10 jul 2014

San Pedro y San Pablo




Mateo 16,13-20

1. Oración Inicial: Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.   AMÉN.      Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: El evangelio de Mateo tiene su propia visión sobre la funda­ción de la Iglesia y nos presenta a Jesús como un constructor dedicado a asegurar la solidez de sus cimientos. A la mitad del camino de Jerusalén, o sea, en la exacta mitad del proceso de formación de los discípulos, Jesús los interroga: “¿Quién dice la gente que sea yo?” Después de saber la opinión de la gente, quiere conocer la opinión de sus discípulos. Pedro, en nombre de todos, hace su profesión de fe. Jesús confirma la fe de Pedro.   Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 16,13-20: Leemos este texto de Mateo con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?
1)    ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?
2)    ¿Cuál es la primera pregunta de Jesús a sus discípulos? ¿Cuáles son las opiniones de la gente sobre Jesús?
3)    ¿Cuál es la segunda pregunta de Jesús a sus discípulos? ¿Cómo respondió Pedro en nombre de los discípulos?
4)    ¿Por qué Jesús le llama “dichoso” (“feliz”)?
5)    ¿Cuál es la nueva misión que el Señor encomienda a Pedro para la edificación de la comunidad cristiana?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. En el texto aparecen muchas opiniones diversas sobre Jesús. ¿Cuáles son algunas de las opiniones que existen hoy sobre Jesús?
  2. La pregunta de Jesús también va dirigida a nosotros(as), a la Iglesia de hoy, a nuestra comunidad, a mí personalmente: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién es para nosotros Jesús? ¿Qué significa en nuestra vida?
  3. Si creemos en Jesús, ¿Cuál debe ser nuestra conducta? ¿Cuál es la misión que de ello resulta?
  4. Somos discípulos misioneros(as): ¿Cómo, con nuestro testimonio, compartimos con la gente la fe y el amor, consecuencia de nuestro seguimiento de Jesús?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.”

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: Confesar que Jesús es el Mesías es vivir como él nos enseñó: ¿Qué debe cambiar en nuestra vida para lograrlo? Llevamos una “palabra”.  Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Padre Bueno, ayúdanos a creer en Jesús y a seguir sus pasos. Danos fe para reconocer su presencia entre nosotros, vivo en los sufrientes y excluidos.  Ayúdanos a reconocerlo para aprender de su vida y comprometer la nuestra hacia la realización de tu voluntad, el Reinado de la Vida, la justicia y de Amor.  AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. La Iglesia, en el evangelio de Mateo: La palabra "Iglesia", en griego ekklesía, aparece 114 veces a el Nuevo Testamento, casi exclusivamente en las Cartas y en los Hechos de los Apóstoles. En los evangelios aparece tres veces, sólo en Mateo, quién concede una gran importancia al tema de la Iglesia. Utiliza este término para referirse a la comunidad cristiana, de cuyo origen y desarrollo se preocupa de un modo especial.

    a. El nuevo pueblo de Dios: Iglesia es una palabra de origen griego que significa "asam­blea" y que en el Antiguo Testamento se aplica a Israel como pueblo elegido y convocado por Dios. Mateo, en cambio, designa con ella a la reunión de los que creen en Jesús. ¿Por qué? Según la visión del evangelista, la Iglesia surge a raíz del rechazo de Israel, que no quiso reconocer en Jesús al Mesías esperado. La parábola de los viñadores homicidas (21,33-43) se refiere con crudeza a este drama y acaba con estas palabras: "Por eso os digo que se os quitará el Reino de Dios y se entrega­rá a un pueblo que dé a su tiempo los frutos que al Reino corresponden". La Iglesia cristiana es, por tanto, ese nuevo pueblo de Dios encargado de culminar la misión frustrada que Israel no supo llevar a cabo. En ella se superan las antiguas barreras y tienen cabida todas las gentes sin distinción, judíos y paganos, siem­pre que acojan a Jesús como Mesías e Hijo de Dios y pongan en práctica sus enseñanzas (28,16-20).

    b. La Iglesia de Jesús: La Iglesia no es para Mateo una institución más, ni debe su origen a la iniciativa humana. Es Jesús quien la reúne, la edifica y la consolida. Por eso la llama "mi Iglesia" (16,18) y promete no dejarla nunca sola y acompañarla hasta el final de los siglos. La antigua alianza entre Dios e Israel se hace ahora realidad en la persona de Jesús, que está siempre presente en medio de su comunidad (1,23; 18,20; 28,20). La estrecha relación entre Jesús y su Iglesia se manifiesta también en el encargo que ésta recibe de continuar su misión (10, 11,2-6; 18,16-20). Su razón de ser no es otra que pro­longar la presencia del Señor en medio de este mundo. La Iglesia o la comunidad no es el Reino. El Reino es mayor. En la Iglesia, en la comunidad, debe o debería parecer a la vista de todos aquello que pasa cuando un grupo humano deja que Dios entre a formar parte de sus vidas.

    c. Una comunidad de discípulos(as): El primer núcleo de la Iglesia se encuentra, sin duda, en el grupo de los Doce. Pero Mateo no suele emplear para ellos el calificativo de "apóstoles". Prefiere llamarlos simplemente "discí­pulos". De este modo los propone como modelo de aquellas acti­tudes que deben hacer suyas los miembros de la comunidad cristiana de todos los tiempos. Ésa es la razón de que Mateo haya suavizado un tanto los rasgos negativos con que los Doce son presentados en otros evangelios (especialmente Marcos), aunque no los idealiza ni oculta sus limitaciones. Dos son las características esenciales que según él definen al discípulo(a): la comprensión de las en­señanzas de Jesús (13,23; 16,12; 17,13) y la fe en él (14,33). Discípulo(a) es por tanto el creyente, aunque su fe sea a veces "poca" (14,31; 16,8...) y esté constantemente ame­nazada por dudas y vacilaciones

2. La Misión de Pedro: La especial tarea que se le confiere a Pedro en este pasaje concuerda con la que aparece en otros pasajes de Mateo: es el portavoz del grupo de los discípulos y tiene una especial relación con Jesús (véase Mt 14,28-31 y Mt 17,24-27). Al presentar así a Pedro, el evangelista se hace eco del impor­tante papel que desempeñó en la vida de la Iglesia naciente, sobre todo en las comuni­dades de Siria, a las que se dirige este evan­gelio. De Pedro han recibido el evangelio y la tradición sobre Jesús; él ha sido la roca sobre la que se ha edificado su comunidad. Este texto ha suscitado numerosas dis­cusiones entre católicos y cristianos no católicos sobre la figura del papa como sucesor de Pedro. La tradición católica ha entendido este pasaje como fun­damento del ministerio de Pedro, que se trasmite a sus legítimos sucesores, y ha visto en él el fundamento del primado del Papa sobre la Iglesia universal. La tradición cristiana no católica, sin embargo, ha visto en las palabras de Jesús una alabanza y una promesa referidas, no a su persona, sino a la confesión de fe que Pedro proclama.

3. ¿quién dicen Uds. que soy yo?": La segunda pregunta es directa: "¿quién dicen Uds. que soy yo?" Es una interrogante siempre vigente; ¿quién es Jesús para nosotros(as) hoy? Tal vez nos sorprenderíamos si tuviésemos el coraje de responderla. Cristo ¿es realmente el centro dinámico y exigente de nuestras vidas? o ¿acaso nuestra respuesta sobre su identidad se ha convertido en una formalidad sin influir mucho en nuestra vida diaria? La contestación de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo", no es algo puramente formal. La fe profesada por el após­tol será el fundamento inconmovible sobre el que se asentará el nuevo pueblo de Dios que Jesús quiere reunir, de modo que el poder de la muerte no pueda vencerlo ni destruirlo. Ella exige un comportamiento que parte de la decisión de seguir los pasos del Señor en su amor por los marginados e insignificantes de la historia y en su servicio a los más necesitados.

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