Lucas
12,49-53
1. Oración
Inicial: Señor de la
Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a
ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario
para vivirla en nuestras vidas. AMÉN. Cantar
«Espíritu Santo Ven, Ven».
2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El capítulo doce del evangelio de Lucas trae
consejos y advertencias a los discípulos. Jesús prosigue su camino a Jerusalén,
las resistencias a su misión se hacen más agresivas, el Señor prevé el
desenlace y avisa a sus seguidores. El texto de hoy no está escrito de acuerdo
a la opinión común; es un modo de acercarnos a una realidad compleja y
controvertida. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Lucas
12,49-53: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de
descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.
Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio,
para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona
lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2) ¿Qué vino a
traer Jesús a la tierra?
3) ¿Por qué
Jesús se siente angustiado? ¿A qué se refiere Jesús cuando dice que tiene que “recibir un bautismo”, por el cual
deberá pasar para cumplir su misión?
4) ¿Qué dice
Jesús referente a la “paz”?
5) ¿Qué
consecuencias puede traer la fidelidad a Jesús y el Reino de Dios?
3.
Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es
necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el
grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y
descubrir su sentido para nuestra vida.
a) Jesús habla
de su misión y de sí mismo como un “fuego
sobre la tierra” y también dice “¡cuánto
desearía que ya estuviera ardiendo!”. ¿Nos dejamos transformar por Jesús y
su Reino?
b) ¿Ardemos en su fuego? ¿Qué actitudes y hechos de
nuestra vida lo demuestran?
c) La misión de
Jesús produce “división” porque
provoca la toma de postura ante la realidad y su mensaje. Cuando se viven los
valores del evangelio se producen diferencias en una familia, comunidad, grupo
u organización: Compartir experiencias.
d) Cuando nos dejamos transformar por Jesús ardemos en su
fuego: ¿Qué pasa con nuestra familia? ¿Con nuestros amigos o con la gente?
e) ¿Emprendemos
con ánimo la misión que nos encomienda Jesús o caemos en actitudes cautas por temor? ¿Predicamos la Buena Noticia a
los pobres sin temor al conflicto?
f) ¿Cuál es el
mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para
que se haga realidad?
4. Oración:
¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en
forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre
nuestra vida. « He venido a traer fuego a la
tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo».
5.
Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo
y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso:
¿Qué podemos hacer esta semana para que el fuego que vino a traer Cristo sea
más “ardiente”? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo
o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día
para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el
Señor.
6. Oración
final: Señor,
sabemos que los valores del Reino no son aceptados por toda la gente. Ayúdanos
a ser solidarios(as), a trabajar por la justicia, a buscar la paz, a construir
fraternidad y así alimentar con nuestras palabras, gestos y actitudes el fuego
de tu misión. AMÉN. Padre Nuestro, que estás en el cielo…
Para Las
Personas Que Quieran Profundizar Más
1.
Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada
encuentro:
a) Compartir
sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
b) ¿Cómo he
experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
c) ¿Qué he
hecho esta semana para extender el Reino de Dios?
2. Hecho de
Vida: Jesús alude
al “bautismo” por el que ha de pasar,
refiriéndose sin duda a la hora de su pasión y cruz. La hora de las opciones
decisivas ha llevado de hecho a muchos cristianos(as) en América Latina a la
gracia del martirio, de seguir al Maestro hasta la hora de la cruz. El 12 de
febrero de 2005, la hermana Dorothy Stang, una monja norteamericana
naturalizada brasileña de setenta y tres años, fue asesinada a tiros en la
Amazonía oriental de Brasil. Por casi cuatro décadas, la Hermana Dorothy
trabajó en zonas rurales de Brasil, defendiendo los derechos de los pobres y
los campesinos. Esta lucha le causó muchos conflictos. Se dirigía a una reunión
con los granjeros cuyos hogares habían sido quemados por terratenientes y
compañías madereras que intentaban desalojarlos, cuando dos hombres se
acercaron a ella portando sus armas. Mientras los hombres apuntaban hacia ella,
la hermana Dorothy buscó entre su bolso, sacó su Biblia y comenzó a leer
de las bienaventuranzas… “Felices los que trabajan por la paz,
porque serán reconocidos como hijos de Dios.” (Mt 5 ,9) Luego de unos
momentos de incertidumbre, los asesinos dispararon seis veces a quemarropa y
ella murió en el camino enlodado. Del testimonio de tanta gente podemos
concluir que la hermana Dorothy murió como vivió. Totalmente entregada, fiel al
evangelio y comprometida con la justicia social. Miembros de su comunidad
dijeron que ellas habían hablado con la Hermana Dorothy muchas veces sobre la
posibilidad de que regresara a los Estados Unidos debido a las amenazas de
muerte, pero ella insistió en quedarse. “Si
vas a ser amigo(a) de los pobres y estas a favor de la justicia social, lo más
probable es que enfrentarás la misma suerte que Jesús, Martin Luther King,
Arzobispo Oscar Romero,” dijo Mike Gable, director de la oficina de
misiones arquidiócesana.
3. Ir a la
Raíz: Jesús es
mensajero de la paz, pero de una paz profunda y definitiva. No de un simple
reposo, y menos aún de una etiqueta sobre un frasco vacío. Se trata de una paz
que implica justicia, respeto al derecho de los demás, en particular al de los
más indefensos, "los pobres y excluidos" como dicen los obispos en
Aparecida. Proclamar esa paz encuentra la oposición de quienes se benefician de
un orden social injusto. El egoísmo -y sus consecuencias- rechaza el llamado a
la fraternidad basada en nuestra condición de hijas e hijos de Dios. Eso es lo
que el Señor recuerda a sus discípulos(as). Su mensaje es de paz, pero él
sufrirá por eso el bautismo de fuego (3,16), será sumergido en el dolor y en la
muerte. Esto no es buscado, es encontrado y aceptado; el precio que debe pagar
lo angustia desde ahora (12,49-50). La paz es fruto del amor, resultado de una
comunión auténtica que elimina las causas de la división y el maltrato entre
las personas. Señalar las razones de la falta de fraternidad y de justicia, les
parecerá a algunos -de buena o de mala voluntad- querer provocar divisiones.
Hay quienes, en efecto, prefieren no ver de dónde vienen los males, porque eso
cuestionaría sus presentes privilegios. Jesús está consciente que su prédica
del Reino muestra una realidad en la que, desgraciadamente, las divisiones
están ya presentes. Busca eliminarlas yendo a su causa: la falta de amor
concreto y comprometido. Esto exige una decisión: Estar por o contra el Señor
(vs.51-53).
4. Parece
que Jesús cambia aquí radicalmente su mensaje. La Buena
Nueva nos parece tan hermosa, tan llena de amor y solicitud hasta por los
pecadores y enemigos, que su mensaje no puede ser otro que el de una gran paz y
armonía entre toda la gente. Eso es lo que proclamaban ya los ángeles en el
momento del Nacimiento (2,24) y lo que vuelve a proclamar el Resucitado apenas
se deja ver por los discípulos atemorizados (24,20-21). Aquí, sin embargo,
Jesús parece decir todo lo contrario. Su mensaje no viene a producir paz, sino
que lleva a la división incluso entre los miembros de la familia, padres e
hijos, nueras y suegras. Pero no se trata de cualquier mensaje, de cualquiera
propuesta, sino de la presencia misma del Reino de Dios en sus palabras y sus
gestos, en sus milagros y sus actuaciones. No cabe oír esa Buena Nueva del
Reino y permanecer neutral o indiferente; no cabe entusiasmarse con Jesús y seguir
en lo mismo de siempre. Por eso hay que optar con pasión, hay que tomar
decisiones que impliquen cambios muy radicales en la vida. Por eso nos van a
afectar profundamente, más allá incluso de los vínculos familiares, por muy
respetables que estos sean. El que no pone por delante a Jesús, incluso sobre
su propia familia, no puede ser su discípulo(a) (14, 26).
5. Todo
encuentro con el Señor suscita la respuesta de la fe que crea la división entre
los hombres y mujeres. Pero es probable que en el contexto de Lucas este
texto refleje una realidad posterior a la predicación de Jesús. Es en el seno
de la comunidad cristiana donde el seguimiento de Jesús es causa de división
dentro de la familia. La afirmación de Jesús sobre la paz (12,51) puede
resultar chocante ya que ésta era uno de los dones mesiánicos (Is 9,6; Lc
1,79). Pero Jesús, con su negación, quiere distanciarse de una falsa paz que
era el tema de la predicación de los falsos profetas en el Antiguo Testamento
(Jr 6,14; 8,11). Una paz que era sólo tranquilidad no exigente. El espíritu de
lo que Jesús quería expresar permanece vigente: frente a este mundo, el
evangelio es un signo de contradicción. Hay que amar, no odiar; pero el amor,
frente a este mundo injusto y de desamor, es conflictivo. Lo será siempre.
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