22 mar 2012

4º Domingo de Cuaresma (B)

Juan 3,14-21
 
1.  Oración Inicial: Señor Jesús, envíanos tu Espíritu Santo para comprender tú Palabra.  Guía nuestros pasos y orienta nuestro caminar para que sigamos tu ejemplo anunciando un Dios que se hace cercano para traernos la justicia y la paz. Queremos ser testigos para construir un mundo nuevo, para que brille el Evangelio y con su luz pueda haber Vida para tu pueblo.    AMÉN.      Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

 a)  Introducción: Dios ama el mundo. Es la afirmación que recoge el núcleo esencial de la fe cristiana. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único». Este amor de Dios es el origen y el fundamento de nuestra esperanza. Dios no quiere la muerte del mundo, quiere su vida. Dios no quiere perder ninguna de sus criaturas, y entre ellas nos encontramos nosotros(as). Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b) Leer el texto: Juan 3,14-21: Leemos este texto de Juan con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad.  Leerlo una segunda vez.

c)  Un momento de silencio orante  Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d) ¿Qué dice el texto?

1)    ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?

2)    ¿En qué se demuestra el amor que Dios nos tiene?

3)    ¿Para qué Dios envió a su Hijo al mundo?

4)    ¿En qué consiste el juicio de Dios?

5)    ¿Quién es esa luz que vino al mundo? ¿Por qué algunos odian y no se acercan a la luz?

6)    Por el contrario, ¿Por qué otros(as) se acercan a la luz?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. ¿Qué representa en nuestra sociedad y en nuestra comunidad, la luz? ¿Y las tinieblas?
  2. Dar ejemplos concretos cuando escogimos la luz y rechacemos las tinieblas.
  3. La razón de ser de la Iglesia, lo único que justifica su presencia en el mundo es recordar el amor de Dios. ¿Cómo lo estamos haciendo en nuestra comunidad?
  4. Muchas veces una persona pueda sentirse más juzgada que salvada, y siente la moral como un deber exterior e impuesto, como una carga más que como una ayuda. ¿A qué se debe? Si el Evangelio es Buena Noticia y Dios es pura voluntad de salvación, ¿qué es lo que puede estar fallando?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único…».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Qué actitudes podemos poner en practica para vivir «en la verdad y en la luz»?  Llevamos una “palabra”. Esa «palabra» o versículo que nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente se hará presente durante la semana mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Padre Bueno, anima nuestras fuerzas para trabajar por tu Reino.  Que no seamos mezquinos y aprendamos a darlo todo gratuitamente con alegría. Danos buen ánimo y mucha esperanza para escuchar tu Palabra y comprometernos con la vida. Enséñanos a mirar la vida con tu mirada, para trabajar sin interés y con alegría en la construcción de tu Reino.   AMÈN. Padre Nuestro, que estás en el cielo…  

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Dios ama el mundo: Lo ama tal como es. Inacabado e incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre su camino solo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados. Esto tiene consecuencias de la máxima importancia.

  • Primero, Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios ha hecho al mundo, no sólo a los cristianos(as). Los investigadores pueden discutir sin fin sobre muchos aspectos de su figura histórica. Los teólogos pueden seguir desarrollando sus teorías más ingeniosas. Sólo quien se acerca a Jesucristo como el gran regalo de Dios, puede ir descubriendo en todos sus gestos, con emoción y gozo, la cercanía de Dios a todo ser humano.

  • Segundo. Se ha subrayado muchas veces el Vaticano II: La Iglesia «es enviada por Cristo a manifestar y comunicar el amor de Dios a toda la humanidad». Nada hay más importante. Lo primero es comunicar ese amor de Dios a toda la humanidad.

  • Tercero. Según el evangelista, Dios hace al mundo ese gran regalo que es Jesús, «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Es muy peligroso hacer de la denuncia y la condena del mundo moderno todo un programa pastoral. Sólo con el corazón lleno de amor a todos, nos podemos llamar unos a otros a la conversión. Si las personas se sienten condenadas por Dios, no les estamos transmitiendo el mensaje de Jesús sino otra cosa: tal vez, nuestro resentimiento y enojo.

  • Cuarto. En estos momentos en que todo parece confuso, incierto y desalentador, nada impide a cada uno introducir un poco de amor en el mundo. Es lo que hizo Jesús. No hay que esperar a nada. ¿Por qué no va a haber en estos momentos hombres y mujeres buenos, que introducen entre nosotros amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que sufren…? Estos construyen la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor.
2. No existe mejor síntesis de la vida cristiana. Así es el mensaje joánico. Estamos ante el mejor resumen de la teología de Juan. El mejor comentario del mismo nos lo ofrece otro texto del cuarto evangelio, que habla de Jesús como el Enviado, de quien lo ha enviado y de la fe en ambos, del juicio que se realiza en la aceptación o rechazo de la luz (12,44-50). La «elevación» de Jesús (3,14) es la que constituye el reino, reinado o señorío de la vida. En la elevación a la cruz va incluida la exaltación a la gloria. En dicha elevación, el evangelista Juan acentúa las ideas siguientes: la victoria sobre el príncipe de este mundo (12,31; 14,27-30); la participación del ser humano en ella mediante la fe (12,32); la muerte en cuanto paso necesario y un aspecto parcial de la elevación; la cruz no es el lugar de la máxima humillación, sino un aspecto de la elevación. En este evangelio el fundamento de la teología o de la reflexión teológica no es la cruz, sino el estar sentado a la derecha del Padre; Jesús aparece como el vencedor de la muerte (5,26; 14,30) y el dador de la vida para todos los que creen en él.

3. El juicio (3,19-21) El juicio, de salud o desgracia, se realiza en la actitud de aceptación o rechazo frente a Jesús (3,18-21). En el evangelio de Juan no existe un juicio futuro, que tendría lugar al final de los tiempos, al estilo sinóptico (Mt 25,31ss). El juicio se realiza aquí y ahora por la actitud del ser humano ante el Revelador (3,18). Dios envió a su Hijo al mundo para que el ser humano pueda salvarse. Dios hizo la oferta de la vida. Oferta que sigue abierta. Debe ser aceptada en la fe. Lo contrario equivale a la auto-exclusión de la vida. Así, el único juicio que abarca a toda la humanidad es la llamada a vivir en la luz. Cuando el sol sale, nadie puede substraerse a sus rayos…y así también los seres humanos. Cuando Cristo nace, ninguno puede substraerse a esta luz que todo lo inunda. Pero los seres humanos se han construidos casas para poder escapar de la luz del Amor que se expande por doquier, casas de egoísmo, casas de oportunidad. Han perforado túneles y escondrijos para continuar libremente haciendo sus obras. ¿Puede una obra falta de luz dar la vida? La luz de la existencia tiene una sola fuente: Dios. Quien se aparta de la luz, muere.

 4. «Para que tengamos vida». Dios no quiere que ninguno  perezca. Dios ha creado al ser humano, ha creado al mundo para que subsista. Pero en el mundo existe una realidad de mal, de pecado. La acción de Jesús es la de luchar contra este mal: Él es el que es más fuerte que la fuerza del mal y la vence. La vence a fuerza de amor. Seguir a JC, creer en JC, significa que los cristianos cooperan en su lucha, para hacer posible la voluntad de Dios: que nada perezca, que ninguna persona  perezca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario