Lucas
10,25-37
1.
Oración Inicial: Espíritu Santo, tú que conoces nuestra vida, hoy te pedimos que
abras nuestros corazones y nuestras mentes para que podamos comprender las
Escrituras. Danos la luz, la fuerza y la
decisión necesaria para ponerla en práctica en nuestras vidas. AMÉN. Cantar
«Espíritu Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El
maestro de la ley, cuando hace una pregunta a Jesús, ya sabe que el amor a Dios
y al prójimo es lo que lleva a la vida. Pero no es suficiente
"saber". Es necesario amar concretamente. Hoy, Jesús pondrá bien
claro qué actitud debemos tener con los que están caídos. Abramos nuestros
corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas 10,25-37: Hacer una lectura
atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el
evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante:
Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en
nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada
persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Con
quién está conversando Jesús? ¿Qué pregunta y responde cada uno?
3) ¿Qué
personajes participan en el relato que cuenta Jesús?
4) Los
tres vieron al herido al borde del camino. ¿Cómo reaccionan el sacerdote y
levita frente a él? ¿Cuáles son las actitudes y los gestos del samaritano?
5) ¿Cuál
es la enseñanza final de Jesús?
3.
Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No
es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para
el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y
descubrir su sentido para nuestra vida.
En nuestra sociedad
hoy: ¿Quién o quiénes son los caídos y despojados al borde del camino?
¿Somos
compasivos ante el dolor y sufrimiento de los demás? ¿Nos portamos como el buen
samaritano ante las personas despojadas y abandonadas? ¿Qué nos falta?
¿Somos
capaces de ir más allá y meternos en caminos ajenos para aproximarnos a los que
nos necesitan aunque no estén en nuestro camino?
El
buen samaritano asume el riesgo de bajarse del caballo y quedar a merced de los
bandoleros, o de que el herido fuese falso. ¿Asumimos el riesgo de
comprometernos en cambiar la realidad injusta?
El
buen samaritano se hace presente y tiene contacto físico con el herido. ¿Qué
nos falta para vivir la solidaridad como encuentro personal y no quedar sólo en
la caridad o la ayuda fraterna?
¿A
qué conversión nos llama el ser solidario con la gente o grupos sociales
necesitados?
¿Cuál
es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto
para que se haga realidad?
4.
Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra?
Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el
Evangelio y sobre nuestra vida. «Ayúdanos
Señor a ser compasivos y solidarios».
5.
Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo
y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
Ofrécele a Dios un gesto concreto de solidaridad que
puedas vivir esta semana con alguna persona de tu familia, comunidad, barrio. Llevamos
una "palabra". Puede ser un versículo o una frase
del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para
recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el
Señor.
6.
Oración final: Señor, Tú nos envías como misioneros(as)
tuyos para anunciar y construir el Reino de Dios. Nos envías para hacer
presente los signos del Reino y señalar tu presencia liberadora en medio de
nuestra historia. Fortalecidos hoy por tu Palabra, nos comprometemos a asumir
la dimensión misionera de nuestra fe. Danos valor y decisión para cumplirlo.
AMÉN. Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para
Las Personas Que Quieran Profundizar Más
1.
Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la
siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
a) Compartir
sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b) ¿Cómo
he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c) ¿Qué
he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
d)
2. PASOS
PARA LLEGAR SER SOLIDARIOS
El primer
paso es LA OBSERVACIÓN: Abrir los ojos para ver lo
que ocurre, es lo que nos conducirá a una espiritualidad de la misericordia y
de la solidaridad que convierta nuestro corazón de piedra en un corazón de
carne. El levita, el sacerdote y el buen
samaritano vieron al herido al borde del camino. Se dieron cuenta de la realidad, estaban
despiertos a lo que se encuentra en su camino.
Debemos observar lo que ocurre en el camino de nuestra vida personal y
social, estar abiertos, despiertos a sus necesidades y a sus urgencias, no
estar encerrados en nuestro propio mundo personal o de grupo. Esto es lo que llamamos la necesidad de ver
y analizar la realidad que nos rodea.
Pregunta: En nuestra comunidad: ¿Vemos y
analizamos la realidad?
El
segundo paso es LA COMPASIÓN: Y aquí ya comienza la
diferencia. El levita y el sacerdote no
se compadecen. Por eso siguen su
camino. El buen samaritano es el que
hace este segundo paso para llegar a la solidaridad. La compasión consiste en sufrir por el dolor
del otro (no en sufrir el mismo dolor que el otro). El otro, el excluido, el
marginado, el desempleado, el despedido, el campesino, el POBRE, llama a tu
puerta y te pide ponerte en su lugar, ver la realidad desde donde él la ve, lo
cual es imprescindible para una verdadera conversión al hermano(a).
Pregunta: ¿Somos compasivos con el dolor de los
otros o hay algo del “levita” también
en nosotros?
El tercer
paso es DESCABALGAR, bajarse: El buen samaritano asume el
riesgo de bajarse del caballo y quedar a merced de los bandoleros, o de que el
herido fuese falso. Dios también
descabalgó en Jesús, dejando la forma divina y haciéndose hombre. Nadie puede ser solidario sin comprometerse
con la realidad injusta que hay que cambiar.
Nadie es neutral: o te comprometes a favor o en contra de la justicia, o
lo que es lo mismo, a favor o en contra del hermano(a).
Pregunta: ¿Asumimos el riesgo de comprometernos
en cambiar la realidad injusta?
Pero aún
queda otro paso que es necesario, LA PRESENCIA, LA CERCANÍA, EL ENCUENTRO: El buen
samaritano se hace presente, tiene contacto físico con el herido. Se necesita la presencia física en medio de
la situación en la cual queremos trabajar.
Esta es la verdadera solidaridad, la que te hace sentir hermano del
otro: SOLIDARIDAD COMO ENCUENTRO. Jon Sobrino nos llama a la experiencia de
encontrarse con el mundo del sufrimiento y no quedarse indiferente. Significa tener suficiente capacidad para
pensar, analizar y vivir de modo que la justicia y la solidaridad constituyan
un pilar básico en nuestro proyecto de vida.
Pregunta: ¿Qué nos falta para vivir la
solidaridad como encuentro?
Y todavía
no está realizada la verdadera solidaridad.
Aún falta EL COMPARTIR DE BIENES
Sacó su aceite, lo montó en su caballo, lo llevó
a la posada, pagó con su dinero. Hubo un
verdadero compartir. "¿Quién es su
hermano? ... "el que compartió". Y en ese momento es cuando se produce el
milagro: la realidad herida queda transformada. Partiendo de las capacidades
del sujeto afectado, la acción solidaria ha de plasmarse en proyectos
transformadores de la realidad, los cuales han de: Responder a las necesidades
reales de las personas y grupos excluidos (y no a lo que nosotros creemos que
son sus necesidades). Proponer objetivos alcanzables. Ser concretos y, por
consiguiente, evaluables; Realizarse en equipo.
Pregunta: ¿A qué conversión (personal y como
comunidad) nos llama el ser solidarios con nuestros(as) hermanos(as)?
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