22 mar 2012

3º Domingo de Cuaresma (B)

Juan 2,13-25

1.  Oración Inicial:
Señor de la Vida, tu Palabra es la fuente viva. Envía tu Espíritu Santo para acercarnos a ella, leerla y comprenderla. Danos también la gracia, la voluntad y el valor necesario para vivirla en nuestras vidas.  AMEN.     Cantar,  "Espíritu Santo Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a)  Introducción: Los cuatro evangelistas se hacen eco del gesto provocativo de Jesús expulsando del templo a «vendedores» de animales y «cambistas» de dinero. No puede soportar ver la casa de su Padre llena de gentes que viven del culto. A Dios no se le compra con «sacrificios». Pero Juan, el último evangelista, añade un diálogo con los judíos en el que Jesús afirma de manera solemne que, tras la destrucción del templo, él «lo levantará en tres días». Nadie puede entender lo que dice. Por eso, el evangelista añade: «Jesús hablaba del templo de su cuerpo». No olvidemos que Juan está escribiendo su evangelio cuando el templo de Jerusalén lleva veinte o treinta años destruido. Muchos judíos se sienten huérfanos. El templo era el corazón de su religión. ¿Cómo podrán sobrevivir sin la presencia de Dios en medio del pueblo? El evangelista recuerda a los seguidores de Jesús que ellos no han de sentir nostalgia del viejo templo. Jesús, «destruido» por las autoridades religiosas, pero «resucitado» por el Padre, es el «nuevo templo».  Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
 

b. Leer el texto: Juan 2,13-25: Leemos este texto de Juan con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.


c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d. ¿Qué dice el texto?

1)    En el texto, ¿dónde se encuentra Jesús? ¿Qué significaba el Templo para los judíos?

2)    ¿Cuáles es la reacción de Jesús cuando ve lo que sucede allí?  ¿Por qué lo hace?

3)    ¿Qué le cuestionan los judíos? ¿Qué dice Él?

4)    «Muchos creyeron en Jesús al ver los signos que realizaba»: ¿Cómo reacciona Jesús frente a esta fe inicial entusiasmada por lo extraordinario?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a.    ¿Somos capaces de confiarnos a Dios en un acto de fe o pedimos signos extraordinarios o milagros? Compartir algunos signos de Dios en nuestra comunidad.

b.    ¿Cómo prestar más atención en nuestra comunidad a los templos vivos que son las personas, que a los edificios de piedra?

c.    En Latinoamérica el 20% de la población acapara el 80% de los recursos y ese 20% más rico dicen ser cristianos(as): ¿Qué tendría que hacer la religión para «no ser ni parecer» legitimadora del desorden económico mundial actual? ¿Qué pensar del «templo» cristiano?

d.    ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Jesús no se fiaba de ellos, porque…él sabía lo que hay en el interior del hombre». 

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: A Dios y a su Reino toda nuestra entrega y fidelidad esta semana. Llevamos una “palabra”. Esa “palabra” o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Dios de la Vida, Padre «todo-bondadoso», que nos has señalado como Ley suprema el Amor: ayúdanos construir una comunidad mundial de hermanos y hermanas que, más allá de toda diferencia religiosa o cultural, te den siempre culto en espíritu y en verdad. Por Jesucristo nuestro Señor. AMÈN.   Padre Nuestro, que estás en el cielo…
 
Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Sacrificios en el Templo: Con motivo de la fiesta, y para atender a las necesidades de los peregrinos, se organizaba en torno al templo, en el atrio de los gentiles, un gran mercado que ofrecía todo lo necesario para los sacrificios. Los más pudientes compraban ovejas o bueyes. Los menos afortunados adquirían palomas. La presencia de los cambistas era necesaria ya que las ofrendas debían hacerse en moneda judía, para evitar las efigies del emperador o de los dioses paganos que figuraban en otras clases de moneda. Era todo un negocio, sobre todo para la clase sacerdotal. El gesto de Jesús es interpretado como una acción profética en la tradición sinóptica, que cita a Isaías (Is 56,7) y a Jeremías (Jr 7,11). El texto de Juan cita a Zacarías (Zac 14,21), que hace referencia clara a los tiempos mesiánicos. Estos han llegado. Es la gran enseñanza que ofrece el evangelio de Juan: Jesús inaugura un tiempo nuevo en el campo de las relaciones del ser humano con Dios. Reemplaza al templo antiguo, que era la institución más significativa de Israel.

2. «Los Judíos» en el Evangelio de Juan: El Evangelio de Juan tiene el carácter de un largo debate sobre la identidad de Jesús. En este debate cristológico está de una parte Jesús y de la otra «los Judíos» Pero este debate, más que la situación histórica del tiempo de Jesús, expresa la situación desarrollada hacia los años ochenta del primer siglo entre los seguidores de Jesús y los hebreos, que no lo han aceptado como Hijo de Dios y Mesías. Ciertamente, el enfrentamiento se inició ya durante el ministerio de Jesús. Pero la división entre los dos grupos que étnicamente eran todos lo mismo y constituido por hebreos, se hizo definitiva cuando aquellos que no aceptaban a Jesús como Hijo de Dios y Mesías, sino que lo tenían como blasfemo, expulsaron a los seguidores de Jesús de las sinagogas, o sea, de la comunidad de fe hebraica (9,22; 12,42; 16,2). Por tanto, «los Judíos» que encontramos a menudo en el cuarto evangelio no representan el pueblo hebreo. Son los elementos literarios en el debate cristológico que se desata en este evangelio. Ellos representan, no una raza, sino a aquellos que han tomado una posición clara de rechazo absoluto de Jesús. En una lectura actualizada del evangelio, «los Judíos» son todos aquellos que rechazan a Jesús, sea cual sea la nación o época a la que pertenezcan.

3. Los signos: Las sanaciones y otras acciones taumatúrgicas de Jesús que los evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) llaman milagros o prodigios, Juan los llama signos. En cuanto que son signos señalan algo que va más allá de la acción que se ve. Ellos revelan el misterio de Jesús. Así, por ejemplo, la curación del ciego de nacimiento revela a Jesús como luz del mundo (8,12; 9,1-41); la resurrección de Lázaro revela que Jesús es la resurrección y la vida (11,1-45). En nuestra narración "los Judíos" piden un signo en el sentido de una prueba, que autenticase las palabras y acciones de Jesús. Pero en el cuarto evangelio, Jesús no obra signos como pruebas que garanticen la fe. Una fe basada en los signos no es suficiente. Es sólo una fe incipiente que puede conducir a la verdadera fe (20,30-31), pero que también puede no tener éxito (6,26).  El evangelio de Juan nos pide que vayamos más allá de los signos, de no quedarnos en lo maravilloso, sino acoger el significado más profundo de revelación que los signos quieren indicar.

4. Muchos creen en Jesús. Los milagros-signos que hace Jesús carecen de importancia si no llevan a la fe. Cuando la gente preguntó a Jesús qué obras debía realizar para cumplir la voluntad de Dios, él contestó: la única obra es la fe (6,29). Aquí se manifiesta Jesús sobre la necesidad de la fe en la palabra (2,23-25). Si el entusiasmo suscitado por Jesús no lleva a la fe verdadera, a la que se apoya en su palabra, es como rocío mañanero, no sirve de nada. El milagro puede suscitar la fe si se convierte en signo; si se descubre a Dios actuando en él; si el milagro es otro medio de predicación, como lo fue en tiempos de Jesús. Siempre será muy precaria una fe que necesita de los milagros como soporte de la misma (7,31; 10,42; 14,11). La bienaventuranza de la fe va dirigida a aquellos que creyeron sin haber visto (20,29), fiándose de su palabra o del testimonio apostólico (4,48).

5. Un Templo Nuevo: Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia. Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu. En este nuevo templo que es Jesús, para adorar a Dios no basta el incienso, las aclamaciones ni las liturgias solemnes. Los verdaderos adoradores son aquellos que viven ante Dios «en espíritu y en verdad». La verdadera adoración consiste en vivir con el «Espíritu» de Jesús en la «Verdad» del Evangelio. Sin esto, el culto es «adoración vacía». Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos. En este templo no se hace discriminación alguna. No hay espacios diferentes para hombres y para mujeres. En Cristo ya «no hay varón y mujer». No hay razas elegidas ni pueblos excluidos. Los únicos preferidos son los necesitados de amor y de vida. Necesitamos iglesias y templos para celebrar a Jesús como Señor, pero él es nuestro verdadero templo.

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