  Se dieron cuenta de la realidad, estaban despiertos a lo que se encuentra en su camino.  Debemos observar lo que ocurre en el camino de nuestra vida personal y social, estar abiertos, despiertos a sus necesidades y a sus urgencias, no estar encerrados en nuestro propio mundo personal o de grupo.  Esto es lo que llamamos la necesidad de ver y  analizar  la realidad que nos rodea.
Pregunta: En nuestra comunidad: ¿Vemos y analizamos la realidad?

El segundo paso es LA COMPASIÓN: Y aquí ya comienza la diferencia.  El levita y el sacerdote no se compadecen.  Por eso siguen su camino.  El buen samaritano es el que hace este segundo paso para llegar a la solidaridad.  La compasión consiste en sufrir por el dolor del otro (no en sufrir el mismo dolor que el otro). El otro, el excluido, el marginado, el desempleado, el despedido, el campesino, el POBRE, llama a tu puerta y te pide ponerte en su lugar, ver la realidad desde donde él la ve, lo cual es imprescindible para una verdadera conversión al hermano(a).
Pregunta: ¿Somos compasivos con el dolor de los otros o hay algo del “levita” también en nosotros?

El tercer paso es DESCABALGAR, bajarse: El buen samaritano asume el riesgo de bajarse del caballo y quedar a merced de los bandoleros, o de que el herido fuese falso.  Dios también descabalgó en Jesús, dejando la forma divina y haciéndose hombre.  Nadie puede ser solidario sin comprometerse con la realidad injusta que hay que cambiar.  Nadie es neutral: o te comprometes a favor o en contra de la justicia, o lo que es lo mismo, a favor o en contra del hermano(a).
Pregunta: ¿Asumimos el riesgo de comprometernos en cambiar la realidad injusta?

Pero aún queda otro paso que es necesario, LA PRESENCIA, LA CERCANÍA, EL ENCUENTRO: El buen samaritano se hace presente, tiene contacto físico con el herido.  Se necesita la presencia física en medio de la situación en la cual queremos trabajar.  Esta es la verdadera solidaridad, la que te hace sentir hermano del otro: SOLIDARIDAD COMO ENCUENTRO. Jon Sobrino nos llama a la experiencia de encontrarse con el mundo del sufrimiento y no quedarse indiferente.  Significa tener suficiente capacidad para pensar, analizar y vivir de modo que la justicia y la solidaridad constituyan un pilar básico en nuestro proyecto de vida.
Pregunta: ¿Qué nos falta para vivir la solidaridad como encuentro?

Y todavía no está realizada la verdadera solidaridad.  Aún falta  EL COMPARTIR DE BIENES
Sacó su aceite, lo montó en su caballo, lo llevó a la posada, pagó con su dinero.  Hubo un verdadero compartir.  "¿Quién es su hermano? ... "el que compartió".  Y en ese momento es cuando se produce el milagro: la realidad herida queda transformada. Partiendo de las capacidades del sujeto afectado, la acción solidaria ha de plasmarse en proyectos transformadores de la realidad, los cuales han de: Responder a las necesidades reales de las personas y grupos excluidos (y no a lo que nosotros creemos que son sus necesidades). Proponer objetivos alcanzables. Ser concretos y, por consiguiente, evaluables; Realizarse en equipo.
Pregunta: ¿A qué conversión (personal y como comunidad) nos llama el ser solidarios con nuestros(as)   hermanos(as)?

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